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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Archivos mensuales: diciembre 2014

ORIGEN DE CUBA -LEYENDA

30 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Curiosidades, Fechas históricas

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Cuba, evento, leyendas cubanas, origen de Cuba

Publicado por Derubín Jácome

Una curiosa leyenda nos cuenta la formación de la tierra cubana.

“…Sabido es que para los indios el sol, la luna y las estrellas salían de las cuevas de Jobobaba, en la isla de “La Española”. En estas cuevas habitaba Maniatibel, dios subalterno que vivía en perpetua oscuridad, hasta que un día asomándose a la boca de la cueva, descubrió la luz y se enamoró de ella. La poseyó, ignoramos como, y de ella tuvo una hija, Cuba.

Cuando esta virgen era ya una hermosa doncella, la persiguieron los dioses con sus lúbricos deseos; pero la hija de la luz, no podía ser manchada por el contacto carnal. Huyendo por todos los ámbitos del “Turey”, el cielo según los taínos, para no caer en los brazos de sus perseguidores, rasgó las nubes y se arrojó al mar. Allí quedó dormida, meciéndola suavemente las ondas.

Sus lágrimas fueron ríos; de sus senos surgieron los montes, de sus cabellos los bosques; de sus pestañas las palmeras; y fue por su origen divino la más hermosa y mejor y de las tierras, en donde eternamente debía brillar el sol y florecer la primavera…”

Esta hermosa leyenda es recogida por José Güell y Renté en sus “Leyendas Americanas” (Madrid, 1856), pero existen muchas otras leyendas que les podría relatar, semejantes en su espíritu poético y delicada invención de estos ensueños de la tradición. Pero de la historia verdadera de nuestros primeros pobladores poco o nada ha llegado hasta nosotros. Solo noticias confusas llevadas a las páginas de los cronistas del descubrimiento, con frecuentes contradicciones.

De la época de la Conquista, son conocidos los incidentes de Hatuey, que vencido por los españoles y que, antes de ser quemado en la hoguera, le mostraran la cruz para su conversión a fin de que pudiese ganar el cielo, negándose obstinadamente, sabiendo que a ese mismo cielo iban sus opresores; o el de la hecatombe de indios que dio nombre a la ciudad de Matanzas. Pero poco más conocemos.

Para Güell, los verdaderos héroes y símbolos de la historia nacional cubana fueron sus víctimas, proponiendo una interpretación radicalmente distinta de Colón y de sus legados. En lugar de un benefactor, consideraba a Colón culpable de exterminar a una civilización entera de la faz de la Tierra, permitiendo que se les explotara y obligara a trabajar en sus propias tierras como esclavos y que aprobara tantas crueldades, despoblando la Isla al filo de la espada de sus marineros y soldados.

ORIGEN DE CUBA -LEYENDA

De nuestros siboneyes comentaba “… era de los pueblos más mansos, más generosos y más hospitalarios del mundo…” los siboneyes sobresalían a los demás indios de América afirmando que no ha existido en ningún país del Universo un estado social tan perfecto en su género. No necesitaron de los impresionantes monumentos y construcciones que legaron otras culturas precolombinas, porque respecto a la felicidad humana, eran muy superiores al resto, tenían el paraíso.

José Güell y Renté, nace en La Habana en 1818 y es bautizado en la iglesia parroquial del Espíritu Santo el 14 de septiembre de 1818. Hijo de padre catalán y de madre oriunda de la villa de Guanabacoa. Cursó la primaria en el colegio de Cubí y Soler y el bachillerato en el Seminario. En 1838 se graduó de doctor en Derecho Civil en la Universidad de Barcelona. Colabora en el periódico La Guirnalda (1842), de Matanzas.

A pesar de todos los obstáculos clasistas, contrae matrimonio, en Valladolid, con María Josefa Fernanda Borbón y Borbón, hermana del rey consorte de Isabel II, don Francisco de Asís de Borbón. Es desterrado y se traslada a Francia, donde residió cuatro años y conspiró a favor de los generales isabelinos O’Donell y Espartero. Junto a ellos, en 1854, contribuye a la sublevación de Valladolid, ciudad en que poco después es designado como diputado para las Cortes Constituyentes.

Desde esta tribuna hizo público y reafirmó que su matrimonio “aristocrático” no le había alejado de sus ideas democráticas “…soy hombre del pueblo, venido aquí por el pueblo y para el pueblo…».

Después de la paz del Zanjón, en 1879, en Cuba, fue electo senador por la “Universidad de La Habana”, abogando siempre por la abolición de la esclavitud, y también renovó el proyecto ya iniciado desde 1864, de erigir un gran edificio para la Universidad de La Habana.

Al igual que de la historia de los primeros pobladores de nuestra Isla, también es poco conocido por nosotros la vida de este cubano, que independiente a su vínculo con el poder español, tuvo una mirada tan amorosa y entrañable sobre la tierra que le vio nacer. Sirva esta publicación como recuerdo y homenaje.

CUBA EN LA MEMORIA 30/12/2014

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RECETAS AJIACO 1857 – 1914

29 lunes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, Gastronomía

Publicado por Derubín Jácome

Algunos lectores han preguntado por la receta del “ajiaco” y como las publicaciones de esta página intentan siempre rebuscar en nuestra historia la información necesaria para que los temas sean más atractivos e interesantes, pues en esta ocasión no lo haré diferente y les voy a dar recetas de ajiaco que tienen más de un siglo.

El primer libro de recetas “cubano” que conozco es el “Nuevo Manual del Cocinero Cubano y Español” de J. P. Legrán, publicado en 1857 en la imprenta “La Intrpida” (así aparece escrito, desconozco si es una errata) que estaba en Teniente Rey nº 29, en La Habana y se vendía en la Papelería “La Cruz Verde” sita en la calle Mercaderes Nº 29.

En este manual ya aparecen tres recetas del ajiaco, pero he preferido tomar las de otra edición de 1914, de José E. Triay, editada por la imprenta de “La Moderna Poesía”, no solo porque en ella aparecen cinco recetas, que son las que incluyo en la imagen de esta publicación, sino porque también dichas recetas están menos relacionadas con el “cocido español”, como sucede en la de 1857, aunque digan “al estilo cubano”.
RECETAS AJIACO 1857 – 1914
Este “Nuevo manual del cocinero criollo” de José E. Triay, contiene unas mil recetas de todos los platos de la cocina criolla, además de otras de las cocinas española, francesa, italiana, alemana e inglesa, que según su autor se acostumbraban a servir en las mesas de Cuba. Además contiene un interesante prólogo del Dr. Gonzalo Aróstegui y del Castillo.

Según aparece en dicho prólogo “…este libro del Sr. Triay viene, pues, en buena hora para la renovación del gusto de la comida, que va siendo cada vez más exigente, por los viajes, la frecuentación de extranjeros y los nuevos hoteles…” “…Se advierte hoy mas lujo y propiedad en las comidas. Este refinamiento, ya alcanzado en Cuba, ha sido obra de siglos en otros países, donde se ha necesitado mucho para cambiar la tosca satisfacción de una necesidad en un placer fino y delicado…”.

Triay, quien llegó a Cuba en 1852 con ocho años, comenzó su vida en el periodismo en 1863, como cajista de la Imprenta “La Aurora de Matanzas”. Como periodista escribió versos, crónicas, cuentos, artículos literarios, políticos y religiosos, llegando a ser Redactor Jefe de una de las publicaciones más leídas en su época: el “Diario de la Marina”.

Del conocimiento de nuestro país y sus habitantes publicó:
“…que en Cuba el sentimiento de amor a la patria, de satisfacción por sus alegrías, de pena por sus desgracias, vive ingénito en los pechos de sus leales habitantes y hace explosión cuantas veces siente la patria júbilos y dolores…”

De sus experiencias “gastronómicas”, que le sirven de base a su manual, baste solo citar que se sentó en las mejores mesas y asistió a los más suntuosos banquetes de su tiempo, alguno de los cuales dirigió personalmente. En una de sus anécdotas comenta las experiencias vividas al sentarse, en varias ocasiones, a la mesa del “Conde de Casa Moré” y que ningún día bajaron de veinticinco platos los que le sirvieron, lo que Triay consideraba excesivo.

Sé que podrán encontrar otras recetas mas actualizadas del ajiaco, del que según muchos autores consideran que su nombre viene dado por el uso del ají en su elaboración, pero al menos las que les publico son, cuando menos, curiosas. ¿Se atreven con alguna? Si lo hacen, pueden estar seguros que así era el sabor del ajiaco hace más de 100 años..

CUBA EN LA MEMORIA 29/12/2014

VILLANCICOS CUBANOS

28 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Religión

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Cuba, navidad, tradición

Publicado por Derubín Jácome

Aunque su melodía pone ritmo a la Navidad desde hace más de seis siglos, son pocos los que conocen la historia de los villancicos. Esas melodías navideñas que amenizan las Fiestas estos días y que pueden oírse por todas partes. Desde los más tradicionales a las múltiples versiones de cantantes, estas canciones acompañan al espíritu navideño.

Fue a mediados del siglo XV cuando comienzan a escucharse los villancicos. Es en 1458 cuando las primeras fuentes documentales recogen por primera vez la palabra ‘villancico’. El término “villancico” proviene de villanus o villano (habitante de la villa), canción popular de las aldeas medievales. Y es que fue en los pueblos y aldeas donde este tipo de cántico se hizo muy popular. Posteriormente fue acogido por poetas y músicos del Renacimiento, que lo entronca directamente con la cántiga hispánica del siglo XVIII.

El villancico es un género entroncado en la más genuina tradición hispánica. Durante la época colonial, los músicos profesionales vinculados a las catedrales e iglesias urbanas impulsan su desarrollo como forma artística, mientras de forma paralela aparece en las zonas rurales, propagado por misioneros y curas párrocos para su cultivo por el campesinado, mestizo y criollo.

El trasplante de los repertorios musicales hispánicos a las colonias americanas trajo consigo diversos géneros poético-musicales, tales como el Romance, la Copla y la Décima, donde el villancico ocupó una posición preponderante.

El villancico en Cuba está asociado al cancionero infantil, y comparte las característica de géneros tales como las canciones de cuna y las canciones y juegos infantiles. Es cantado casi exclusivamente por los niños y solo trasciende al pueblo cuando lo aprenden los niños que concurren a la doctrina.

En Cuba, el villancico fue cultivado con especial predilección y alcanzó su apogeo, durante el siglo XVIII, con el maestro de capilla Esteban Salas, quien lo adoptó como su género predilecto, componiendo numerosas piezas y es el primer músico cubano del que se conservan obras. Desde el siglo XVII, la lucha para la creación de las capillas musicales, permanentemente amenazada por la escasez de recursos disponibles, condujo a que el estado optara por amenazar constantemente a quienes ejercían la música litúrgica. Salas se traslada a Santiago de Cuba para reorganizar la capilla de música de la Catedral de esa ciudad, creando un extenso catálogo que incluye villancicos. No obstante su probada capacidad y su reconocida entrega, tuvo que enfrentar innumerables dificultades.

Los villancicos de Salas, fechados a partir de 1783, son consideradas las más antiguas obras de la música culta cubana con texto en castellano, aunque se debate si las letras son de su autoría o si algunos pertenecen al poeta santiaguero Manuel María Pérez. Otros sugieren que quizás Salas hubiese utilizado textos religiosos procedentes de España.
En La Habana, aunque tampoco sin dificultades, se fundó la capilla de música en la Catedral en 1797, ejerciendo como maestro el presbítero Francisco María Lazo de la Vega, aunque la obra que nos legó Lazo es modesta si la comparamos con la de Salas.

Como dato significativo, la obra de Salas no fue realmente conocida hasta casi mediados del siglo XX y se lo debemos a nuestro ilustre escritor Alejo Carpentier, quien a partir de una bibliografía consultada, se interesó por su búsqueda de la que obtuvo resultados satisfactorios.

VILLANCICOS CUBANOS

Consultando la extensa bibliografía de Carlos Manuel de Trelles, matancero que trabajó intensamente en la compilación de la bibliografía cubana, le llamó la atención de que se hacía mención a unas letras de villancicos, publicadas en Santiago de Cuba, en la imprenta de Matías Alqueza y destinadas a ser cantadas en la navidad. Estaban publicadas en español y compuestas en nuestra Isla. Se cuestionó quién las habría compuesto, encontrando algunas referencias a un maestro de capilla llamado Esteban Salas, que había desempeñado la dirección de la capilla de música de la Catedral de Santiago entre los años 1764 y 1803, año de su muerte.

En su incansable búsqueda y tras una primera barrera de papeles atesorados en la Catedral, encontró una especie de nicho triangular en el cual estaban cuidadosamente doblados, unos cuadernillos de papel de arroz, en perfecto estado de conservación. Allí encontraba el “Villancico de calenda”, del año 1783, ¡firmados por Esteban Salas!. Junto a éste, unas cuarenta partituras de villancicos del maestro santiaguero, que posteriormente permitirían tener una visión de conjunto, sobre la obra de uno de los compositores más importantes de América Latina, en aquel momento.

Esteban Salas, nació y se formó en La Habana. En 1764 fue llamado a ocuparse de la cantoría de música de Santiago y fue músico dedicado al arte de la música durante toda su vida. Creó en Santiago de Cuba, la primera orquesta clásica de que tengamos noticias en la Isla, organizó conciertos en la Catedral de Santiago y era conocedor de las obras de Haydn, Pleyel, Gossec, así como las de maestros italianos como Paissiello, Porpora, Riquini.

Pero de toda la obra que ha llegado hasta nosotros de ese músico ejemplar, nos quedan como obras incomparables y extraordinarias sus villancicos. Sin embargo, otros son los villancicos populares que recordamos y cantamos para amenizar las cenas y reuniones familiares de estas Fiestas. El más populares, sin duda, el famoso “Noche de Paz”, con letra del músico austriaco Joseph Mohr y música compuesta por Fran Gruber, que se interpretó por primera vez en la Nochebuena de 1818 y solo unos años después se convirtió en uno de los villancicos más populares.

En estas fiestas de navidad, en que los villancicos forman parte de las celebraciones, solo quiero comentarles que tuvimos un gran compositor que nos legó una importante obra, con villancicos extraordinarios que casi todos desconocemos. Pero no son días para preocuparnos, así que cantemos, como siempre, el “Noche de Paz”, como homenaje a Esteban Salas y sus villancicos cubanos.

CUBA EN LA MEMORIA 28/12/2014

¿CALDOSA O AJIACO?

27 sábado Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Es lógico que algunos lectores, como Marco Antonio Hernández, asocien este plato con el ajiaco cubano, porque tienen ciertas similitudes, ya que también se elabora a base de viandas, carnes, especias y gran diversidad de vegetales, pero cada uno tiene sus particularidades.

Desde su origen, pudiéramos considerar que la caldosa es un plato menos “riguroso” en cuanto a su receta, ya que generalmente se ha elaborado con los ingredientes que se disponen en el momento en que se realiza. Digamos que es una especie de ajiaco hecho en circunstancias adversas.

Existen referencias, que podemos relacionar con la caldosa, desde nuestras guerras de independencia, plato al que llamaban «sancocho» y con el que fueron alimentadas las tropas mambisas. Las encontramos en los diarios de campaña del General Máximo Gómez, y en el de otros generales mambises que vivieron en Santo Domingo, como Antonio Maceo, con lo que puede comprobarse que eran platos comunes a los pueblos de la región.

Podemos suponer que dadas las características itinerantes y limitadas de una cocina en campaña, este “sancocho” fuera realizado con los ingredientes que se dispusieran en cada zona en que acamparan y no se detuvieran ante la ausencia de cualquiera de ellos. En estado de guerra no hay receta que valga y lo importante es alimentar a la tropa, así que imagino pondrían agua a hervir y le echarían lo que encontraran a mano y en cantidades variables, según fuera el caso.

De la calidad del “sancocho”, creo que nos dice mucho como ha quedado registrado y se define en los Diccionarios: Despectivo y coloquial; “Cuba. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes.” O aún peor; “Cuba. Resto de comida que se utiliza como alimento para los cerdos.” De la “caldosa” solo se refieren al “alimento que tiene mucho caldo”… nada más.

Si queremos establecer los antecedentes propios de la “caldosa”, nos tenemos que situar que dicho plato nació con ese nombre, en la región oriental, el 27 de septiembre de 1979 en la Calle Lora número 64 A entre Julián Santana y Ramón Ortuño, en Tunas, surgida a la llegada de Luis Enrique Pérez Zaldívar, hijo de Kike y Marina, a su regreso de la antigua Unión Soviética, donde cursaba estudios.

A partir de ese momento, en Cuba se suele usar más frecuentemente el término «caldosa», pues fue popularizado en los años 80, gracias a la letra de un grupo de música tradicional cubana que se refería a la «Caldosa de Kike y Marina». Desde ese momento, la caldosa pasó a ser un plato presente en festejos familiares y de barrios.

Con la depresión económica ocurrida en los años 90, en que se manifestó aún más la aguda carencia de suministros básicos, la caldosa pasó a tener una presencia muy frecuente en la mesa del cubano ya que, como les comenté anteriormente, su “versatilidad” daba la posibilidad de incluir en ella “un poco de todo” de los alimentos disponibles. Por esta razón, se le aportaron ingredientes tales como el fideo, chícharo, arroz y con escasa presencia de especias y cárnicos.

Desde sus inicios se diferenció del ajiaco también en el paso final de su elaboración, pues al final de su cocción se batían y licuaban todos sus ingredientes, hasta lograr un puré muy espeso que podía ser ingerido lo mismo con cuchara que bebiéndolo directamente de un vaso o jarro, modo de servirla por ser el más práctico.

De cierta manera, aunque no existe una “teoría” que diferencie una caldosa de un ajiaco, en la práctica la población suele diferenciarlos según predomine la parte sólida o la densidad del caldo. Si el caldo es muy condimentado y fluido y las viandas y carnes están enteras se le llama «ajiaco», pero si al menos una parte de la vianda se desbarató y redujo a líquido espeso, se le llama «caldosa».

Se afirma que la caldosa se elabora solo con carne de gallina, según la receta de “Kike y Marina”, pero es bien sabido que se utiliza cualquier tipo de carne, de cualquier animal, es decir, que este plato ha devenido en una variante del “original”.

CALDOSA O AJIACO

Hoy en día la caldosa se conoce en todas las partes del país, aunque parece que en algunos medios rurales continúan llamándole ajiaco, aunque no hay duda que la caldosa es una variante menos completa que el ajiaco.

Si intentáramos dar una receta para la caldosa, pudiéramos definirla como:

Como carne principal, casi siempre el cerdo, por ser la de más frecuente disponibilidad en Cuba. Una parte, preferentemente los huesos, se cocina junto con las viandas desde el inicio y la otra se cocina independiente junto con todas las especias. Cuando está blanda, una parte se desmenuza y la otra se deja entera. Ambas se colocan en el recipiente junto con las viandas a mediados de la cocción. Es posible que el anfitrión no desmenuce toda la carne, con la intención de dejar porciones enteras para cada comensal, pero cuando resultan insuficientes se le llama “suerte” a los que logran obtener su caldosa “mejorada” con un trozo de carne.

Con una paleta de madera se agita regularmente el contenido del recipiente, generalmente un caldero, mediano o grande según la cantidad de comensales, procurando reducir a puré una parte de ellos. Si algún vegetal no se desbarata, lo sacamos y se aplasta según la proporción que se desee de sólidos y puré.

Se suele dejar enteros los trozos de mazorca de maíz y una parte de cada tipo de las viandas que se utilizan, pero siempre cuidando que predomine el puré líquido. Aunque se cree que esta proporción ha sido dominada por criterios prácticos, ya que sobre todo en las fiestas populares, donde si era común, es más cómodo y práctico disponer solo de jarros y no necesitar cucharas para su consumo.

En algunos artículos, que he encontrado, se comenta que en el período alimenticio más crítico de nuestro país existió una especie de “cocina popular” donde se elaboraba una caldosa colectiva para todos los vecinos y allí acudían en busca de su ración para subsistir. Esto no es cierto, y aceptarlo sería dudar de la capacidad de nuestros compatriotas para “inventarse” en casa su comida diaria, por muy crítica que sea la situación. Así es como somos.

CUBA EN LA MEMORIA 27/12/2014

EL AJIACO CUBANO

26 viernes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

En estos días de fiestas por el fin de año, son muy frecuentes las reuniones y cenas con nuestros familiares y amigos. Además de divertirnos y pasarla bien, son momentos inevitablemente ligados con cierta añoranza a los recuerdos, entre los que de seguro también están presentes los relacionados con los platos más tradicionales de nuestro país. Y no tenemos dudas incluso en asegurar que el sabor de los de “allá” eran mejores… Ya les he comentado sobre algunos, pero creo que el ajiaco también se merece una publicación.

Ajiaco es el nombre dado a un tipo de sopas típicas de la Hispanoamérica intertropical. Consiste usualmente en una sopa o guiso a base de diversos ingredientes sólidos como legumbres o tubérculos picados en trozos, y trozos pequeños de diversas carnes.

La palabra ajiaco se supone que es de origen indígena y que con alguna palabra similar ellos llamaban al agua saturada de ají picante donde mojaban el casabe para después comerlo, pero como sea, el vocablo ha pasado a nombrar uno de los platos más sabrosos de la gastronomía cubana.

En Cuba se le llama ajiaco criollo a la sopa preparada con carne de res y de cerdo, a la que se le agregan maíz, malanga blanca, malanga amarilla, ñame, plátanos verdes y maduros, yuca y boniato. Se aliña con ají, cebolla, ajo, sal y limón. Según una tradición oral, se dice que este caldo se confeccionaba en los barrios cubanos la noche del 24 de junio, para comenzar las fiestas del San Juan, aunque ya es frecuente que se consuma en cualquier época del año.

Dice Esteban Pichardo, en su diccionario de voces cubanas, que ajiaco es, “cualquier cosa revuelta de muchas diferencias confundidas”. Buena definición para un plato en que carnes secas y frescas se mezclan con hortalizas y viandas, que es como llamamos en Cuba a un grupo de frutos y raíces de huerto, ricos en carbohidratos. Este autor asegura que ajiaco es voz indígena. Fernando Ortiz, en su Nuevo catauro de cubanismos, solo la recoge como voz cubana. La Real Academia de la Lengua también la incluye en su diccionario. Pichardo, cuyo diccionario se publicó por primera vez en 1836 y que en vida del autor tuvo su cuarta edición en 1875, dice que “su consumo es generalizado en tierra adentro, aunque se excusa en algunas mesas de etiqueta”.

El ajiaco llegó a gozar de tal popularidad en el siglo XIX que fue adoptado sin reservas por los grandes señores. El riquísimo Miguel Aldama, constructor de uno de los más hermosos palacios habaneros y una de las mayores y prestigiosas fortunas de la isla, lo sirvió en vajilla de plata en el banquete que ofreció para homenajear a José Antonio Saco. La única condición que ponían era que no hubiese invitados extranjeros en la mesa. Si los había, entonces servían refinados platillos franceses. Había que cuidar las apariencias…

En la literatura encontramos algunos referentes:
La cubana María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlin, escritora radicada en París, tenía el ajiaco en alto aprecio. En su libro “Viaje a La Habana”, (1844), recuerda que en el primer día de su estancia en Cuba y sentada ante la mesa familiar, quisieron servirle uno de los platos mejores de la cocina francesa y ella, desdeñosa, lo rechazó a cambio de un “simple ajiaco”. Acotaba: “No he venido aquí sino para comer platos criollos”. Sobre sus preferencias por nuestra comida, ya les he comentado en varias ocasiones.

EL AJIACO CUBANO


La escritora norteamericana Julia Howe, que estuvo en Cuba en 1859, lo menciona en su libro como un plato campesino. Al año siguiente de su visita, publicó su libro, “A trip of Cuba” y narra que durante una estancia en la provincia de Matanzas, a unos cien kilómetros al este de La Habana encontró “la novedad de un plato de la campiña cubana, una suerte de guiso compuesto de jamón, carne de res, carnero, papas, boniato y ñame. Esto se llama ajiaco y es un plato característico como la sopa de anguilas en Hamburgo o el bacalao salado en Boston”.

Un personaje de una novela de Leonardo Padura asegura que el ajiaco cubano, en cualquiera de sus versiones, “le saca ventaja a la olla podrida, al potpourri francés, al minestrone italiano, a la cazuela chilena, al sancocho dominicano y, por supuesto, al borsch eslavo, que casi no cuenta en esta competencia de sabores latinos”.

Aseguraba Nitza Villapol, en su programa de televisión “Cocina al Minuto”, aseguraba que la cocina comenzó a ser cubana cuando al ajiaco se le suprimieron los garbanzos. Y aunque se desconoce cuando esto sucedió, si se puede asegurar que el ajiaco era ya en el siglo XVI un plato muy popular en Cuba. El ajiaco en sus comienzos no fue más que el “cocido español” en su encuentro con las viandas nuestras. Todavía en el siglo XIX, la olla cubana o ajiaco incluía el garbanzo en su elaboración, como se observa en recetarios de la época.

La cubana doña Dolores Gómez de Dumois, primera mujer en Hispanoamérica en cocinar frente a las cámaras de televisión, en el programa “Cocina Frigidaire” que CMQ comenzó a transmitir en julio de 1951, asegura que entre los ingredientes principales de esta sabrosa comida se encontraban la yuca, los plátanos verdes y pintones, cebolla, ajíes, ajos, tomates, comino, sal, limón, ñame, malanga blanca y amarilla, boniato, calabaza, maíz tierno y, lo fundamental, las tres clases de carne: tasajo, falda de res y costillitas de cerdo. Es posible que las transformaciones sufridas por el ajiaco desde su aparición en la isla de deban a que no siempre los cocineros tenían a su alcance los ingredientes provenientes de la cocina española, y les resultara necesario introducir ciertos arreglos en la receta primigenia.

El ajiaco es diferente según las regiones en que se cocine. No es lo mismo el “ajiaco habanero” que el “oriental”. Hay asimismo un “ajiaco marinero”, que nos confirma una vez más que solo existen dos grandes cocinas, la del campesino y la del pescador, de las que se derivan todas las demás. Tenemos el “ajiaco de monte”, que contaba con las tres clases de carnes y como en la época en que fue creado no existían aún los frigoríficos, se usaban para su confección tasajo de carne de res bien desalado, tasajo de cerdo ahumado y pollo o gallina frescos, además de los ingredientes de la receta conocida de Doña Dolores también incluye chayote. El ajiaco bayamés, el de Cárdenas y el ajiaco de Puerto Príncipe, con algunas variantes en la condimentación ya sea por el uso del perejil o el culantro.

Según el afamado antropólogo cubano don Fernando Ortiz, todos deben cocinarse en cazuela sin tapar, fuego de llama ardiente, y fuego lento, para dividir en dos la cocedura… Con los aportes de los “blancos” de Europa también llegaron los de los “negros” de África y éstos nos aportaron guineos, plátanos, ñames y su técnica cocinera. Después nos llegaron los asiáticos, con sus misteriosas especies de Oriente… Con todo ello se ha hecho nuestro ajiaco… Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje de culturas.

Y como unas amigas generosamente me han traído desde Cuba unas malangas criollas… de seguro que este fin de semana, mezcladas con ingredientes españoles, comeremos ajiaco, ideal para estos días de invierno.

CUBA EN LA MEMORIA 26/12/2014

EL CONGRÍ…

25 jueves Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, congri, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Muchos de ustedes me han recordado algunos alimentos o bebidas, que también forman parte las tradicionales cenas de Navidad, y no estaban incluidos en la publicación; pero una lectora, Karina Torres, me recordó el congrí y pienso que no es tarde para comentarles sobre este delicioso y muy cubano plato.

Ya en el siglo diecinueve, la Condesa de Merlín, quien vivió más tiempo en Francia que en Cuba, su tierra natal, escribió en sus crónicas Viaje a La Habana (1840), elogios al ajiaco, comida cubana que prefería sobre las europeas. En París ella había degustado deliciosos platos de la cocina francesa e inglesa, pero sus preferidos, que con frecuencia estaban presentes en su mesa, resultaban ser los cubanos. Así que cuando venía a la Isla a pasar temporadas con su aristocrática y distinguida familia del Conde de Jaruco, solía dar riendas sueltas al placer de degustar el menú típico de la Isla. Es decir, que de seguro el congrí también fue servido sobre platos de finas porcelanas francesas, alemanas o inglesas… como merece.

En la Revista “El curioso Americano”, Año 2, Nº3, publicada en La Habana, en Diciembre de 1894, aparece la siguiente definición de Congrí:
“…Llaman así en la Vuelta Arriba a la mezcla de arroz y frijoles negros, que en La Habana decimos moros y cristianos. ¿De dónde procede esta voz? Es africana o tiene alguna significación referente a lo que designa con ella…” (S. de A)

Los del “Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española” se complican menos y definen el término solo con tres palabras: Cuba. Arroz con frijoles. El “Diccionario Oxford”, en español, al menos amplía algo más: Cuba, Arroz preparado con frijoles negros o colorados.

EL CONGRÍ…
Aunque en ambos países evidentemente saben poco del congrí, en lo que si no tienen dudas, es en la nacionalidad e identidad gastronómica cubana del congrí, o los moros y cristianos, es decir, las mezclas de arroz blanco con frijoles colorados o negros.

Según Nitza Villapol, quien fuera conductora por 44 años consecutivos del programa “Cocina al Minuto” en la televisión cubana, refiriendo se al congrí comentaba: “…es una joya gastronómica esta insuperable mezcla de arroz con frijoles, saboreada por viajeros de todos los rincones del mundo y unas cuantas generaciones de cubanos, que sabiamente combinan dos proteínas de origen vegetal…”

No hay duda de que todos los cubanos sabemos muy bien lo que es un congrí, y también que si a la hora de servirlo, lo acompañamos con yuca hervida, con el mojo obtenido de la mezcla del jugo de la naranja agria y los ajos, y además le añadimos unas lascas de cerdo asado…entonces los comensales habrán participado en la conjura de la más divina comida criolla.

El «congrí» no es lo mismo que los “moros y cristianos», que es el plato resultado de cocinar el arroz blanco con los frijoles negros. Conociendo esto, entonces no es necesario decir «congrí de frijoles colorados”, porque ese es el verdadero frijol que lleva. Aunque a mucho nos da igual esa terminología cuando nos sentamos a la mesa. En mi casa siempre se hacía el “congrí” con los frijoles negros, lo que es un error. Pero frijol por frijol, nos daba igual a todos si era negro que colorado.

La palabra “congrí” procede de la cocina afrocubana y su nombre está en correspondencia con ese origen. “Congrí” es vocablo venido de Haití, donde a los frijoles colorados se les dice “congó” y al arroz “riz”, como en francés. El célebre etnólogo cubano Fernando Ortiz, decía: “Congrí es voz creole haitiana que significa ‘congos con arroz’” Es decir: frijoles colorados con arroz, y se le echa trocitos de carne de puerco y chicharrones, un plato que en la región oriental cubana se adueñó de la mesa criolla desde principios del siglo XIX, luego de la gran emigración haitiana y francesa.

Don Fernando Ortiz describe el guiso como de posible, pero no probado, origen africano en un ensayo sobre la cocina afrocubana publicado por primera vez en la Revista Bimestre Cubana en 1923. Y también nos comenta que en la década de 1868-1878 algunos, en vez de decir un plato de congrí, decían un plato de ‘voluntarios y bomberos’, aludiendo a que los voluntarios eran blancos y los bomberos todos eran negros.

Según los estudiosos de estos temas, los “moros y cristianos” llevan los frijoles negros, porque aluden simplemente a la etapa de la dominación árabe en España, es decir, a los moros (negros o árabes) y los cristianos (blancos ). En este plato juntos y revueltos…

Lo que no queda duda es que el congrí es una joya gastronómica en nuestra mesa. Esta insuperable mezcla de arroz con frijoles, saboreada por muchas generaciones de cubanos, y que combina dos proteínas de origen vegetal, nos acompañará siempre donde quiera que estemos y nos hará sentir cubanos…y estoy seguro que por un rato todas las preocupaciones se van con el olor que sale del plato.

Y la vida, a veces es tan sencilla, que completamos nuestra felicidad cuando lo acompañamos aunque solo sea con plátano maduro frito… ¿O no?

CUBA EN LA MEMORIA 25/12/2014

LA NAVIDAD

24 miércoles Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Religión

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Cuba, evento, navidad, nochebuena, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

Al igual que la celebración de la Nochebuena, la colonización española también introdujo sus tradiciones católicas y paulatinamente se establecieron en nuestro país estas costumbres heredadas de la Metrópoli, las que tuvieron un gran arraigo en nuestra población. Bajo el término de “Navidad” se consideraban los festejos que se realizaban durante los últimos días de diciembre y los primeros del año siguiente, es decir, la Nochebuena, de las que ya les comenté, el 25, Fin de Año, Año Nuevo y el Día de Reyes.

La colonización española nos trajo sus tradiciones católicas y con ellas se establecieron en el país su uso y costumbres. Desde el inicio, la Iglesia católica organizó festividades de acuerdo con su liturgia. Entre las más antiguas están las del Corpus Christi y las de Navidad. Estas celebraciones eran familiares y surgidas con el fin de celebrar el nacimiento del niño Jesús, según el ritual católico, y estaban precedidas por las misas y rituales propios de esas fechas.

El 24 de diciembre, como ya les comenté, se celebraba la Nochebuena, víspera de Navidad, que es la fiesta familiar por excelencia. La ocasión ideal para la reunión de todos los miembros de la familia, aunque no vivan bajo el mismo techo. Como ya les comenté, en la cena tradicional no faltaba el lechón asado, el congrí, la yuca con mojo y postres caseros. Y aunque actualmente se acompaña con vino y cerveza, en épocas pasadas primaba el agualoja y el ponche de leche; ambos de confección casera. No faltaban los turrones de procedencia hispana y otras golosinas como dátiles, nueces, avellanas, mazapán, etc.

Como bien me recordó Francisco Piorno Giro en su comentario, olvidé mencionar aquellos deliciosos moscateles y vinos dulces o tintos, las cervezas Hatuey, Polar o Cristal, las esperadas manzanas…; el incienso, la mirra y los villancicos. Y ahora también agrego la costumbre de enviar postales de felicitación.

El 25 de Diciembre se conmemora la natividad de Jesucristo y es una de las fiestas más importantes del mundo cristiano. Su origen se sitúa en los cultos paganos antiguos y antiguamente formaba parte de una actividad triple: bautismo, natividad y epifanía. Es en el año 350 que el Papa “Julio I” sugiere que el nacimiento de Jesús, de fecha desconocida, sea celebrado este día; Cuatro años después, en el 354, el “Papa Liberio” lo decreta como la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret. Es decir, que es en el siglo IV que se fija el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesucristo y se dejó el 6 de enero como fecha propia para festejar el bautismo.

La iglesia identifica esta fiesta con la paz, pues con el nacimiento de Cristo, enviado por Dios al sacrificio expiatorio en la tierra, surge la posibilidad de lograr la paz de todas las clases nucleadas en torno a la misma fe religiosa. Aunque ese día se comía en casa un menú similar al del día anterior, era frecuente que se sirviera pavo asado relleno.

Desde la colonia fue común celebrar el 25 de Diciembre con bailes en las diferentes sociedades de ciudades y pueblos. Recuerdo, de pequeño, el revuelo en casa con los preparativos de la ropa que lucirían las féminas de mi familia, esa noche, en la sociedad del “Central España”, en Matanzas, donde se contaba con presencia de lujo de la Orquesta Riverside y su inolvidable cantante Tito Gómez. Soy nativo de ese central azucarero y cuento mi experiencia, aunque me imagino que cada uno de los que ya somos “mayorcitos” tendrá la suya, mejores…o peores, porque imagino que no todos la celebraban de ese modo.

También eran populares las verbenas y tómbolas durante estos días, donde por un módico precio se obtenía la entrada y se disfrutaba de juegos diferentes, rifas, bailes y consumo de bebidas, comidas y todo tipo de chucherías.

Para el Fin de Año, 31 de diciembre, también era frecuente la celebración en familia con un menú similar al de Nochebuena, pero con las tradicionales 12 uvas, una por cada campanada del reloj, que se consumían al filo de la medianoche. Con ello se despedía al año viejo y se le daba la bienvenida al nuevo. Siempre lleno de promesas, que casi nunca se cumplían y de peticiones de salud, dinero y amor para nuestros seres queridos. Con la última campanada, de inmediato todos se felicitaban, abrazaban, besaban y se daban muestras de cariño, especialmente los novios, que en la algarabía creían librarse de la mirada de los suegros o las chaperonas.

Con el paso del tiempo esta celebración fue cada vez menos familiar y se celebraba en casa de amigos o en lugares nocturnos o salones, especialmente decorados con motivos navideños, que ofrecían cena y diferentes actividades que garantizaban la diversión hasta bien entrada la noche. En algunas ciudades se podían contemplar los espectaculares fuegos artificiales.

En las zonas rurales del país, durante las fechas antes señaladas, se desarrollaban actividades festivas no sólo familiares, sino que incluso se organizaban los guateques campesinos, con la participación de gran parte de la población.

Aún nos queda el 6 de enero, día de los reyes en la liturgia católica, que inicialmente se celebró, de forma espontánea, por los distintos cabildos de negros que corrían la ciudad en busca de aguinaldos, lo que ya también les he comentado en otra publicación. Los tres Reyes Magos, según la leyenda, traían regalos y juguetes a los niños que habían cumplido sus deberes cristianos. Era común para esas fechas que las damas “de la alta sociedad” hicieran gala de bondad y altruismo regalando juguetes a los niños pobres, cuyos padres no disponían de recursos económicos.

Si bien en sus inicios estas festividades tuvieron un origen religioso, ya durante el siglo XX se fueron reconvirtiendo en festejos en los cuales la población disfrutaba plenamente sus múltiples elementos laicos.

Las características antes citadas y comunes en estas fiestas, constituían las más generalizadas del país, también podían existir variaciones. Por ejemplo, en Sancti Spíritus, me han comentado que se celebraban los «fandangos», que se trataba de una celebración que ponía término a los recorridos que realizaban por la Nochebuena. Para estos días se ornamentaban los salones, con motivos alegóricos a la fecha de Navidad y se improvisaba un salón de baile iluminado con antorchas y farolas dispuestas en la entrada del salón. Estoy seguro que existieron otras variantes, teniendo en cuenta la imaginación y los deseos de fiesta de los cubanos.

Pero lo que no queda duda es que para la Navidad se hacían grandes preparativos en arreglos y ornamentación de edificios, casas particulares y las calles. Los centros comerciales aprovechaban la oportunidad para decorar sus vidrieras con motivos acordes a las fiestas, donde compartían protagonismo tanto los venados con trineo, las flores de pascua, los árboles de navidad, los Reyes Magos o Santa Claus. A la par de generarse una gran propaganda comercial con el fin de vender los productos que a manera de presente, se hacían durante los días señalados.

LA NAVIDAD

En los hogares, eran comunes los árboles de Navidad, cargados de luces de colores, bolas y adornos, rematados en su parte superior por una estrella u otro remate de adorno. Cada año se comercializaban nuevas bombillas, intermitentes, con formas diferentes; y otros accesorios, como el “cabello de ángel”, que lo hacían cada vez más espectaculares. En su base se colocaba el “nacimiento” de Jesús con figuras de yeso o incluso de cartón. Algunos lograban verdaderas escenografías recreando el entorno del pesebre con montañas, pequeño lago o rio de espejo y campiña donde pastaban las ovejas.

Bajo este árbol depositábamos las cartas, a los Reyes, con nuestras solicitudes de juguetes; y era allí donde esperábamos encontrarlos al despertar la mañana del 6 de enero. En mi casa, además, les dejábamos una taza de chocolate caliente a los Reyes y yerba para los camellos, que por supuesto siempre consumían… Con cuanta ingenuidad e ilusión se vivían esos momentos.

Bailes, verbenas, fiestas y tómbolas con una oferta generosa de todo tipo de artículos, comestibles y fiambres. Adornos, vidrieras llenas de magia y llamativos anuncios lumínicos; pero, sobre todo, un ambiente general de alegría. Y aunque soy consciente de que para algunos sectores de la población su situación económica no era la mejor, no tengo duda de que todos esperaban estas fechas con alegría para celebrarla lo mejor posible, según sus posibilidades.

Porque somos cubanos y este espíritu no nos ha abandonado, ni nos abandonará nunca. ¡¡¡FELICES FIESTAS A TODOS!!!

CUBA EN LA MEMORIA 25/12/2014

LA NOCHEBUENA

23 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Gastronomía, Religión

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comida cubana, Cuba, evento, Religión, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Poco después de la llegada de los españoles a Cuba, ya las tradiciones navideñas integraron nuestro patrimonio religioso y cultural. Estas tradiciones responden a una cultura heredada, pero muy pronto adaptada a las condiciones propias de nuestro país.

Fueron los colonizadores españoles los que introdujeron la cría del cerdo en Cuba y el cerdo, puerco o macho, asado, como quiera que se le llame, se conviirtió en el protagonista de la Navidad cubana. En las ciudades se utilizan generalmente las piernas o las paletas, pero donde las condiciones son más propicias se le cría, o compra, para sacrificarle en tal importante celebración.

En Cuba, después de la cena, muchos concurrían a la “Misa de Gallo”. Pero a partir de 1969 las fiestas fueron eliminadas oficialmente y no fue hasta la visita del Papa Juan Pablo II, que en diciembre de 1997 se volvió a declarar el 25 de diciembre como día feriado no laborable. No obstante durante esos 28 años en muchos hogares cristianos se adoraba en la intimidad el nacimiento del Niño Jesús, y se recordaban a los Reyes Magos del Oriente.

Pero como la comida es una parte importante de la tradición navideña cubana, lo que si nunca dejó de celebrarse, de una u otra forma, fue la “cena de Nochebuena”. Y los cubanos de la Isla, con esfuerzo, esa noche siempre ponen en su mesa todo lo mejor que pueden conseguir….que para eso estaba el mercado negro. Por suerte ahora ya existen los mercados, los “agro”, y aunque los productos les resulten demasiado caros, no sé como lo hacen, pero los compran.

La comida tradicional de nuestras mesas el 24 de diciembre es el lechón asado, arroz congrí o arroz y frijoles, viandas (yuca, malanga, boniato) con mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo. También acompañan ensaladas o plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones.

Los dulces no faltan en la mesa navideña. Según el gusto, o las posibilidades, se comen turrones de yema, alicante, jijona, frutas u otros o de producción casera como el dulce de coco, los cascos de guayaba o naranja, el boniatillo, la calabacita china.

Lo más tradicional, que no podía faltar, eran los buñuelos. En forma de ocho, eran confeccionados a partir de una base hecha de viandas y harina, después fritos y servidos en almíbar o acompañado por algunos de los otros postres caseros antes mencionados. Al servirlos se bañaban con un almíbar de azúcar y anís. Los postres, que con tanto esmero hacían nuestras abuelas, han pasado de generación en generación y también forman parte de la tradición en las celebraciones navideñas cubanas.

Con frecuencia, la fiesta comenzaba desde la noche del 23, cuando las madres adobaban el lechón y ponían en remojo los frijoles negros. En la mañana del 24, muy temprano, en el campo, o en casas con patio, se preparaban las condiciones para asarlo. Se preparaba el “horno” en la tierra y se procedía al asado, ya fuese “al pincho” o sobre un bastidor de metal improvisado. El puerco se colocaba sobre una camada de hojas de guayaba, labor casi siempre a cargo del hombre de la casa y de los hijos varones. Y por supuesto, acompañada esta labor por abundante cerveza, los sabrosos “chicharrones” y las tan exquisitas “masitas fritas”.

El lechón era el anfitrión de la comida y cocinarlo era todo un ritual. Se asaba la pieza o el animal entero según eran las posibilidades económicas. Mientras se asaba, se untaba con mojo para que adquiriese ese sabor que cuesta olvidar. Ese adobo que permite el sabor y olor tan característico de la Nochebuena cubana. Y aunque cada familia poseía su «mojo especial», era común la naranja agria, especias y sal. Al menos yo no conozco mejor aliño que la tradicional mezcla de ajo y sal en el mortero, para tener al final esa pasta media blanca-amarillenta, y entonces sumarlo al jugo de la naranja agria con algo de pimienta negra molida y hojas de laurel…

En la parte occidental de la Isla, existía una variante: «la caja cubana» , que es una de las pocas formas de asado en que el carbón o braza va encima y no debajo de la carne; y ambos cerrados casi herméticos y mejor aun enterrados. Es, según dicen, como mejor queda la piel del lechón y es algo para chuparse los dedos, por lo crujiente y suave de la piel al terminar.

También podía llevarse el lechón a las panaderías, donde por un mínimo precio, lograban en sus hornos una cocción perfecta. Aunque realmente el placer era hacerlo en casa y eso formaba parte de la tradición y la fiesta…

LA NOCHEBUENA

Las tradiciones Navideñas, parte del patrimonio religioso y cultural de nuestro pueblo, están arraigadas en su memoria histórica. Fue y es la temporada festiva más esperada por los cubanos. Por su aceptación casi universal, la Navidad es la única celebración que impone normas similares a gentes de diversas culturas, idiomas y razas.

A pesar de la influencia norteamericana, en Cuba la Navidad se celebraba a la española por herencia de nuestros antepasados. Desde los días previos a la Nochebuena hasta Reyes eran días mágicos de planeamiento, de compras de víveres, regalos y envío de tarjetas postales. Se decoraban los hogares, las tiendas, calles y ciudades, rebosantes de luces y colores.

La cena de Nochebuena era una de las fiestas familiares más importante del año, y ya fuera una cena íntima entre pocas personas, o una enorme fiesta familiar, era la ocasión para reunir la familia, sentarnos juntos, conversar, vernos. Y esos recuerdos son imposibles de olvidar…

Hoy reunir toda la familia es casi imposible, pero estemos donde estemos, celebramos la Nochebuena y de seguro que nuestros seres queridos están con nosotros, al menos en nuestros recuerdos y nuestros corazones.

¡ Tengan una feliz Nochebuena ¡

CUBA EN LA MEMORIA 23.12.2014

CUARTEL DE MILICIAS, DE BLANCOS, PARDOS Y MORENOS

21 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA, Municipios y ciudades, Urbanismo y Arquitectura

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calles de Cuba, colonia cubana, Cuba, edificios, habana

Publicado por Derubín Jácome

El edificio, construido como “Cuartel de Milicias” en 1787, se encuentra en la esquina formada por las calles de Empedrado y Monserrate en la Habana Vieja y en su época constituyó el mayor cuartel de toda la ciudad.

Como en muchas ocasiones ya les he comentado, La Habana se configura, a partir de 1763, como una ciudad de extraordinaria pujanza social, económica y artística. En este proceso es indiscutible, y evidente, el papel desempeñado por las autoridades eclesiásticas y civiles para su transformación urbana y arquitectónica.

Los edificios que se construyeron durante el período anterior tuvieron una finalidad benéfica y un carácter eminentemente funcional. Entre los que podemos destacar el proyecto del Ingeniero Militar José Abarca en 1756 para el Hospital de San Lázaro, comentado en una publicación reciente.

Después de 1763, ya entregado por los ingleses a España, de nuevo, el control de La Habana, su arquitectura se diversifica, construyéndose los dos edificios públicos más importantes de la época: La Casa de Gobierno y la de Correos, esta última también proyectada por Silvestre Abarca, “Ingeniero Director de la Plaza de La Habana e Isla de Cuba”, considerándose posible que fuese también autor de la Casa de Gobierno, por su similitud estilística.

En ambos casos, si bien Abarca fue el autor de los planos del proyecto, también es importante el papel que jugó el arquitecto gaditano Pedro Medina, que impulso su personalidad aportando el empleo de elementos decorativos que dotaran a ambos edificios de un aspecto muy particular.

Pedro de Medina llegó a La Habana por solicitud del propio Silvestre Abarca, quien escribió al presidente de la “Contratación de Indias”, rogándole encarecidamente su presencia, por considerarle de suma utilidad para llevar a cabo las obras defensivas proyectadas para la Capital. Es posible que la relación profesional entre ambos comenzara durante las obras de fortificación de la ciudad de Cádiz, dirigidas por Abarca, donde Medina se encontraba como maestro de obra con solo diez y ocho años de edad.

Dentro de las obras de Abarca, con la colaboración de Medina, está el “Cuartel de Milicias”, que resulta particularmente interesante por la originalidad de su planta en que resuelve la separación racial que le imponía la época, sin sacrificar el carácter unitario del edificio.

En 1764, después de la partida de los ingleses, el Conde de O’Reilly, Mariscal de Campo, fue designado por el Rey como “Inspector General de Tropas”, enviándolo a La Habana, junto con el Conde de Ricla, con el objetivo de mejorar el sistema defensivo de la Capital. O’Reilly, entre sus primeras decisiones, ordena construir un edificio en Monserrate y Empedrado para destinarlo a “Cuartel de Milicias”, obra proyectada por el ingeniero Abarca y que construyese el gaditano Pedro de Medina.

Este edificio, el mayor cuartel de la ciudad en el siglo XVIII, fue concebido para sede de los batallones de milicias, que en aquella época eran clasificados, según el color de la piel de sus integrantes, en “blancos”, “pardos” y “morenos”. Por esta razón, el edificio estaba dividido en tres secciones, con el objetivo que los soldados estuviesen separados según el criterio racial anterior. El área principal, como supondrán, estaba reservada para los de raza blanca, mientras que las del fondo, más pequeñas, correspondían a los pardos y morenos.

CUARTEL DE MILICIAS, DE BLANCOS, PARDOS Y MORENOS
Su planta es trapezoidal, adaptada a la forma del terreno y determinada por el trazado de las calles, con un patio central rodeado por galerías. La obra es de cantería, con dos pisos y con azotea en la cubierta. En la planta baja se albergaban los cuerpos de guardia, los calabozos de oficiales y los de la tropa, cuartos para cabos y sargentos, cocina y lugares comunes. También la sala de armas con capacidad para más de 900 fusiles y los almacenes de vestuario. En el patio central existía una fuente, en la intersección de las áreas, con tres surtidores independientes, destinados al abastecimiento de agua corriente a cada una de las secciones. Supongo que al menos la calidad del agua fuera la misma.

La portada principal, situada en la cara que resulta por un corte en la intersección de las esquinas de Empedrado y Monserrate, está enmarcada por sendas columnas empotradas a ambos lados de la misma y resuelta en su parte superior con una rica solución formal de molduras que le aportan un movimiento del que carecía el proyecto inicial, variación que le aportara Medina con la introducción de elementos barrocos y que pueden ver en las diferentes imágenes superiores de la publicación, lo que hace que destaque esta portada en este edificio caracterizado por la sencillez de su arquitectura. Como pueden suponer, la portada principal correspondía a la entrada del cuartel de blancos.

La decoración de una de las entradas secundarias presenta cierta similitud con la de la Catedral de La Habana, lo que nos puede suponer que la molduras barrocas que enmarca tanto la Catedral como las puertas y ventanas de los edificios públicos de la Plaza de Armas también se debieran a Pedro de Medina, maestro que jugó un papel importante dentro de la arquitectura del último tercio del siglo XVII en Cuba.

Hasta 1844 el edificio cumplió la función para lo que fuera construido, pero a consecuencia de los acontecimientos derivados de la “Conspiración de la Escalera”, por “Real Orden” se suprimieron las milicias de “morenos”, ya que estos resultaban menos confiables para los funcionarios españoles, en la medida que se radicaba la lucha por la emancipación de la Isla. Las de “blancos” y “pardos” fueron trasladadas a dos casas próximas a la villa de Guanabacoa. A partir de este momento el edificio fue destinado para distintos cometidos de tipo militar, sanitario, policial e incluso para alojamiento de varios funcionarios.

Aunque posteriormente surgieron otras edificaciones para fines similares, este cuartel continuó siendo el de mayor tamaño e importancia de la ciudad. Y aunque ha sido transformado, incluso adicionándole una nueva planta, como bien recordaba Gustavo Acosta en su comentario, en general aún conserva sus dos valores máximos: el recinto del patio central con porticado perimetral en ambas plantas y la portada principal con su guarnición mixtilínea, ubicada en el chaflán de la esquina y atribuida a Pedro de Medina.

Como dato curioso, nuestro apóstol, José Martí, permaneció detenido durante dos días en este cuartel, en septiembre de 1879, antes de ser deportado por segunda vez.

CUBA EN LA MEMORIA 21/12/2014

HABANA –MAPA 1743

21 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Curiosidades, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, habana, mapas antiguos

Publicado por Derubín Jácome

En esta publicación no les haré comentarios sobre La Habana de esta época. Solamente les publico este curioso mapa de 1743, que resulta interesante pues podemos observar e imaginarnos cómo fue nuestra capital a mediados del siglo XVIII. De muchas de las construcciones que aparecen ya les he comentado, aunque no de todas, pero les prometo que lo haré.

HABANA –MAPA 1743

Si son interesados y curiosos, utilizando la misma “leyenda” que incluyo y ampliando el mapa, podrán encontrar muchas de las edificaciones que conocen y que aún permanecen luchando contra el tiempo, conformándose de este modo una mejor idea de lo que fue esta Habana Intramuros.

Si disponen de algún tiempo para hacerlo, les aseguro que resulta entretenido. Es casi como un juego, con la ventaja de que también se aprende algo. Que lo disfruten.

CUBA EN LA MEMORIA 21/12/2014

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