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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Publicaciones de la categoría: Religión

LA MASONERIA – CUBA

09 miércoles Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Religión, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, Masonería en Cuba, Religión

Publicado por Derubín Jácome

No hay dudas de que la masonería en Cuba está vinculada a nuestra historia. Se afirma que la independencia del colonialismo español en 1898 fue obra de masones. Cada símbolo nacional: himno, bandera y escudo, fueron concebidos por sus hijos. Masones fueron Carlos Manuel de Céspedes, considerado el “Padre de la Patria”, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí y la inmensa mayoría de los gestores de la república.

“Logia”, proviene del griego “logos”, es decir, defensa, argumentación, verbo, palabra, ya que para los masones en estos lugares de reunión se habla o se transmite enseñanza a través de la palabra. Las primeras concepciones masónicas arribaron a La Habana con las corrientes de “la Ilustración”, posterior a la Revolución Francesa de 1789, y en la primera mitad del siglo XIX ya fueron organizados como clubes y organizaciones secretas.

Investigadores defienden la posibilidad de que existieran mucho antes, considerando las evidencias simbólicas masónicas grabadas en piedra de cantería en las Muralla que rodeaba La Habana, cuya construcción es del siglo XVI.

Pero sin duda, la primera evidencia de la masonería en Cuba data de 1763, cuando se constituye el primer cuerpo masónico que realizó funciones en Cuba y del que se tiene el primer documento oficial que lo atestigua: Un certificado del grado de “Maestro”, extendido a nombre de Alexander Cockburn, fechado el 3 de mayo de 1763 durante la ocupación militar de la Habana por los Ingleses y expedido por la Logia Militar Inglesa número 218 del Registro de Irlanda, adscrita al Regimiento 48 de dicho ejército. Esta logia trabajaría en Cuba durante toda la permanencia del ejército de ocupación, es decir, hasta el 6 de Julio de 1763.

Cuando la “Gran Logia de Francia”, precursora del “Gran Oriente”, fundó la Masonería en Haití, logró transmitir tanto amor y entusiasmo por esta Institución, que cuando en 1793, como consecuencia de la Revolución los franceses tuvieron que emigrar, lo hicieron llevando consigo no sólo parte de sus bienes, sino también sus logias masónicas. De este modo llegaron a Santiago de Cuba la “Perseverance” y la “Concorde”, y a la Habana la “Amitié” y la “Benefique Concorde”, en los años 1802 y 1803.

La primera de las instituciones cubanas comenzó a sesionar con regularidad el 17 de diciembre de 1804, en La Habana, en el “Templo de las Virtudes Teologales”.

En 1809, Joaquín Infante elaboró un primer proyecto de constitución para Cuba y su conspiración independentista fue abortada por la delación de un sacerdote que violó el secreto de confesión de una de las esposas de los conspiradores.

El consejo de Regencia de España declaró ilegitima la masonería en 1812. Pero dos años después ya se funda la “Gran Logia Española del Rito York” con 5 logias y posteriormente una “Gran Logia Soberana” que contó con unas 66 logias simbólicas. Todo esto da paso a la unificación del sistema de grados del Rito Escocés y se fusionan el “Gran Consistorio” y el “Gran Oriente Simbólico de la Isla de Cuba” y da paso a la “Gran Oriente Territorial Español Americano”.

No es hasta después de 1818 que se crea en Cuba el primer cuerpo de Altos Grados, el Consistorio del grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado con una patente francesa que fue aportada por Luis Juan Lorenzo de Clouet d’Obernay y que reunió tres logias simbólicas que comenzaron a trabajar bajo el rito escocés.

Las conspiraciones libertadoras nacen dentro de la fraternidad masónica, como la “Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar”(1823), con una marcada influencia de los hombres de la Escuadra y el Compás. Posteriormente surgirán otras, entre las cuales destaca la “Conspiración de la Escalera”(1844). En 1834, debido a su vínculo con las conspiraciones libertadoras, vuelven a declararse ilegales las logias y aunque continúan trabajando, su influencia pública no se deja notar en varios años.

Por Real Decreto de Fernando VII, emitido el 11 de marzo de 1824, fueron suprimidas las actividades masónicas en todo el imperio español y eso motiva que se disuelva la “Gran Logia del Rito de York”, aunque solo sería como un golpe de efecto para evadir las consecuencias de dicho Decreto, ya que las logias continuarían reuniéndose, aunque implicara peligro para sus miembros. El temor a represalias haría que los talleres fueran dejando de trabajar, quedando sólo dos logias de las antiguas, en Santiago de Cuba, las que logran con discreción resistir y permanecen hasta 1858.

Hasta 1857 no se crea el Consejo de Caballeros Kadosh que da origen a la fundación de la “Logia Fraternidad No. 1”, “Prudencia No. 2” y “San Andres No. 3”, dando paso, en 1859, a la fundación de la “Gran Logia de Colón”, todas ellas bajo la tutela de Andrés Cassard, cubano, de origen francés considerado el “padre de la masoneria cubana”.

En 1862 el doctor Vicente Antonio de Castro funda el “Gran Oriente de Cuba y las Antillas”. Castro provee una organización secreta que es la base de la nueva insurrección mambisa de 1868. Se hacia una advertencia a los nuevos masones: «…podría muy bien suceder que os encontréis en la ocasión de tener que pelear con las armas en la mano para defender la virtud, la inocencia o la patria, entonces será preciso no retroceder ni temblar…».

Desde 1864 Antonio Maceo se incorpora, al igual que Ignacio Agramonte, en la “Logia Tinima No. 16”. En Bayamo, en la “Estrella Tropical No. 19” se agrupan patriotas como Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y Carlos Manuel de Céspedes. Con la gesta del 68 se recrudece la hostilidad española contra la masonería y son apresados y fusilados una gran cantidad de masones. A pesar de ello, los mambises fundan una serie de Logias militantes.
LA MASONERIA – CUBA

En la Convención Masónica de Lausana en 1875 se reconoce la regularidad del “Supremo Consejo de Colón” y la “Gran Logia Simbólica de Colón” y con ello Cuba forma parte de la comunidad masónica. El 1 de Agosto de 1876, Aurelio Almeida y González re funda la “Gran Logia de la Isla de Cuba”. En 1878 los integrantes de la Gran Logia son acusados de ser desafectos al régimen español.

Durante el Pacto del Zanjón Ia masonería regular debía respetar al gobierno de la nación, sin embargo en este periodo se fundó, con elementos ferroviarios, la “Logia Obreros de la Luz”, la cual colaboró con la preparación de Ia Guerra Chiquita y más tarde proporcionó ayuda a Calixto García para su salida del país. También se crearon las logias” Plus Ultra” y “Evolución”, aglutinadora de muchos de los inquietos jóvenes de la Acera del Louvre.

Es en esta época cuando se reestructura la masonería simbólica, pues tras sucesivas fusiones entre las Grandes Logias, en 1891 surge la “Gran Logia de la lsla de Cuba” como único y soberano organismo simbólico. Al año siguiente se logra también la integración de un único Supremo Consejo para regir la masonería de Altos Grados.

En el siglo XX, con el inicio de la república, ya no contaban con la relevancia que tuvieron en el siglo XIX, pero no obstante incrementaron sus recursos económicos con los que fundan varias publicaciones y se incrementa la edificación de sus locales y otras de sus instituciones. El más relevante es la “Gran Logia de la Isla de Cuba”, la cual costeó con sus fondos la construcción de su sede en 1955, en un gran edificio situado en la avenida de Carlos III y Belascoaín, una de las zonas más céntricas de La Habana.

Al parecer, en la actualidad no hay “altos grados”. Solo hay hermanos y hermanas que han escogido cómo vivir la masonería, sin egoísmo ni integrismo, aceptando el equilibrio entre iniciación y un compromiso cívico. Permanecen en igualdad y se reconocen por la palabra, el signo y el toque.

CUBA EN LA MEMORIA 09/02/2016

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VILLANCICOS CUBANOS

28 domingo Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Religión

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Cuba, navidad, tradición

Publicado por Derubín Jácome

Aunque su melodía pone ritmo a la Navidad desde hace más de seis siglos, son pocos los que conocen la historia de los villancicos. Esas melodías navideñas que amenizan las Fiestas estos días y que pueden oírse por todas partes. Desde los más tradicionales a las múltiples versiones de cantantes, estas canciones acompañan al espíritu navideño.

Fue a mediados del siglo XV cuando comienzan a escucharse los villancicos. Es en 1458 cuando las primeras fuentes documentales recogen por primera vez la palabra ‘villancico’. El término “villancico” proviene de villanus o villano (habitante de la villa), canción popular de las aldeas medievales. Y es que fue en los pueblos y aldeas donde este tipo de cántico se hizo muy popular. Posteriormente fue acogido por poetas y músicos del Renacimiento, que lo entronca directamente con la cántiga hispánica del siglo XVIII.

El villancico es un género entroncado en la más genuina tradición hispánica. Durante la época colonial, los músicos profesionales vinculados a las catedrales e iglesias urbanas impulsan su desarrollo como forma artística, mientras de forma paralela aparece en las zonas rurales, propagado por misioneros y curas párrocos para su cultivo por el campesinado, mestizo y criollo.

El trasplante de los repertorios musicales hispánicos a las colonias americanas trajo consigo diversos géneros poético-musicales, tales como el Romance, la Copla y la Décima, donde el villancico ocupó una posición preponderante.

El villancico en Cuba está asociado al cancionero infantil, y comparte las característica de géneros tales como las canciones de cuna y las canciones y juegos infantiles. Es cantado casi exclusivamente por los niños y solo trasciende al pueblo cuando lo aprenden los niños que concurren a la doctrina.

En Cuba, el villancico fue cultivado con especial predilección y alcanzó su apogeo, durante el siglo XVIII, con el maestro de capilla Esteban Salas, quien lo adoptó como su género predilecto, componiendo numerosas piezas y es el primer músico cubano del que se conservan obras. Desde el siglo XVII, la lucha para la creación de las capillas musicales, permanentemente amenazada por la escasez de recursos disponibles, condujo a que el estado optara por amenazar constantemente a quienes ejercían la música litúrgica. Salas se traslada a Santiago de Cuba para reorganizar la capilla de música de la Catedral de esa ciudad, creando un extenso catálogo que incluye villancicos. No obstante su probada capacidad y su reconocida entrega, tuvo que enfrentar innumerables dificultades.

Los villancicos de Salas, fechados a partir de 1783, son consideradas las más antiguas obras de la música culta cubana con texto en castellano, aunque se debate si las letras son de su autoría o si algunos pertenecen al poeta santiaguero Manuel María Pérez. Otros sugieren que quizás Salas hubiese utilizado textos religiosos procedentes de España.
En La Habana, aunque tampoco sin dificultades, se fundó la capilla de música en la Catedral en 1797, ejerciendo como maestro el presbítero Francisco María Lazo de la Vega, aunque la obra que nos legó Lazo es modesta si la comparamos con la de Salas.

Como dato significativo, la obra de Salas no fue realmente conocida hasta casi mediados del siglo XX y se lo debemos a nuestro ilustre escritor Alejo Carpentier, quien a partir de una bibliografía consultada, se interesó por su búsqueda de la que obtuvo resultados satisfactorios.

VILLANCICOS CUBANOS

Consultando la extensa bibliografía de Carlos Manuel de Trelles, matancero que trabajó intensamente en la compilación de la bibliografía cubana, le llamó la atención de que se hacía mención a unas letras de villancicos, publicadas en Santiago de Cuba, en la imprenta de Matías Alqueza y destinadas a ser cantadas en la navidad. Estaban publicadas en español y compuestas en nuestra Isla. Se cuestionó quién las habría compuesto, encontrando algunas referencias a un maestro de capilla llamado Esteban Salas, que había desempeñado la dirección de la capilla de música de la Catedral de Santiago entre los años 1764 y 1803, año de su muerte.

En su incansable búsqueda y tras una primera barrera de papeles atesorados en la Catedral, encontró una especie de nicho triangular en el cual estaban cuidadosamente doblados, unos cuadernillos de papel de arroz, en perfecto estado de conservación. Allí encontraba el “Villancico de calenda”, del año 1783, ¡firmados por Esteban Salas!. Junto a éste, unas cuarenta partituras de villancicos del maestro santiaguero, que posteriormente permitirían tener una visión de conjunto, sobre la obra de uno de los compositores más importantes de América Latina, en aquel momento.

Esteban Salas, nació y se formó en La Habana. En 1764 fue llamado a ocuparse de la cantoría de música de Santiago y fue músico dedicado al arte de la música durante toda su vida. Creó en Santiago de Cuba, la primera orquesta clásica de que tengamos noticias en la Isla, organizó conciertos en la Catedral de Santiago y era conocedor de las obras de Haydn, Pleyel, Gossec, así como las de maestros italianos como Paissiello, Porpora, Riquini.

Pero de toda la obra que ha llegado hasta nosotros de ese músico ejemplar, nos quedan como obras incomparables y extraordinarias sus villancicos. Sin embargo, otros son los villancicos populares que recordamos y cantamos para amenizar las cenas y reuniones familiares de estas Fiestas. El más populares, sin duda, el famoso “Noche de Paz”, con letra del músico austriaco Joseph Mohr y música compuesta por Fran Gruber, que se interpretó por primera vez en la Nochebuena de 1818 y solo unos años después se convirtió en uno de los villancicos más populares.

En estas fiestas de navidad, en que los villancicos forman parte de las celebraciones, solo quiero comentarles que tuvimos un gran compositor que nos legó una importante obra, con villancicos extraordinarios que casi todos desconocemos. Pero no son días para preocuparnos, así que cantemos, como siempre, el “Noche de Paz”, como homenaje a Esteban Salas y sus villancicos cubanos.

CUBA EN LA MEMORIA 28/12/2014

LA NAVIDAD

24 miércoles Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Religión

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Cuba, evento, navidad, nochebuena, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

Al igual que la celebración de la Nochebuena, la colonización española también introdujo sus tradiciones católicas y paulatinamente se establecieron en nuestro país estas costumbres heredadas de la Metrópoli, las que tuvieron un gran arraigo en nuestra población. Bajo el término de “Navidad” se consideraban los festejos que se realizaban durante los últimos días de diciembre y los primeros del año siguiente, es decir, la Nochebuena, de las que ya les comenté, el 25, Fin de Año, Año Nuevo y el Día de Reyes.

La colonización española nos trajo sus tradiciones católicas y con ellas se establecieron en el país su uso y costumbres. Desde el inicio, la Iglesia católica organizó festividades de acuerdo con su liturgia. Entre las más antiguas están las del Corpus Christi y las de Navidad. Estas celebraciones eran familiares y surgidas con el fin de celebrar el nacimiento del niño Jesús, según el ritual católico, y estaban precedidas por las misas y rituales propios de esas fechas.

El 24 de diciembre, como ya les comenté, se celebraba la Nochebuena, víspera de Navidad, que es la fiesta familiar por excelencia. La ocasión ideal para la reunión de todos los miembros de la familia, aunque no vivan bajo el mismo techo. Como ya les comenté, en la cena tradicional no faltaba el lechón asado, el congrí, la yuca con mojo y postres caseros. Y aunque actualmente se acompaña con vino y cerveza, en épocas pasadas primaba el agualoja y el ponche de leche; ambos de confección casera. No faltaban los turrones de procedencia hispana y otras golosinas como dátiles, nueces, avellanas, mazapán, etc.

Como bien me recordó Francisco Piorno Giro en su comentario, olvidé mencionar aquellos deliciosos moscateles y vinos dulces o tintos, las cervezas Hatuey, Polar o Cristal, las esperadas manzanas…; el incienso, la mirra y los villancicos. Y ahora también agrego la costumbre de enviar postales de felicitación.

El 25 de Diciembre se conmemora la natividad de Jesucristo y es una de las fiestas más importantes del mundo cristiano. Su origen se sitúa en los cultos paganos antiguos y antiguamente formaba parte de una actividad triple: bautismo, natividad y epifanía. Es en el año 350 que el Papa “Julio I” sugiere que el nacimiento de Jesús, de fecha desconocida, sea celebrado este día; Cuatro años después, en el 354, el “Papa Liberio” lo decreta como la fiesta del nacimiento de Jesús de Nazaret. Es decir, que es en el siglo IV que se fija el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesucristo y se dejó el 6 de enero como fecha propia para festejar el bautismo.

La iglesia identifica esta fiesta con la paz, pues con el nacimiento de Cristo, enviado por Dios al sacrificio expiatorio en la tierra, surge la posibilidad de lograr la paz de todas las clases nucleadas en torno a la misma fe religiosa. Aunque ese día se comía en casa un menú similar al del día anterior, era frecuente que se sirviera pavo asado relleno.

Desde la colonia fue común celebrar el 25 de Diciembre con bailes en las diferentes sociedades de ciudades y pueblos. Recuerdo, de pequeño, el revuelo en casa con los preparativos de la ropa que lucirían las féminas de mi familia, esa noche, en la sociedad del “Central España”, en Matanzas, donde se contaba con presencia de lujo de la Orquesta Riverside y su inolvidable cantante Tito Gómez. Soy nativo de ese central azucarero y cuento mi experiencia, aunque me imagino que cada uno de los que ya somos “mayorcitos” tendrá la suya, mejores…o peores, porque imagino que no todos la celebraban de ese modo.

También eran populares las verbenas y tómbolas durante estos días, donde por un módico precio se obtenía la entrada y se disfrutaba de juegos diferentes, rifas, bailes y consumo de bebidas, comidas y todo tipo de chucherías.

Para el Fin de Año, 31 de diciembre, también era frecuente la celebración en familia con un menú similar al de Nochebuena, pero con las tradicionales 12 uvas, una por cada campanada del reloj, que se consumían al filo de la medianoche. Con ello se despedía al año viejo y se le daba la bienvenida al nuevo. Siempre lleno de promesas, que casi nunca se cumplían y de peticiones de salud, dinero y amor para nuestros seres queridos. Con la última campanada, de inmediato todos se felicitaban, abrazaban, besaban y se daban muestras de cariño, especialmente los novios, que en la algarabía creían librarse de la mirada de los suegros o las chaperonas.

Con el paso del tiempo esta celebración fue cada vez menos familiar y se celebraba en casa de amigos o en lugares nocturnos o salones, especialmente decorados con motivos navideños, que ofrecían cena y diferentes actividades que garantizaban la diversión hasta bien entrada la noche. En algunas ciudades se podían contemplar los espectaculares fuegos artificiales.

En las zonas rurales del país, durante las fechas antes señaladas, se desarrollaban actividades festivas no sólo familiares, sino que incluso se organizaban los guateques campesinos, con la participación de gran parte de la población.

Aún nos queda el 6 de enero, día de los reyes en la liturgia católica, que inicialmente se celebró, de forma espontánea, por los distintos cabildos de negros que corrían la ciudad en busca de aguinaldos, lo que ya también les he comentado en otra publicación. Los tres Reyes Magos, según la leyenda, traían regalos y juguetes a los niños que habían cumplido sus deberes cristianos. Era común para esas fechas que las damas “de la alta sociedad” hicieran gala de bondad y altruismo regalando juguetes a los niños pobres, cuyos padres no disponían de recursos económicos.

Si bien en sus inicios estas festividades tuvieron un origen religioso, ya durante el siglo XX se fueron reconvirtiendo en festejos en los cuales la población disfrutaba plenamente sus múltiples elementos laicos.

Las características antes citadas y comunes en estas fiestas, constituían las más generalizadas del país, también podían existir variaciones. Por ejemplo, en Sancti Spíritus, me han comentado que se celebraban los «fandangos», que se trataba de una celebración que ponía término a los recorridos que realizaban por la Nochebuena. Para estos días se ornamentaban los salones, con motivos alegóricos a la fecha de Navidad y se improvisaba un salón de baile iluminado con antorchas y farolas dispuestas en la entrada del salón. Estoy seguro que existieron otras variantes, teniendo en cuenta la imaginación y los deseos de fiesta de los cubanos.

Pero lo que no queda duda es que para la Navidad se hacían grandes preparativos en arreglos y ornamentación de edificios, casas particulares y las calles. Los centros comerciales aprovechaban la oportunidad para decorar sus vidrieras con motivos acordes a las fiestas, donde compartían protagonismo tanto los venados con trineo, las flores de pascua, los árboles de navidad, los Reyes Magos o Santa Claus. A la par de generarse una gran propaganda comercial con el fin de vender los productos que a manera de presente, se hacían durante los días señalados.

LA NAVIDAD

En los hogares, eran comunes los árboles de Navidad, cargados de luces de colores, bolas y adornos, rematados en su parte superior por una estrella u otro remate de adorno. Cada año se comercializaban nuevas bombillas, intermitentes, con formas diferentes; y otros accesorios, como el “cabello de ángel”, que lo hacían cada vez más espectaculares. En su base se colocaba el “nacimiento” de Jesús con figuras de yeso o incluso de cartón. Algunos lograban verdaderas escenografías recreando el entorno del pesebre con montañas, pequeño lago o rio de espejo y campiña donde pastaban las ovejas.

Bajo este árbol depositábamos las cartas, a los Reyes, con nuestras solicitudes de juguetes; y era allí donde esperábamos encontrarlos al despertar la mañana del 6 de enero. En mi casa, además, les dejábamos una taza de chocolate caliente a los Reyes y yerba para los camellos, que por supuesto siempre consumían… Con cuanta ingenuidad e ilusión se vivían esos momentos.

Bailes, verbenas, fiestas y tómbolas con una oferta generosa de todo tipo de artículos, comestibles y fiambres. Adornos, vidrieras llenas de magia y llamativos anuncios lumínicos; pero, sobre todo, un ambiente general de alegría. Y aunque soy consciente de que para algunos sectores de la población su situación económica no era la mejor, no tengo duda de que todos esperaban estas fechas con alegría para celebrarla lo mejor posible, según sus posibilidades.

Porque somos cubanos y este espíritu no nos ha abandonado, ni nos abandonará nunca. ¡¡¡FELICES FIESTAS A TODOS!!!

CUBA EN LA MEMORIA 25/12/2014

LA NOCHEBUENA

23 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Gastronomía, Religión

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comida cubana, Cuba, evento, Religión, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Poco después de la llegada de los españoles a Cuba, ya las tradiciones navideñas integraron nuestro patrimonio religioso y cultural. Estas tradiciones responden a una cultura heredada, pero muy pronto adaptada a las condiciones propias de nuestro país.

Fueron los colonizadores españoles los que introdujeron la cría del cerdo en Cuba y el cerdo, puerco o macho, asado, como quiera que se le llame, se conviirtió en el protagonista de la Navidad cubana. En las ciudades se utilizan generalmente las piernas o las paletas, pero donde las condiciones son más propicias se le cría, o compra, para sacrificarle en tal importante celebración.

En Cuba, después de la cena, muchos concurrían a la “Misa de Gallo”. Pero a partir de 1969 las fiestas fueron eliminadas oficialmente y no fue hasta la visita del Papa Juan Pablo II, que en diciembre de 1997 se volvió a declarar el 25 de diciembre como día feriado no laborable. No obstante durante esos 28 años en muchos hogares cristianos se adoraba en la intimidad el nacimiento del Niño Jesús, y se recordaban a los Reyes Magos del Oriente.

Pero como la comida es una parte importante de la tradición navideña cubana, lo que si nunca dejó de celebrarse, de una u otra forma, fue la “cena de Nochebuena”. Y los cubanos de la Isla, con esfuerzo, esa noche siempre ponen en su mesa todo lo mejor que pueden conseguir….que para eso estaba el mercado negro. Por suerte ahora ya existen los mercados, los “agro”, y aunque los productos les resulten demasiado caros, no sé como lo hacen, pero los compran.

La comida tradicional de nuestras mesas el 24 de diciembre es el lechón asado, arroz congrí o arroz y frijoles, viandas (yuca, malanga, boniato) con mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo. También acompañan ensaladas o plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones.

Los dulces no faltan en la mesa navideña. Según el gusto, o las posibilidades, se comen turrones de yema, alicante, jijona, frutas u otros o de producción casera como el dulce de coco, los cascos de guayaba o naranja, el boniatillo, la calabacita china.

Lo más tradicional, que no podía faltar, eran los buñuelos. En forma de ocho, eran confeccionados a partir de una base hecha de viandas y harina, después fritos y servidos en almíbar o acompañado por algunos de los otros postres caseros antes mencionados. Al servirlos se bañaban con un almíbar de azúcar y anís. Los postres, que con tanto esmero hacían nuestras abuelas, han pasado de generación en generación y también forman parte de la tradición en las celebraciones navideñas cubanas.

Con frecuencia, la fiesta comenzaba desde la noche del 23, cuando las madres adobaban el lechón y ponían en remojo los frijoles negros. En la mañana del 24, muy temprano, en el campo, o en casas con patio, se preparaban las condiciones para asarlo. Se preparaba el “horno” en la tierra y se procedía al asado, ya fuese “al pincho” o sobre un bastidor de metal improvisado. El puerco se colocaba sobre una camada de hojas de guayaba, labor casi siempre a cargo del hombre de la casa y de los hijos varones. Y por supuesto, acompañada esta labor por abundante cerveza, los sabrosos “chicharrones” y las tan exquisitas “masitas fritas”.

El lechón era el anfitrión de la comida y cocinarlo era todo un ritual. Se asaba la pieza o el animal entero según eran las posibilidades económicas. Mientras se asaba, se untaba con mojo para que adquiriese ese sabor que cuesta olvidar. Ese adobo que permite el sabor y olor tan característico de la Nochebuena cubana. Y aunque cada familia poseía su «mojo especial», era común la naranja agria, especias y sal. Al menos yo no conozco mejor aliño que la tradicional mezcla de ajo y sal en el mortero, para tener al final esa pasta media blanca-amarillenta, y entonces sumarlo al jugo de la naranja agria con algo de pimienta negra molida y hojas de laurel…

En la parte occidental de la Isla, existía una variante: «la caja cubana» , que es una de las pocas formas de asado en que el carbón o braza va encima y no debajo de la carne; y ambos cerrados casi herméticos y mejor aun enterrados. Es, según dicen, como mejor queda la piel del lechón y es algo para chuparse los dedos, por lo crujiente y suave de la piel al terminar.

También podía llevarse el lechón a las panaderías, donde por un mínimo precio, lograban en sus hornos una cocción perfecta. Aunque realmente el placer era hacerlo en casa y eso formaba parte de la tradición y la fiesta…

LA NOCHEBUENA

Las tradiciones Navideñas, parte del patrimonio religioso y cultural de nuestro pueblo, están arraigadas en su memoria histórica. Fue y es la temporada festiva más esperada por los cubanos. Por su aceptación casi universal, la Navidad es la única celebración que impone normas similares a gentes de diversas culturas, idiomas y razas.

A pesar de la influencia norteamericana, en Cuba la Navidad se celebraba a la española por herencia de nuestros antepasados. Desde los días previos a la Nochebuena hasta Reyes eran días mágicos de planeamiento, de compras de víveres, regalos y envío de tarjetas postales. Se decoraban los hogares, las tiendas, calles y ciudades, rebosantes de luces y colores.

La cena de Nochebuena era una de las fiestas familiares más importante del año, y ya fuera una cena íntima entre pocas personas, o una enorme fiesta familiar, era la ocasión para reunir la familia, sentarnos juntos, conversar, vernos. Y esos recuerdos son imposibles de olvidar…

Hoy reunir toda la familia es casi imposible, pero estemos donde estemos, celebramos la Nochebuena y de seguro que nuestros seres queridos están con nosotros, al menos en nuestros recuerdos y nuestros corazones.

¡ Tengan una feliz Nochebuena ¡

CUBA EN LA MEMORIA 23.12.2014

SAN LÁZARO

17 miércoles Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Religión

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Cuba, San Lázaro, sincretismo

Publicado por Derubín Jácome

Las dos publicaciones anteriores han sido sobre los hospitales conocidos por el nombre de este santo tan venerado por los cubanos. Hoy es su día, 17 de diciembre, y también le recordamos. La devoción por San Lázaro en Cuba ocupa el segundo lugar después de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba.

Todos conocemos que en la víspera del día de San Lázaro, 17 de diciembre, miles de cubanos acuden a su Santuario para venerarle. Algunos, católicos, lo hacen a San Lázaro Obispo, pero la mayoría, de la religión yoruba, adoran a Babalú Ayé. Su templo, como sabemos, se encuentra en el pueblo de Rincón, en Santiago de las Vegas.

La procesión comienza sobre las 5:00 de la tarde, el flujo de peregrinos hacia el santuario es constante. La caminata, de cinco kilómetros, es desde el pueblo de Santiago de las Vegas hasta el Santuario. Muchos la cumplen vestidos con tejidos de yute o ropa de color morado. Decenas de fieles se martirizan durante el camino y entran al templo extenuados, agotados, arrastrándose, de rodillas, rodando o dando volteretas. Incluso hay quienes arrastran un bloque de cemento, otros llevan rocas, grilletes o un tramo de raíl de tren. Se cumplen promesas, se le piden milagros y la fe puede con todo.

Su imagen es emplazada fuera de la iglesia y delante se coloca una sábana blanca que sirve para recoger las ofrendas de sus devotos. Muy cerca se encuentra una fuente que emana un constante chorro de agua, bendecida por la deidad, con la que todos se santiguan. También es recogida y llevada por los creyentes. En la noche se celebra la santa misa en el parqueo de la iglesia, como es costumbre, y en esa misma Iglesia a las 8 de la noche se inicia la santa procesión por las calles de la ciudad.

Cada año la peregrinación supera los 15.000 creyentes, por lo que es necesario el cierre oficial al tráfico automotor de las carreteras de acceso al Rincón. También las rutas de guaguas locales se refuerzan para evacuar a los pasajeros y aún con los intentos de organización, son inevitables los problemas con la circulación de los carros.

Visitada por el Papa Juan Pablo II en su histórico viaje en enero de 1998, esta pequeña ermita es, junto a un leprosario, el principal lugar de devoción a esta deidad de creación popular, en una peregrinación en la que las plegarias se mezclan con el reggaeton, el pan con lechón, el ron y los habanos. Y es que el sincretismo religioso, la mezcla de lo católico con lo africano en las raíces de la cubanía, están presentes en ofrendas y otras ceremonias de este día por toda la isla .

Como ya les comenté, en 1781, al construirse el Real Hospital de San Lázaro, en la Caleta de Juan Guillén, el edificio contaba con una iglesia ubicada al centro del edificio. Durante años este fue el templo visitado por los enfermos de lepra y devotos hasta que ambas instituciones son trasladadas a Mariel, y luego al poblado de Rincón, en el municipio Santiago de las Vegas, como definitiva sede.

En el nuevo hospital se erigió una sencilla iglesia, en principio de madera y tejas y con solo una nave central. Su campanario se le construyó a principios de la década del 20 del siglo XX.

En 1936 se iniciaron las primeras obras de reconstrucción del templo gracias a las limosnas y donaciones provenientes de la generosidad pública, recaudadas por las religiosas de la orden de las “Hijas de la Caridad”.

En los años cincuenta se edificó, sobre el altar mayor, la cúpula rematada por una cruz. En el interior existen varios altares o capillas con imágenes de los santos más venerados por los cubanos. En la parte central de la nave está ubicado el altar mayor, donde halla San Lázaro Obispo. La del San Lázaro “milagroso”, la imagen más antigua del templo, ocupa una privilegiada posición en la capilla de la izquierda y se encuentra protegido por una urna de cristal.

SAN LÁZARO

En Cuba se venera a un San Lázaro qué no es santo, sino un personaje bíblico. San Lázaro, el mendigo, el de las llagas, las muletas y los perros, tiene su origen en un pasaje de los Evangelios. Podemos buscar su equivalencia en los negros lucumíes, que identificaron a sus dioses africanos con las imágenes cristianas. Para ellos el personaje evangélico era Babalú-Aye, el “orisha” que cura a enfermos y protege a los pobres. Y con este carácter colocaron su imagen en los altares que construían en sus cabildos y lo popularizaron.

Y este es el santo que los cubanos veneran, y al que le pedimos, el milagroso, el santo que cura y al que muchos cubanos le piden salud y prosperidad.

Para la Iglesia católica, el único santo de ese nombre es San Lázaro Obispo, sin llagas y con mitra, que también se venera el 17 de diciembre. La religión católica jamás santificó al mendigo de la parábola bíblica.

Babalu ayé es una de las deidades de la religión yoruba y en la santería sincretiza con San Lázaro. Representa las afecciones de la piel, las enfermedades contagiosas, especialmente las venéreas y las epidemias en el ser humano. Medio hermano de Changó, cuando los adivinos se reunieron para la distribución de los reinos le fue entregado el Reino de Dajome. Es el santo más venerado de tierra Arará.

Tiene el aspecto de un inválido, minado por un mal deformante, de piernas retorcidas y espinazo doblado. En Candomblé y Umbanda se lo representa cubierto de unos vestidos de paja. Orisha mayor y santo muy venerado. En realidad Babalú Ayé significa «padre del mundo» nombre que se le daba a Chopono o Chakpata, el terrible orisha de la viruela, cuyo nombre no podía pronunciarse.

A este Santo le gusta trabajar con muertos. Su color es el morado obispo y su día es el viernes, aunque para otros es el miércoles. Su número es el 17 y habla en el 4, el 11 y el 13 del Diloggún (Irosun, Ojuani y Metanlá). Collares de cuentas negras, matipó de Oyá, Matipó de San Lázaro (blanco con rayas azules y cuentas rojas). Combinadas según el camino del Santo.

Se le ofrenda maíz tostado, mazorcas de maíz asadas, pan quemado, agua de coco, vino seco, ajo desgranado, pescado y jutía ahumados, cocos, cocos verdes, cebolla, corojo, cogote de res, etc. Se le inmolan chivo con barba, gallina de guinea, gallo y paloma. Sus Ewe son cundeamor, sargazo, alacrancillo, apasote ateje, piñón botija, bejuco ubí, albahaca, zarzaparilla, artemisa, caguairán, cenizo, chirimoya, bejuco amarillo, cardosanto, ortiguilla, incienso, millo, pica pica, etc.

Oramos y pedimos al Lázaro de las muletas y los perros, al Lázaro llagado y mendigante, por encima de cualquier tradición o doctrina teológica. En realidad a los devotos no parece importarles si es uno u otro, incluso de seguro no conocen la diferencia, y la posibilidad de que cada Lázaro haya sido una persona distinta.

Lo cierto para todos ellos es su bondad y su poder. Sin sus milagros acaso este día no sería una fecha tan esperada. En el condado Miami-Dade el homenaje tiene como punto central en la iglesia “El rincón de San Lázaro” que se encuentra en 1190 E. 4 Ave, Hialeah, FL 33010.

Hoy es un día para pedirle a San Lázaro:

San Lázaro que tu espíritu sea mi fe y todo el que a mi lado estuviere, y que en ti, patrón, encuentre la fuerza que necesita mi materia para poder llevar estas pruebas de este planeta en que habitamos y de este camino que hay que pasar, mandado por Dios, nuestro Padre, pues en ti pongo mi fe para que me salves y des consuelo a mis grandes males y que por tu valor tenga otro porvenir mejor.

San Lázaro conmigo y yo con él, el delante, yo detrás, para que todos mis males los haga desaparecer, la Gloria de todos. Amén.

CUBA EN LA MEMORIA 17/12/2014

HOSPITAL DE SAN LAZARO –CAMAGUEY

16 martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Religión, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, hospital

Publicado por Derubín Jácome

Quizás algunos desconozcan que también en la ciudad de Camagüey existió un “Hospital de San Lázaro”. Por esta razón y por ser mañana, 17 de diciembre, día de este santo de devoción popular en nuestro país, dedico esta publicación.

Desde 1731, en la sabana del Tínima en Camagüey, existieron dos casas para la atención y cuidado de los “lazarinos”, una para lazarinos blancos en Hato Arriba y otra para negros en Hato Viejo. Estas se encontraban lo más lejos posible del resto de la población, como medida de prevención sanitaria, para evitar el posible contagio de esa enfermedad.

Resultando insuficiente por su capacidad y la calidad de sus servicios, en el año 1734 el Cabildo de la Villa de Puerto Príncipe solicitó al arzobispo de Cuba, Juan Lazo de la Vega y Cancino, la construcción de un asilo para leprosos y una ermita bajo la advocación de San Lázaro. Un año después, el 9 de agosto de 1735, el Cabildo recibió la autorización para ejecutar las obras constructivas.

La ermita, construida en el patio del lugar, quedó definitivamente concluida en el año 1737, no siendo hasta 1746 que terminaran las obras del hospital, construido con paredes de ladrillos, tablas y techo de tejas criollas. Pero esta obra tampoco dispuso de las condiciones necesarias para la adecuada atención y restablecimiento de los enfermos, por lo que en 1776, el edificio se amplía con nuevas celdas y habitaciones.

Ya para 1799, el estado constructivo de las instalaciones era tal, que ponía en riesgo la vida de los lazarinos y empleados, lo que hizo pensar en la necesidad de una nueva instalación. En 1808 su administrador, Gabriel Escobar Socarrás, comunicó al Ayuntamiento no solo el mal estado de la construcción, sino también la difícil situación sanitaria y de salud que atravesaban los enfermos, con deficientes medicamentos y otros cuidados.

El abogado Francisco Pichardo Tapia, residente en la villa, comentaba: «…En una casa ruinosa, asquerosísima, situada entre malezas, distante de la ciudad y de todo vecindario, se recogían por fuerza y hacinaban… padeciendo allí su atribulado espíritu aún más que el cuerpo…».

Con el impulso y apoyo del Reverendo P. Fr. José Espí, en 1815 se comenzó a construir un nuevo hospital en el mismo lugar donde se encontraba el anterior, pero con mucha mayor capacidad y mejores condiciones. Por carecer de financiamiento suficiente, la obra tuvo que ser interrumpida en ese mismo año. Finalmente en 1819 fue concluido el nuevo conjunto arquitectónico, denominado “Hospital de San Lázaro”.

En una de las primeras obras de carácter histórico escrita por los regidores principeños en el año 1844, el abogado Manuel de Jesús Arango Ramírez, José Ignacio de la Cruz y el Lic. Manuel Castellanos, publicaron:


“..El venerable y nunca bien sentido Fr. José de la Cruz Espí, logró al fin levantar y concluir en 1819, el grandioso y hermoso Hospital de Lazarinos que tenemos al O. de la población … cuyo frente presenta una perspectiva hermosa de galería de arquería de mampostería y columnas de orden dórico, en cuyo centro está la puerta principal que da entrada a una galería en que se encuentran 15 celdas espaciosas y bien ventiladas por ventanas de hierro por el costado derecho tiene otras diez habitaciones en el propio orden, y por el fondo seis salones de mucha capacidad …y al costado izquierdo se halla situada la iglesia, es del mejor gusto y suntuosidad, compuesta de una sola nave…”

En el texto se describe que el edificio tenía 80 varas de frente y fondo, con suficiente capacidad para el internamiento de 60 enfermos, divididos en habitaciones separadas para los dos sexos. El área total comprendía 2 caballerías. El edificio era sencillo, solo con algunas discretas formas prebarrocas en su frente, así como en la carpintería general. El área estaba formada por una planta en O y cruzada por pasillos de lozas de barro y con bancos de mampostería.

HOSPITAL DE SAN LAZARO –CAMAGUEY

El Padre Valencia simultáneamente se enfrascó en otras mejoras, como la jardinería, la siembra de árboles frutales y una huerta para la plantación de vegetales y plantas medicinales. También se empeñó en mejorar la ermita de mampostería y techo de tejas del país y el 6 de enero de 1826 inauguraba los dos altares y un dosel.

Vale destacar que la presencia y consagración humanitaria de este sacerdote franciscano, resultó decisiva poder concluir estas y otras obras en la ciudad principeña, sin que por esto abandonara su función de atender a los enfermos, dándole cierta dosis de esperanza de atención de salud y calidad de vida, hasta donde las condiciones y los recursos de la colonia se lo permitían.

Entre muchas de las obras que le debemos al Padre Valencia está la Iglesia del Carmen, el monasterio destinado a las monjas Ursulinas y el Hospital para mujeres, que sería edificado en uno de los barrios históricos de la ciudad. También propuso al Ayuntamiento la realización de un presidio, un hospital para enfermos mentales y planeó el puente sobre el arroyo Las Jatas, cercano al hospital de San Lázaro.

Siguiendo los patrones de las misiones, construyó un tejar, corrales y una hospedería como fuente de ingreso al hospital, entre otras obras de beneficio colectivo. Vale destacar que hacia considerar como un voto de contrición, y de fe, la participación de los creyentes en las construcciones, sustituyéndoles, ante los pecados confesados, los Padres Nuestros y las Ave Marías, por la prestación de servicios en la construcción.

Durante los dos períodos de las Guerras por la independencia de Cuba, las tropas colonialistas se acuartelaron en el hospital y dañaron su jardinería, arboleda y otros elementos constructivos, hechos criticados por la población camagüeyana, lo que consta en la prensa de la época.

El 15 de enero de 1899 el hospital fue declarado Establecimiento Público, según el Decreto del Gobierno General interventor norteamericano. Desde entonces funcionaría como “Asilo Nuestra Señora del Carmen”, para la atención de los ancianos.

En el año 1902, tras algunos años de abandono, se dedica a la atención de enfermos crónicos y ancianos sin amparo familiar. La ciudadanía propone que recobre su nombre original de “Asilo Padre Valencia”, y tres años más tarde se coloca un sencillo busto sobre pedestal de mármol blanco, en el patio interior, como un homenaje permanente al Padre Valencia. Cada aniversario de su muerte, durante mucho tiempo, fue costumbre que gran parte de la población acudiera a observar algunas de las reliquias usadas por él.

La pequeña iglesia, de una sola nave, está consagrada a San Lázaro, por lo que su imagen está colocada en el altar mayor. Sobresale por el espacioso patio la frondosa arboleda que iniciara el Padre Valencia…

CUBA EN LA MEMORIA 16/12/2014

REAL HOSPITAL DE SAN LÁZARO

15 lunes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Religión, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, medicina, Religión

Publicado por Derubín Jácome

Los inicios de este servicio a los enfermos de lepra se remontan al siglo XVII, sirviendo de sede algunos bohíos construidos en la Caleta de Juan Guillén, luego conocida como “Caleta de San Lázaro”, situada en la zona extramuros de la ciudad. Área que podemos observar en la foto publicada.

Como podemos suponer, las condiciones en este sitio para los enfermos eran deplorables, por lo que el capellán del hospital, presbítero Juan Pérez de Silva, y el doctor Francisco Teneza se dirigen la solicitud a su Majestad Felipe V, Rey de España, para que se construyese un lugar adecuado donde pudieran mejorarse las condiciones de vida y cuidados a los enfermos.

El aumento de pacientes y la presencia en las calles de estos enfermos pidiendo limosnas para subsistir, unido a las protestas de los vecinos temerosos de ser contagiados, fueron las razones que forzaron a los gobernantes para llevar adelante esta misión.
Por real cédula del 19 de junio de 1714, Su Majestad Felipe V, ordena la fundación oficial del “Real Hospital de San Lázaro”.

En 1781, terminó de construirse el leprosorio en la Caleta de Juan Guillén, que contaba de dos plantas, con un frente monumental que sirvió de fachada a una iglesia, ubicada al centro de la edificación.
Para mayor desgracia, en 1762, cuando la «Toma de La Habana por los ingleses, el Hospital queda totalmente destruido, en una acción de represalia tomada por Inglaterra en su conflicto bélico con España. Pasan más de treinta años hasta que se reconstruye en 1798.

En 1854, el obispo Fleix y Solans encomienda a las religiosas de la orden “Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl” el cuidado de los enfermos del hospital, obra que se ha extendido por más de 150 años. La primera madre superiora fue sor Petra Moya, luego la sucedió sor Ramona Idoate y a esta, sor Antonia Barbero.

A finales de la primera década del siglo XX se pensó en la posibilidad de ubicar el hospital y la iglesia en algún lugar distante del centro de la ciudad. Gracias a la Junta de de Patronos y a las autoridades sanitarias y de beneficencia, se aprobó su instalación en la finca Dos Hermanos, en Rincón, municipio de Santiago de las Vegas, donde se encuentra actualmente.

REAL HOSPITAL DE SAN LÁZARO
El traslado del hospital y el templo supuso varios obstáculos, pues los enfermos preferían vivir dentro de la ciudad, pues les facilitaba las visitas de familiares y amigos, e incluso sus propias salidas, pero también afectaba a los devotos a los que les sería más difícil ir a la iglesia. Todo esto incidía negativamente en la obtención de donativos para el sostenimiento de ambas instituciones, pero no obstante, el proyecto fue aprobado.

La construcción del nuevo hospital fue adjudicada al contratista Orbas-Simón, quien se comprometió a entregar los primeros pabellones en un plazo de cuatros meses, lo que incumplió dando lugar a graves desórdenes entre los desesperados pacientes. El 26 de diciembre de 1916, se comunica a los enfermos que serán trasladados temporalmente para el lazareto de Mariel, lo que también dio lugar a violentas escenas

En 1916 llegó a Cuba el padre Apolinar López y fue designado capellán del Hospital, función que desempeñó durante treinta y seis años. El padre Apolinar, junto a la madre superiora sor Ramona Idoate, tuvieron un papel protagónico en el traslado de los enfermos al Mariel, compartiendo con ellos las vicisitudes sufridas en ese lugar y luego en el asentamiento definitivo en el Rincón.

Ante el compromiso de que serían llevados al Rincón una vez concluidas las obras del nuevo leprosorio, los enfermos aceptan abandonar su antiguo hospital y como garantía del cumplimiento de lo prometido, fueron acompañados por el padre Apolinar López y las consagradas religiosas de la orden Hijas de la Caridad.

El 26 de febrero de 1917, sin contar con medios adecuados de transporte los enfermos fueron trasladados al hospital de Rincón, que aún se encontraba a medio construir y sin recursos de ninguna clase.

En Mariel los enfermos fueron alojados en míseras barracas, que el gobierno español había utilizado para cuarentena de inmigrantes y tropas, las que no tenían ni las mínimas condiciones para la existencia de seres humanos.

Allí encontraron la amarga realidad, ya que solo encontraron unos pocos pabellones aún sin terminar, en un campo cenagoso, sin agua, sin luz eléctrica, sin calles, sin enfermería, y sin alojamiento para las religiosas. Con las donaciones y limosnas de los devotos, el sacerdote Apolinar López y la madre superiora sor Ramona Idoate, lograron mejorar el acondicionamiento del lugar.

Posteriormente arribaron las primeras familias afectadas por la lepra, para establecer allí su residencia y recibir tratamiento médico. Para terminar las obras, por Ley de 31 de julio de 1917, se emitieron treinta millones de pesos en bonos de empréstitos, aunque la existencia del leprosorio siguió dependiendo de la contribución pública y donaciones de los creyentes.

Finalmente los pabellones quedaron terminados y los enfermos, definitivamente alojados. La instalación dispuso de 42 edificaciones, de la cuales 13 estaban destinadas a los pacientes. El resto era para la administración, el hospedaje de las religiosas, la iglesia y otros menesteres.

En la década del treinta, se construyeron nuevos pabellones y a mediados de los 40 fue remodelado y se le adicionaron nuevas edificaciones, entre las que estaba un grupo de viviendas para los enfermos. A pesar de las duras condiciones, en 1951, se construyó un pequeño parque rodeado de un jardín de rosas blancas, donde se instaló un busto de mármol del Apóstol José Martí, donado por el padre Apolinar López y sor Carmen Guijo y una bandera cubana costeada por los enfermos.

Aún es las peores condiciones, estuvo presente el recuerdo de nuestro apóstol José Martí y se le rindió homenaje..

CUBA EN LA MEMORIA 15/12/2014

IGLESIA Y PLAZA DE SAN FRANCISCO

24 domingo Feb 2013

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Religión, Urbanismo y Arquitectura

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Después de la ocupación inglesa, nunca volvió a ser iglesia.
(Publicado por D.Jácome)

La iglesia de San Francisco de Asís tiene una historia muy peculiar. La antigua Catedral de La Habana se encontraba donde hoy está el Palacio de los Capitanes Generales. Cuando aquella iglesia se derribó, se decidió trasladar la Catedral a otro templo y fue la iglesia de San Francisco de Asís la que recibiría el gran honor. Antes de ocurrir dicho traslado, los ingleses atacan y toman a La Habana y esto cambia, para siempre el destino del magnífico templo.

En el año 1762 las tropas inglesas de ocupación la seleccionan para sus servicios religiosos e instalaron allí una logia masónica. Razón de más para que el obispo de La Habana nunca tuviera buenas relaciones con los ingleses, terminando preso. Tan pronto se fueron los ingleses de Cuba, el obispo de La Habana declaró el templo de San Francisco de Asís profanado y determinó que esa edificación no podía volver a ser un templo católico y el templo de San Francisco de Asís pasó a ser utilizado para varios usos, pero nunca volvió a ser iglesia.

El primer edificio fue construido entre los años de 1548 a 1591, sufriendo muchas modificaciones hasta su demolición completa en 1719, cuando se inicia la construcción del que aún existe que fue concluido en 1738. Erigido por Fray Juan Romero y cuya torre, la más alta de la época, fue obra de arquitecto José Arcés. Fundado a finales del siglo XVI constituyó el elemento distintivo de la presencia de la Orden Franciscana en el continente americano, quienes tenían como responsabilidad la evangelización de los pobladores de América.

La iglesia fue originalmente de planta basilical de tres naves, sostenidas por doce columnas representando a los doce apóstoles, de la iglesia católica. Su cubierta abovedada es de aristas en las naves laterales, mientras en la nave central es de cañón, apoyada en columnas de planta cruciforme. La gran construcción patrimonial que es el convento con su iglesia, construidos de cantería, usando la típica piedra del litoral conocida como de Jaimanitas, se atribuye al habanero fray Juan Romero como director de obras, mientras que el proyecto de la torre se adjudica al arquitecto José Arcés. Posee un bello patio interior colonial con la típica fuente en el centro, sus galerías en forma de cruz y área verde. Los claustros son amplios y ventilados sumando un total de 111 celdas abiertas en los cuatro lados del patio cuadrilateral central..

En 1739 quedó consagrada por el obispo franciscano Juan Luis Lazo de la Vega y Cancino con rango de Basílica Menor, adjunta en su tiempo a la Basílica San Giovanni Laterano en Roma. Su celebridad hizo que la plaza lateral a este convento franciscano llevara su nombre y hasta hoy sea conocida como Plaza de San Francisco de Asís o de San Francisco. La torre se construyó en el último tercio del siglo XVIII, con 42 metros de altura, la segunda por su altitud en la época colonial, pues solamente la superaba la torre Iznaga en el valle de los ingenios de Trinidad, la cual mide 45 metros.

Después de la decisión del Obispo, el templo nunca volvió a ser iglesia y pasó a ser utilizado para varios usos, incluyendo el de aduana del puerto por muchos años. En 1842 fueron promulgadas las leyes desamortizadoras de los bienes del clero por el Ministerio de Hacienda Español, entonces comenzó un largo período de transformaciones en el edificio, lo cual trajo como resultado la desaparición de incontables valores que eran atesorados allí hasta ese momento.

Posteriormente, en el año 1850, después del paso del ciclón de 1846, demolieron el ábside, el crucero y la cúpula de la Iglesia, debido al mal estado en que se encontraban. Luego de la independencia, en 1907, se destina a la Dirección General de Correos y Telégrafos. En 1916 se transforma nuevamente para acoger la Dirección General de Comunicaciones, que luego se convertiría en ministerio. En 1941 y en 1944 se le hicieron restauraciones, una de ellas por el arquitecto Julio Alemany.

Actualmente restaurado, es centro cultural. Tiene una nave con una acústica irreprochable donde se ofrecen conciertos de música clásica. Las galerías del claustro han sido transformadas en Museo de Arte Religioso.

JUDIOS EN CUBA

15 sábado Sep 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Religión

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judios

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En 1939 llega el “San Luis” al puerto Habanero con más de 900 judíos huyendo de la persecución nazi. Fueron rechazados y retornaron a Europa. Pocos sobrevivieron. La historia es llevada al cine. Obtiene 3 nominaciones a Oscar.

La historia de los judíos en Cuba está relacionada con nuestra historia desde su descubrimiento en 1492. El español Luis de Torres, un judío, estaba entre los primeros europeos en caminar en nuestra tierra. Junto a los primeros colonizadores vinieron los primeros judíos quienes huían de una España dominada por la Inquisición.

Hay algunos documentos que sugieren que la única gobernadora de Cuba, Doña Isabel de Bobadilla, era judía. Otro judío, Francisco Gómez de León, fue preso y ejecutado en La Habana a principios del siglo XVII por sus convicciones religiosas.

La comunidad cubana judía actual, no obstante, no representa una línea de continuidad. Su formación comenzó después de 1898. Los orígenes de la comunidad judía cubana están ligados a la Guerra de Independencia (1868) y la guerra hispano- cubano – norteamericana (1898).
Judíos de la Florida estuvieron entre los más activos partidarios de José Martí.

Los judíos americanos fueron los primeros emigrantes que comenzaron a establecerse en la Isla como soldados veteranos o como negociantes a finales del siglo XIX. En 1904 ellos fundaron la “United Hebrew Congregation” con una sinagoga reformista y en 1906 adquirieron un cementerio.

Durante los años previos a la primera guerra mundial, inmigrantes sefardíes comenzaron a arribar a nuestro país desde Turquía y el Cercano Oriente. En 1914 los judíos sefardíes establecieron una organización comunitaria llamada “Chevet Ahim”.

La inmigración desde la Europa del Este comenzó en 1920-21. Para la mayoría de esos judíos, Cuba solo era un punto de tránsito en el camino a los Estados Unidos. Pero como resultado del endurecimiento de las leyes de inmigración de EUA en 1924, miles de ellos se vieron obligados a permanecer en Cuba, y hasta después de 1924, miles de ellos continuaron arribando.

En 1925 el “Centro Israelita de Cuba”, una organización local, además de la ayuda a los inmigrantes, incluía una biblioteca, una escuela de idiomas nocturna, una escuela primaria y un grupo de teatro. Una asociación hebrea femenina de Cuba en 1926 ayudaba a las mujeres con trabajos, dinero y tenía un círculo infantil.

El 8 de octubre de 1938 se constituye en La Habana el Partido Nazi Cubano. Radicaba en la calle 10 número 406, entre 17 y 19, en el Vedado .El 13 de octubre de 1938 se formalizó el expediente numero 10 262, en el que se hace constar que en el libro 20, folio 643, quedó inscrito legítimamente el “Partido Nazi Cubano”. Juan Prohías era su Presidente.

El 13 de mayo de 1939 zarpó el “San Luis” del puerto de Hamburgo con más de 900 judíos alemanes, quienes trataban de huir de la persecución nazi. El destino era La Habana, Cuba, y todos los viajeros disponían de visas o permisos oficiales que presuntamente les garantizaban la entrada a nuestra nación. Pero el entonces presidente cubano, Federico Laredo Bru, invalidó por decreto esas autorizaciones y no permitió que la embarcación entrara al puerto habanero.

Tras la negativa de otros países en aceptarlos, el “San Luis” regresa de nuevo a Europa desembarcando en la ciudad de Amberes. De los más de 900 pasajeros a bordo del “San Luis”, sólo 240 pudieron sobrevivir al holocausto, el resto terminaron capturados por los nazis o murieron en los campos de concentración. Otros barcos cargados de judíos, como el “Orduña” o el “Flandes”, también fueron rechazados.
En 1939 el Comité Central de la Organización Judía se reorganizó incluyendo todos los sectores de la comunidad y fueron reconocidos como órgano representativo por las autoridades cubanas.

No es hasta 1953 con la fundación del Patronato de la Casa de la Comunidad Hebrea y la construcción de este gran centro comunitario, que culminaron los intentos de centralizar esta organización comunitaria.

NOTA:
El trágico suceso del “San Luis” fue objeto en un libro, “Viaje de los malditos”, de Gordon Thomas y Max Morgan-Witts. También fue llevada al cine en una película con el mismo título en 1976. Faye Dunaway es su protagonista. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar en 1977.

ERMITA DE MONSERRAT O DE LOS CATALANES EN LA HABANA.

12 miércoles Sep 2012

Posted by Derubin Jacome in CUBA EN LA MEMORIA, Religión

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La original fue demolida para construir la Plaza Cívica ( actual Plaza de la Revolución).

La historia de este templo se remonta al año 1885 cuando el padre Pere Muntadas, junto a directivos del Centro Catalán de la Habana y otras asociaciones, acariciaron la idea de construir una iglesia dedicada a la Virgen de Monserrat. Según documentos de la época, se creó una comisión para buscar un lugar que rememorara la Montaña de Monserrat en la Isla de Cuba. La comisión encargada de estas acciones seleccionó la Loma del Tadino, que comenzó a llamarse desde entonces Loma de Monserrat o Loma de los Catalanes.

A partir de ese momento se abriría una suscripción popular para la construcción y ornamentación del templo. En el año 1886 se colocó la primera piedra de la Ermita, pero numerosos avatares demoraron su culminación hasta el 24 de julio de 1921, en los terrenos que ocupa hoy el Memorial José Martí, en la Plaza de la Revolución.

La prosperidad de La Habana en la primera mitad del s. XX hace que se generen diversos planes con el objeto de cohesio¬nar y dotar a la ciudad y, a la vez, de establecer pautas de crecimiento futuro. Los planes, con diferente grado de ejecución, son reflejo de cada Gobierno y, por tanto, recogen un amplio muestrario ideológico, que va desde la filantropía hasta el Movimiento Moderno, pasando por las propuestas de la ciudad bella.

El primer anteproyecto de Plano Regulador para La Habana fue trazado por Enrique Montoulieu en 1922. Sus principales aportaciones se centraban en la mejora de la red viaria y en la creación, a partir de esa nueva vialidad, de un nuevo centro funcional, estratégica¬mente ubicado en mitad de la gran mancha urbana de la ciudad y sus repartos, sobre la loma que actúa de divisoria de aguas entre El vedado y la bahía, emplazamiento ocupado en esos momentos por un asentamiento de infraviviendas junto a la Ermita de los Catalanes.

En ese punto, debía recrearse un área de nueva centralidad mediante la construcción de una gran plaza cívica, con una escenografía monumental, para acoger la congregación de los ciuda¬danos en todo tipo de celebraciones. El simbolismo del lugar aumentaba por los nuevos edi¬ficios diseñados para acoger las nuevas funciones políticas y administrativas de la naciente República.

En 1935 se escuchó de nuevo la necesidad de la ciudad de contar con una plaza cívica y un monumento a Martí. El presidente de turno Carlos Mendieta Montefur constituía la comisión correspondiente y destinaba medio millón de pesos para la obra.

En 1937, el presidente Federico Laredo Bru reafirmó mediante un decreto la conveniencia de erigir un monumento a Martí.
Entre 1938 y 1942 se libraron varias convocatorias a concurso para la elección del proyecto del monumento. Entre 1941 y 1942 con la primera gestión presidencial de Batista, en aras de la utilidad pública del proyecto se promulgaron decretos que disponían la expropiación de terrenos a particulares para la construcción de la Plaza.

Luego del golpe del 10 de marzo de 1952, Batista trata de mejorar su imagen de usurpador y promete erigir el Monumento premiado. Mediante decreto presidencial queda constituida una comisión nacional organizadora de los actos y ediciones del Centenario y del Monumento a Martí. Es así que de 1953 a 1958 se produce la construcción de lo que hoy es el Memorial José Martí.

Originalmente se le llamó Plaza Cívica y fue construida durante la década de los años 50 del pasado siglo con objetivos más que todo urbanísticos. Formaba parte de un añejo y ambicioso proyecto que pretendía hacer de la Plaza Cívica el centro de la circulación vial de la ciudad, disponiendo de 4 anchas avenidas que enlazarían los puntos cardinales de la urbe partiendo de ella.

NOTA. En las fotos se puede observar el lugar que ocupaba la Ermita y su relación con Rancho Boyeros y la Terminal de Omnibus.

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