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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Archivos mensuales: octubre 2012

RITA MONTANER (1900 – 1958) “La única”

30 martes Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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En 1933 lanza a su pianista acompañante, Bola de Nieve (Ignacio Villa), como solista.

Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda, también conocida como La Única, fue una de las más grandes artistas cubanas, incursionó en el teatro, la radio, el cine y la televisión alcanzando notable éxito nacional e internacional. Hija de un blanco y una mulata creció en un ambiente mezclado por la cultura europea y la africana. Comenzó sus estudios de piano en el Conservatorio “Peyrellade”, en el cual obtuvo la Medalla de Oro con solo 13 años de edad. Se graduó de piano, canto y armonía en 1917. Al graduarse se dedicó al canto aunque muchos le decían que tenía un buen futuro en el piano.

Fue la primera voz femenina de la radio cubana. Compartió escenario con prestigiosas figuras del escenario cubano e internacional. Algunos de los mejores compositores de la época escribían partituras especialmente para ella como es el caso de Gonzalo Roig con “Cecilia Valdés”, Moisés Simons con “El manisero”, Eliseo Grenet con “Ay Mamá Inés”, Ernesto Lecuona con “El cafetal”, Gilberto S. Valdés con “Ogguere “,entre otros. Su arte recogió muchas de las plazas del mundo como Estados Unidos y Europa.

En 1918, se encuentra en California con el músico catalán Xavier Cugat, con el que contrae matrimonio ese mismo año. Aunque su esposo no deseaba que continuara dentro del mundo del espectáculo, Rita insistió en su vocación. El matrimonio no duró mucho.

En 1923 se presenta en el “Teatro Nacional“, en el “Teatro Luisa” de Cienfuegos y en el “Principal de la Comedia”, de La Habana, en un concierto de música sacra. Cantó con la soprano Lola de la Torre el dúo de “La Gioconda” de Ponchielli, en la sala “Falcón”. Al día siguiente, Alejo Carpentier reseñaba en la prensa su actuación, y llamaba la atención sobre el timbre de voz exquisito de la Montaner y su seguridad al atacar las notas altas.

En 1926, estando en los Estados Unidos, aceptó un contrato con la compañía “Follies Schubert” con la que recorrió gran parte de los estados de la Unión. En el “Teatro Apolo” de Nueva York hizo una temporada con la orquesta de Xavier Cugat. Tras seis meses de actuación regresó a Cuba.

Entre 1928 y 1929 hizo decenas de grabaciones para la firma Columbia. Se presentó con todo éxito en el “Teatro Palace” de París con un grupo de artistas cubanos –entre ellos Sindo Garay, quien hizo dúo con su hijo Guarionex–, actuación que hizo exclamar a Carpentier que Rita Montaner se había creado un estilo en el que gritaba, a voz abierta, canciones arrabaleras que sabían a patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta de chinos y pirulí premiado.

Viaja a París para presentarse en el “Teatro Olimpia” en 1928 y posteriormente es contratada para sustituir a la actriz Raquel Meller en el “Palace”. Además participa en el espectáculo de la vedette Josephine Baker. Después de una breve estancia en Cuba viaja para Estados Unidos para cantar en “Wonder Bar” de M. Jolson. En 1931 hace temporada como contrafigura de Al Jolson, en su show. Giró con la obra musical “Wonder Bar” por Detroit, Washington, Boston, Baltimore, Filadelfia, Cleveland y Chicago.

Actuó en México en 1933 y fue cuando lanzó a su pianista acompañante, Bola de Nieve (Ignacio Villa), como solista. Al año siguiente actuó de nuevo en Estados Unidos y Buenos Aires.
En el año 1935 protagoniza un espectáculo creado por Gilberto Valdés en el Teatro Principal de la Comedia. En el mismo interpreta temas como “Sangre Africana”, “Bembe”, “Tambó” y “Oggere”. Canta en el cabaret “Mulgoba” con el artista Bola de Nieve, y posteriormente en Tropicana donde se mantiene por 9 años. Ese mismo año es escogida como la Reina de la Radio.
Por esos años la Montaner representó el papel protagónico de las mejores obras de la zarzuelística cubana:” Cecilia Valdés” , “Rosa la china” y “El Cafetal”. Y participa en las películas cubanas “Sucedió en La Habana” (1938),“El romance del palmar” (1938), “María la O” en 1949, y “La Única” en 1954, de Ramón Peón García.

Cantó en Radio Caracas, Venezuela, y, de vuelta a La Habana, interpretó el rol protagónico del sainete lírico de Rodrigo Prats “Amalia Batista” (1940). A fines de ese año fue la figura central, en Nueva York, del espectáculo de Broadway “Havana-Madrid”. Su mayor desarrollo fue como cantante de arte lírico con grandes habilidades y versatilidad interpretativa que iban desde “Mamá Inés”, estrenada por ella en la zarzuela “Niña Rita”, en 1927, hasta La” Medium” y “El teléfono”, del italiano Gian Carlo Menotti, interpretadas por ella en 1955.

Obtuvo otro gran éxito en 1956 con “Mi querido Charles”, con el actor argentino Adrián Cúneo y, al año siguiente, con “Fiebre de Primavera”, de Noël Coward. Mientras realizaba una de las representaciones, advirtió que se quedaba sin voz en el primer acto, pero se impuso sobre esa dificultad y logró terminarla. Esta fue su última actuación.

Falleció el 17 de abril de 1958. Se le tributó un gran homenaje televisado por CMQ TV y el Canal 4, además de veinte radioemisoras en cadena. Participaron decenas de los mejores artistas cubanos haciendo votos por su mejoría. Su sepelio fue multitudinario.

La figura de esta gran gran vedette de Cuba, Rita Montaner, acompañará, desde este mes, a las de Ernest Hemingway y Bola de Nieve en el único Museo de Cera de Cuba, ubicado en Bayamo.

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SALVADOR CISNEROS BETANCOURT (1828 – 1914)

29 lunes Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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No quiso ser marqués para ser cubano.

A pesar de haber sido dos veces presidente de la República de Cuba en Armas, luchado en las dos guerras de independencia y representado su provincia en el senado republicano, a este ilustre camagüeyano, Salvador Cisneros Betancourt, no le han dedicado extensas biografías y atención como a otros patriotas.

En Puerto Príncipe (Camaguey,desde22 de abril de 1903) y en una de las mejores cunas nació, el 10 de febrero de 1828, Salvador Cisneros Betancourt. Ya su familia llevaba con orgullo el título Marqués de Santa Lucía concedido por el Rey de España unos años antes. Su familia era una de las más acaudaladas de Cuba siendo propietarios de muchos esclavos, fincas, colonias de caña e ingenios azucareros. Muy joven fue enviado a estudiar a Filadelfia, Estados Unidos por unos cinco años. Estudió ingeniería y aprendió a vivir en libertad en una democracia.

Sin embargo, su larga vida no será objeto de atención por haber sido fiel a la distinción del soberano o por la riqueza acumulada. El amor a la patria y la convicción de que servirla es la más hermosa forma de ser honrado, fijaron su conducta.

En 1868 fue uno de los principales líderes de la Junta Revolucionaria de Camagüey y su firme decisión de no permitir que los españoles concentraran todo el poderío contra los patriotas orientales, determinó el alzamiento de los camagüeyanos el 4 de noviembre en Las Clavellinas.
Su actitud contribuyó a que no prevalecieran las gestiones conciliadoras y traidoras de algunos que aún confiaban obtener mejoras de la metrópoli.

Penalidades, confiscación de bienes y, lo más preciado, la muerte de la esposa y varios de los hijos en la manigua fue el costo de su sacrificio. Protesta los acuerdos del Zanjón en entrevista con el mismo capitán general Arsenio Martínez Campos, y como comprende que la independencia en esta oportunidad no se puede obtener, reclama, por lo menos, la libertad del esclavo.

No acepta vivir bajo el dominio de España y pobre y sin familia marcha al exilio. Con el mismo traje que embarcó en Santa Cruz del Sur, permaneció en Jamaica y llegó hasta Nueva York.
Tiempo después lo recuerdan, en una de sus principales avenidas, como propietario de un puesto de tabacos, cigarros y algún billete. Solo regresa a Cuba cuando los grandes de la guerra del `68 y el Maestro José Martí, lo consideran indispensable en Camagüey para la nueva contienda.

Con 67 años vuelve a la manigua, los años pueden pesar, pero no lo vencen. Otra vez la máxima autoridad civil de la República y la defensa de la libertad y los derechos democráticos del pueblo; aunque, no se acomoden mucho a los tiempos.

Al fin de la guerra le siguió la ocupación norteamericana y muy pronto comprendió los verdaderos intereses de la nueva potencia. «Nunca ha pasado por mi mente la idea que me haga suponer que los americanos se desprenderán de Cuba. Ellos harán todo lo posible por no soltar la prebenda…» Denunció de diversas formas las maniobras norteamericanas por apoderarse de Cuba y llamó a la unidad de todos los cubanos para lograr la independencia absoluta.

Fue alcalde de Puerto Príncipe, cargo que desempeñó con gran honestidad. Siendo rico fue generoso con todas las obras de caridad de su ciudad natal, lo que aumentó la admiración que todos le tenían. Fundó el Cuerpo de Honrados Bomberos de Puerto Príncipe. Prestó servicios gratuitos de bombero hasta la época republicana. Fue presidente de la Sociedad Filarmónica de su ciudad natal, más tarde llamada Sociedad Liceo. Su espíritu progresista y emprendedor hizo que participara en las ferias ganaderas y agropecuarias. Cisneros donó los terrenos de esas ferias a Puerto Príncipe, que fueron destinados a un parque de recreo, hoy conocido como “Casino Campestre”. Parte de este extenso terreno fue cedido a sociedades de recreo y allí eventualmente se instalaron el “Club Atlético Bernabé de Varona”, el “Camagüey Tennis Club” y la “Sociedad Maceo”.

Si ejemplo de patriotismo fue su lucha contra España, no fue menos la batalla por el fin de la ocupación de los Estados Unidos y en especial contra la imposición de la Enmienda Platt.
Cuando en 1913, a los 85 años, Salvador Cisneros Betancourt escribió:

«A pesar de mi avanzada edad creo tener espíritu bastante para ver a Cuba… completamente soberana, absolutamente independiente y dueña de sus destinos. Después que vea esto, podré morir como los demás, descansar tranquilo y seguro de que la planta extranjera no ha de hollar nuestros sepulcros, ganados, bien ganados, a la sombra de nuestra bandera».

Con esta publicación damos sencillo homenaje a tan ilustre patriota camagueyano.

MARCELINO AMADOR – Driver cubano

28 domingo Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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Alcanzó velocidades “astronómicas” de casi… ¡setenta kilómetros por hora!…

Marcelino Amador fue un reconocido piloto de autos de carrera cubano que destacó a partir de la segunda década del siglo pasado. Desde 1916 ganó con frecuencia en todas las carreras en las que participó en Cuba. Reconocido también por alcanzar velocidades “astronómicas” de casi… ¡setenta kilómetros por hora!, en las distintas competencias automovilísticas, que por lo regular patrocinaba algún diario de la capital.

Entre otros premios obtuvo el Primer Premio de la tercera categoría – carrera Heraldo-Guanajay. Carro No. 26. El dia 26 de Marzo del 1916.
Ganador de la carrera el Oriental Park de Marianao, el 14 de Abril del 1918, en su cadillac No.2 estableciendo record de velocidad al conducir como un verdadero bólido a una velocidad de 59.6 MPH. Triunfa nuevamente, en el Oriental Park, el 4 de Abril del 1920.
De nuevo ganador en el Oriental Park de la carrera, de Segunda Categoria, el 3 de abril de 1920. Al día siguiente obtiene el primer lugar, en su carro No. 4, en la Tercera Categoría.

Pero no solo en el Oriental Park, alcanzó sus éxitos, en el mes de mayo de 1918, comenzaron algunas carreras de automóviles en la provincia de Pinar del Río, organizadas por la Asociación de Choferes, que presidía Amable Hernández, propietario de la agencia de automóviles Chevrolet (ubicada en la esquina de Martí y Coloma) y la Casa Consistorial Pinareña. La primera competencia automovilística se desarrolló con un recorrido –ida y regreso- entre la ciudad de Pinar del Río hasta el Puerto de La Coloma.

Según un reportaje aparecido en el periódico pinareño “La Fraternidad”, en su edición del 22 de mayo de 1918, y refiriéndose al evento, publicó lo siguiente: “El primer premio en carrera abierta correspondió a una cuña de la marca Cadillac, conducida por el driver Marcelino Amador. En esa carrera también compitieron un automóvil marca Ford y otro Muced”.
Para determinar los premios se constituyó un jurado encabezado por el Alcalde Municipal Juan María Cavada y del Haya y otras autoridades del territorio. Consistían en copa de plata para el primer lugar, y para el segundo y tercero gomas y acumuladores marcas: “Seiberling”, muy promocionados en Cuba en esa época.

Las carreras se efectuaron por categorías y en cada una de ellas competían las diversas marcas de automóviles reconocidas en aquel entonces. El itinerario cubría la distancia (de ida y vuelta) de Pinar del Río a La Coloma y tenía como punto de partida el kilómetro uno.

Toda la prensa se hizo eco de aquel suceso, extraordinario para la época.

En el año 1957 se celebró la última edición del “IV Clásico Avance Pinar del Río-La Habana”, y para honrar al piloto Marcelino Amador, ganador de la carrera Pinar del Río La Coloma, en el año 1918, fue invitado a bajar la bandera para dar inicio al evento.

EL CRISTO DE LA HABANA (1958)

27 sábado Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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Jilma Madera, pinareña, su escultora.

El Cristo de La Habana es una colosal escultura que representa a Jesús de Nazaret, obra de la escultora pinareña Jilma Madera. La estatua fue hecha de mármol de Carrara, material frecuente en muchas obras en Cuba, y que encontramos en muchos de los monumentos del Cementerio de Colón de La Habana.

La imagen tiene unos 20 metros de altura y reposa sobre una base de 3 metros en la que su autora enterró diversos objetos de la época. Su peso aproximado es de unas 320 toneladas. La estatua está compuesta por 67 piezas que fueron traídas desde Italia. Jilma viajó a Roma para esculpirlo y que allí fuera bendecido por el Papa Pío XII. Esta imagen también fue bendecida por el Cardenal Arteaga, el 25 de diciembre de 1958, aunque se dice que fue contra su voluntad, debido a las malas relaciones que tenía el prelado con el presidente Fulgencio Batista, el cual pretendía ganar apoyo popular con la instauración de tan bella escultura.

La imagen, situada en el poblado de Casa Blanca, municipio de Regla, se emplazó en la colina de La Cabaña el 24 de diciembre de 1958. Se encuentra a 51 metros sobre el nivel del mar, lo que permite a los habaneros ver la escultura desde muchos puntos de la ciudad; la figura de Cristo está de pie con una mano en alto, bendiciendo, y la otra en el pecho mirando hacia la ciudad, a esta obra se le dejaron los ojos vacíos para que diera la impresión de mirar a todos desde cualquier lugar que fuese observado. Desde el emplazamiento del Cristo de la Habana se aprecia una vista de toda la ciudad de La Habana

La imagen del Cristo fue alcanzada por rayos tres veces, en los años 1961, 1962 y 1986, antes de que se fuese ubicado un pararrayos y se diesen a la tarea de restauración de los daños.
Luego de 1959 fue casi cubierta, con árboles y no era visitable, por estar dentro de una zona militar. No es hasta 1996 que se realiza un viacrucis y un acto de desagravio por unos jóvenes católicos habaneros, aunque su autora, en la inaguración del Cristo, expresara: «Lo hice para que lo recuerden, no para que lo adoren: es mármol».

Jilma Madera ((1915-2000) realizó estudios de arte en la Academia de San Alejandro y en Nueva York, complementados por cursos en México y Europa; de ahí que su formación académica puede considerarse completa y coherente con la manera ulterior de hacer de la artista. Exposiciones y premios tuvo muchos: en el Salón de Escultura del Círculo de Bellas Artes, en la II Exposición de Arte Hispanoamericano de La Habana, 1954, en Salones Nacionales; en galerías de Madrid, Tampa, Nueva York y en muchos otros en que pudieron apreciarse sus obras.

Entre ellas podemos destacar el busto de José Martí colocado en el Pico Turquino, un bronce de 163 libras con el que honró al Maestro en el punto más alto de Cuba. En aquella ocasión conoció a la hija del doctor Manuel Sánchez Silveira, entusiasta miembro de la Asociación Cubana de Arqueología, quien le expresó el deseo de que una de sus hijas le acompañara cuando se fuera a colocar el busto. Se trataba de Celia Sánchez Manduley, quien en efecto la acompañó en el ascenso. Muchos piensan –y afirman- que tan hermosa idea fue gestada por Celia, por lo que la propia Jilma siempre aclaraba su autoría, dándole a Celia solo el papel de acompañante.

Para realizar el Martí que se pondría en el Pico Turquino, Jilma compró el bronce y lo mandó a fundir a Obras públicas. Pero para realizar este proyecto no había dinero, por lo que hizo medallones y un Martí pequeño que se vendió a cincuenta pesos, con lo cual se pagó todo. Ella no cobró nada, se sintió remunerada al tener un monumento dedicado al apóstol, a 2 mil metros de altura, en el pedestal más alto, como corresponde a una figura como Martí.

Honor a quien honor merece.

FUENTE DE LA INDIA O DE LA NOBLE HABANA

26 viernes Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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ImagenLa Fuente de la India fue la primera imagen captada por un fotógrafo en la ciudad.

Esta fuente fue colocada originalmente, en 1837, en la Puerta este del antiguo Campo de Marte en sustitución a la de Carlos III. Cuatro años después fue situada donde en estos momentos se encuentra, pero en 1863 resultó trasladada al Parque Central, identificado entonces con el nombre de Isabel II. En 1875 el monumento fue ubicado nuevamente donde se aprecia en la actualidad pero la cara de la estatua se situó en dirección hacia el oeste. En 1928 al inaugurarse el Parque de la Fraternidad, la Fuente de la India fue dejada en ese sitio, aunque le cambiaron su orientación, ya que ahora mira en dirección norte.

Fue diseñada por el arquitecto italiano Giuseppe Gaggini bajo el mandato del Conde de Villanueva, don Claudio Martínez de Pinillos. Construida con mármol blanco de Carrara y tiene una altura de tres metros. Este escultor es también autor de la Fuente de los Leones en la Plaza San Francisco de La Habana.

La Fuente de la India o de la Noble Habana, es una representación donde figura la imagen de la mítica india “Habana”, esposa del cacique “Habaguanex”, regente de la zona antes de la llegada de Colón y de la cual se cree que toma el nombre la capital de Cuba.

Está inspirada en una leyenda de una bella aborigen que recibió en el siglo XVI a los navegantes españoles que realizaban el bojeo a Cuba, en 1509. Según los cronistas de la época, al llegar los españoles al actual puerto de La Habana una india sentada sobre una colosal roca los observaba en silencio y luego se acercó a ellos con cautela. Con un gesto circular de sus manos la india hizo referencia a la espaciosa bahía y al monte virgen y pronunció la palabra “habana”. Uno de los marinos trazó enseguida un boceto de la nativa sentada sobre la roca y la llamó “La Habana”.

La estatua guarda en su mano derecha el escudo de la ciudad con una llave que representa la posición estratégica de La Habana y las tres torres que simbolizan las primeras fortalezas existentes en la capital cubana. En su mano izquierda sostiene una cornucopia con frutas criollas coronadas por una piña. La estatua está rodeada por cuatro delfines de cuyas bocas solían emanar chorros de agua. Una gran concha rodea el pedestal y encima de éste, sobre una roca artificial, yace sentada la preciosa estatua. Corona su cabeza un turbante de plumas y lleva al hombro izquierdo un carcaj lleno de flechas.

Algunos historiadores afirman que La Fuente de la India fue la primera imagen captada por un fotógrafo en ciudad, se cree que tal «hazaña» fue realizada por el fotógrafo daguerrotipista italiano Antonio Rezzonico en la cuarta década del siglo XIX.

Lo que si no queda dudas es, que en 1841, Antonio Rezzonico llegó a La Habana para introducir la moda neoyorquina de las miniaturas al daguerrotipo, pero se encontró que ya lo habían hecho en La Habana unas semanas antes. Por si esto fuera poco, las calles donde instaló su galería, primero en la calle de Vives y después en Muralla, no tenían el mismo atractivo que la otra galería, ubicada en Obispo, la arteria más céntrica y elegante de la ciudad y donde acudía la aristocracia habanera.

Rezzonico no se desanimó y pensó en la posibilidad de reproducir la naturaleza y la arquitectura cubana, pues sabía que una de las tres cámaras que trajo era idónea para poder hacer esos daguerrotipos. Y decidió tomar una foto, pero su plan era complicado porque las placas de daguerrotipo había que prepararlas momentos antes de exponerlas y revelarlas inmediatamente después. No obstante pensó que si preparaba la placa y recorría rápidamente las trescientas varas que separaban su vivienda de la calle Muralla hasta la Fuente de la Noble Habana, símbolo de la ciudad, podría lograr la imagen.

Rezzonico recogió la cámara, el trípode y la placa que acaba de sensibilizar en un improvisado laboratorio armado en su domicilio, y se fue por la calle de la Muralla, atravesó la puerta del mismo nombre en la cortina de piedras que rodeaba la vieja ciudad, y entró al paseo del Campo de Marte, en el trono de la hermosa fuente. Allí, tolerando la curiosidad de los que paseaban por los alrededores, colocó la cámara sobre el trípode, se sumergió debajo del paño oscuro, enfocó la imagen y expuso con nerviosa paciencia los largos minutos necesarios para impresionar la placa. Inmediatamente regresó con mayor prisa al laboratorio y la reveló con un resultado asombroso.

Si esta fue o no la primera foto tomada en Cuba no podemos afirmarlo..

LECHEROS… A DOMICILIO

25 jueves Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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La vaca amarrada frente a la bodega…¡ y la leche fresca!

El empleo fue una de las formas en que la inmigración española se hizo sentir en el desarrollo urbano e industrial habanero. Sitios emblemáticos de La Habana como las avenidas Carlos III y Belascoaín fueron —y aún lo son— sedes de mercados, industrias y otras empresas, donde numerosos españoles y españolas encontraron puestos de trabajo que les sirvieron para subsistir o mantener a sus familias, tanto en Cuba como en España. Asimismo, toda la zona que cubre este segmento del actual municipio Centro Habana se convirtió en una zona de fuerte presencia española.

Las lecherías, por ejemplo, fueron un negocio en el cual muchos españoles se insertaron, entre los cuales figuraban numerosos canarios, quienes con sus carretones de leche deambulaban por la ciudad ofreciendo tan preciado líquido. A finales del siglo XIX, ante la ausencia de equipos de refrigeración, era común ver a emigrantes españoles ordeñando una vaca en las afueras de una bodega. De este modo siempre se compraba fresca.

Alejo Carpentier, en una de sus crónicas, rememoraba que La Habana de 1912, …”estaba circundada de potreros… donde el asfalto era casi un ilustre desconocido en la mayoría de aquellas calles de piedra o de tierra apisonada, llenas de peligrosos baches, …y que recordaba a cada paso con las melodías de zarzuelas o pasodobles que tocaban los organilleros españoles en la capital cubana y se sumaban al concierto de pregones, cencerros y el sonido de los rebaños de vacas suministradoras de leche fresca y las mulas y caballos que tiraban de los carretones”…

Muchos emigrantes canarios que comenzaron ejerciendo otras actividades agrícolas, terminaron formando una moderna industria lechera que abasteció a la capital de la década de 1920 a 1940.

Una de las grandes empresas llevadas a cabo por los canarios fue, en 1929, la “Compañía Lechera de Cuba”, S.A. Un grupo de emigrantes grancanarios, procedentes de los municipios del norte de la isla (Guía, Moya, Gáldar), que tenían pequeños negocios de reparto de leche en La Habana se unieron para formar una empresa de elaboración de leche pasteurizada y homogeneizada, la cual fue absorvida por “Cía Operadora de productos Lácteos” S.A. en 1947. El negocio lo comienza José Suárez, natural de Moya, quién inició su actividad en Cuba en 1920 como empleado de una vaquería en el lugar conocido por Campanario y Maloja 19 y llegó a ser Presidente de dicha compañía.

En realidad, había sido fundada por Pedro Interián el 29 de mayo de 1929, como la mayor y la primera planta de pasteurización en Cuba. La firma propietaria se constituyó el 10 de diciembre de 1928 como resultado de unir “El palacio de la Leche”, S.A, propiedad de Antonio Ortega Jiménez y la “Compañía Abastecedera de leche” de La Habana, S.A., de Pedro Interián Rizo, quienes eran los dos mayores comerciantes de leche de vaca de la capital, con la finalidad de levantar capital que permitiera invertir en la tecnología moderna de la pasteurización, así como aumentar el mercado abastecedor.

No había café con leche en el mundo como el de La Habana de esa época. Venía el camarero a la mesa con una lechera en una mano y la cafetera en la otra y en la propia taza te mezclaba el café con la leche. Todo un arte de sabor y precisión.

Alguien quiso quitarnos valor, diciendo que los cubanos éramos un pueblo de chicharrones y café con leche. Bueno, realmente éramos mucho más que eso. Económicamente, uno de los primeros países de América… pero además hacíamos unos chicharrones de puerco para chuparse los dedos y preparábamos un café con leche, como en el cielo.

AVENIDA DE CARLOS III

24 miércoles Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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“Paseo de Tacón”, “Paseo Militar”, “Avenida de la Independencia”, “Salvador Allende”…

La Avenida de Carlos III, ubicada La Habana fue el paseo que el gobernador Miguel de Tacón puso en funcionamiento en el año 1836. Al crearla se le llamó “Paseo de Tacón”. Años más tarde se le llamó Carlos III en honor del rey de España y se le colocó una estatua del monarca. La Avenida de Carlos III comienza en la intersección con las calzadas Ayestarán y Presidente Menocal o Infanta. Continúa Infanta hacia el norte, a la derecha, haciendo cuchillo con la calle San Francisco que corre detrás del Edificio Manzanares.

La conocida con el monárquico nombre de Carlos III, con sus más de 50 metros de ancho contribuye como ninguna otra a descongestionar la circulación vial desde y hacia la zona más añeja de La Habana, sobre todo por sus cuatro carriles. Es la arteria citadina más ancha de Cuba.

El plan de embellecimiento de La Habana concedido por el ingeniero Mariano Carrillo de Albornoz por allá por la tercera década del siglo XIX, contemplaba la construcción de un buen paseo, cómodo y hermoso que sirviera para el esparcimiento de los vecinos de la ciudad, que iba extendiéndose cada vez más de sus originales límites ya enmarcados por el famoso cordón amurallado que la protegía de ataques extranjeros.

Al mismo tiempo dicho paseo debía propiciar una mejor comunicación con las tropas coloniales destacadas en el castillo del Príncipe, pues hasta ese entonces se hacía muy difícil llegar a esa instalación militar al tener que sortear un camino bajo y cenagoso que se hacía prácticamente intransitable en épocas de lluvias.

Posiblemente esa fue la razón por la que se le llamara “Paseo Militar”, aunque su nombre oficial fue el de “Miguel Tacón”, gobernador de la Isla entre 1834 y 1838 en cuyo mandato comenzó la construcción del paseo. Cuando cesó el gobierno de Tacón, todavía no se había concluido el Paseo y la obra siguió continuó hasta terminarse en 1850, pero el monumento erigido al rey Carlos III, de España, a la entrada del Paseo, hizo que se le identificara con el nombre del monarca.

Sobre los motivos originales del Paseo, escribía el propio Tacón, que devino algo así como el primer ecologista en Cuba: …“Carecía la capital de un paseo de campo, donde se pudiera respirar el aire puro y libre, y me resolvía a emprenderle desde el campo que llaman de Peñalver hasta la falda de la colina donde se halla el castillo del Príncipe.

“Quedó realizado el Paseo con arboleda, jardines, fuentes, cascadas y estanques que, sirviéndoles de adorno, hacen la atmósfera fresca y agradable y satisfacen a la concurrencia, que es siempre numerosa, particularmente en los días festivos.”
Constaba el “Paseo de Tacón” con tres calles y cuatro filas de árboles para dividirlas. Las dos calles laterales tenían bancos de piedra en sus intermedios, y la central, de triple ancho que las otras, se destinaba al tránsito de los carruajes. Embellecido además por además por cinco glorietas o rotondas, trazadas a distancias distintas y rodeadas de verjas y asientos circulares. Las glorietas estaban adornadas con pinos de Nueva Holanda. La rotonda o glorieta más decorada era la primera, cerca de Belascoaín, que era la que iniciaba el Paseo. Ostentaba, a cada lado, dos pilares de piedra que sostenían sendos leones tallados en mármol y que miraban al Oriente. Exhibía también dos columnas dóricas, que es de lo poco que se conserva hoy en día.

En 1902, fecha de la instauración de la República tras la retirada de las tropas norteamericanas, el Ayuntamiento habanero cambió su nombre por el de “Avenida de la Independencia”, por el que nunca la llamó nadie. En 1936, el insigne historiador Emilio Roig consiguió del Alcalde de La Habana que se le restituyera su nombre de “Carlos III” pues nunca pegó entre los habaneros el patriótico nombre para su mayor avenida.

En 1955, para “modernizarla”, se le arrancó sin piedad su arbolado antiguo y frondoso. Muchas de sus estatuas y fuentes fueron suprimidas ese año. Las columnas que lo habían engalanado por siempre también fueron eliminadas, aunque al año siguiente fueron restituidas las que todavía se observan muy cerca del Gran Templo Masónico de la isla y que tienen que ver con la amplia simbología de la mundialmente conocida fraternidad.

Otro cambio de nombre sufriría en la década del 70, pero al igual que sucedió en 1936, nadie llama a esta vía por su nombre oficial de “Salvador Allende”. Para todos, sigue siendo, como siempre, Carlos III.

CUBA, INFLUENCIA DE LA ALTA COSTURA PARISINA (1900-1935).

20 sábado Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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En Cuba, durante este período, las damas de la sociedad se empeñaban por mantener el prestigio alcanzado durante el período colonial en lo que se refiere a la cultura del vestir. Para las criollas, el canon de elegancia seguía siendo Europa.

“Corría el año 1925 (…) Era una época en la cual todavía el cubano miraba hacia Francia como punto focal de la cultura; se aprendía preferentemente el francés; se importaban telas, comestibles, vinos, modistas y sombrereras, francesas. Lo yanqui aún era ignorado o despreciado como cosa inferior. En el terreno de la costura, no había mujer cubana, rica, mediana o pobre, que concibiera siquiera la idea de aceptar las confecciones norteamericanas, que estaban todavía lejos de haber conquistado el mercado cubano»

A gran distancia de la «capital de la moda», las mujeres en Cuba reclamaban vestidos a la moda e información actualizada y ello se hizo posible no sólo por medio de la adquisición directa a través de los viajes de las familias a Europa sino, sobre todo, gracias a no más de media docena de casas de comercio pertenecientes a mujeres francesas quienes sostuvieron a lo largo de 20 años la tradición de la elegancia parisina entre la sociedad acaudalada cubana.

Las clases de menor poder económico recurrían a la “costurera” de siempre. Esto propició el florecimiento de la llamada «clase costureril» cubana, formada por una nueva mano de obra surgida tanto por mujeres de la alta sociedad cubana e hispana que, a causa de las guerras de independencia, se vieron arruinadas por la pérdida de sus bienes, como posteriormente a mujeres de diversos sectores pobres de la sociedad, entre las que se destacaron las mestizas.

«Había un cuerpo de costureras en La Habana, mulatas en su mayoría, que cosían exquisitamente, a mano, porque la costura a máquina no era aceptada todavía por la cubana. Bordaban las bordadoras como las hadas y se hacían encajes tan finos como los de más fama países de encajeras» …”hasta la mujer más modesta iba vestida con buen gusto y espléndida confección, y usaba telas de hilo»

Los materiales necesarios para estas labores -tanto de las modistas que poseían sus talleres como de las costureras de condición más humilde- eran en su mayoría importados y ofertados por los diversos comercios existentes. La actividad de estos comercios no había cesado desde su aparición en el siglo XVIII. El centro de este comercio fundamentalmente radicaba era la calle Obispo y la de O’Reilly.

«Las calles del Obispo y la de O’Reilly eran el centro del comercio y de la moda (…) Corseteras como madame Souilland; las hermanas Tapie estaban, por excepción, en la calle de Muralla (…); las tiendas exquisitas eran La Villa de París, el Correo de París y La Francia; había una famosa sastrería de hombres, de Stein, en la calle O’Reilly y madame Marie Copin en Compostela entre Obispo y Obrapía, completaban el centro comercial, distinguido, de la época» .

Pero al alejarse la nueva burguesía del centro de La Habana, erigiendo sus mansiones en el Vedado, muchos comercios habaneros se trasladaron para la calle San Rafael. Tiendas como La Filosofía y La Francia se situaron en la zona; El Encanto se ubicó en 1888 en Galiano entre San Rafael y San Miguel, luego de haber estado situado en la calle Luz. Establecimientos como el bazar Fin de Siglo, inaugurado en 1898 y complejos comerciales como La Manzana de Gómez fueron construidos en las zonas de «la nueva Habana». Fue precisamente en La Manzana de Gómez donde se instaló -en el cruce de sus calles interiores- una tienda llamada El Escándalo y conocida como el «bazar de las 40 puertas»; a su dueño – el asturiano José Carneado- se le considera el precursor de las tiendas por departamentos. De la Manzana ya hicimos una publicación.

NOTA:
Los entrecomillados son textos del libro de Reneé Méndez Capote, “Amables figuras del pasado”, Ciudad de La Habana: Ed. Letras Cubanas 1981. Preferí no manipularlos, pues son muy
explícitos para este tema.

PALACIO DE LOS CAPITANES GENERALES

19 viernes Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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ImagenLadrillos de Málaga, mármol de Génova y hierros de Bilbao..

El Palacio de los Capitanes Generales, Calle Tacon No. 1 e/ Obispo y O’ Reilly en La Habana Vieja es el edificio más importante de la Plaza de Armas.

Edificado a partir de 1776, sus obras fueron concluidas en el año 1791. Es uno de los ejemplos más destacables de la arquitectura española en Latinoamerica. De estilo barroco, aunque con reminiscencias renacentistas, se debe a la poderosa personalidad del coronel ingeniero Antonio Fernandez de Trebejos y Zaldivar, junto al que colaboro el arquitecto habanero Pedro Medina. Fue dedicado a Casa de Gobierno y se utilizo como residencia del Capitán General de la isla, por lo que se le conoce también como palacio de los Capitanes Generales.

Fue la residencia de 65 Capitanes Generales enviados por España para gobernar a Cuba, así como el recinto del Administrador de Estados Unidos durante la intervención de 1898 a 1902; También sirvió durante la República de palacio presidencial hasta 1920 y sirvió además de sede del cabildo y cárcel, así como para enclavar en el entresuelo varias oficinas del gobierno.

Es un verdadero palacio, ocupa toda una manzana, y está situado en uno de los laterales de la Plaza de Armas. Tiene forma de cuadrilátero y mide 22 metros de alto con un gran patio central y una amplia azotea. Por su importancia, para la Corona, casi todos los materiales con que fue construido fueron importados: ladrillos de Málaga, mármol de Génova y hierros de Bilbao. Las 10 columnas de su portal, de piedra labrada que forman a su vez nueve arcos iguales y la portada es de mármol de Carrara que adorna la entrada principal y sobre ella se observa la Corona Real española con el escudo y el collar de la Orden Caballeresca del Toisón de Oro.

En el patio central hay una estatua de Cristóbal Colón sobre un pedestal. Realizada en mármol y colocada en 1862. A sus lados hay altas palmas reales y una frondosa yagruma. La estatua fue traída de Italia. En el mismo patio, a un costado, hay una placa que señala el monumento funerario más antiguo de Cuba.

En el lugar donde está emplazado el palacio, estaba en 1574, un pequeño templo católico, de tejas y piedras, se afirma que fue la incendiada por el pirata Jacques de Sores en 1555. Esta iglesia que llegó a ser verdaderamente rica en obras y esculturas se le denominó en su momento Parroquial Mayor. Fue seriamente dañada en 1741 por la explosión del navío Santa Bárbara, que estaba atracado en el cercano puerto de La Habana. Eran tantos los daños que hubo que demoler la iglesia y fue trasladada a la zona conocida como La Plazuela de la Ciénaga, propiedad de la Compañía de Jesús.

Durante la época del Marqués de la Torre, sobre los escombros de la edificación se comenzó en 1776 la construcción de la Casa de Gobierno, la que se terminó en 1792, bajo el gobierno de don Luis de las Casas, convirtiéndose en la residencia de los gobernadores coloniales de la isla.

Durante más de 100 años sede del gobierno español en Cuba, pero entre 1988 y 1902 fue también sede del Gobierno Interventor estadounidense y desde ese año hasta 1920 fué Palacio Presidencial, más tarde Alcaldía y también como oficina del municipio. El ala norte que mira hacia la calle Mercaderes fue destinada a la cárcel pública, luego esta sección fue ocupada por la Real Audiencia, celebrando en sus diferentes congresos , fuertes debates de las instituciones criollas como la Sociedad Económica de Amigos del País o la llamada Junta de Fomento.

Al terminar en 1898 la dominación colonial española, fue la sede del gobierno interventor de los norteamericanos. Llegada la República se convierte en la sede presidencial hasta la llegada de Mario García Menocal, que trasladó el palacio a su ubicación definitiva.

JAIME VALLS (1883-1955)

17 miércoles Oct 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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Imagen

Con Rafael Blanco y Conrado Massaguer “modernizan” las artes gráficas en Cuba.

Jaime Valls Díaz. Destacado pintor, escultor, ilustrador de libros y caricaturista. Nació en Tarragona, España, el 23 de febrero de 1883. Cursó estudios de Escultura en Barcelona, tras lo cual pasó a recibir clases en los talleres Gassó, en esa misma ciudad, bajo la tutela del reconocido pintor Apeles Mestre.

Viaja a Cuba a los 18 años con sus padres y hermanas e inicia una brillante carrera de artista gráfico como ilustrador de libros de texto.

Se dió a conocer en el Concurso de Carteles, celebrado en el año 1903, donde obtuvo el primer premio. Los primeros dibujos de Valls se publicaron en la Revista El Fígaro, quien más tarde ilustró libros de texto dedicados a las Escuelas Públicas.

Se menciona como su primera obra realizada en Cuba (1904) el escudo de los productos de jabonería y perfumería de Crusellas para la exposición de Sant Louis, EE.UU. Si bien en un principio sus oficios como dibujante son concertados por diversas agencias anunciadoras, ya en 1908 crea su propio buró “Propagandas Artísticas Valls”, que después cambiará el nombre por “Estudios Valls”, entidad comercial que convierte en centro de reunión de la juventud artística y literaria de entonces.

Desde las páginas del periódico “Cuba”, un cronista lo señala: “No hay una sola revista ni un solo diario capitalino en que no figuren dibujos del popular artista, sobre todo, los que él titula ‘dibujos industriales’, que son los que ilustran anuncios”.

Al día de las corrientes estéticas que se debatían en Europa, renovará y vivificará las artes gráficas cubanas, que vivían un atraso de cincuenta años. Con Rafael Blanco y Conrado Walter Massaguer, forma la trilogía que se encargará de desbrozar a la caricatura de “landaluzismos” coloniales que persistían en los dibujos de Ricardo de la Torriente y sus colaboradores de La Política Cómica.

Su trabajo como cartelista es premiado en el Concurso de la Sociedad de Fomento del Teatro (1910) y en la Exposición Nacional Agricultura, Industria, Artes y Labores de la Mujer (1911).
Aunque fue Conrado Walter Massaguer el primer cartelista cubano, Valls pronto lo supera en intención y grafismo: llega a dominar la técnica al punto que, solo los más recientes cartelistas cubanos lo han superado con procedimientos y concepciones más acordes con la época. Como caricaturista político no logró más que renovar su grafismo, aunque creó a Liborito, contraparte lampiña del barbado e ingenuo Liborio de Ricardo de la Torriente.

En la caricatura personal brilla a veces a la altura de Blanco y Massaguer, aunque sin la acritud del primero ni el enfoque psicológico del segundo. Con rasgos definidos, precisos, fijó con facilidad el espíritu de los personajes que caricaturizó.

Valls ilustra cuentos y crónicas con un estilo cercano al art nouveau, en tanto que capta tipos y escenas populares con una línea sensual y rítmica, esto se advierte en dibujos exhibidos con gran éxito en la Asociación de la Prensa de Cuba en el año 1930.

En 1930 hace su primera exposición personal. Exposición de dibujos de tipos populares y costumbres afrocubanas, en los Salones de la Asociación de la Prensa, La Habana. Además participó en muestras colectivas como: Salón de Bellas Artes. Asociación de Pintores y Escultores, 1927 y La Vanguardia. Surgimiento del Arte Moderno en Cuba en el Museo Nacional de Bellas Artes. Su principal colección se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Enfermo, se alejó de la vida pública, hasta su fallecimiento en La Habana, el 31 de octubre de 1955.

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