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Publicado por Derubín Jácome
Hoy es el “Día Internacional de la Mujer” y buscar información sobre la mujer cubana para redactar esta publicación resulta complejo, pues no solo significa investigar, seleccionar y escribir lo que podamos considerar más importante, sino que implicaría también indagar en la subjetividad femenina según cada período histórico en que han acontecido los hechos. Esto no es tarea fácil y mucho menos tratar de resumirla en un par de páginas.
Es por esa razón que solo me limitaré a exponerles una reducida y elemental panorámica de la presencia de nuestra mujer cubana en algunas actividades donde pudo destacar, inclusive en muchos casos siendo un área prácticamente reservada a los hombres.
Consultando publicaciones del siglo XIX cubano, es evidente que en la conformación del idealismo nacionalista, se ha subestimado el discurso femenino que estuvo presente en más de una veintena de publicaciones periódicas a partir de 1860. Ya en el período 1860-1899 aparecen publicaciones femeninas como el “Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello”, el “Álbum de las Damas”, “Las Hijas de Eva”, “La Mulata”, “Minerva”, etc. También existen en esta misma época alrededor de 40 mujeres colaboradoras con publicaciones oficiales, como el “Diario de la Marina”, “El Fígaro”, y con publicaciones independentistas como “El Cubano Libre y Patria”.
Desde el inicio de las guerras de independencia, en 1868, encontramos también la participación de la mujer. Entre muchas otras, podemos mencionar a mujeres como Mariana Grajales o Amalia Simoni.
Después de finalizada la primera etapa de la Guerra de Independencia (1868-1878), ya muchos de los arquetipos construidos para la mujer perdieron sentido. La violencia, el hambre, la emigración, hacen que cambie la imagen romántica de muchas de las poetisas de las décadas del 50 y 60, donde sobresalió Gertrudis Gómez de Avellaneda, iniciadora de la vanguardia liberal femenina.
En 1870, las ideas de una educación especial para la mujer permitieron una asimilación mucho más rápida de las nociones feministas. Los colegios para “señoritas” -como se les denominaron- permitieron que pedagogas, como María Luisa Dolz, ganaran en prestigio, al incluir en dichos centros los estudios de Segunda Enseñanza, requisito obligatorio para la entrada de mujeres cubanas a la Universidad.
En el campo de las Ciencias, una mujer a destacar es Laura Martínez de Carvajal, quien en 1888 se gradúa en la carrera de Físico–Matemática, y un año después, con 19 años, termina la de Medicina, ambas con notas sobresalientes.
Otro aspecto que influyó en la asimilación del feminismo fue la emigración de miles de mujeres cubanas a los Estados Unidos y las repúblicas latinoamericanas, donde tuvieron que asumir la doble jornada, en su trabajo y en el hogar. Por eso no fue sorpresivo encontrar obras poéticas como “El Burgués de la Casa”, de Luz Herrera.
El surgimiento de más de 100 clubes femeninos que simpatizaron con las ideas separatistas de los independentistas cubanos, permitió que las mujeres estuvieran presentes en espacios públicos donde se debatió el futuro de la Isla. El hecho de que las cubanas pudieran presidir un club y realizar actividades en apoyo a la futura república independiente, creó en ellas una nueva visión de su género.
El siglo XIX marcó el surgimiento de las primeras ideas feministas en Cuba, sobre todo en la década de 1890, la ya citada María Luisa Dolz, autora del discurso femenino más polémico de la década, “Feminismo injusticia de los códigos”, el cual se reflejó en una veintena de publicaciones que incluía los rotativos de mayor difusión del país.
La construcción de un ideario nacionalista cubano a través de la instrucción pública, utilizó a la fuerza femenina como futura portadora de la pedagogía de su ideal. Esta cuestión se fomentó durante la primera intervención norteamericana en la Isla (1898) y la promoción de “ideas modernas para la mujer”, incluyó cursos de superación de miles de maestras en la “Universidad de Harvard” y contactos con el “Woman Club de Boston”. Esos encuentros de algún modo marcaron el ulterior surgimiento de organizaciones feministas en el país.
El 21 de febrero de 1901, se aprobó una Constitución que dejó a las mujeres sin derecho al voto. Mal comienzo para una república por la cual también habían luchado las mujeres, quienes no conformes con la visión de sus primeros mandatarios, hicieron reclamos de puestos públicos, sufragio, indemnizaciones y otros tipos de demandas.
Durante los primeros quince años del siglo XX existen estadísticas sobre la progresiva incorporación de mujeres a los recintos universitarios. En esta etapa 75 mujeres aprobaron los exámenes de oposición a la Universidad y 189 se graduaron de doctoras en diferentes especialidades. De igual forma el magisterio aumentó al número de 4 244, siendo las mujeres el 82% del total de maestros de Cuba.
Las primeras organizaciones del sufragio se fundaron en este mismo período, con un por ciento elevado de maestras y la figura de Amalia Mallén de Oztolaza en la presidencia de las tres primeras: Partido Nacional Feminista (1912), Partido Sufragista (1913), y Partido Nacional Sufragista (1913), agrupaciones que tuvieron el voto como reclamo fundamental. Ya desde el siglo XIX, el club revolucionario “Esperanza del Valle”, de Cienfuegos, fundado en 1896 y presidido por Edelmira Guerra, realizó el primer pedido de sufragio del que se tiene referencia.
La década del 1910 fue decisiva en los cambios de los arquetipos para la mujer. Por un lado la I Guerra Mundial y su cuestionada “promoción del sector femenino”, y por otro la influencia norteamericana en costumbres, crearon un espectro más amplio para las cubanas, donde los roles domésticos y maritales pudieron empezar a ser variados.
La creación el 3 de julio de 1918 de la organización “Club Femenino de Cuba” fue un paso significativo en las aspiraciones de crear otro tipo de asociación involucrada con otras de iguales fines en el mundo. El feminismo, independiente de cualquier tendencia en otras latitudes, en Cuba permitió la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, como la Ley de la Patria Potestad (1917), la Ley del Divorcio (1918) y del Sufragio Femenino (1934).
La obtención de la “Ley de la Patria Potestad” y la “Ley del Divorcio”, definieron una etapa de auge del feminismo liberal en Cuba que se hará más notorio con la creación del Club Femenino (1918), asociación que nucleó a una parte de las protagonistas del debate feminista de la década del 20.
En 1921 se crean las “Asociaciones Femeninas de Cuba” convocando al Primer Congreso Nacional de Mujeres en 1923, el primero en Hispanoamérica, que incluyó aspectos tan polémicos como la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos, la necesidad de lograr una igualdad entre el hombre y la mujer en la legislación sobre el adulterio y el inevitable tema del sufragio femenino.
Al margen de estos acontecimientos surgieron otros tipos de organizaciones femeninas, como el “Lyceum de La Habana”, con fines culturales y de instrucción; de trabajo como la “Unión Laborista de Mujeres”, y políticas, con posiciones opuestas, como la “Unión Radical de Mujeres” y la tristemente célebre “Porra Femenina”.
Para 1930 el país tenía la cifra de 320 asociaciones femeninas registradas de forma legal. Durante el período de transición del presidente Ramón Grau San Martín, en enero de 1934, fue aprobado el artículo 39 sobre el sufragio femenino. Después del movimiento revolucionario de 1933, se ve reflejado en la celebración en abril de 1939 del “Tercer Congreso Nacional de Mujeres”, donde por primera vez tendrán una amplia representación.
Este evento femenino tuvo repercusión en muchos de los derechos que obtuvo la mujer en la avanzada “Constitución de 1940”. En el título cuarto, se establece la igualdad independiente de la raza, clase o sexo, y en el título quinto, referente a la familia. En el artículo 43 se otorgó el derecho de la mujer casada a la vida civil sin que necesitase la licencia o autorización marital para regir sus bienes, ejercer libremente el comercio, la industria, profesión o arte y disponer del producto de su trabajo. En el título sexto se planteó que la ley regulaba la protección de la maternidad obrera.
Ya desde 1936 las mujeres participaban en su doble condición de electoras y elegibles. Entre 1936 y 1944, tuvimos 3 Alcaldesas, 15 Representantes, 2 Concejales y 2 Senadoras.
Finalizada la década del 40 y comenzando los años 50, el feminismo en Cuba y en muchos lugares del mundo dejó de ser un suceso para convertirse en una realidad inmersa en muchas otras madejas. La II Guerra Mundial había finalizado y con ella la “vuelta a casa para la mujer”. Y las más de 800 asociaciones feministas y femeninas del país se habían ramificado hacia objetivos diferentes.
Solo son algunos datos, faltaría mucho por comentar, pero aún así nos confirman el destacado papel que ha tenido la mujer cubana, sin abandonar su papel de madre, luchando por lograr sus derechos y ganarse un merecido lugar en cada momento de nuestra historia. De ellas escribió nuestro apóstol José Martí:
«Las campañas de los pueblos solo son débiles, cuando en ella no se alista el corazón de la mujer; pero cuando se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible»
Felicitaciones para todas, las de antes y las de ahora. En especial hoy, oficialmente el “Día Internacional de la mujer”, aunque cada día del año deberían tener un merecido homenaje.
CUBA EN LA MEMORIA 08/03/2016