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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Publicaciones de la categoría: Cultura cubana

BRINDIS DE SALAS

28 domingo Feb 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Personajes, Sociedad

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Cuba, La Habana, música

Publicado por Derubín Jácome

Claudio José Domingo Brindis de Salas Garrido, llamado merecidamente como “el Paganini negro” o “el rey de las octavas”, nació en La Habana el 4 de agosto de 1852 en la calle Águila No 168, hijo legítimo de Claudio Brindis de profesión músico y de María del Monte Salas y Blanco, creciendo rodeado por una familia musical que desde muy temprana edad, impulsó su gusto por el violín.

Su padre, hijo de militar y también nacido en La Habana, el 30 de octubre de 1800, fue un notable violinista y contrabajista que, no obstante su raza, destacó en particular como director de orquestas, el más alto galardón a que podía aspirar un músico de su clase y de su tiempo en Cuba. Su orquesta de bailes fue, sin dudas, la más popular de su época, comparable y rival solo por la de otro músico negro, Ulpiano Estrada, del que ya les he comentado y al que venció por amplio margen en unas competencias musicales efectuadas en 1825.

Creció dentro de una familia “especial”. Un primo hermano de su padre, Manuel Parreño, era aficionado a la escultura, tenía dominio de los idiomas latín y francés, y ostentaba el grado de teniente del “Batallón de Leales Morenos”. Por la línea materna, no se quedaban atrás, en cuanto a distinción, ya que Manuel Blanco era capitán del “Real Cuerpo de Artillería”.

Pero sin dudas lo que más benefició a su padre, dato quizás menos conocido, fue el haber sido “hermano de leche” del que fuera “Conde de Casa Bayona”, a quien su madre amamantara junto a él. Razón suficiente para que creciera protegido por una de las familias cubanas de más alto linaje, la cual no dudó en cuidar de su instrucción.

Toda esta acomodada vida para un negro dentro de una todavía sociedad esclavista, concluyó de forma dramática cuando en 1844 acontece lo que conocemos como la “Conspiración de la Escalera”, donde tantos negros sufrieron los azotes de la “justicia” colonial, siendo llevado a la cárcel, torturado y expulsado de la Isla. Se le amnistió en 1850, pero nunca más pudo recuperar su posición de antaño. Murió ciego y en la mayor pobreza.

En este entorno familiar crece nuestro “Paganini negro”, iniciando sus estudios de música con su padre, posteriormente con José Redondo y completándolos con el belga José Van der Gutch. Con solo 11 años, en 1863 se presenta por vez primera ante el público habanero en el “Liceo de La Habana”, junto a su maestro belga y formando parte de una función en la que también ac¬tuaría Ignacio Cervantes. Para 1864 realizaría una gira con su padre y su hermano José del Rosario, también violi¬nista, por las ciudades de Matanzas, Cárdenas, Santa Clara, Cienfuegos y Güines. Luego viajará a México y se radicará en Veracruz, donde ofrecerá conciertos organiza¬dos por Joaquín Gaztambide.

Desde México se traslada a París para realizar estudios con Hubert Leonard, Charles Dancla y Ernesto Camilo Sivori, quien al parecer dejará huella en su estilo. En una revista de Agosto de 1886, encuentro una crónica cultural sobre una función en la “Sociedad de Conciertos”:

“… ¡Qué fiesta la del domingo! ¡Qué de arte, que de elegancia, cuanta buena voluntad! No sabemos, en verdad, como concentrar en una corta revista todo lo que habría de decirse de este concierto realmente extraordinario. Hubo tanto bueno! …Afirmar que el Sr. Brindis de Salas ha sido el héroe de la fiesta, no es decir nada nuevo. Hablar de las maravillas de su ejecución y del entusiasmo del público, es decir cosa que todo el mundo ya se figura. Nos contentaremos, por consiguiente, con decir que en la primera y última particularmente, de las piezas que nos hizo oir, nos recordó mucho al gran Sivori…”

En 1869 matricula en el prestigioso “Conservatorio de Música de París”, destacándose como ninguno, lo que resulta admirable sabiendo que para mediados del siglo XIX, la capital francesa era el centro musical del mundo. Se gradúa dos años más tarde, para comenzar una meteórica carrera que lo ubica rápidamente en la vanguardia musical del momento, presentándose en las salas de concierto más prestigiosas de toda Europa, en ciudades como París, Berlín, Londres, Madrid, Florencia, Viena, etc.

En 1870 gana un accésit en el concurso del “Conservatorio de París” y un año después obtiene el “Primer Premio” de este mismo concurso. Posteriormente comienza una gira por Europa, actuando en Florencia, Turín y Milán, ciudad donde se presen¬ta en la célebre “Scala de Milán”, recibiendo en todas sus actuaciones el entusiasmo de público y crítica, que unánimemente destaca su extraordinario dominio del auditorio, el fogoso temperamento que caracteri¬zaba su ejecución, su buen gusto y pureza de entona¬ción y virtuosismo, cualida¬des que particularizaron su interpretación y que ya las po¬seía cuando irrumpió en el mundo europeo.

En 1875 regresa a América donde es nombrado director del Conservatorio de Haití. De nuevo en Cuba, entre otras, actúa en el “Teatro Payret” en 1877 acompañado al piano por José Van der Gutch y en 1878 ofrece un concierto en la “Sociedad Filarmónica Cubana de Santiago de Cuba”. Regresa a México y en la capi¬tal mexicana se presenta en el “Teatro Arbeu”. Es en 1880 que viaja a Rusia para actuar en San Petersburgo, siendo el primer cubano en subir a un escenario en la capital de los zares.

En 1884 se traslada a Alemania y en 1886 regresa a La Habana, donde actúa en el “Gran Teatro” y en la “Sociedad de Conciertos”, actuación que antes citara. En 1887 se presentó en Nueva York y en 1889 viajó a Barcelona. En 1895 se presenta de nuevo en La Habana en el “Teatro Albisu”, partiendo después a una gira cuyo destino final sería Europa. Actúa en San¬to Domingo, Puerto Rico, Trinidad¬ Tobago, Jamaica, etc.

En 1902, después del recital ofrecido en Santa Cruz de Tenerife, regresa a Cuba, donde ofrece un concierto en el “Teatro Principal” de La Habana, posteriormente vuelve a Tenerife, viaje que repite en 1903. En 1911 va a Ron¬da, España, donde ofrece su último concierto en el “Teatro Espinel”. De España se traslada a Argentina, donde concluye su exitosa carrera.

BRINDIS DE SALASClaudio Brindis de Salas obtuvo varias condecoraciones y reconocimientos por su destreza interpretativa. Le distinguen con el “Botón de Caballero de la Legión de Honor” en Francia, la “Cruz del Águila Negra”, título de “Barón” del Imperio Alemán y el Emperador Prusiano le concede el título de “Barón”. Entre otros regalos, recibió como obsequio un violín Stradivarius en Argentina.

Sin embargo, después de alcanzar la gloria y los máximos honores posibles, triunfando en los más distinguidos salones de América y Europa, de haber vivido en una fastuosa mansión en Berlín, Alemania, casado con una aristócrata alemana con la que tuvo dos hijos, de haber sido nombrado músico de Cámara del Emperador, muere al igual que su padre, en la miseria y el olvido.

Fallece en Buenos Aires, Argentina, el 2 de junio de 1911, siendo enterrado en una fosa común hasta 1930 en que sus restos son llevados a Cuba para ser depositados en el Panteón de la Solidaridad Musical de La Habana. Actualmente sus restos descansan en una lápida ubicada en la “Sala de conciertos de la Iglesia de Paula”, en La Habana Vieja.

Para concluir una nota extraída de una entrevista que se le realizara después de uno de los conciertos celebrados en Tenerife y que no sería publicada hasta el mes siguiente de su muerte, en la revista “Cuba en Europa” de Julio de 1911.

“…En sus ojos de ébano fulguraba la triple irradiación de su alma de tropical, de artista y de bohemio. Había tocado, en efecto, admirablemente. En él las dos cualidades de su raza, raza música por excelencia, estaban como sublimadas: el oído finísimo y el sentimiento … vivificado por la cultura artística y los viajes. Era músico Brindis de Salas hasta la punta de sus uñas rosadas como las de una mujer. Vibraba como una mujer. Daba la sensación de la inquietud perpetua, al menos cuando yo lo vi. La embriaguez dionisíaca, diría Nietzsche, parecía poseerle…”

CUBA EN LA MEMORIA 28/02/2016

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PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIX

27 sábado Feb 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

A mediados del siglo XIX, no obstante prevalecer en Cuba un régimen esclavista, ya existían en la Isla un grupo de criollos que formaban parte de la llamada “pequeña burguesía negra”, compuesta por los llamados “pardos” y “morenos”.

A los que habían comprado su libertad se les llamaba “coartados”, y “libertos” los que por diferentes motivos habían sido liberados por sus dueños. A los nacidos de madres que ya eran libres, se les llamaban “ingenuos”. No dispongo de información que justifique la razón de estos términos, pero así constan en los diferentes documentos o publicaciones en que se les referencia. Para los de origen extranjero, ya llegados libres a la Isla, no existía una terminología específica para designarlos.

Se conoce que la mayoría de ellos se desempeñaron como artesanos, oficio que al parecer controlaban. Refiriéndose a éstos en 1830, José Antonio Saco escribía “… así fue que todas las artes vinieron a ser patrimonio exclusivo de la gente de color…”

Pero los criollos de origen africano ejercían diferentes ocupaciones, entre las más comunes las de zapateros, sastres, peineteros, funerarios y capataces. Sastres había muchos y de algunos tenemos referencia por la literatura. De la novela “Cecilia Valdés” conocemos a Uribe. Francisco de Paula Uribe fue uno de los más famosos sastres que tuvo La Habana y contaba en su clientela con los más importantes y ricos personajes de la capital. Y aunque parezca increíble, era considerado uno de los más grandes dueños de esclavos, entre los de su clase.

Si Villaverde ubica en la novela a Uribe y a otros destacados negros y mulatos de la época, es evidente que lo hace para conseguir un efecto de verosimilitud en su historia, mezclando la presencia de estos personajes, muy conocidos de la sociedad habanera de principios del XIX, junto a sus personajes de ficción.

El moreno José Agustín Ceballos dirigía la mayor cuadrilla del Muelle de la Contaduría con 160 jornaleros. Ser capataz de muelle era una posición privilegiada que producía ingresos elevados que le permitían comprar casas y esclavos. Llevaba una vida de ostentación, con esposa y varias “amantes”. Llegó a poseer seis casas, un capital de 25,000 pesos y…7 esclavos. Otro moreno libre, Juan Bertaut, considerado el negro más rico de Cuba, poseía 140 casas y un capital de 175,000 pesos.

Una de las mejores agencias funerarias, que contaba con dos locales en la ciudad, era propiedad de un pardo, Félix Barbosa. Sus servicios eran utilizados por toda las capas de la población habanera, incluyendo militares y eclesiásticos, ya que su negocio era considerado “de primera clase”, teniendo inclusive la exclusividad de un modelo de sarcófago de patente norteamericana, para difuntos también de “primera clase”.

Ejemplo del poder económico de esta naciente burguesía negra es el entierro, realizado por Barbosa, para una morena libre, María Josefa Fiera de nación carabalí, la que tuvo un sepelio de “primera clase” acompañado por ocho lacayos. Barbosa era propietario de dieciséis casas y esclavos, valorados en 45,000 pesos. En extramuros, y de no menos importancia, se encontraba otra funeraria, la de Francisco Barroso.

Pero también se destacaron en la literatura, como Juan Francisco Manzano, quien inició su obra aún siendo esclavo; o Gabriel de la Concepción Valdés “Plácido”, del que ya publicamos y que comenté que era de origen humilde y expósito de la casa cuna.

En la pintura encontramos otros ejemplos destacados de la presencia de personas de origen africano: Vicente Escobar y Flores llegó a ser incluso Director de la Academia de Dibujo de San Alejandro. Su familia llegó a acumular una gran fortuna y prestigio por sus acciones en la Milicias Habaneras. Incluso fue nombrado “Pintor de Cámara” por María Cristina, la Reina Regente y se le otorgó el título de alumno de la “Real Academia de Bellas Artes” de Madrid.

En la música destacaron varios compositores e intérpretes, algunos como Tomás Vueltas y Flores que compuso piezas de baile muy populares y otros que con éxito hicieron música de salón y tocaban y componían las mal llamadas “piezas de blancos”. Vueltas destacó por componer contradanzas en el mejor estilo.

Destaca el violinista, compositor y director de orquesta negro Ulpiano Estrada, director de una famosa orquesta de la capital que tocaba magistralmente el “minuet de corte”, aunque ya no estuviese de moda. La cantante negra María Gamboa, actuaba en 1851 en Madrid, París y Londres, donde fue muy aplaudida y elogiada. Se le conocía como la “Malibrán Negra”y estaba casada con un oficial, Mariano Martínez, de Sevilla.

Claudio Brindis de Salas (padre) , autodidacta, era ejecutante de contrabajo y violín, dirigía el conjunto “La Concha de Oro” y además impartía clases de baile en la sociedad habanera. Poseía además una hermosa voz de barítono, lo que hizo que en alguna ocasión su timbre perfecto fuera elogiado por el propio Marqués de Someruelos. Este dato nos confirma que su entorno social no se limitaba solo a los sitios frecuentados por los negros libres. Su hijo, Claudio José, conocido como “el “Paganini de Ébano”, le superó con creces y triunfó en escenarios de Turín, Milán, Florencia, Berlín, San Petersburgo y Londres, aunque falleció en la pobreza en Buenos Aires.

También en “Cecilia Valdés” encontramos el siguiente comentario: “…Uno tras otro, cuantos hombres de cierto viso llenaban el baile aquella noche, … vinieron a saludarla y rendirla homenaje, cual saben rendirlo los negros criollos de Cuba que han recibido alguna educación y se precian de finos y atentos con las damas…”.

Muchos criollos pardos y morenos se destacaron en las milicias, incluso llegando a ser oficiales. José Herrera “Tondá”, protegido por del Gobernador Vives, fue Teniente de Batallón de “Milicias de Morenos Leales de La Habana”.”Tondá” se ocupaba de los problemas de justicia de los “delincuentes “de color”, predominante en algunos barrios de la ciudad. Consecuencia de ello, murió asesinado durante el desempeño de esta labor. Otro pardo, Lorenzo Meléndez, Teniente de Granaderos, llegó a tener ciento veinte alumnos en su Escuela, de los cuales solo la tercera parte eran blancos.

En profesiones como dentistas, flebotomianos y parteras, llegaron a ser numerosos e incluso mayoría. Entre los dentistas podemos destacar, por su éxito y clientela, a Charles Blackely, de origen estadounidense y graduado en Londres, que ejercía en La Habana y Matanzas. En esta última, también con buena clientela, los dentistas Andrés Dodge y Tomás Vargas.

PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIXEn La Habana había doce parteras y siete de ellas eran de origen africano. En la Academia de Parteras, donde se cursaban estudios por dos años para la obtención del título, existía un numeroso alumnado “de color”, el cual recibía sus clases los sábados, a diferencia de las de raza blanca que asistían los miércoles. También hubo maestras, como Juana Pastor, parda libre a la que se le autorizó licencia para establecer una Escuela “de su clase y sexo”.

Fueron comunes los enlaces matrimoniales entre familias de “clases de color” con propiedades y un mayor nivel económico. Poseedores de casas, esclavos, dueños de negocios y rangos militares, se unían en matrimonio con quienes favorecían el aumento de sus capitales. Seguían las pautas trazadas por la burguesía colonial para constituir una clase favorecida dentro de su propio grupo. El barrio de Jesús María, donde vivían muchas familias acomodadas de color, se destacó por la celebración de matrimonios y “por ser favorable a los nacimientos legítimos...”

También los hubo herederos de fortunas. Santiago Pimienta, hijo del sacerdote Nicolás González Chávez, heredó, entre otras haciendas, el potrero “La Paciencia” en el hato Canímar. Aún más destacable la actitud del hacendado español Esteban Santa Cruz, que a sus hijos, tenidos con esclavas, los envió a estudiar a los Estados Unidos, acompañados por secretarios para su mejor desenvolvimiento en ese país.

Caso destacado es la negra Rosario Neyra, que en 1762 ya era dueña de un Ingenio, heredado de su padre Juan Gregorio Neyra, considerado como el “moreno” más rico en la primera mitad del siglo XVIII. Una descendiente de esta familia fue una de las primeras parteras graduadas que ejerciera en la ciudad.

La presencia de un gran número de individuos “de color”, en situación económica ascendente, cuya permanencia y crecimiento era cada vez mayor, fue motivo de preocupación para el régimen esclavista. Con la llegada del general O’Donell y su nombramiento como Capitán general y Gobernador de la Isla, todo cambió. Su gobierno, respondiendo a las presiones de terratenientes, traficantes de esclavos y militares, comienza en 1844 una represión sangrienta contra la población “de color”.

Hechos como la “Conspiración de la Escalera” donde murieron más de trescientas personas, encarceladas más de seiscientas y expulsadas de la Isla otras cuatrocientas, demostraba su interés por la continuidad de la trata de esclavos y su actitud respecto a la naciente pequeña burguesía libre de origen africano, la que constituía “un mal ejemplo para los esclavos”. Entre los fusilados estaban el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, el dentista Andrés Dodge, el rico propietario Santiago Pimienta y el violinista y Director de orquesta José Miguel Román…

Posteriormente la división entre criollos y peninsulares se hizo más fuerte y prueba de ello es el siguiente texto de un visitante a la Isla: ..”los españoles peninsulares envidiosos de los criollos siempre están burlándose de ellos, principalmente de los nobles a los que llaman aristócratas del azúcar”…

Como dijera Jacinto Benavente…”Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia…”

CUBA EN LA MEMORIA 27/02/2016

ORIGEN DE CUBA -LEYENDA

30 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Curiosidades, Fechas históricas

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Cuba, evento, leyendas cubanas, origen de Cuba

Publicado por Derubín Jácome

Una curiosa leyenda nos cuenta la formación de la tierra cubana.

“…Sabido es que para los indios el sol, la luna y las estrellas salían de las cuevas de Jobobaba, en la isla de “La Española”. En estas cuevas habitaba Maniatibel, dios subalterno que vivía en perpetua oscuridad, hasta que un día asomándose a la boca de la cueva, descubrió la luz y se enamoró de ella. La poseyó, ignoramos como, y de ella tuvo una hija, Cuba.

Cuando esta virgen era ya una hermosa doncella, la persiguieron los dioses con sus lúbricos deseos; pero la hija de la luz, no podía ser manchada por el contacto carnal. Huyendo por todos los ámbitos del “Turey”, el cielo según los taínos, para no caer en los brazos de sus perseguidores, rasgó las nubes y se arrojó al mar. Allí quedó dormida, meciéndola suavemente las ondas.

Sus lágrimas fueron ríos; de sus senos surgieron los montes, de sus cabellos los bosques; de sus pestañas las palmeras; y fue por su origen divino la más hermosa y mejor y de las tierras, en donde eternamente debía brillar el sol y florecer la primavera…”

Esta hermosa leyenda es recogida por José Güell y Renté en sus “Leyendas Americanas” (Madrid, 1856), pero existen muchas otras leyendas que les podría relatar, semejantes en su espíritu poético y delicada invención de estos ensueños de la tradición. Pero de la historia verdadera de nuestros primeros pobladores poco o nada ha llegado hasta nosotros. Solo noticias confusas llevadas a las páginas de los cronistas del descubrimiento, con frecuentes contradicciones.

De la época de la Conquista, son conocidos los incidentes de Hatuey, que vencido por los españoles y que, antes de ser quemado en la hoguera, le mostraran la cruz para su conversión a fin de que pudiese ganar el cielo, negándose obstinadamente, sabiendo que a ese mismo cielo iban sus opresores; o el de la hecatombe de indios que dio nombre a la ciudad de Matanzas. Pero poco más conocemos.

Para Güell, los verdaderos héroes y símbolos de la historia nacional cubana fueron sus víctimas, proponiendo una interpretación radicalmente distinta de Colón y de sus legados. En lugar de un benefactor, consideraba a Colón culpable de exterminar a una civilización entera de la faz de la Tierra, permitiendo que se les explotara y obligara a trabajar en sus propias tierras como esclavos y que aprobara tantas crueldades, despoblando la Isla al filo de la espada de sus marineros y soldados.

ORIGEN DE CUBA -LEYENDA

De nuestros siboneyes comentaba “… era de los pueblos más mansos, más generosos y más hospitalarios del mundo…” los siboneyes sobresalían a los demás indios de América afirmando que no ha existido en ningún país del Universo un estado social tan perfecto en su género. No necesitaron de los impresionantes monumentos y construcciones que legaron otras culturas precolombinas, porque respecto a la felicidad humana, eran muy superiores al resto, tenían el paraíso.

José Güell y Renté, nace en La Habana en 1818 y es bautizado en la iglesia parroquial del Espíritu Santo el 14 de septiembre de 1818. Hijo de padre catalán y de madre oriunda de la villa de Guanabacoa. Cursó la primaria en el colegio de Cubí y Soler y el bachillerato en el Seminario. En 1838 se graduó de doctor en Derecho Civil en la Universidad de Barcelona. Colabora en el periódico La Guirnalda (1842), de Matanzas.

A pesar de todos los obstáculos clasistas, contrae matrimonio, en Valladolid, con María Josefa Fernanda Borbón y Borbón, hermana del rey consorte de Isabel II, don Francisco de Asís de Borbón. Es desterrado y se traslada a Francia, donde residió cuatro años y conspiró a favor de los generales isabelinos O’Donell y Espartero. Junto a ellos, en 1854, contribuye a la sublevación de Valladolid, ciudad en que poco después es designado como diputado para las Cortes Constituyentes.

Desde esta tribuna hizo público y reafirmó que su matrimonio “aristocrático” no le había alejado de sus ideas democráticas “…soy hombre del pueblo, venido aquí por el pueblo y para el pueblo…».

Después de la paz del Zanjón, en 1879, en Cuba, fue electo senador por la “Universidad de La Habana”, abogando siempre por la abolición de la esclavitud, y también renovó el proyecto ya iniciado desde 1864, de erigir un gran edificio para la Universidad de La Habana.

Al igual que de la historia de los primeros pobladores de nuestra Isla, también es poco conocido por nosotros la vida de este cubano, que independiente a su vínculo con el poder español, tuvo una mirada tan amorosa y entrañable sobre la tierra que le vio nacer. Sirva esta publicación como recuerdo y homenaje.

CUBA EN LA MEMORIA 30/12/2014

LA NAVIDAD

24 miércoles Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Religión

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Cuba, evento, navidad, nochebuena, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

Al igual que la celebración de la Nochebuena, la colonización española también introdujo sus tradiciones católicas y paulatinamente se establecieron en nuestro país estas costumbres heredadas de la Metrópoli, las que tuvieron un gran arraigo en nuestra población. Bajo el término de “Navidad” se consideraban los festejos que se realizaban durante los últimos días de diciembre y los primeros del año siguiente, es decir, la Nochebuena, de las que ya les comenté, el 25, Fin de Año, Año Nuevo y el Día de Reyes.

La colonización española nos trajo sus tradiciones católicas y con ellas se establecieron en el país su uso y costumbres. Desde el inicio, la Iglesia católica organizó festividades de acuerdo con su liturgia. Entre las más antiguas están las del Corpus Christi y las de Navidad. Estas celebraciones eran familiares y surgidas con el fin de celebrar el nacimiento del niño Jesús, según el ritual católico, y estaban precedidas por las misas y rituales propios de esas fechas.

El 24 de diciembre, como ya les comenté, se celebraba la Nochebuena, víspera de Navidad, que es la fiesta familiar por excelencia. La ocasión ideal para la reunión de todos los miembros de la familia, aunque no vivan bajo el mismo techo. Como ya les comenté, en la cena tradicional no faltaba el lechón asado, el congrí, la yuca con mojo y postres caseros. Y aunque actualmente se acompaña con vino y cerveza, en épocas pasadas primaba el agualoja y el ponche de leche; ambos de confección casera. No faltaban los turrones de procedencia hispana y otras golosinas como dátiles, nueces, avellanas, mazapán, etc.

Como bien me recordó Francisco Piorno Giro en su comentario, olvidé mencionar aquellos deliciosos moscateles y vinos dulces o tintos, las cervezas Hatuey, Polar o Cristal, las esperadas manzanas…; el incienso, la mirra y los villancicos. Y ahora también agrego la costumbre de enviar postales de felicitación.

El 25 de Diciembre se conmemora la natividad de Jesucristo y es una de las fiestas más importantes del mundo cristiano. Su origen se sitúa en los cultos paganos antiguos y antiguamente formaba parte de una actividad triple: bautismo, natividad y epifanía. Es en el año 350 que el Papa “Julio I” sugiere que el nacimiento de Jesús, de fecha desconocida, sea celebrado este día; Cuatro años después, en el 354, el “Papa Liberio” lo decreta como la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret. Es decir, que es en el siglo IV que se fija el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesucristo y se dejó el 6 de enero como fecha propia para festejar el bautismo.

La iglesia identifica esta fiesta con la paz, pues con el nacimiento de Cristo, enviado por Dios al sacrificio expiatorio en la tierra, surge la posibilidad de lograr la paz de todas las clases nucleadas en torno a la misma fe religiosa. Aunque ese día se comía en casa un menú similar al del día anterior, era frecuente que se sirviera pavo asado relleno.

Desde la colonia fue común celebrar el 25 de Diciembre con bailes en las diferentes sociedades de ciudades y pueblos. Recuerdo, de pequeño, el revuelo en casa con los preparativos de la ropa que lucirían las féminas de mi familia, esa noche, en la sociedad del “Central España”, en Matanzas, donde se contaba con presencia de lujo de la Orquesta Riverside y su inolvidable cantante Tito Gómez. Soy nativo de ese central azucarero y cuento mi experiencia, aunque me imagino que cada uno de los que ya somos “mayorcitos” tendrá la suya, mejores…o peores, porque imagino que no todos la celebraban de ese modo.

También eran populares las verbenas y tómbolas durante estos días, donde por un módico precio se obtenía la entrada y se disfrutaba de juegos diferentes, rifas, bailes y consumo de bebidas, comidas y todo tipo de chucherías.

Para el Fin de Año, 31 de diciembre, también era frecuente la celebración en familia con un menú similar al de Nochebuena, pero con las tradicionales 12 uvas, una por cada campanada del reloj, que se consumían al filo de la medianoche. Con ello se despedía al año viejo y se le daba la bienvenida al nuevo. Siempre lleno de promesas, que casi nunca se cumplían y de peticiones de salud, dinero y amor para nuestros seres queridos. Con la última campanada, de inmediato todos se felicitaban, abrazaban, besaban y se daban muestras de cariño, especialmente los novios, que en la algarabía creían librarse de la mirada de los suegros o las chaperonas.

Con el paso del tiempo esta celebración fue cada vez menos familiar y se celebraba en casa de amigos o en lugares nocturnos o salones, especialmente decorados con motivos navideños, que ofrecían cena y diferentes actividades que garantizaban la diversión hasta bien entrada la noche. En algunas ciudades se podían contemplar los espectaculares fuegos artificiales.

En las zonas rurales del país, durante las fechas antes señaladas, se desarrollaban actividades festivas no sólo familiares, sino que incluso se organizaban los guateques campesinos, con la participación de gran parte de la población.

Aún nos queda el 6 de enero, día de los reyes en la liturgia católica, que inicialmente se celebró, de forma espontánea, por los distintos cabildos de negros que corrían la ciudad en busca de aguinaldos, lo que ya también les he comentado en otra publicación. Los tres Reyes Magos, según la leyenda, traían regalos y juguetes a los niños que habían cumplido sus deberes cristianos. Era común para esas fechas que las damas “de la alta sociedad” hicieran gala de bondad y altruismo regalando juguetes a los niños pobres, cuyos padres no disponían de recursos económicos.

Si bien en sus inicios estas festividades tuvieron un origen religioso, ya durante el siglo XX se fueron reconvirtiendo en festejos en los cuales la población disfrutaba plenamente sus múltiples elementos laicos.

Las características antes citadas y comunes en estas fiestas, constituían las más generalizadas del país, también podían existir variaciones. Por ejemplo, en Sancti Spíritus, me han comentado que se celebraban los «fandangos», que se trataba de una celebración que ponía término a los recorridos que realizaban por la Nochebuena. Para estos días se ornamentaban los salones, con motivos alegóricos a la fecha de Navidad y se improvisaba un salón de baile iluminado con antorchas y farolas dispuestas en la entrada del salón. Estoy seguro que existieron otras variantes, teniendo en cuenta la imaginación y los deseos de fiesta de los cubanos.

Pero lo que no queda duda es que para la Navidad se hacían grandes preparativos en arreglos y ornamentación de edificios, casas particulares y las calles. Los centros comerciales aprovechaban la oportunidad para decorar sus vidrieras con motivos acordes a las fiestas, donde compartían protagonismo tanto los venados con trineo, las flores de pascua, los árboles de navidad, los Reyes Magos o Santa Claus. A la par de generarse una gran propaganda comercial con el fin de vender los productos que a manera de presente, se hacían durante los días señalados.

LA NAVIDAD

En los hogares, eran comunes los árboles de Navidad, cargados de luces de colores, bolas y adornos, rematados en su parte superior por una estrella u otro remate de adorno. Cada año se comercializaban nuevas bombillas, intermitentes, con formas diferentes; y otros accesorios, como el “cabello de ángel”, que lo hacían cada vez más espectaculares. En su base se colocaba el “nacimiento” de Jesús con figuras de yeso o incluso de cartón. Algunos lograban verdaderas escenografías recreando el entorno del pesebre con montañas, pequeño lago o rio de espejo y campiña donde pastaban las ovejas.

Bajo este árbol depositábamos las cartas, a los Reyes, con nuestras solicitudes de juguetes; y era allí donde esperábamos encontrarlos al despertar la mañana del 6 de enero. En mi casa, además, les dejábamos una taza de chocolate caliente a los Reyes y yerba para los camellos, que por supuesto siempre consumían… Con cuanta ingenuidad e ilusión se vivían esos momentos.

Bailes, verbenas, fiestas y tómbolas con una oferta generosa de todo tipo de artículos, comestibles y fiambres. Adornos, vidrieras llenas de magia y llamativos anuncios lumínicos; pero, sobre todo, un ambiente general de alegría. Y aunque soy consciente de que para algunos sectores de la población su situación económica no era la mejor, no tengo duda de que todos esperaban estas fechas con alegría para celebrarla lo mejor posible, según sus posibilidades.

Porque somos cubanos y este espíritu no nos ha abandonado, ni nos abandonará nunca. ¡¡¡FELICES FIESTAS A TODOS!!!

CUBA EN LA MEMORIA 25/12/2014

LA NOCHEBUENA

23 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Gastronomía, Religión

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comida cubana, Cuba, evento, Religión, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Poco después de la llegada de los españoles a Cuba, ya las tradiciones navideñas integraron nuestro patrimonio religioso y cultural. Estas tradiciones responden a una cultura heredada, pero muy pronto adaptada a las condiciones propias de nuestro país.

Fueron los colonizadores españoles los que introdujeron la cría del cerdo en Cuba y el cerdo, puerco o macho, asado, como quiera que se le llame, se conviirtió en el protagonista de la Navidad cubana. En las ciudades se utilizan generalmente las piernas o las paletas, pero donde las condiciones son más propicias se le cría, o compra, para sacrificarle en tal importante celebración.

En Cuba, después de la cena, muchos concurrían a la “Misa de Gallo”. Pero a partir de 1969 las fiestas fueron eliminadas oficialmente y no fue hasta la visita del Papa Juan Pablo II, que en diciembre de 1997 se volvió a declarar el 25 de diciembre como día feriado no laborable. No obstante durante esos 28 años en muchos hogares cristianos se adoraba en la intimidad el nacimiento del Niño Jesús, y se recordaban a los Reyes Magos del Oriente.

Pero como la comida es una parte importante de la tradición navideña cubana, lo que si nunca dejó de celebrarse, de una u otra forma, fue la “cena de Nochebuena”. Y los cubanos de la Isla, con esfuerzo, esa noche siempre ponen en su mesa todo lo mejor que pueden conseguir….que para eso estaba el mercado negro. Por suerte ahora ya existen los mercados, los “agro”, y aunque los productos les resulten demasiado caros, no sé como lo hacen, pero los compran.

La comida tradicional de nuestras mesas el 24 de diciembre es el lechón asado, arroz congrí o arroz y frijoles, viandas (yuca, malanga, boniato) con mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo. También acompañan ensaladas o plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones.

Los dulces no faltan en la mesa navideña. Según el gusto, o las posibilidades, se comen turrones de yema, alicante, jijona, frutas u otros o de producción casera como el dulce de coco, los cascos de guayaba o naranja, el boniatillo, la calabacita china.

Lo más tradicional, que no podía faltar, eran los buñuelos. En forma de ocho, eran confeccionados a partir de una base hecha de viandas y harina, después fritos y servidos en almíbar o acompañado por algunos de los otros postres caseros antes mencionados. Al servirlos se bañaban con un almíbar de azúcar y anís. Los postres, que con tanto esmero hacían nuestras abuelas, han pasado de generación en generación y también forman parte de la tradición en las celebraciones navideñas cubanas.

Con frecuencia, la fiesta comenzaba desde la noche del 23, cuando las madres adobaban el lechón y ponían en remojo los frijoles negros. En la mañana del 24, muy temprano, en el campo, o en casas con patio, se preparaban las condiciones para asarlo. Se preparaba el “horno” en la tierra y se procedía al asado, ya fuese “al pincho” o sobre un bastidor de metal improvisado. El puerco se colocaba sobre una camada de hojas de guayaba, labor casi siempre a cargo del hombre de la casa y de los hijos varones. Y por supuesto, acompañada esta labor por abundante cerveza, los sabrosos “chicharrones” y las tan exquisitas “masitas fritas”.

El lechón era el anfitrión de la comida y cocinarlo era todo un ritual. Se asaba la pieza o el animal entero según eran las posibilidades económicas. Mientras se asaba, se untaba con mojo para que adquiriese ese sabor que cuesta olvidar. Ese adobo que permite el sabor y olor tan característico de la Nochebuena cubana. Y aunque cada familia poseía su «mojo especial», era común la naranja agria, especias y sal. Al menos yo no conozco mejor aliño que la tradicional mezcla de ajo y sal en el mortero, para tener al final esa pasta media blanca-amarillenta, y entonces sumarlo al jugo de la naranja agria con algo de pimienta negra molida y hojas de laurel…

En la parte occidental de la Isla, existía una variante: «la caja cubana» , que es una de las pocas formas de asado en que el carbón o braza va encima y no debajo de la carne; y ambos cerrados casi herméticos y mejor aun enterrados. Es, según dicen, como mejor queda la piel del lechón y es algo para chuparse los dedos, por lo crujiente y suave de la piel al terminar.

También podía llevarse el lechón a las panaderías, donde por un mínimo precio, lograban en sus hornos una cocción perfecta. Aunque realmente el placer era hacerlo en casa y eso formaba parte de la tradición y la fiesta…

LA NOCHEBUENA

Las tradiciones Navideñas, parte del patrimonio religioso y cultural de nuestro pueblo, están arraigadas en su memoria histórica. Fue y es la temporada festiva más esperada por los cubanos. Por su aceptación casi universal, la Navidad es la única celebración que impone normas similares a gentes de diversas culturas, idiomas y razas.

A pesar de la influencia norteamericana, en Cuba la Navidad se celebraba a la española por herencia de nuestros antepasados. Desde los días previos a la Nochebuena hasta Reyes eran días mágicos de planeamiento, de compras de víveres, regalos y envío de tarjetas postales. Se decoraban los hogares, las tiendas, calles y ciudades, rebosantes de luces y colores.

La cena de Nochebuena era una de las fiestas familiares más importante del año, y ya fuera una cena íntima entre pocas personas, o una enorme fiesta familiar, era la ocasión para reunir la familia, sentarnos juntos, conversar, vernos. Y esos recuerdos son imposibles de olvidar…

Hoy reunir toda la familia es casi imposible, pero estemos donde estemos, celebramos la Nochebuena y de seguro que nuestros seres queridos están con nosotros, al menos en nuestros recuerdos y nuestros corazones.

¡ Tengan una feliz Nochebuena ¡

CUBA EN LA MEMORIA 23.12.2014

CUBA, TABACO, VITOLFILIA

19 viernes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana

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Cuba, tabaco cubano

Publicado por Derubín Jácome

La Industria Tabaquera en Cuba, ya realmente importante en Cuba desde el siglo XVIII, comienza su potente despegue a principios del siglo XIX al amparo de la liberalización del comercio. Recordemos que desde el 11 de abril de 1717, por Real Cédula, se estableció la Factoría y Estanco del Tabaco que estuvo en vigor hasta junio de 1817 en que Fernando VII abolió los privilegios de la factoría, suprimiendo el estanco y decretando la libertad del comercio del tabaco.

Para esa época la estampa litográfica ya se utilizaba con éxito en multitud de productos en forma de etiquetas, carteles y anuncios tales como: jabones, licores, dulces, perfumes o cerillas. Pero el origen de las “vitolas” o anillas de los tabacos, aparece a principios del siglo XIX.

Siendo Cuba el origen de esta industria tabaquera y dada la fama de sus tabacos por encima de los de otras regiones, comenzaron a utilizarse las anillas como marca que ayudara a identificar y diferenciar dichas industrias. Se cree que las «fajas» que rodeaban sujetando unos cuantos tabacos fueran el origen de la vitola, que cumplía además la función de evitar que los dedos se manchasen de los alquitranes del puro mientras se fumaba.

A mediados del siglo XIX los tabaqueros cubanos buscaban distintas formas de protegerse contra fraudes y falsificaciones, y comenzaron a distinguir su producto con vistosas y coloridas estampas. Como la litografía ya era una industria desarrollada que era capaz de producir impresiones de calidad a un precio muy competitivo, ambos factores propiciarían un rápido desarrollo y perfeccionamiento, tanto de los fabricantes tabaqueros como de las imprentas litográficas, obligándolos a superarse día a día en calidad, diseño, originalidad y belleza y poder ofrecer un producto de máxima calidad y presentación.

Se desconoce quién introdujo oficialmente esta actividad en Cuba, pero los investigadores de este interesante tema referencian a dos figuras:
Al dominicano Juan de la Mata Tejada, que realizaba litografías en un taller doméstico de Santiago de Cuba, donde desarrolló este arte en las primeras décadas del siglo XIX, y al francés Santiago Lessier y Durand, con un taller que estableció en La Habana.

También reconocidos artístas de la época, como Eduardo Laplante y Barcou, Alejandro Moreau y Federico Mialhe Toussaint, quienes con su experiencia en el arte de dibujar en piedra, nos dejaron su impronta al crear etiquetas para cajas de tabacos y cajetillas.

A mediados del siglo XIX la Industria Litográfica había logrado la producción de copias impresas para cualquier tipo de dibujo o ilustración, con indiscutible ventaja respecto a las distintas técnicas de grabado, ya que lograba copias de una gran calidad y realismo de forma mecanizada y a precios realmente competitivos.

La liberalización del comercio unido a la ya reconocida calidad del tabaco cubano, hace que se produzca un incremento espectacular de la exportación de cigarros elaborados en la Isla. En su inicio se envasan a granel, en cajones de madera con 5.000 o 10.000 cigarros, pero esto facilitaba los fraudes y las falsificaciones, razón por lo que se decide empaquetarlos en cantidades menores, de 50 o 100 unidades, en pequeños mazos o en cajas de madera de cedro.

Como la industria litográfica ya había alcanzado por entonces una gran calidad y perfección, se opta por incorporar en el interior de dichos envases bellas etiquetas o estampas litografiadas para no solo aportar mayor garantía y seguridad, sino además mejorar su presentación.

Los diferentes elementos que hoy adornan una caja de tabacos, fueron surgiendo durante este proceso. Entre 1863 y 1840 aparecieron las etiquetas incorporadas en las cajas de cigarrillos, denominadas “marquillas cigarreras”. Posteriormente, entre 1845 y 1850, aparece el conjunto de etiquetas incorporadas en las cajas de habanos. A partir de 1870 se incorporarán las anillas o vitolas, anillando individualmente los tabacos.

En 1838 ya estaban implantados un buen número de talleres litográficos en Cuba, destacando la “Imprenta Litográfica de la Real Sociedad Patriótica de La Habana”, de Cosnier y Moreau y la “Litografía Española o Litografía del Gobierno”, de los Hermanos Costa. Solo con estos dos talleres pioneros, la Industria Litográfica cubana tenía ya una capacidad técnica suficiente para dar soporte a la pujante Industria Tabaquera que estaba a punto de requerir.

«La Honradez», establecido en Cuba desde 1853 por el francés Luis Susini, fue uno de los establecimientos que incorporó la cromolitografía en la producción de las primeras etiquetas a color. Artesanos emigrantes o formados en los talleres cubanos trabajaron en las diferentes factorías que proliferaron en La Habana e hicieron uso del color en combinación con el «pan de oro», para conferirles a los diseños el tono dorado, incluso llegaron a usar polvo de oro de 22 quilates para obtener acabados impresionantes a relieve.

De 1890 a 1910 está considerada como la época dorada de la vitolfilia. En este periodo vieron la luz las vitolas o anillas y tapas de mayor calidad artística y las más preciadas. Monarcas, políticos, personalidades de todo tipo, empresas privadas, casinos, clubs náuticos, clubs deportivos, navieras, etcétera se honraban en regalar a sus amigos, miembros o invitados los mejores cigarros puros de las más distinguidas marcas tabaqueras del momento. De esta época son las “tapas” que ilustran esta publicación y es evidente que mi selección no ha sido casual…
CUBA, TABACO, VITOLFILIA

La belleza de estas piezas litográficas sin dudas hizo surgir la afición de coleccionistas tanto en España como posteriormente en el resto del mundo. Tanto los dibujos de las tapas de las cajas de puros (llamadas «habilitaciones») como las anillas llegaron a convertirse en “obras de arte”. En España el coleccionismo fue creciendo y llegando a bien entrado el siglo XX, en 1949, crean la “Asociación Vitolfílica Española”, que desde entonces ha venido editando su revista hasta hoy. Numerosas asociaciones Vitolfílicas locales de pueblos y ciudades de España fueron surgiendo, las cuales incluso organizan concursos y exposiciones con la asistencia de interesados y numerosas casas que comercian con vitolas de todo el mundo para su compra, venta e intercambio. Para lo que se han editado numerosos catálogos con sus tasaciones, alcanzando algunas de las piezas a tener valores económicos importantes.

El tamaño y formato habitual de las vitolas cubanas oscila entre los 7,5 cm y 8,5 cm, en cuanto a la calidad tanto del papel como de las tintas, el dorado o los relieves tiene un valor incalculable para el apreciado fumador de habanos cubanos.

No podía ser menos para anillar los mejores tabacos del mundo: los cubanos.

CUBA EN LA MEMORIA 19/12/2014

SAN LÁZARO

17 miércoles Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Religión

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Cuba, San Lázaro, sincretismo

Publicado por Derubín Jácome

Las dos publicaciones anteriores han sido sobre los hospitales conocidos por el nombre de este santo tan venerado por los cubanos. Hoy es su día, 17 de diciembre, y también le recordamos. La devoción por San Lázaro en Cuba ocupa el segundo lugar después de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba.

Todos conocemos que en la víspera del día de San Lázaro, 17 de diciembre, miles de cubanos acuden a su Santuario para venerarle. Algunos, católicos, lo hacen a San Lázaro Obispo, pero la mayoría, de la religión yoruba, adoran a Babalú Ayé. Su templo, como sabemos, se encuentra en el pueblo de Rincón, en Santiago de las Vegas.

La procesión comienza sobre las 5:00 de la tarde, el flujo de peregrinos hacia el santuario es constante. La caminata, de cinco kilómetros, es desde el pueblo de Santiago de las Vegas hasta el Santuario. Muchos la cumplen vestidos con tejidos de yute o ropa de color morado. Decenas de fieles se martirizan durante el camino y entran al templo extenuados, agotados, arrastrándose, de rodillas, rodando o dando volteretas. Incluso hay quienes arrastran un bloque de cemento, otros llevan rocas, grilletes o un tramo de raíl de tren. Se cumplen promesas, se le piden milagros y la fe puede con todo.

Su imagen es emplazada fuera de la iglesia y delante se coloca una sábana blanca que sirve para recoger las ofrendas de sus devotos. Muy cerca se encuentra una fuente que emana un constante chorro de agua, bendecida por la deidad, con la que todos se santiguan. También es recogida y llevada por los creyentes. En la noche se celebra la santa misa en el parqueo de la iglesia, como es costumbre, y en esa misma Iglesia a las 8 de la noche se inicia la santa procesión por las calles de la ciudad.

Cada año la peregrinación supera los 15.000 creyentes, por lo que es necesario el cierre oficial al tráfico automotor de las carreteras de acceso al Rincón. También las rutas de guaguas locales se refuerzan para evacuar a los pasajeros y aún con los intentos de organización, son inevitables los problemas con la circulación de los carros.

Visitada por el Papa Juan Pablo II en su histórico viaje en enero de 1998, esta pequeña ermita es, junto a un leprosario, el principal lugar de devoción a esta deidad de creación popular, en una peregrinación en la que las plegarias se mezclan con el reggaeton, el pan con lechón, el ron y los habanos. Y es que el sincretismo religioso, la mezcla de lo católico con lo africano en las raíces de la cubanía, están presentes en ofrendas y otras ceremonias de este día por toda la isla .

Como ya les comenté, en 1781, al construirse el Real Hospital de San Lázaro, en la Caleta de Juan Guillén, el edificio contaba con una iglesia ubicada al centro del edificio. Durante años este fue el templo visitado por los enfermos de lepra y devotos hasta que ambas instituciones son trasladadas a Mariel, y luego al poblado de Rincón, en el municipio Santiago de las Vegas, como definitiva sede.

En el nuevo hospital se erigió una sencilla iglesia, en principio de madera y tejas y con solo una nave central. Su campanario se le construyó a principios de la década del 20 del siglo XX.

En 1936 se iniciaron las primeras obras de reconstrucción del templo gracias a las limosnas y donaciones provenientes de la generosidad pública, recaudadas por las religiosas de la orden de las “Hijas de la Caridad”.

En los años cincuenta se edificó, sobre el altar mayor, la cúpula rematada por una cruz. En el interior existen varios altares o capillas con imágenes de los santos más venerados por los cubanos. En la parte central de la nave está ubicado el altar mayor, donde halla San Lázaro Obispo. La del San Lázaro “milagroso”, la imagen más antigua del templo, ocupa una privilegiada posición en la capilla de la izquierda y se encuentra protegido por una urna de cristal.

SAN LÁZARO

En Cuba se venera a un San Lázaro qué no es santo, sino un personaje bíblico. San Lázaro, el mendigo, el de las llagas, las muletas y los perros, tiene su origen en un pasaje de los Evangelios. Podemos buscar su equivalencia en los negros lucumíes, que identificaron a sus dioses africanos con las imágenes cristianas. Para ellos el personaje evangélico era Babalú-Aye, el “orisha” que cura a enfermos y protege a los pobres. Y con este carácter colocaron su imagen en los altares que construían en sus cabildos y lo popularizaron.

Y este es el santo que los cubanos veneran, y al que le pedimos, el milagroso, el santo que cura y al que muchos cubanos le piden salud y prosperidad.

Para la Iglesia católica, el único santo de ese nombre es San Lázaro Obispo, sin llagas y con mitra, que también se venera el 17 de diciembre. La religión católica jamás santificó al mendigo de la parábola bíblica.

Babalu ayé es una de las deidades de la religión yoruba y en la santería sincretiza con San Lázaro. Representa las afecciones de la piel, las enfermedades contagiosas, especialmente las venéreas y las epidemias en el ser humano. Medio hermano de Changó, cuando los adivinos se reunieron para la distribución de los reinos le fue entregado el Reino de Dajome. Es el santo más venerado de tierra Arará.

Tiene el aspecto de un inválido, minado por un mal deformante, de piernas retorcidas y espinazo doblado. En Candomblé y Umbanda se lo representa cubierto de unos vestidos de paja. Orisha mayor y santo muy venerado. En realidad Babalú Ayé significa «padre del mundo» nombre que se le daba a Chopono o Chakpata, el terrible orisha de la viruela, cuyo nombre no podía pronunciarse.

A este Santo le gusta trabajar con muertos. Su color es el morado obispo y su día es el viernes, aunque para otros es el miércoles. Su número es el 17 y habla en el 4, el 11 y el 13 del Diloggún (Irosun, Ojuani y Metanlá). Collares de cuentas negras, matipó de Oyá, Matipó de San Lázaro (blanco con rayas azules y cuentas rojas). Combinadas según el camino del Santo.

Se le ofrenda maíz tostado, mazorcas de maíz asadas, pan quemado, agua de coco, vino seco, ajo desgranado, pescado y jutía ahumados, cocos, cocos verdes, cebolla, corojo, cogote de res, etc. Se le inmolan chivo con barba, gallina de guinea, gallo y paloma. Sus Ewe son cundeamor, sargazo, alacrancillo, apasote ateje, piñón botija, bejuco ubí, albahaca, zarzaparilla, artemisa, caguairán, cenizo, chirimoya, bejuco amarillo, cardosanto, ortiguilla, incienso, millo, pica pica, etc.

Oramos y pedimos al Lázaro de las muletas y los perros, al Lázaro llagado y mendigante, por encima de cualquier tradición o doctrina teológica. En realidad a los devotos no parece importarles si es uno u otro, incluso de seguro no conocen la diferencia, y la posibilidad de que cada Lázaro haya sido una persona distinta.

Lo cierto para todos ellos es su bondad y su poder. Sin sus milagros acaso este día no sería una fecha tan esperada. En el condado Miami-Dade el homenaje tiene como punto central en la iglesia “El rincón de San Lázaro” que se encuentra en 1190 E. 4 Ave, Hialeah, FL 33010.

Hoy es un día para pedirle a San Lázaro:

San Lázaro que tu espíritu sea mi fe y todo el que a mi lado estuviere, y que en ti, patrón, encuentre la fuerza que necesita mi materia para poder llevar estas pruebas de este planeta en que habitamos y de este camino que hay que pasar, mandado por Dios, nuestro Padre, pues en ti pongo mi fe para que me salves y des consuelo a mis grandes males y que por tu valor tenga otro porvenir mejor.

San Lázaro conmigo y yo con él, el delante, yo detrás, para que todos mis males los haga desaparecer, la Gloria de todos. Amén.

CUBA EN LA MEMORIA 17/12/2014

HOSPITAL DE SAN LAZARO –CAMAGUEY

16 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Religión, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, hospital

Publicado por Derubín Jácome

Quizás algunos desconozcan que también en la ciudad de Camagüey existió un “Hospital de San Lázaro”. Por esta razón y por ser mañana, 17 de diciembre, día de este santo de devoción popular en nuestro país, dedico esta publicación.

Desde 1731, en la sabana del Tínima en Camagüey, existieron dos casas para la atención y cuidado de los “lazarinos”, una para lazarinos blancos en Hato Arriba y otra para negros en Hato Viejo. Estas se encontraban lo más lejos posible del resto de la población, como medida de prevención sanitaria, para evitar el posible contagio de esa enfermedad.

Resultando insuficiente por su capacidad y la calidad de sus servicios, en el año 1734 el Cabildo de la Villa de Puerto Príncipe solicitó al arzobispo de Cuba, Juan Lazo de la Vega y Cancino, la construcción de un asilo para leprosos y una ermita bajo la advocación de San Lázaro. Un año después, el 9 de agosto de 1735, el Cabildo recibió la autorización para ejecutar las obras constructivas.

La ermita, construida en el patio del lugar, quedó definitivamente concluida en el año 1737, no siendo hasta 1746 que terminaran las obras del hospital, construido con paredes de ladrillos, tablas y techo de tejas criollas. Pero esta obra tampoco dispuso de las condiciones necesarias para la adecuada atención y restablecimiento de los enfermos, por lo que en 1776, el edificio se amplía con nuevas celdas y habitaciones.

Ya para 1799, el estado constructivo de las instalaciones era tal, que ponía en riesgo la vida de los lazarinos y empleados, lo que hizo pensar en la necesidad de una nueva instalación. En 1808 su administrador, Gabriel Escobar Socarrás, comunicó al Ayuntamiento no solo el mal estado de la construcción, sino también la difícil situación sanitaria y de salud que atravesaban los enfermos, con deficientes medicamentos y otros cuidados.

El abogado Francisco Pichardo Tapia, residente en la villa, comentaba: «…En una casa ruinosa, asquerosísima, situada entre malezas, distante de la ciudad y de todo vecindario, se recogían por fuerza y hacinaban… padeciendo allí su atribulado espíritu aún más que el cuerpo…».

Con el impulso y apoyo del Reverendo P. Fr. José Espí, en 1815 se comenzó a construir un nuevo hospital en el mismo lugar donde se encontraba el anterior, pero con mucha mayor capacidad y mejores condiciones. Por carecer de financiamiento suficiente, la obra tuvo que ser interrumpida en ese mismo año. Finalmente en 1819 fue concluido el nuevo conjunto arquitectónico, denominado “Hospital de San Lázaro”.

En una de las primeras obras de carácter histórico escrita por los regidores principeños en el año 1844, el abogado Manuel de Jesús Arango Ramírez, José Ignacio de la Cruz y el Lic. Manuel Castellanos, publicaron:


“..El venerable y nunca bien sentido Fr. José de la Cruz Espí, logró al fin levantar y concluir en 1819, el grandioso y hermoso Hospital de Lazarinos que tenemos al O. de la población … cuyo frente presenta una perspectiva hermosa de galería de arquería de mampostería y columnas de orden dórico, en cuyo centro está la puerta principal que da entrada a una galería en que se encuentran 15 celdas espaciosas y bien ventiladas por ventanas de hierro por el costado derecho tiene otras diez habitaciones en el propio orden, y por el fondo seis salones de mucha capacidad …y al costado izquierdo se halla situada la iglesia, es del mejor gusto y suntuosidad, compuesta de una sola nave…”

En el texto se describe que el edificio tenía 80 varas de frente y fondo, con suficiente capacidad para el internamiento de 60 enfermos, divididos en habitaciones separadas para los dos sexos. El área total comprendía 2 caballerías. El edificio era sencillo, solo con algunas discretas formas prebarrocas en su frente, así como en la carpintería general. El área estaba formada por una planta en O y cruzada por pasillos de lozas de barro y con bancos de mampostería.

HOSPITAL DE SAN LAZARO –CAMAGUEY

El Padre Valencia simultáneamente se enfrascó en otras mejoras, como la jardinería, la siembra de árboles frutales y una huerta para la plantación de vegetales y plantas medicinales. También se empeñó en mejorar la ermita de mampostería y techo de tejas del país y el 6 de enero de 1826 inauguraba los dos altares y un dosel.

Vale destacar que la presencia y consagración humanitaria de este sacerdote franciscano, resultó decisiva poder concluir estas y otras obras en la ciudad principeña, sin que por esto abandonara su función de atender a los enfermos, dándole cierta dosis de esperanza de atención de salud y calidad de vida, hasta donde las condiciones y los recursos de la colonia se lo permitían.

Entre muchas de las obras que le debemos al Padre Valencia está la Iglesia del Carmen, el monasterio destinado a las monjas Ursulinas y el Hospital para mujeres, que sería edificado en uno de los barrios históricos de la ciudad. También propuso al Ayuntamiento la realización de un presidio, un hospital para enfermos mentales y planeó el puente sobre el arroyo Las Jatas, cercano al hospital de San Lázaro.

Siguiendo los patrones de las misiones, construyó un tejar, corrales y una hospedería como fuente de ingreso al hospital, entre otras obras de beneficio colectivo. Vale destacar que hacia considerar como un voto de contrición, y de fe, la participación de los creyentes en las construcciones, sustituyéndoles, ante los pecados confesados, los Padres Nuestros y las Ave Marías, por la prestación de servicios en la construcción.

Durante los dos períodos de las Guerras por la independencia de Cuba, las tropas colonialistas se acuartelaron en el hospital y dañaron su jardinería, arboleda y otros elementos constructivos, hechos criticados por la población camagüeyana, lo que consta en la prensa de la época.

El 15 de enero de 1899 el hospital fue declarado Establecimiento Público, según el Decreto del Gobierno General interventor norteamericano. Desde entonces funcionaría como “Asilo Nuestra Señora del Carmen”, para la atención de los ancianos.

En el año 1902, tras algunos años de abandono, se dedica a la atención de enfermos crónicos y ancianos sin amparo familiar. La ciudadanía propone que recobre su nombre original de “Asilo Padre Valencia”, y tres años más tarde se coloca un sencillo busto sobre pedestal de mármol blanco, en el patio interior, como un homenaje permanente al Padre Valencia. Cada aniversario de su muerte, durante mucho tiempo, fue costumbre que gran parte de la población acudiera a observar algunas de las reliquias usadas por él.

La pequeña iglesia, de una sola nave, está consagrada a San Lázaro, por lo que su imagen está colocada en el altar mayor. Sobresale por el espacioso patio la frondosa arboleda que iniciara el Padre Valencia…

CUBA EN LA MEMORIA 16/12/2014

REAL HOSPITAL DE SAN LÁZARO

15 lunes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Religión, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, medicina, Religión

Publicado por Derubín Jácome

Los inicios de este servicio a los enfermos de lepra se remontan al siglo XVII, sirviendo de sede algunos bohíos construidos en la Caleta de Juan Guillén, luego conocida como “Caleta de San Lázaro”, situada en la zona extramuros de la ciudad. Área que podemos observar en la foto publicada.

Como podemos suponer, las condiciones en este sitio para los enfermos eran deplorables, por lo que el capellán del hospital, presbítero Juan Pérez de Silva, y el doctor Francisco Teneza se dirigen la solicitud a su Majestad Felipe V, Rey de España, para que se construyese un lugar adecuado donde pudieran mejorarse las condiciones de vida y cuidados a los enfermos.

El aumento de pacientes y la presencia en las calles de estos enfermos pidiendo limosnas para subsistir, unido a las protestas de los vecinos temerosos de ser contagiados, fueron las razones que forzaron a los gobernantes para llevar adelante esta misión.
Por real cédula del 19 de junio de 1714, Su Majestad Felipe V, ordena la fundación oficial del “Real Hospital de San Lázaro”.

En 1781, terminó de construirse el leprosorio en la Caleta de Juan Guillén, que contaba de dos plantas, con un frente monumental que sirvió de fachada a una iglesia, ubicada al centro de la edificación.
Para mayor desgracia, en 1762, cuando la «Toma de La Habana por los ingleses, el Hospital queda totalmente destruido, en una acción de represalia tomada por Inglaterra en su conflicto bélico con España. Pasan más de treinta años hasta que se reconstruye en 1798.

En 1854, el obispo Fleix y Solans encomienda a las religiosas de la orden “Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl” el cuidado de los enfermos del hospital, obra que se ha extendido por más de 150 años. La primera madre superiora fue sor Petra Moya, luego la sucedió sor Ramona Idoate y a esta, sor Antonia Barbero.

A finales de la primera década del siglo XX se pensó en la posibilidad de ubicar el hospital y la iglesia en algún lugar distante del centro de la ciudad. Gracias a la Junta de de Patronos y a las autoridades sanitarias y de beneficencia, se aprobó su instalación en la finca Dos Hermanos, en Rincón, municipio de Santiago de las Vegas, donde se encuentra actualmente.

REAL HOSPITAL DE SAN LÁZARO
El traslado del hospital y el templo supuso varios obstáculos, pues los enfermos preferían vivir dentro de la ciudad, pues les facilitaba las visitas de familiares y amigos, e incluso sus propias salidas, pero también afectaba a los devotos a los que les sería más difícil ir a la iglesia. Todo esto incidía negativamente en la obtención de donativos para el sostenimiento de ambas instituciones, pero no obstante, el proyecto fue aprobado.

La construcción del nuevo hospital fue adjudicada al contratista Orbas-Simón, quien se comprometió a entregar los primeros pabellones en un plazo de cuatros meses, lo que incumplió dando lugar a graves desórdenes entre los desesperados pacientes. El 26 de diciembre de 1916, se comunica a los enfermos que serán trasladados temporalmente para el lazareto de Mariel, lo que también dio lugar a violentas escenas

En 1916 llegó a Cuba el padre Apolinar López y fue designado capellán del Hospital, función que desempeñó durante treinta y seis años. El padre Apolinar, junto a la madre superiora sor Ramona Idoate, tuvieron un papel protagónico en el traslado de los enfermos al Mariel, compartiendo con ellos las vicisitudes sufridas en ese lugar y luego en el asentamiento definitivo en el Rincón.

Ante el compromiso de que serían llevados al Rincón una vez concluidas las obras del nuevo leprosorio, los enfermos aceptan abandonar su antiguo hospital y como garantía del cumplimiento de lo prometido, fueron acompañados por el padre Apolinar López y las consagradas religiosas de la orden Hijas de la Caridad.

El 26 de febrero de 1917, sin contar con medios adecuados de transporte los enfermos fueron trasladados al hospital de Rincón, que aún se encontraba a medio construir y sin recursos de ninguna clase.

En Mariel los enfermos fueron alojados en míseras barracas, que el gobierno español había utilizado para cuarentena de inmigrantes y tropas, las que no tenían ni las mínimas condiciones para la existencia de seres humanos.

Allí encontraron la amarga realidad, ya que solo encontraron unos pocos pabellones aún sin terminar, en un campo cenagoso, sin agua, sin luz eléctrica, sin calles, sin enfermería, y sin alojamiento para las religiosas. Con las donaciones y limosnas de los devotos, el sacerdote Apolinar López y la madre superiora sor Ramona Idoate, lograron mejorar el acondicionamiento del lugar.

Posteriormente arribaron las primeras familias afectadas por la lepra, para establecer allí su residencia y recibir tratamiento médico. Para terminar las obras, por Ley de 31 de julio de 1917, se emitieron treinta millones de pesos en bonos de empréstitos, aunque la existencia del leprosorio siguió dependiendo de la contribución pública y donaciones de los creyentes.

Finalmente los pabellones quedaron terminados y los enfermos, definitivamente alojados. La instalación dispuso de 42 edificaciones, de la cuales 13 estaban destinadas a los pacientes. El resto era para la administración, el hospedaje de las religiosas, la iglesia y otros menesteres.

En la década del treinta, se construyeron nuevos pabellones y a mediados de los 40 fue remodelado y se le adicionaron nuevas edificaciones, entre las que estaba un grupo de viviendas para los enfermos. A pesar de las duras condiciones, en 1951, se construyó un pequeño parque rodeado de un jardín de rosas blancas, donde se instaló un busto de mármol del Apóstol José Martí, donado por el padre Apolinar López y sor Carmen Guijo y una bandera cubana costeada por los enfermos.

Aún es las peores condiciones, estuvo presente el recuerdo de nuestro apóstol José Martí y se le rindió homenaje..

CUBA EN LA MEMORIA 15/12/2014

DE LA CAÑA AL RON

14 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Gastronomía

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caña de azúcar, Cuba, ron cubano

Publicado por Derubín Jácome

Cristóbal Colón en su tercer viaje (30 agosto 1498) al “Nuevo Mundo”, incluyó en su carga las raíces de la caña de azúcar. Al llegar a Santo Domingo, “La Española”, y sembrar la caña, debido al clima tropical y la tierra, creció dando un máximo de su dulzura. Por el padre dominico Fray Bartolomé de Las Casas, se conoce que el primer trapiche para obtener miel, aunque rústico, fue en 1506 en Santo Domingo.

Es Diego Velázquez, conquistador de Cuba, el que introduce la caña de azúcar traída de Santo Domingo, y desde ese tiempo los colonos comienzan a extraer el guarapo para fabricar azúcar, de forma primitiva por medio de prensar la caña. El sobrante lo utilizaban principalmente para negociar con otros colonos, y unida a otros productos, mercadear con los piratas para obtener esclavos.

No presumió Velázquez al traerla que esta planta sería sin dudas quien definiría la historia de nuestro país, su economía y le darían la fama e importancia en el resto del mundo. Las características climáticas de la isla hicieron el resto. Nuestras fértiles tierras, nuestro sol y las lluvias la hicieron nuestra y un símbolo de identidad nacional.

Fue por su cultivo y ante la falta de fuerza de trabajo para continuar la colonización, que los españoles comenzaron a traer pequeñas cantidades de esclavos africanos desde finales del siglo XVI, considerada la etapa de introducción de la esclavitud africana en Cuba, los que mezclaron su sangre con la historia del azúcar y con la integración nacional cubana.

La caña continuó su curso y se transformó en guarapo, primero en rudimentarios aparatos, luego en trapiches y finalmente en ingenios y centrales. Los cañaverales proliferaron por todo el territorio, la producción aumentó y para finales del siglo XVII funcionaban unos 60 trapiches, aunque aún nos superaban las otras colonias en la producción de azúcar. No es hasta 1762, cuando se produce la toma de La Habana por los ingleses y se abre el comercio de Cuba a sus colonias, que comienza un destacado incremento de la producción.

Cuando la corona española vuelve a tomar posesión de Cuba, dicta leyes que favorecen la industria azucarera, y favorecidos en parte por el levantamiento armado en Haití, hacen que ya para finales del siglo tuviéramos unos 600 trapiches que produjeron unas 6 mil toneladas de azúcar.

El guarapo fue convertido en alcoholes, de entre los cuales uno sobresalió por su transparencia y agradable olor, el aguardiente, que destilación tras destilación dio vida al ron. Se tardaron algunos años hasta que se obtuvo de la caña de azúcar un alcohol neutro, blanco y sin olor alguno que no fuera el propio del destilado. Y son el aguardiente y el ron los protagonistas de esta publicación.

El aguardiente, antecesor del ron, era consumido con regularidad por las capas más bajas de la sociedad y por los propios esclavos quienes, por su vinculación directa con su producción, lo tenían al alcance de la mano. El aguardiente de caña se tomaba normalmente solo o rebajado con agua, tanto en las ciudades como en el campo. Se utilizaba como remedio curativo y preventivo y como estimulante diario en las más diversas circunstancias. Existen testimonios de lo común de su consumo, mezclado con agua, durante las guerras de independencia, tanto entre los insurgentes cubanos como entre los soldados españoles.

En las plantaciones rurales se utilizaba para tonificar a los esclavos antes del esfuerzo diario. Se tomaba a primera hora de la mañana, incluso en estado puro, tal y como salía del proceso de destilación.

El aguardiente era más barato, lo que facilitaba su consumo por todas las capas sociales, en especial las más desfavorecidas. Hasta mediados del siglo XIX, su consumo superó al del ron, que por su mayor precio se resistía a extenderse entre la población cubana y aunque la importación de ron jamaicano era abundante, fue durante mucho tiempo bebida exclusiva de las clases pudientes. Es en Jamaica que se bautiza con el nombre de RUM, probablemente resume la palabra «rumbullion» que significa «Un Gran Tumulto».

No fue hasta el siglo XIX, en que comenzó a desarrollarse un nuevo proceso de fabricación que mejora el producto, lo convierte en una bebida de estimable calidad y lo situaran entre los mejores del mundo. Es cuando nace el verdadero ron cubano.
Se instalan fábricas del nuevo ron en ciudades como Cárdenas, Santiago de Cuba, Cienfuegos o La Habana, donde se asientan destilerías y se producen marcas que imponen su categoría: Campeón, Álvarez Camps, San Carlos, Matusalem, Jiquí, Bocoy, Albuerne, Arechabala, Habana Club y Bacardí. A estos últimos ya he dedicado sendas publicaciones en esta página.

Fue el comienzo de una carrera imparable que, unida al desarrollo de la producción azucarera, dieron vida a marcas tan afamadas que extendieron su uso por los salones de Europa en franca competencia con el brandy español y el coñac francés. Llegó hasta las exclusivas mesas de los cabarets parisinos, donde lo pudo paladear con fruición el pintor Toulouse Lautrec.

DE LA CAÑA AL RON

En el siglo XIX la proliferación del uso de bebidas enfriadas con hielo se hicieron populares en los centros urbanos. El hielo venía importado de Estados Unidos, conservado en contenedores llenos de serrín para que durase en lo posible. El largo trayecto incidía notablemente en su precio final, pero no en su escasez.

No obstante, testimonios de viajeros que visitaron Cuba en ese siglo, nos afirman que el consumo de alcohol en la isla no era tan común como podríamos pensar e incluso que la existencia de borrachos era bastante escasa. El Dr. Abiel Abbot, comentando en sus cartas (1828) sobre los rasgos característicos del “cubano”, escribía:


…”Inglaterra y América del Norte tendrán un noble ejemplo en Cuba de la precaución con que se deben mirar los licores, vinos espirituosos y bebidas fermentadas. Es muy raro ver un caso de embriaguez en la ciudad o en el campo, en ninguna de las clases de la sociedad …Y casta de hombres más fuertes y robustos, no se hallará por cierto, en la montañas del Nuevo Hampshire o de Vermont…”

Otros autores consideran lo contrario ya que para las gentes más humildes, beber aguardiente formaba parte de las costumbres diarias y existen muchas referencias que vinculan cualquier celebración, incluso las de carácter religioso, al consumo de bebidas alcohólicas. Todas las fiestas, ceremonias rituales, matrimonios, nacimientos y hasta los velatorios van acompañados de variadas y prolíficas libaciones. Incluso hoy día estas costumbres de antaño perviven entre la población, incluyendo variaciones con la creación de nuevas bebidas que se han hecho tan populares como el afamado y universal “cubalibre”, cuando los refrescos de cola hicieron su aparición.

Queda mucho que comentarles sobre este tema, pero los que lo consumimos, debemos agradecerle a Cristobal Colón por haber incluido las raíces de la caña de azúcar en su tercer viaje al nuevo mundo ¿O es a Diego Velázquez por introducirlas en nuestro país? ¡Esto bien merece un trago de ron a su salud!

CUBA EN LA MEMORIA 14/12/2014

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