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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

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DROGUERIA SARRÁ

04 viernes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA, Personajes, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, habana, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

Los catalanes José Sarrá y su tío Valentín Catalá, boticarios, llegaron a Cuba a mediados del siglo XIX para hacer carrera y probar fortuna en los negocios. Pero lograron mucho más, porque los Sarrá conquistaron La Habana y aunque en 1885 existían más de 65 farmacias que vendían tanto patentes nacionales como extranjeras, poco después, la fundada por ellos será la más importante.

Estos catalanes crean la “Sociedad Catalá, Sarrá y Co.”, y fundan en 1853, en una pequeña casa de la calle de Teniente Rey, la farmacia “La Reunión”, con la estrategia de proveer no solo productos farmacéuticos de alta calidad, sino hacerlo a precios razonables. Para ello invierten 50.000 pesos en la fundación de esta farmacia y droguería, en La Habana Vieja, junto a un pozo de agua pura, que resultaba idónea para la elaboración de sus medicamentos.

El establecimiento, orientado a la venta al por mayor, se llamó “La Reunión” ya que unificaba las farmacias tradicional y homeopática. La primera quedaría a cargo de José y la segunda por su tío, quien también asumiría la contabilidad. Montaron un laboratorio que poco tiempo después ya surtía de ungüentos, sales, jarabes, extractos y otros productos a farmacéuticos y hospitales de toda Cuba.

En 1858 se incorpora a la empresa otro familiar, el también científico y negociante José Sarrá y Valldejulí, sobrino del cofundador. Siete años después, Valentín les venderá su parte para establecerse por su cuenta en Barcelona. La antigua Sociedad es disuelta y se constituye la “Sarrá y Co.”

Sarrá Valldejulí, el nuevo socio, realizaría grandes cambios en la empresa, comprando algunas propiedades en la manzana donde se encontraba la farmacia y mejorando la botica, a la que le agregó oficinas, almacén y un laboratorio aún mayor, adquiriendo nuevos equipos, como una máquina de vapor para hacer pulverizaciones o presas para extraer aceite de ricino. Sacaría al mercado nuevos productos propios de gran éxito, como la “Magnesia Sarrá”. También destaca la formación de más de cien farmacéuticos en estos laboratorios.

Fue tal la importancia de esta droguería, que en el año 1881 su Majestad Alfonso XII de España le concedió al Dr. José Sarrá el título honorífico de «Farmacéutico y Droguero de la Real Casa» y otorgándole el uso del Escudo de Armas Reales en las muestras, facturas y etiquetas de sus productos. Para 1883 se instalará la Droguería y Farmacia «La Reunión» en su edificio de Teniente Rey y Compostela.

En el nuevo edificio, la importancia del negocio crecerá en proporción a su amplitud, manteniendo el primer lugar entre las de su clase. En 1898 muere su dueño fundador y la dirección de la casa pasa a ser propiedad de la firma “Viuda de José Sarrá e Hijo”, conformada por la señora Doña Celia Hernández y Buchó, viuda de Sarrá y su hijo Ernesto, que aunque solo contaba con 19 años, ya se distinguía en sus estudios de la carrera de Farmacia. En manos de ambos la casa mantuvo siempre su lugar prominente, hasta quedar finalmente como único propietario su hijo.

Es precisamente esta tercera generación de propietarios, con Ernesto Sarrá Hernández a la cabeza, la que en las primeras décadas del siglo XX transforma el prestigioso negocio en uno de los emporios más importantes de Cuba.

En 1912 será Ernesto quien adquiere varias casas en la esquina de Teniente Rey, Habana y Compostela, que unido a los anteriores edificios forma un conjunto de 18 nuevos inmuebles con una superficie de 13,000 m2. El prestigioso negocio se transforma en uno de los emporios más importantes de Cuba, con 46 edificios, 600 empleados y más de 500 productos, llegando a ocupar más de 45 edificios con 40,000 metros cuadrados de área.

Para tener una idea del crecimiento del negocio, se adquieren las casas de la calle Compostela nº 87, 89, 91, 93, 95, 97, 99, 101, 103 y 105; en Teniente Rey la nº 35, 39, 52, 54, 56, 58 y 60 y en la calle Habana las nº 126, 128, 130, 132, 134 y 136. Ocupando casi completamente los tres frentes de una manzana, lo que le permitía tener 33 vidrieras de exposición hacia la calle. En la calle Buenos Aires nº 21 se encontraban los garajes para guardar los camiones que hacían el servicio de la casa.

DROGUERIA SARRÁ
La Droguería llegó a ser más que una farmacia y un laboratorio de especialidades farmacéutica, biológicas y opoterápicas, sino también una Tienda por departamentos, una fábrica de jabón, de perfumes, insecticidas y desinfectantes, locería, cristalería, juguetería y un almacén de suministros para lecherías de materias primas para dulcerías y panaderías.

También introdujo técnicas de marketing moderno, como regalar perfumes e invitar a merendar a los mejores compradores en la tienda de la droguería, sección “Atracciones Sarrá”. La “Droguería Sarrá” no solo llegó a ser la droguería más grande de Cuba y de Latinoamérica, sino incluso la segunda del mundo tras la norteamericana “Johnson”.

Por su excelencia y méritos alcanzados, en 1934 el “Congreso de la República de Cuba” le concede a la “Droguería Sarrá” el uso del Escudo de la República para que apareciera también en las muestras, facturas y etiquetas. En la Universidad de la Habana y la Universidad de Villanueva se establece el “Premio Sarrá”, que se otorgaba anualmente a los mejores estudiantes de farmacia.

El imperio Sarrá tuvo un largo siglo de vida en Cuba y además del prestigio alcanzado en sus negocios, como evidencia del esplendor alcanzado por esta familia, puedo citarles las residencias de dos miembros de esta familia:

La de su fundador, ocupada actualmente por el Ministerio de Cultura, es la espectacular mansión enclavada en la calle 2 esquina a 13 en el Vedado y la de una de sus hermanas es el llamado “Palacete Velasco Sarrá”, erigido en 1912 en el destacado emplazamiento de La Habana Vieja, que actualmente ocupa la sede de la “Embajada de España” en Cuba, que recibe el edificio en 1984, después de muchos años de abandono tras su expropiación a la familia a comienzos de la década del 60.

En 1999, un grupo de nietos y de bisnietos del Dr. Ernesto José Sarrá establecieron en el Estado de la Florida la corporación “Sarra Natural Products”, para ofrecerle al público la misma calidad, confianza y excelencia que prestigia el nombre Sarrá. Los Productos Naturales Sarrá se venden en farmacias y droguerías en la Florida, New York y New Jersey.

El edificio principal de la “Droguería Sarrá” está considerado como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Actualmente es Museo de Farmacia.

CUBA EN LA MEMORIA 04/02/2016

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CUARTEL DE MILICIAS, DE BLANCOS, PARDOS Y MORENOS

21 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA, Municipios y ciudades, Urbanismo y Arquitectura

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calles de Cuba, colonia cubana, Cuba, edificios, habana

Publicado por Derubín Jácome

El edificio, construido como “Cuartel de Milicias” en 1787, se encuentra en la esquina formada por las calles de Empedrado y Monserrate en la Habana Vieja y en su época constituyó el mayor cuartel de toda la ciudad.

Como en muchas ocasiones ya les he comentado, La Habana se configura, a partir de 1763, como una ciudad de extraordinaria pujanza social, económica y artística. En este proceso es indiscutible, y evidente, el papel desempeñado por las autoridades eclesiásticas y civiles para su transformación urbana y arquitectónica.

Los edificios que se construyeron durante el período anterior tuvieron una finalidad benéfica y un carácter eminentemente funcional. Entre los que podemos destacar el proyecto del Ingeniero Militar José Abarca en 1756 para el Hospital de San Lázaro, comentado en una publicación reciente.

Después de 1763, ya entregado por los ingleses a España, de nuevo, el control de La Habana, su arquitectura se diversifica, construyéndose los dos edificios públicos más importantes de la época: La Casa de Gobierno y la de Correos, esta última también proyectada por Silvestre Abarca, “Ingeniero Director de la Plaza de La Habana e Isla de Cuba”, considerándose posible que fuese también autor de la Casa de Gobierno, por su similitud estilística.

En ambos casos, si bien Abarca fue el autor de los planos del proyecto, también es importante el papel que jugó el arquitecto gaditano Pedro Medina, que impulso su personalidad aportando el empleo de elementos decorativos que dotaran a ambos edificios de un aspecto muy particular.

Pedro de Medina llegó a La Habana por solicitud del propio Silvestre Abarca, quien escribió al presidente de la “Contratación de Indias”, rogándole encarecidamente su presencia, por considerarle de suma utilidad para llevar a cabo las obras defensivas proyectadas para la Capital. Es posible que la relación profesional entre ambos comenzara durante las obras de fortificación de la ciudad de Cádiz, dirigidas por Abarca, donde Medina se encontraba como maestro de obra con solo diez y ocho años de edad.

Dentro de las obras de Abarca, con la colaboración de Medina, está el “Cuartel de Milicias”, que resulta particularmente interesante por la originalidad de su planta en que resuelve la separación racial que le imponía la época, sin sacrificar el carácter unitario del edificio.

En 1764, después de la partida de los ingleses, el Conde de O’Reilly, Mariscal de Campo, fue designado por el Rey como “Inspector General de Tropas”, enviándolo a La Habana, junto con el Conde de Ricla, con el objetivo de mejorar el sistema defensivo de la Capital. O’Reilly, entre sus primeras decisiones, ordena construir un edificio en Monserrate y Empedrado para destinarlo a “Cuartel de Milicias”, obra proyectada por el ingeniero Abarca y que construyese el gaditano Pedro de Medina.

Este edificio, el mayor cuartel de la ciudad en el siglo XVIII, fue concebido para sede de los batallones de milicias, que en aquella época eran clasificados, según el color de la piel de sus integrantes, en “blancos”, “pardos” y “morenos”. Por esta razón, el edificio estaba dividido en tres secciones, con el objetivo que los soldados estuviesen separados según el criterio racial anterior. El área principal, como supondrán, estaba reservada para los de raza blanca, mientras que las del fondo, más pequeñas, correspondían a los pardos y morenos.

CUARTEL DE MILICIAS, DE BLANCOS, PARDOS Y MORENOS
Su planta es trapezoidal, adaptada a la forma del terreno y determinada por el trazado de las calles, con un patio central rodeado por galerías. La obra es de cantería, con dos pisos y con azotea en la cubierta. En la planta baja se albergaban los cuerpos de guardia, los calabozos de oficiales y los de la tropa, cuartos para cabos y sargentos, cocina y lugares comunes. También la sala de armas con capacidad para más de 900 fusiles y los almacenes de vestuario. En el patio central existía una fuente, en la intersección de las áreas, con tres surtidores independientes, destinados al abastecimiento de agua corriente a cada una de las secciones. Supongo que al menos la calidad del agua fuera la misma.

La portada principal, situada en la cara que resulta por un corte en la intersección de las esquinas de Empedrado y Monserrate, está enmarcada por sendas columnas empotradas a ambos lados de la misma y resuelta en su parte superior con una rica solución formal de molduras que le aportan un movimiento del que carecía el proyecto inicial, variación que le aportara Medina con la introducción de elementos barrocos y que pueden ver en las diferentes imágenes superiores de la publicación, lo que hace que destaque esta portada en este edificio caracterizado por la sencillez de su arquitectura. Como pueden suponer, la portada principal correspondía a la entrada del cuartel de blancos.

La decoración de una de las entradas secundarias presenta cierta similitud con la de la Catedral de La Habana, lo que nos puede suponer que la molduras barrocas que enmarca tanto la Catedral como las puertas y ventanas de los edificios públicos de la Plaza de Armas también se debieran a Pedro de Medina, maestro que jugó un papel importante dentro de la arquitectura del último tercio del siglo XVII en Cuba.

Hasta 1844 el edificio cumplió la función para lo que fuera construido, pero a consecuencia de los acontecimientos derivados de la “Conspiración de la Escalera”, por “Real Orden” se suprimieron las milicias de “morenos”, ya que estos resultaban menos confiables para los funcionarios españoles, en la medida que se radicaba la lucha por la emancipación de la Isla. Las de “blancos” y “pardos” fueron trasladadas a dos casas próximas a la villa de Guanabacoa. A partir de este momento el edificio fue destinado para distintos cometidos de tipo militar, sanitario, policial e incluso para alojamiento de varios funcionarios.

Aunque posteriormente surgieron otras edificaciones para fines similares, este cuartel continuó siendo el de mayor tamaño e importancia de la ciudad. Y aunque ha sido transformado, incluso adicionándole una nueva planta, como bien recordaba Gustavo Acosta en su comentario, en general aún conserva sus dos valores máximos: el recinto del patio central con porticado perimetral en ambas plantas y la portada principal con su guarnición mixtilínea, ubicada en el chaflán de la esquina y atribuida a Pedro de Medina.

Como dato curioso, nuestro apóstol, José Martí, permaneció detenido durante dos días en este cuartel, en septiembre de 1879, antes de ser deportado por segunda vez.

CUBA EN LA MEMORIA 21/12/2014

¿LA IDENTIFICAS?

14 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA

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Publicado por Derubín Jácome

De nuevo volvemos a esta sección de identificación. Para ayudarles, les comento que ya hemos estado en esta zona y que actualmente es muy diferente.Pero ya saben que me gusta que también disfruten de lo que fue nuestra Habana en otras épocas.

LA IDENTIFICAS (29)

 

 

Comienza el juego..

14/12/2014

WIFREDO LAM

08 lunes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA, Cultura cubana

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arte cubano, Cuba, pintura

Publicado por Derubín Jácome

Antes de terminar el día, una reseña sobre el más universal de nuestros pintores,

Un dia como hoy, 8 de diciembre, pero de 1902, nace Wifredo Óscar de la Concepción Lam y Castilla, en un barrio humilde de Sagua la Grande, Las Villas. Hijo de un comerciante y escribano chino y de una mulata criolla, mezcla de sangre africana, española y aborigen.

Desde sus primeros años demostró inclinación hacia el dibujo y la pintura, algunas conservadas en el Museo de Historia de esa localidad. En 1920 matriculó en la “Escuela Profesional de Pintura y Escultura San Alejandro”, en La Habana, en la que realizó estudios hasta 1923. La calidad de sus retratos y paisajes le posibilitaron el ingreso, en 1920, a la “Asociación de Pintores y Escultores de La Habana”. Esto le permite, por primera vez, exponer en los salones de dicha Asociación.

En 1923 viajó a España para estudiar pintura con una beca del ayuntamiento de Sagua la Grande. Estudió en la “Academia de San Fernando” de Madrid. Durante sus estudios en esta academia concluye y perfecciona sus conocimientos artísticos, recibiendo clases a cargo del genial pintor Fernando Álvarez de Sotomayor, maestro de Salvador Dalí. Su obra evoluciona de la academia de retratos y el paisaje, hacia los temas y lenguajes del arte moderno.

También participó en la defensa de la República española, integrando las brigadas artísticas internacionales y el sindicato de pintores de la “Unión General de Trabajadores” (UGT), realizando carteles de propaganda. En 1937 pinta “La guerra civil”, inspirado en el drama de la guerra, cuadro propiedad de una colección privada en Caracas, Venezuela.

Interesado por la vanguardias europeas, en 1938 se trasladó a París, Francia, donde conoció al artista español Pablo Picasso, con quien sostuvo estrecha amistad. Este lo introdujo en el mundo artístico parisino, en el que intimó con André Breton -ideólogo del surrealismo-, Benjamín Péret, Pierre Loeb y reconocidos poetas, escritores, notables figuras de la vanguardia cubista como: Georges Braque o Fernand Léger y al grupo más destacado del movimiento surrealista. Esto influyó definitivamente en su estilo. Logró así insertarse en los círculos más selectos de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX. En sus visitas al Museo del Hombre, con el etnólogo Michel Leiris, encontró referentes de primera mano del arte y la escultura africana que tanto influirían en su obra.

El 30 de junio de 1939 inauguró su primera exposición personal de importancia en la “Galería Pierre” de la capital francesa. Meses después, la exposición “Gouaches by Picasso. Drawings by Wifredo Lam”, en la “Perls Galleries” de Nueva York. Lam compartió su tiempo con los surrealistas e intervino en los ejercicios colectivos del grupo, que culminaron en “Le Jeu de Marseille y los Cadavre exquis”.

Realizó ilustraciones de la obra: “Fata Morgana”(1940), escrita por el teórico de la vanguardia y amigo íntimo: André Breton, realizada en Marsella tras la invasión de París por las tropas alemanas.

En 1941 regresa a Cuba y representa el período decisivo en su carrera. Instalado en La Habana y establece relaciones con escritores e intelectuales cubanos. En Martinica contó con el afecto de Aimé Césaire, el poeta de la negritud. En La Habana, Lam imprimió ciertos giros a la tradición pictórica euroccidental y crea nociones híbridas hasta entonces inéditas en la historia del arte. Las visiones y vivencias de su infancia, el mítico paisaje insular, la incorporación de contenidos e iconografías procedentes de los sistemas mágico-religiosos de origen africano extendidos en el Caribe y en Cuba, intervinieron en la definición de su arte.

WIFREDO LAM

En este período pintó una extensa serie de óleos y temperas sobre papel kraft. Piezas como “La silla” (Colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana), “La jungla” (Colección del MoMA) y “La mañana verde”, todas de 1943, se clasificaron entre las obras maestras del momento.

Con un estilo, tendiente a la abstracción y las formas cubistas, caracterizado por la exuberancia, poderío plástico y reflejo de mundos oníricos deudores del universo surrealista, fue capaz de aglutinar y dar respuesta, con nuevas formas, al legado afrocubano latente en nuestro país.

Su obra maestra: La jungla (1943), pone de manifiesto la inspiración que supuso para el autor los mitos y rituales nacionales a la hora de realizar la composición. Cañas de azúcar entremezcladas junto a animales o humanos, son el resultado de su visión sobre la espiritualidad afrocubana. Puede afirmarse que tiene como tema central la mezcla perfecta entre lo sobrenatural y lo real, llevando a cabo una admirable síntesis entre lo aprendido de las vanguardias europeas y el arte de nuestro país.

“La jungla “ es considerada por el crítico Alain Jouffroy “el primer manifiesto plástico del Tercer Mundo”. Junto a “La silla” se consideran verdaderas síntesis de su universo, donde se mezclan surrealismo y cubismo europeos con el poder del mito característico de los cultos sincréticos del Caribe.

A partir de 1942 firmó un contrato de exhibición con la Pierre Matisse Gallery, de Nueva York. En Cuba exhibió de manera individual en el Lyceum (1946), en el Parque Central (1950), y en la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo (1951). En 1951 ganó el primer premio del Salón Nacional, La Habana. En 1952 retorna a Europa, donde proyectó con mayor fuerza la universalidad de su obra.

Su obra exhibida en multitud de galerías o exposiciones retrospectivas en el museo de Bellas Artes de La Habana, en el de Bruselas, en el Museo Stedelijk de Amsterdam, en el Museo de Arte Moderno de París o el Centro de Arte de Hong Kong. Está considerado como el artista cubano más importante del siglo XX.

Si bien fue reconocido como gran pintor y excelente dibujante, también incursionó en la cerámica, primero en el Taller de Cerámica de Santiago de las Vegas, La Habana y luego, en Albisola Mare, en Italia donde vivió por un tiempo. A mediados de los años cincuenta practicó el collage de papeles sobre cartulina negra fascinado por los encantos de la gráfica, realizando una extensa producción de piezas, series de aguafuertes y litografías. En menor medida, hizo algunas esculturas en metal y diseñó joyas.

Falleció el 11 de septiembre de 1982 en París, dejándonos un legado del que podemos sentirnos orgullosos todos los cubanos.

CUBA EN LA MEMORIA 08/12/2014

GITANOS EN CUBA – Mi “cúmbila”, mi “puro”… de “buten”

17 domingo Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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El etnólogo Fernando Ortiz afirmó que Cuba era un ajiaco por la diversidad de razas y culturas que influyeron en la formación de su nacionalidad. Y tiene toda la razón, la nacionalidad cubana se ha nutrido de casi todo tipo de inmigraciones. En “Cuba en la Memoria” ya hemos comentado sobre algunas y hoy lo haremos sobre los gitanos. 

Aunque no existen investigaciones profundas sobre la entrada de gitanos a Cuba, hay autores que consideran que los primeros llegaron junto con los colonizadores, pues era frecuente que se utilizara a los gitanos presos para conformar las tripulaciones de los barcos que se lanzaban al Nuevo Mundo.

Aunque su presencia en tierra cubana se remonte a los tiempos de la colonia, según afirman los historiadores, la mayor oleada llegó a raíz de la II Guerra Mundial, cuando los nazis exterminaron, en los campos de concentración, a medio millón de seres pertenecientes a esa etnia en Europa Central.

Todo parece indicar que las migraciones masivas sucedieron en los albores del siglo XX, cuando varias familias o tribus gitanas llegaron junto a las oleadas de inmigrantes españoles que vinieron a probar fortuna. En Cuba, si bien los gitanos fueron menos discriminados que en otros lugares, también sufrieron lo suyo en este período. Hasta una ley, dictada en 1936, prohibió su ingreso a la Isla, algo que constituía un verdadero crimen, toda vez que en esos momentos muchos de ellos huían de España, donde fueron duramente perseguidos por el franquismo durante la Guerra Civil Española.

Referencias del tema en nuestra literatura las encontramos en libros como “La cubanita que nació con el siglo” donde nuestra escritora Renée Méndez Capote les dedica un espacio y también en la prensa, como en uno de los números de la revista “Carteles”, fechado en 1940, donde se publicó un reportaje que reseña cómo se refugiaron en los arrabales de la Habana de intramuros. Una de las fotos muestra sus carpas, las bellas mujeres ataviadas con vestidos típicos y los tocadores de guitarra española. Los habaneros los recibieron con una naturalidad no exenta de cierta curiosidad.

Muchos de ellos tenían la intención de utilizar a Cuba como trampolín para viajar a otros países, pero algunos se integraron, y sus descendientes encontraron en la isla, como ellos mismos expresaron, el único país donde podían vivir tranquilos.

Según diversos estudios, los gitanos o romanís son un pueblo que procede originalmente de la India, aunque ha migrado por Asia, África, América y Europa, continente donde se ha concentrado un mayor número. Los gitanos, conservan su propia lengua, pero en muchas ocasiones hablan más de un idioma como resultado de su vida nómada. Sus hijos, si bien son inscritos en el país que nacen con nombres de esa lengua, llevan por el resto de sus vidas su patronímico propio gitano.
Por encima de todo aman la libertad, respetan y son fieles hasta morir al jefe de su tribu. Son extremadamente supersticiosos.
Aunque por su condición de nómadas se podían encontrar en cualquier lugar de la isla participando como artistas en el circo, como vendedores en ferias y parrandas, o improvisando chinchales y timbiriches para la venta de mercancías elaboradas incluso por ellos mismos, existen referencias documentadas que los ubican, en otros tiempos, en algunos centrales azucareros como el Chaparra y otras regiones del oriente cubano. También en la provincia de Las Villas era frecuente ver sus campamentos, como por ejemplo, a las afueras de Camajuaní.

Pero los gitanos no solo se han dedicado a la lectura de la fortuna, el comercio, el servicio o el nomadismo. También existen entre ellos intelectuales, políticos y personajes de la farándula, algunos tan conocidos como Charles Chaplin, la actriz Rita Hayworth, el teólogo Frei Betto y hasta el mismo ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Quizás existan también en nuestro país figuras destacadas…

En Cuba dejaron la huella de muchas de sus costumbres. Difundieron las ferias, los carnavales, el circo ambulante -llegaron a existir 42. Hay palabras de su lengua incorporadas a la jerga de los compositores del feeling de la década de 1940 y de la actual música bailable salsera… y en los dulces: el brazo gitano.

En las artes plásticas de este período (1925-1940) sin dudas Víctor Manuel García Valdez (1897-1969) con su “”Gitana Tropical”, pequeña pintura (46 x 38 cm) pintada sobre madera y premiada en el Salón de Pintores y Escultores de 1929, al igual que en otras obras, nos representa a una muchacha mestiza, más cercana al tipo “gitana” que a la cubana. De ahí su título.

El español hablado en Cuba, como es de esperar, no pudo escapar a este influjo “agitanador”, por lo que en el habla coloquial popular de nuestro país son numerosos los gitanismos. 

Como ejemplo de ello, a continuación relacionamos los siguientes: acurdar (emborrachar) , andoba (fulano), barín (bueno), berro (cólera, disgusto), birlar (robar), bisnar (vender), de butén (de maravilla, de primera), chiva (soplón, delator), chola (cabeza), chota (soplón), chusma (muchedumbre vulgar, coba (halago, adulación), cumbila (compañero, amigo), curda (embriaguez, borrachera), furnia (cueva), garito (casa de juego), guillarse (hacerse pasar por algo distinto de lo que se es, hacerse el tonto), jamar (comer), jarana (broma), jeta (cara), jiña (excremento), jiñar (defecar), jiribilla (salero, gracia), mangar (engañar), menda (yo), pargo (homosexual), pirabear (fornicar), pirar (marcharse, irse), puro,ra (padre, madre), sandunga (donaire, garbo), sornar (dormir)…

En la actualidad existe la “Agrupación Flamenca Sangre Gitana” integrada por unas 130 niñas y adolescentes de Camagüey y dirigidas por la también fundadora Yaineris Torres Pérez, que desarrolla una interesante labor con la amorosa pasión por ese tipo de expresión cultural. Al menos yo, “el menda”, así lo considero…

CARDENAS – Ciudad Bandera

16 sábado Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Municipios y ciudades

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El territorio que actualmente ocupa el municipio de Cárdenas no constituyó uno de los puntos de interés inmediato para los conquistadores europeos, llegados a Cuba en las primeras décadas del siglo XVI. No obstante, la costa cardenense fue recorrida y reconocida durante el bojeo realizado por Sebastián de Ocampo, en 1509, y como parte de la empresa colonizadora de la Isla, emprendida entre 1511 y 1513 por Diego Velásquez con la ayuda de Pánfilo de Narváez.

Las primeras haciendas notables en esta jurisdicción se establecieron en Guamutas, cerca de Hato Nuevo (hoy Martí) y en San Antón de la Anegada, dedicadas especialmente al corte de maderas para los galeones de la marina española. La madera era abundante y de superior calidad. En ella se labraron los delicadísimos trabajos de ebanistería que se admiran en el monasterio, templo y palacio de “El Escorial”, cerca de Madrid, una de las obras cumbres de la arquitectura mundial.

El territorio que comprende la ciudad de Cárdenas y sus próximos alrededores fue otorgado a Don Diego de Sotolongo el 14 de Junio de 1709 por el Cabildo de La Habana debido a las influencias de su Procurador General Don Mateo de Cárdenas, y se le denominó oficialmente «Corral de San Juan de las Ciegas y Cárdenas».

La petición al Gobernador General de la Isla, Don Dionisio Vives para la fundación del pueblo de Cárdenas, fuertemente respaldada por el cubano Don Claudio Martínez de Pinillos Conde de Villanueva, y por el Exmo. Sr. Don José María Calvo O’Farril, Marqués de Villalba, más tarde Regidor de La Habana, fué favorablemente despachada, el 17 de Enero de l827, a pesar de una pequeña oposición de algunos elementos interesados por Matanzas.

Vencidas las dificultades y cumplidos los expedientes de trámite se reunieron el 8 de Marzo del año 1828. En aquella reunión quedaron aprobados los planos de las calles rectiníneas, las manzanas y solares respectivos, la ubicación de los edificios públicos, iglesia y ayuntamiento. Al fundarse el pueblo de Cárdenas se le bautizó simplemente «San Juan de Dios de Cárdenas».

La primera calle se llamó CALVO por el propietario José María Calvo; la segunda RUIZ por el hacendado Miguel Ruiz; la tercera AYLLÓN por el Gobernador de Matanzas Cecilio Ayllón; la cuarta VIVES por el Gobernador General Dionisio Vives; la quinta LABORDE por el Jefe de la zona marítima Angel Laborde; y las otras como Jénez, Cossío, Pinillos, Aranguren, Jerez, Franceses o Princesa, Obispo Espada, en recuerdo de otros tantos personajes de la época.

La plaza principal recibió el nombre de “Fernando Séptimo” por así llamarse el monarca reinante; más tarde se la bautizó con el nombre de “Parque de Colón”, así como la calle de Vives se llamó “Calle Real”, más tarde “Avenida de la Independencia” y “Avenida de Céspedes”, en recuerdo del padre de la patria Carlos Manuel de Céspedes.. pero todos le llaman Calle Real.

No se comienzan las gestiones para la construcción de la Parroquia de Cárdenas hasta el 1835. En 1843 la Junta de Fomento de la Habana rechaza unos planos presentados para la fabricación del templo, por creerlo pequeño en vista de la grandeza que iba alcanzando Cárdenas. Reunida gran parte de los materiales y del dinero necesario, se procedió a la bendición y colocación de la primera piedra el 6 de Junio, 1844.

A Cárdenas se le conoce también con el nombre de “Ciudad Bandera”, ya que en mayo de 1851 desembarcó el general Narciso López portando la que sería tomada en la Asamblea de Guáimaro del 10 de abril de 1869 como la enseña nacional de Cuba.

E1 17 de Febrero de 1867 publicaba la Gaceta Oficial de La Habana una Real Orden en que se eleva a la enaltecedora categoría de «Ciudad» a la que hasta entonces era la Villa de Cárdenas. En 1899 era Cárdenas la sexta ciudad de Cuba, con una población de cerca de 22,000 habitantes, pero su crecimiento durante el periodo republicano fue más lento. En 1953 era de 44 000 habitantes. Durante los últimos años de la república, Cárdenas retuvo su posición como ciudad industrial y comercial y fue puerto de embarque de veinte centrales.

Llamada también “Capital de las Primicias” cuenta dentro de su historia con la existencia de más de cien primicias, entre las cuales destacamos:

1585. Se funda por la familia Recio, con varios hatos y corrales ubicados en la zona de Cárdenas, el primer Mayorazgo Cubano y hasta donde se sabe, el primero de América Latina.
1847. Se funda por el sabio naturalista alemán Juan Cristóbal Gundlach, en las inmediaciones de Cárdenas, el primer Museo de Historia Natural de Cuba.
1850, 19 de mayo. Se iza por el General Narciso López y sus hombres, por primera vez en Cuba, en el Edificio La Dominica, la Bandera Cubana.
1862, 26 de diciembre. Se inaugura por Gertrudis Gómez de Avellaneda, su esposo y otras autoridades coloniales la primera estatua al Almirante Cristóbal Colón develada, pública y solemnemente, en América Latina.
1882. Se funda en la Ciudad el primer colegio Médico – Farmacéutico de la Isla.
1889, 7 de septiembre. Se inaugura el primer servicio público de alumbrado eléctrico de Cuba.
1884, Mayo. Comienza a funcionar en Cárdenas la primera Refinería de Azúcar que funcionó en el país.
1894, 25 de noviembre. Se establece en la Ciudad por el Dr. Fernando Méndez Capote la primera Clínica Ginecológica cubana.
1900, 22 de abril. Se inaugura en Cárdenas el primer Mausoleo dedicado a los Mártires de la Guerra de Independencia construido en Cuba en una plaza pública.
1918, 20 de mayo. Se inaugura en Cárdenas, para albergar las colecciones del Museo y Biblioteca Pública de la ciudad, el primer edificio construido para Museo en el país.
1936. La cardenense Rosa Amelia Toledo se convierte en la primera mujer en ocupar un cargo de concejal en Cuba.
1945 se realizan todas las pruebas requeridas para la obtención de la certificación y licencia otorgada por la Federación de Aeronáutica de Cuba al primer Planeador diseñado y construido en Cuba.

Cardenenses destacados son muchos, pero baste mencionar nombres como los doctores Domingo y Fernando Méndez Capote, el historiador Oscar M. de Rojas, los intelectuales Emilio Bobadilla (el famoso Fray Candil de Las polémicas), en el arte Conrado Massaguer o Armando Maribona o Carlos Miguel de Céspedes que llegó a vicepresidente de la República.

Imposible resumir en un publicación toda la grandeza que guarda la historia de esta ciudad, por algunos llamada: la Barcelona de Cuba.

CHAM BOM-BIÁ No te salva ni el médico chino…

16 sábado Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA

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Aunque esta frase realmente surge por Cham Bom-bia, botánico chino que alcanzó gran popularidad a finales del siglo XIX en nuestro país, en realidad hubo más de un médico chino en nuestra historia.

El primero del que existen referencias acreditadas es Kan Shi Kom que disfrutó de gran prestigio a mediados del siglo XIX en La Habana, donde residía en la calle Rayo esquina a San José y que a su muerte ocurrida en 1885 le siguieron unos funerales con gran pompa que fueron comentados en toda la ciudad.

También en Santiago de Cuba, otro médico botánico chino de nombre españolizado Don Domingo Morales, en la última epidemia de cólera en nuestro país (1867 – 1872) trataba a sus pacientes satisfactoriamente con masajes en las regiones axilares, práctica médica china recogida en una obra clásica del siglo XVI el “T’uei na pi kieu, o Tratado de los Masajes”.

Destacado también lo fue Liborio Wong, médico botánico de agricultores chinos en las cercanías de Manzanillo. Wong, cuyo verdadero nombre era Wong Seng, se incorporó al Ejército Libertador desde comienzos de la contienda y se destacó como capitán ayudante del Mayor General Modesto Díaz, con quien combatió valientemente y cuando se llevó a cabo el Pacto del Zanjón, fue de los que salvó el honor de Cuba, al mantenerse junto a las fuerzas del Mayor General Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá, por lo que fue considerado un héroe de la Guerra de los Diez Años (1868 – 1878).

Aunque muchos otros chinos que se destacaron en la cura de enfermos mediante el uso de plantas curativas, el motivo de esta publicación es sin dudas Cham Bom-biá, quien ha trascendido a nuestro imaginario popular, por ser el más conocido de todos los que ejercieron esta “profesión” y del que ha quedado en nuestro folklore la frase “No le salva ni el Médico Chino”.

Llegó a La Habana en 1858, con un contrato para realizar trabajos agrícolas en la localidad de Coliseo, en la provincia de Matanzas. No obstante, se las ingenió para continuar sus estudios hasta graduarse de Doctor en Medicina y de inmediato comenzó a ejercer como médico rural en el mismo lugar donde antes hacía sus labores en el campo.

Se le describe como “hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso” Vestía como los occidentales con una holgada levita de dril, pues en aquella época no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué.

Cham Bom-biá, perteneciente a la etnia Jaca, del sur de China, como tantos de sus compatriotas, agregó a su nombre el patronímico cristiano de Juan. Por el expediente promovido para adquirir la ciudadanía hispana en 1860 sabemos que tuvo residencia constante en la Isla desde que en 1854 se le concedió carta de domicilio en La Habana.

Acosado por denuncias de ejercicio ilegal de la medicina se traslada a Matanzas, con consultorio en la calle de Mercaderes esquina a San Diego en cuya ciudad ejerció con no menos popularidad que en La Habana. Una nueva acusación hace que en 1872 se traslade a Cárdenas, por ser esta ciudad en aquella época asiento de un gran número de chinos, lo que le garantizaba una mayor aceptación.

En Cárdenas, Perla del Norte, estableció su hogar donde tenía su propio dispensario para elaborar los medicamentos, aunque también se los confeccionaban en una farmacia china que existía en la Tercera Avenida número 211, en dicha ciudad.

Su domicilio era muy cercano al antiguo cuartel de Bomberos, en las calles Coronel Verdugo equina a la Avenida de Vives. En Cárdenas realizó curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana, devolviéndoles a muchos de sus clientes la salud, la vista, el uso de sus miembros. Falleció solitario en su propio domicilio, por lo que se hicieron conjeturas de que había sido envenenado por los familiares de un enfermo desafortunado, mientras otros alegaron el suicidio.

Fué el más conocido de los médicos botánicos chinos en Cuba. Su verdadero nombre era Chang Pon Piang, pero según los historiadores Roig de Leuchsenring y Portell Vilá, el habla popular cubano lo transformó en Cham Bom-biá que su significa en castellano “Sol Amarillo”.

Puede ser considerado, más que como vulgar curandero, como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos en la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales. No obstante, en Cuba se conformó una tradición propia en el uso de las plantas medicinales, que alcanzó su máxima expresión en la persona del sabio Juan Tomás Roig Mesa.

En el ejercicio de su carrera actuaba con absoluto desprendimiento, cobrando honorarios a los ricos, y conformándose con decirles a los pobres: “Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga”

Y nos deja también el conocido estribillo:
“Chino manila –Cham Bom–biá: Cinco tomates por un reá”

ALQUIZAR Allí nace de tu nombre el aroma y el dulzor…

14 jueves Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Municipios y ciudades

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El primer contacto de los españoles con este territorio se produjo cuando Cristóbal Colón en su segundo viaje a América, hizo escala en las costas de Guanímar el 11 de junio de 1494.

Ya por el año 1616, las inmediaciones de La Habana estaban muy cultivadas. El Capitán General de la Isla, Don Sancho de Alquízar, adquirió un corral a unas 7 leguas de La Habana, al cual dio su nombre, con el propósito de fomentar un cafetal. Y con 100 esclavos comprados a Don Antonio Rodríguez de Elvás comenzó el desarrollo agrícola de esta zona que cuarenta años después de su muerte, en 1619, ya era motivo de admiración para cuantos la visitaban.

El 16 de marzo de 1779 se funda, en el terreno donado por Doña Juana de la Osa, la “Iglesia de Alquízar” bajo la advocación de San Agustín, designándola el Obispo Hechavarría auxiliar de Quivicán. Su primer párroco fue Don Ambrosio de Maria Escobar. A su alrededor comenzaron las construcciones que dieron origen al pueblo de Alquízar. En 1806, el Obispo Espada le otorgo rango de Parroquia.

Contribuyó grandemente al desarrollo de esta zona, la emigración francesa desde Santo Domingo. La Revolución de Haití provocó que, a partir de 1796, emigraran hacia Cuba millares de colonos franceses, muchos de los cuales se establecieron en esta región donde fomentaron la siembra del café, uniéndose en poco tiempo un grupo numeroso de criollos y españoles, dando lugar al surgimiento de grandes haciendas cafetaleras y a su auge económico.

En el cafetal nombrado “Nuestra Señora de la Luz”, nació el 4 de noviembre de 1829, Álvaro Reinoso Valdés, iniciador de la era científica en la agricultura cubana y el más grande químico y agrónomo de todos los tiempos. De familia de hacendados cafetaleros interesados por la experimentación agronómica y botánica, desde muy joven se dedicó a estudiar el cultivo de maíz y del cafeto. Colaboró en la colecta de plantas para el Jardín Botánico de La Habana, por lo que recibió el título de corresponsal del Jardín Botánico. Estudió ciencia y medicina en Francia, donde realizó investigaciones químicas como la dedicada al éter, tema para su tesis doctoral en ciencias y en química fisiológica humana. Esto le permitió graduarse de Doctor en Ciencias en la Universidad de París. En otro cafetal, el “Buena Esperanza” propiedad de Eduardo Finlay, pasó su hijo el ilustre médico cubano Carlos J. Finlay, parte de su niñez y juventud.

El día primero del año 1879 fue creado su Ayuntamiento, siendo el primer Alcalde Don Francisco Gouaganchequirí, segregándose de Santiago de las Vegas. En el año 1826, Alquízar fue creada Comandancia de Armas, siendo residencia del Capitán Pedáneo. Para esta fecha su población ascendía a 670 habitantes, perteneciendo a la jurisdicción de Santiago de las Vegas. Sus construcciones se elevaban entonces a 100 casas: 36 de mampostería, y el resto de tabla y guano.

En la segunda mitad del Siglo XIX se desarrolló en sustitución del cultivo del café la industria azucarera. En 1860 existían en Alquízar seis ingenios con una producción destacada para la época.

El 5 de enero de 1896 este municipio es ocupado por las tropas cubanas al mando de los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo. A partir de ese momento muchos hijos de Alquízar se incorporan a la lucha armada por la independencia formando parte de los Regimientos Tiradores de Maceo y Calixto García. Durante la campaña, el General Máximo Gómez acampó cuatro veces en el ingenio “San Antonio” propiedad de Mamerto Pulido. En diciembre de 1898 entraron los mambises en Alquízar al mando del Coronel Isidro Acea Gil, en esta ocasión se izó por primera vez la bandera cubana y se tocó el himno Nacional entre gritos y aplausos de la población.

El 14 de septiembre de 1874 nace Gabriel Cubría Puig, quien el 3 de julio de 1906 realiza la primera cesárea de gemelos en Cuba, lo que constituye un acontecimiento trascendental para la medicina cubana.

Rubén Martínez Villena, quien en las décadas de 1920 y 1930 jugara un papel fundamental en la política y en la lucha contra la Tiranía de Machado, nace en Alquízar en 1899.

Nacido en 1901, Luis Marquetti Marquetti, uno de los más grandes compositores musicales de nuestro país cuya música ha recorrido todo el mundo en boca de intérpretes nacionales e internacionales. Desde los años 40 se destacó como autor y sus composiciones en las mejores voces del continente. Entre sus obras destacan los boleros «Plazos traicioneros», «Alli donde tú sabes», «Amor que malo eres», «Deuda, «Entre espumas», «Me robaste la vida y otros. También en la música, se destacaron figuras como René Cabezas, de nombre artístico, René Cabel, quien fue llamado el “Tenor de las Antillas” por su popularidad y que grabó para varias firmas disqueras y Orlando Morales, ejecutante de saxofón y clarinete, además de cantante, formó parte del famoso cuarteto de Carlos Faxas, el conjunto Casino y otras agrupaciones, después realizó su carrera en solitario; destacándose por sus éxitos sobre todo, con “la Copa Rota”.

Ya en la primera mitad del Siglo XX el cultivo fundamental del municipio va a ser el tabaco y su manufactura, surgiendo un fuerte movimiento obrero en este sector.

Y para concluir, unos versos del himno de este fecundo municipio:

Allí nace de tu nombre el aroma y el dulzor.
Allí crece tu esbeltez de surco y ola,
El vaivén de las cañas en la piel,
Y la esférica voz de la naranja.

CABARET SANS SOUCI Según algunos, el cabaret y casino más exclusivo de La Habana.

12 martes Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Vida nocturna

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El cabaret-casino Sans Souci, estaba en Arroyo Arena Km.15. Fue fundado en los días siguientes a la I Guerra Mundial. Llegó a ser uno de los lugares más populares del mundo y nunca –desde su inauguración hasta 1959- fue totalmente cerrado, aunque la derogación y la gran depresión redujo su funcionamiento cuando el comercio turístico disminuyó.

Debe su nombre al Sanssouci, que era el palacio de verano oficial de Federico II el grande, Rey de Prusia, en Potsdam, cerca de Berlín. «Sanssouci» es un término francés que puede traducirse como “sin preocupaciones”, simbolizando que el palacio era más bien un lugar de descanso y no un centro de poder. Lo mismo pensaron los fundadores del Sans Soucí en La Habana, porque ellos querían que todos los visitantes se sintieran como en su casa, alejados de las preocupaciones.

Arsenio Mariño, natural de Galicia y radicado en Cuba desde 1914, fue codueño del Sans Souci. Allí conoció a la que fuera su esposa y madre de su hija, la conocida actriz Yolanda Far, que junto a su hermana gemela debutaron como “Las hermanas Pfarry”.
Mariño vendió su parte al principio de la década de 1930, cuando marchó de gira por Suramérica con las hermanas Pfarry.

Aunque desconozco a los siguientes propietarios, sí puedo comentarles que Norman Rothman fue su gerente una temporada, y que Olga Chaviano fue la indiscutible estrella desde 1953 a 1955 que salió embarazada y tuvo a su primer hijo con Rothman en 1956.

En 1955 Lefty Clark de Miami, quien operaba algunos de los mejores casinos vacacionales de Florida, fue su nuevo administrador. Clark y sus asociados gastaron un millón de dólares en el reacondicionamiento del club, que terminaron en 1957. Estableciendo en un entorno rural y arquitectónicamente una villa española antigua, y unas modernas máquinas tragamonedas revistiendo sus paredes y salones.

Lefty Clark prácticamente reconstruyó y además amplió el Sans Souci. Después de su intervención se sentaban fácilmente 1.100 clientes. Y algo similar a Tropicana, le adicionaron un techo de cristal, para las noches de lluvia o mal tiempo.
Sua salones de juego contaban con las habituales mesas de ruleta, craps, black-jack y chemin de fer (conocida como «shimmies» en el mercado de juegos de azar). En el interior estaba el “Nevada Cocktail Lounge”, que tenía su propio espectáculo independiente del show de la sala principal.

Amante los grandes espectáculos, Clark ofreció al ex campión de boxeo peso heavyweight Rocky Marciano la cifra de 350.000 dólares por una pelea contra el retador cubano Niño Valdés en el club, y trató con figuras internacionales como Marlene Dietrich, Liberace y Susan Hayward, para que se encargaran del entretenimiento de temporada de 1957-58.

La nueva administración, en 1955, consideró cambiar el nombre de Sans Souci posiblemente por Copacabana o Copahabana, a fin de alejarse de la mala reputación anterior que tuvo el club por motivos del juego, pero finalmente consideraron que el nombre de Sans Souci era un hito de La Habana, y que la mejor manera de restaurar la respetabilidad sería simplemente operar de forma respetable. Ya en 1956, el Sans Soucí fue considerado el número tres de toda Cuba por el “Cabaret Guide Havana 1956”.

Sans Souci era tan importante que producía sus propios discos con la música que se interpretaba en sus shows. Con esta productora el cuarteto las D’Aida hizo su primera grabación y también Ernesto Aquino, virtuoso violinista, compositor y director de orquesta.

Después de remodelado el Sans Souci se llevaron a efecto excelentes y elaborados shows con coreografías exclusivas del magistral maestro Alberto Alonso, poniéndolo a la par de Tropicana.

Entre las personalidades extranjeras que animaron en este cabaret, podemos destacar a los norteamericanos Tony Martín, Frank Sinatra, Kirk Douglas o Nat King Cole y personajes como Mario Moreno (Cantinflas), Rocky Marciano o Libertad Lamarque. El debut en centros nocturnos de nuestra gran Rosita Fornés lo haría en el cabaret Sans Souci, en La Lisa, a principio de la década del 40.

La prestigiosa marca de relojes “Cuervo y Sobrino” diseñó unos relojes exclusivos para el Sans Souci fabricados en Suiza con 16 joyas. Esta compañía fue fundada en Cuba en 1882 y llegó a convertirse en la década de 1940 en un fuerte rival de prestigiosos relojeros de New York, Francia e Italia.

Y otra curiosidad: Marlon Brando, en su primera noche habanera fue al cabaret Sans Souci para encontrarse con su amiga la actriz y cantante Dorothy Dandridge que actuaba en el cabaret Sans Souci…. pero sobre la visita de Brando ya haremos una publicación..

LA CERVEZA EN CUBA La cubana desde 1841.

11 lunes Mar 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Gastronomía

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La primera cerveza entró a la Isla por Oriente y venía de contrabando desde Jamaica. No es hasta 1762, con la toma de La Habana por los ingleses, que se importaría de manera legal. Con la instauración del libre comercio entraría en grandes cantidades.

Unas 130 marcas, casi todas inglesas, se ofertaban en tabernas, cafés, bodegas e incluso en boticas. Había cervezas que se anunciaban como propias para la familia, incluso se llegó al extremo de recomendarlas para niños y mujeres en el período de lactancia. Las damas, según la prensa de la época, se inclinaba por la marca británica “Ale”: suave, clara y beneficiosa, decían, para los males del estómago. De cualquier forma, era de las cervezas de mayor demanda, junto con la “Cabeza de Perro”, también inglesa. Hacia 1850, tal arraigo tuvo entre los consumidores la marca “Tennet Lager”, que son muchos los cubanos que llaman “laguer” al espumoso líquido.

La cerveza cubana nace en 1841, cuando Juan Manuel Asbert y Calixto García empezaron a producirla en una fábrica en la calle San Rafael esquina a Águila. Trataron de elaborarla con el jugo de la caña de azúcar, que sustituiría a la cebada europea, pero el intento fue un fracaso y a partir de ese momento los criollos se contentaron con embotellar el refrescante líquido que llegaba en barriles desde el exterior.
Así lo estuvieron haciendo hasta 1883 que se instaló en la ciudad matancera de Cárdenas una fábrica para producirla. No duró mucho tiempo, pero en 1888 el alza de los impuestos sobre las importaciones aconsejó a los negociantes del patio su elaboración en Cuba. Surgía así en Puentes Grandes, “La Tropical”, primera cerveza cubana, con un producto de baja calidad. No demoraría en mejorar cuando maestros cerveceros franceses y alemanes, contratados especialmente, terminaron dándole a la cerveza el “toque” necesario.

En 1888 se fundó en La Habana la llamada «Nueva Fábrica de Hielo», articulada poco después a la fábrica de cerveza en Puentes Grandes. Allí comenzó a elaborarse “La Tropical”, bajo propiedad de Ramón Herrera Sancibrían, bisabuelo de Julio Blanco Herrera, quien con su tesón logra posteriormente producir el cincuenta y ocho por ciento de la que se elaboraba anualmente en el país durante los años 50.

En sus inicios, las marcas en el mercado eran la cerveza clara “La Tropical”, la Tropical Oscura “Excelsior”, la cerveza clara “Cristal Palatino”, cerveza tipo Munich oscura “Tivoli” y la “Maltina Tivoli”. La exquisitez de la marca transcendió las costas de la isla para ganar premios en Europa y Estados Unidos, los más significativos fueron los Grandes Premios en las Exposiciones Internacionales de Londres, en 1896, y Bruselas en 1897; Diploma y Gran Premio en la Exposición Internacional del Progreso, París, 1912; Medalla de Oro en la Exposición de Agricultura e Industrias de La Habana, en 1909 y 1911; Medalla de Bronce en la Exposición de San Luis, 1904, y sus medallas se exhibieron en la antigua etiqueta.
En terrenos anexos a la fábrica, Julio Blanco Herrera padre construyó en 1929 el estadio “La Tropical”, hoy Pedro Marrero. Este campo, sirvió de sede a los Segundos Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en 1940.

Había otras muy populares, como “Hatuey” y “Polar”. La primera traía un aborigen cubano en su etiqueta, y la segunda un oso blanco. Se promocionaban así: “La cerveza del pueblo y el pueblo nunca se equivoca”. Por su sabor exquisito, sus magníficas condiciones digestivas y sus resultados tonificantes.

La otra marca afirmaba: “Pida Hatuey. La gran cerveza de Cuba”, mientras que la publicidad Cristal insistía: “¡Cómo anima! ¡Cómo alegra! ¡Cómo estimula! Una cerveza extraordinaria”. Todo era cuestión de preferencia. Había cervezas importadas, pero no tuvieron demasiada aceptación, pese a que algunas marcas de procedencia norteamericana se presentaban en latas; toda una novedad en la época.

Antes de 1919, el “Santiago Brewing Company” fue fundada por el Sr. Eduardo Chibas. Durante este año, bajo la dirección de Don Enrique Schueg y Chassin, las instalaciones fueron adquiridas por la “Compañía Ron Bacardí SA”. La fábrica de cerveza “Hatuey”, situada en el barrio San Pedrito de Santiago de Cuba, fue comprada con el único propósito de construir una nueva destilería Bacardí. La nueva destilería fue inaugurada el 4 de febrero de 1922.

En sus primeros 21 años, la producción y las ventas en la fábrica de cerveza San Pedrito en Santiago de Cuba aumentó cinco veces. A fin de atender la creciente sed de Cuba por la Cerveza “Hatuey”, la Cervecería Modelo fue creada en 1947. Esta cervecería se construyó en 1947 a diez millas de La Habana en «El Cotorro». Siendo fiel a su nombre, era de hecho una cervecería modelo.

La calidad de la cerveza cubana fue tal que las similares extranjeras no lograban penetrar el mercado interno. Nadie podía competir en precio y calidad de las cervezas cubanas a pesar de que algunas firmas foráneas lo intentaban.

Por el año 1958, Cuba poseía cinco fábricas de cerveza que producían cerca de 30 millones de litros anuales para una población aproximada de 6 millones de habitantes. Si se tiene en cuenta el reducido consumo que del producto hacían las mujeres y los menores de edad, se puede inferir el alto consumo per cápita del producto entre los bebedores. El cubano de siempre ha sentido predilección por esta bebida.

El mayor consumo de cerveza tenía lugar en bares y cantinas y algunos preferían hacerlo en la “bodega” de la esquina. Allí, en un ambiente “familiar”, conversaban con el dependiente saboreando una cerveza espumosa, un vaso de ”laguer” con un “saladito” de jamón y queso o con algunas aceitunas, mientras en la vitrola sonaba el bolero del momento. ¿No es acaso el lugar ideal?

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