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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Publicaciones de la categoría: Sociedad

CUBA – LAS CASTAS

24 jueves Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

En Cuba, durante la colonia, había dos categorías de españoles: los que habían nacido en España, a los que se llamaba «peninsulares», y los que habían nacido en la Isla, es decir, los «criollos».

Aunque ante la ley los criollos eran considerados españoles, en la práctica no se les consideraba iguales. Desde el inicio de la colonia hubo tensiones entre criollos y peninsulares. Los segundos decían que las condiciones climáticas de América degeneraban el cerebro y mente de los europeos y por eso los criollos no eran tan capaces como ellos. Los criollos, sin embargo, insistían en que eran iguales y tan leales a la Corona como cualquier español.

Al principio de la Colonia, a los “mestizos” no se les reconocía como tales. O se les tomaba por españoles o por indígenas, sin ser aceptados totalmente dentro de ningún grupo. Por eso, muchos padres de mestizos pagaban para que en el acta de nacimiento de sus hijos se les calificara de «español». Algunos mestizos fueron educados como caballeros y damas españoles, porque la Corona consideraba humillante que un hijo de español fuera educado entre los naturales de la Isla.

La mayoría de los mestizos era considerada «gente vil» y se les negaba el derecho de ocupar cargos reales, eclesiásticos o municipales. Por ello, el papel de los mestizos en la Colonia fue desde un principio un factor de inestabilidad, pues no tenía un lugar definido en la sociedad de su tiempo.

En Cuba también los esclavos se les “clasificaba” y no precisamente por su origen, lo que pienso que hubiera complicado aún más este asunto, ya que llegaron Mandingas, Yolofes y Fulaces; Gangaes, Congos, Lucumíes, Carabalíes, Longobáes, Maní, Quisí, Minas, Suamos, Bibí, Brícamos, Motembos, Musundis, Mombasas, Sacuaes y de otras comarcas.

Simplemente se les llamaban “bozales” o “de nación” a los nacidos en África, que no hablaban español, pero si además se les consideraban muy torpes, entonces les decían “bozalones”. Cuando aprendían la lengua de sus amos se les daba otro nombre: “ladinos” y eran más valorados pues tenían la capacidad de entender las órdenes de su dueño. A los niños en su adolescencia se les llamaba “muleques” y cuando dejaba de ser adolescentes, pasaban a ser “mulecones”. Los hijos de esclavos, nacidos en Cuba, recibían el nombre de “criollos” y a sus nietos se les nombraba “rellollos”.

“Coartado” era el esclavo que poseía libertad parcial, y así se llamaba hasta que con sus ahorros pagara la libertad a su dueño, y “emancipado” era el negro que era capturado por un barco inglés autorizado a entrar en Cuba, siendo puesto bajo la protección del capitán general hasta que fuera declarado libre, no sin antes realizar trabajo forzado durante varios años.

Por si todo esto fuera poco, a las personas que racialmente fueron el resultado de mezclas de distintas razas se les denominó «castas». Este heterogéneo grupo tuvo el mismo problema social que los mestizos. Si no se les podía ubicar claramente dentro de algún grupo racial, eran negados y discriminados por unos y otros.

CUBA – LAS CASTAS
Es fácil imaginar la confusión que traería el encuentro de culturas en nuestro continente y la inevitable mezcla y remezcla entre todas ellas. Producto de ello, resulta interesante ver que desde principios del siglo XVIII aparece en el arte la «pintura de castas». Es decir, pinturas e ilustraciones que representan a personas de acuerdo a su clasificación racial.

En La Habana el 14 de noviembre de 1842, aparece publicado lo siguiente:

“…Del encuentro de tres razas en este mundo nuestro, salieron las castas, que las preocupaciones sociales clasificaron minuciosamente, de las cuales se ocupó más de una vez el legislador…”.
He aquí, una de estas antiguas clasificaciones:

De Español con india, sale MESTIZO
De Mestizo con española, sale CASTIZO
De Castizo con española, sale ESPAÑOL
De Español con negra, sale MULATO
De Mulato con española, sale MORISCO
De Morisco con española, sale CHINO
De Chino con india sale SALTA ATRÁS
De Salta atrás con mulato sale LOBO
De Salta atrás con india, sale CHINO
De Chino con mulata, sale LOBO
De Lobo con mulata, sale JÍBARO
De Jíbaro con india, sale ALBARRAZADO
De Cambujo con india, sale ZAMBAIGO
De Zambaigo con mulata, sale CALPÁN MULATO
De Calpán mulato con Zambaigo, sale TENTE EN EL AIRE
De Tente en el aire con mulata, sale NO TE ENTIENDO
No Te entiendo con india, sale TORNA ATRÁS
De Indígena con negra sale ZAMBO
De Negro con zamba sale ZAMBO PRIETO
De Español con morisca sale ALBINO
De Albino con blanca sale SALTA ATRÁS O SALTAPATRÁS
De Indígena con mestizo sale COYOTE O CHOLO
De Mulato con indígena sale CHINO
De Español con coyote sale HARNIZO
De Coyote con indígena sale CHAMIZO
De Chino con indígena sale CAMBUJO
De Lobo con china sale JÍVARO
De Jívaro con mulata sale ALBARAZADO
De Albarazado con negra sale CAMBUJO
De Cambujo con indígena sale SAMBAIGO
De Sambaigo con loba sale CAMPAMULATO
De Calpán mulato con cambuja sale TENTE EN EL AIRE

Como podrán observar, hay algunas castas que podían ser resultado de mezclas diferentes, por ejemplo se le llamaba CAMBUJO, tanto si se era hijo de chino con indígena o de albarrazado con negra. O ser un SALTA ATRÁS si tus progenitores fueran un albino con una blanca o un chino con una india… Estoy seguro que toda esta clasificación debió desaparecer cuando tuvieron que hacer un censo… ¿Se imaginan?
Al menos en el “Diccionario provincial casi razonado de voces Cubanas” de Esteban Pichardo, publicado en 1849, ya no aparecen ni siquiera la mayoría de estos términos.

Pero de lo que no tengo duda es que de todas estas mezclas ha surgido una “raza” indiscutible: la cubana. De la que nunca se dejará de hablar…

José Martí, en el artículo “Mi raza” publicado en el periódico “Patria” del 16 de abril de 1893, escribiría:

“….Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro… Los hombre verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos…”

CUBA EN LA MEMORIA 24/03/2016

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DIA DE LOS PADRES

19 sábado Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Fechas históricas, Sociedad

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Cuba, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

El “Día de los Padres o Día del Padre” es una celebración dedicada a los padres de familia, en que celebramos la paternidad y la influencia del hombre en la vida de sus hijos. Aunque las fechas de su celebración no es la misma en todos los países del mundo, la tradición católica europea lo conmemora el 19 de marzo, día de “San José”, padre putativo de Jesús.

Putativo, según el Diccionario de la Real Academia Española es quien es tenido como padre, hermano, etc., sin serlo, como es el caso de José, que es padre putativo de Jesús. En textos religiosos la abreviatura de padre putativo es P.P., por lo que a los que nos llamamos José, nos dicen Pepe… ¿curioso verdad?

DIA DE LOS PADRES

Sin embargo, la mayoría de países latinoamericanos festejan el Día del Padre el tercer domingo de junio, y dejan para el 19 de marzo la celebración del “Día del Hombre”.

En Cuba, el primer “Día de los Padres” se celebró el 19 de junio de 1938. Fue la escritora y artista Dulce María Borrero quien defendió y apoyó la celebración en la Isla de este día como homenaje a los padres. Si las madres ya tenían su día el segundo domingo de mayo, mes de las flores, resultaba una justa propuesta que los padres tuvieran también lo tuvieran.

Como antecedente, ya se había conmemorado en los Estados Unidos la primera celebración del Día del Padre el 19 de Junio de 1910, tras la gestiones de la norteamericana Sonora Smart-Dold, artífice de esta festividad. Ella consideraba que, si de honores se trataba, su padre, William Smart, veterano de la guerra civil, era tan importante como su madre, pues cuando su esposa murió, durante el parto de su sexto hijo, a partir de ese momento se hizo cargo de criarlos y educarlos cumpliendo su rol de padre y tratando de cumplir el de madre, sin recibir ningún tipo de ayuda.

Ya adulta, asistiendo a una misa con motivo del “Día de la Madre”, que apenas llevaba dos años celebrándose, y agradecida por la fortaleza y la consagración de su padre en su crianza y la de su familia, concibió la idea de celebrar también un Día de los Padres.

Originalmente pensó en celebrarlo el 5 de junio, día del cumpleaños de su padre, pero teniendo poco tiempo para los preparativos, decidió cambiar la fecha para dos semanas después. Sonora hizo una intensa propaganda a su iniciativa, y aunque con escaso éxito, se celebraron misas en muchas ciudades. Es así como el primer día del padre tiene lugar en Washington, el 19 de junio de 1910.

En 1915, Harris C. Meek, presidente del “Club de Leones” de Chicago, retomó la idea y el proyecto contó con mejores auspicios. Progresivamente la festividad alcanzó tal popularidad que, en 1924, el Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, convirtiría el “Día del Padre” en una celebración nacional.

En 1956, incluso una Resolución del Congreso de Estados Unidos reconoce, como un deber, homenajear a los padres mediante este día en su honor y diez años más tarde, el presidente Lyndon Johnson proclama oficialmente el “Día de los Padres” como una Fiesta Nacional. Es Richard Nixon quien, en 1972, firma la Ley que establece el “Día de los Padres” el tercer domingo de junio.

Al igual que había ocurrido con el “Día de las Madres”, los comerciantes lo acogen con beneplácito pues esto podría reportarles buenos dividendos, por lo que cada año lo promueven, mejorando su gestión de venta para obtener más ganancias con la venta de regalos para los padres.

Afortunadamente, el “Día de los Padres”, para la mayoría de los cubanos, no ha perdido el origen de su concepción, y aunque es habitual obsequiarles algún detalle, lo fundamental continúa siendo las muestras de cariño y admiración hacia nuestros progenitores, que se suceden en todo hogar cubano cada tercer domingo de junio, un día sagrado dedicado a enaltecer a los hombres que han cumplido la obra de la vida, junto a su compañera, en la educación y crianza de sus hijos.

Como muchos cubanos nos encontramos dispersos por todo el mundo, no quise esperar al tercer domingo de Junio para comentarles sobre este día y que cada cual, esté donde esté, lo celebre según las costumbres del lugar donde resida. Pero ante todo debemos tener presente que la labor de nuestros hijos no es reconfortarnos o hacernos regalos este día, lo fundamental es que crezcan con la libertad de pensar y poder expresar lo que piensan, con respeto y consideración.

En 1920, aún siendo vicepresidente de nuestra República, Alfredo Zayas en un discurso alertaba a los padres sobre la importancia de que este concepto fuera el fundamento principal en la educación de sus hijos…

“…a fin de que pueda decir el viajero que divise nuestras costas en porvenir no lejano: “Allá hay una isla bendita por el cielo, que sobre la esmeralda de su suelo y el zafiro ondulante de sus mares, sostiene a un pueblo libre, de hermanos laboriosos y virtuosos, que harán que se perpetúe en la historia el nombre de una raza y con él los sentimientos y los ideales que alentaron nuestros padres, que recogimos de sus labios y de su ejemplo, y que queremos trasmitir a nuestros hijos…”

Así sea.

CUBA EN LA MEMORIA 19/03/2016

PARQUE CENTRAL – ACERA DE NEPTUNO

18 viernes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Municipios y ciudades, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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calles Cuba, edificios, habana, Parques cubanos

Publicado por Derubín Jácome

Un lector me pide comente sobre los edificios que se encontraban en esta acera del parque Central antes de existir el nuevo hotel “Parque Central”, la de la calle Neptuno entre el Paseo del Prado y la calle Zulueta. Las fotos corresponden a varias épocas, ya que en esa acera existieron diferentes negocios y sobre ello les comentaré en esta publicación.

Al parecer el primer uso destacado que ocupó esta área, que ya antes había sido una estancia o finca extramuros, fue un taller, el Taller de José Albazzi, donde se fabricaban estatuas con la suficiente calidad como para participar en la “Exposición Universal de 1887”, celebrada en París. Albazzi fue uno de los seleccionados para representar a las “provincias de ultramar” en dicha exposición, por ser el inventor un procedimiento artístico industrial que le permitía hacer esculturas con granito artificial de todos los colores.

Técnica que es seguro que influyera en que aún hoy día tengamos, en casi perfecto estado de conservación, esos impresionantes suelos multicolores de granito con sus logos, o distintivos, a la entrada de hoteles, bancos, centros comerciales, etc., tema al que uno de nuestros lectores, Gonzalo Moran, le dedica una página que les recomiendo.

En el Catálogo general de la sección española, para la citada exposición editado por la Imprenta General de Ch. Lahure, París, 1867, aparece:
JOSE ALVAZZI; Habana.


“…Objetos de piedra artificial. El expositor, dueño del Museo estatuario situado en la calle del Prado, núm. 25, en la Habana, es inventor de un procedimiento artístico industrial para hacer objetos de escultura con granito artificial de todos colores. Al presentar en la Exposición el método de que se sirve para realizar su invento, el Sr. Alvazzi expone como muestras: un jarrón grande, dos bustos pequeños, dos repisas y en un cuadrito dorado la vista fotográfica de su museo estatuario…”

Los inicios del Parque Central de La Habana comienzan más de 200 años después de fundada la ciudad y originalmente estaba situado fuera del recinto que encerraron las Murallas que se encargaban de asegurar la ciudad del ataque de los piratas y corsarios que frecuentaban la época.

Durante la época colonial, los parques y plazas fueron una constante en nuestra Isla al iniciar la urbanización de ciudades y pueblos. Casi es posible asegurar que no existe alguno fundado que no cuente con un parque y una iglesia, que no marque además el centro de la localidad. En La Habana, principal ciudad de la isla, no ocurrió de otra manera, aunque este parque no fue el primero en construirse, ni tampoco marcó en el momento de su surgimiento, el punto más céntrico de la ciudad.

El Parque Central marcaba el inicio del paseo de extramuros, construido en 1772 bajo el gobierno colonial del Marqués de la Torre, Capitán General de la Isla, siendo su primer nombre el de “Alameda de Extramuros o de Isabel II”. Después del cese del régimen colonial se le dio el nombre de “Paseo de Martí” en homenaje a nuestro apóstol, aunque todos lo conocemos como “Paseo del Prado”.

Con el crecimiento de la ciudad, para la segunda mitad del siguiente siglo, el Prado comenzó a flanquearse de elegantes mansiones y grandes edificios de sociedades. La demolición de las murallas, en 1863, había dejado una gran faja de terreno que pronto fue urbanizada según el trazado del arquitecto Juan Bautista Orduña. En su proyecto destaca la propuesta de construir una gran plazoleta que reuniera las tres plazoletas menores existentes y conformar lo que es hoy el Parque Central de La Habana.

A partir de entonces comenzaron a erigirse obras de importancia en aquellos terrenos. Bajo el Gobierno de Miguel Tacón (1834-38) se inauguró el “Teatro Tacón”. El “Hotel Telégrafo” se inaugura entre 1858 y 1863, siendo uno de los más lujosos de Cuba y América durante el siglo XIX. En 1843 aparece el conocido por “Café y Salón Escauriza”, rebautizado “Le Louvre”, que le da nombre a toda la acera y que será antecedente de del “Hotel Inglaterra”.

En 1850 frente al Teatro Tacón, en una las plazoletas antes citadas, se coloca la primera estatua de Isabel II. En 1870 se inaugura el “Teatro Albisu”, que será sede de la zarzuela hasta su desaparición en 1918 para levantar el “Centro Asturiano”. En 1877 abre sus puertas del Teatro Payret y a finales de este siglo se construye el edificio de viviendas de la familia Pedroso, que posteriormente fue utilizado por las oficinas del “Diario de la Marina” y finalmente como “Hotel Plaza”…

PARQUE CENTRAL - ACERA DE NEPTUNO

Pero resulta Imposible resumir, en el breve espacio de una publicación, toda la evolución y el desarrollo de este importante emplazamiento. Ya con lo que les he comentado creo pueden hacerse una idea de esta progresión que lo convierten en el centro de la ciudad.

No es hasta 1877 que se terminan los trabajos de construcción del parque y es dotado de un “moderno” equipamiento de farolas, bancos y otros elementos para su embellecimiento. El nuevo siglo XX comienza con un “Parque Central” ya delimitado por edificaciones unificadas por una arquitectura que tiene como base el patrón clásico criollo de hermosas arcadas de columnas solidas a nivel de la calle, con diferentes detalles que les diferencian de los de los edificios aledaños, pero respetando el patrón cubano de ventanales y columnas detalladas..

Como lugar de encuentro y reunión y como lugar de paseo, el Parque Central quitó protagonismo a la Alameda de Paula y a la Plaza de Armas, que habían sido de la preferencia de los habaneros manteniendo esa primacía durante las últimas décadas de la colonia y las primeras de la República, lo que sin dudas hace que sean construidos en esta zona más sitios de esparcimiento y encuentro de los pobladores de la ciudad.

Es en este período al que corresponde el edificio del Café y Billares “El Central” de la foto al centro de la publicación. Por ser quizás un edificio de menor importancia no tengo referencias exactas de su construcción, pero si puedo comentarles que en las estadísticas de la Isla de Cuba en 1862, se refleja la existencia, en ese año, de ciento ochenta y ocho billares, que contabilizaban más de dos millones de pesos en rentas.

Incluso mucho antes, en 1805, ya existía una contribución sobre el juego de Billar que se utilizaba para la manutención de presos. En 1814, había cuatro billares en La Habana, veinte y seis en 1827 ¡y doscientos cuarenta en 1899! El de la foto era de los más importantes y frecuentados.

Posteriormente el edificio sufrirá algunas remodelaciones y cambios para ser ocupado por diferentes propietarios que instalarán múltiples servicios comerciales como bares, cafeterías, reposterías y venta de tabacos, revistas, helados, etc. Con el tiempo, y por falta de cuidado y mantenimiento, el edificio se fue destruyendo, incluso derrumbando, hasta llegar a un estado ruinoso.

El hotel “Parque Central” se inaugura en mayo de 1999, conservando de algún modo en su fachada el aspecto de las antiguas construcciones de principios de siglo. No obstante, es una pena que el edificio original se haya perdido.

CUBA EN LA MEMORIA 18/03/2016

UN PIRATA CUBANO -DIEGO GRILLO

17 jueves Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Curiosidades, Personajes, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, pirata

Publicado por Derubín Jácome

Conocemos de la presencia de piratas en nuestros mares y que desde el siglo XVI se establecen filibusteros franceses en los cayos e islotes de las Antillas, para desde allí saquear nuestras villas y ciudades. El más conocido de esa época, Jacques de Sores. Después aparecerían los piratas ingleses, como el famoso Sir Frances Drake, del que ya les comentaré por su relación con nuestro pirata cubano.

Para el siglo XVII serán desplazados por holandeses, que mantendrían largo tiempo en jaque a las flotas españolas que retornaban a Sevilla cargadas con las riquezas saqueadas en América. El puerto de La Habana era el punto intermedio de la travesía y también de las que venían a América con sus bodegas cargadas de mercancías para sus colonos. Entre los holandeses, imposible no mencionar a Cornelius Jol, el temible Pata de Palo.

A finales del siglo ya surcarían nuestros mares naves piratas con banderas de muchas naciones, con el célebre Henry Morgan, el Lorencillo o Bartolomé el Portugués… Los habitantes de la Isla ya no tendrían ni un momento de descanso seguro.

Piratas muchos, pero quizás algunos no conozcan que también hubo un pirata cubano que se codeó con los grandes de esa actividad. Diego Grillo, el primer pirata cubano, conocido en su época como el «pirata negro».

Para hablarles de este personaje, debemos remontarnos al último cuarto del siglo XVI, cuando un conquistador español que se dirigía a “Tierra Firme”, hoy Venezuela, a su paso por La Habana conoce a una bella esclava africana. De esta unión nace un niño llamado Diego Grillo, nacido alrededor de 1558, en La Habana, donde es bautizado, siendo su padrino el capitán español Domingo Galván Romero.

Nace esclavo y es criado en un entorno muy hostil, lo que hizo que con solo trece años escapara de su destino y huyera del cautiverio. De carácter fuerte y decidido, se une a unos bucaneros españoles que comerciaban en el litoral antillano, con los que adquiere grandes habilidades como marinero. Pero, en 1572, su vida da un giro inesperado cuando es capturado en Isla de Pinos por el pirata Francis Drake, que se percata de las habilidades del joven, con gran carisma, audacia, valentía y espíritu aventurero.

En compañía de Drake el joven habanero se transformará en un experimentado aventurero del mar, aprendiendo perfectamente el inglés y continuando sus andanzas en la nave de este pirata. Drake decide tomarlo bajo su tutela y lo lleva consigo a Inglaterra. Una vez allí, es reclutado por los ingleses, y con solo 22 años se convierte en un ilustre marinero de los Reyes de Inglaterra, los cuales le honraban por la contribución a sus intereses.

Unos años después, en 1595, vuelve a las aguas del Caribe como segundo al mando de una expedición capitaneada por Drake. Más tarde, después que Drake fuera nombrado «Almirante de Inglaterra», Diego se dispone a tener su barco propio, con una tripulación compuesta por franceses, ingleses y holandeses, convirtiéndose en el azote de las naves de la metrópoli que navegaban en los mares cubanos, hecho conocido por la constancia histórica de la campaña para capturarlo que realizara el Gobernador de Cuba, Don Juan de Maldonado Barnuevo.

Tras esta expedición, abandona temporalmente sus aventuras por el océano, de las que obtuvo no solamente mucho oro, sino también fama. Después de un breve descanso, su personalidad y ambición le llevan, en 1603, a regresar a sus andanzas por las Antillas, acompañado en esta ocasión por uno de los más grandes y conocidos piratas de la historia, Cornelio Jols, el terrible «Pata de Palo».

Juntos comenzarán una sangrienta etapa en la que atacan a navíos españoles, sin interés alguno de hacer esclavos, ya que asesinaban a todos sus tripulantes. Llegan incluso a capturar un convoy con once naves, lo que sin dudas para otro pirata hubiese sido motivo de retiro para entregarse al disfrute de las inmensas riquezas del botín… pero no ocurrió así.

En 1619 planifica y lleva a cabo una acción en la bahía de Nuevitas, lugar donde encontraban refugio los barcos cargados de oro que se dirigían a España. Con una cuidadosa preparación de la acción, Grillo sorprende a la caravana en la boca de la bahía, saliendo airoso y aún más rico de la contienda. Según las investigaciones y regerencias de este tema, es su última acción conocida.

UN PIRATA CUBANO -DIEGO GRILLO
Después de aquel acontecimiento, nunca se supo más de de su vida, pero al parecer el botín fue de tan grandes magnitudes que el pirata negro decidió desaparecer del mapa y dejar, tras él, el sello que lo identifica como uno de los más grandes piratas que existió. Quizás disfrutó en las tabernas inglesas de su incontable fortuna.

A pesar de ser terriblemente sanguinario, esto no afectaba su trato como todo un caballero con las mujeres, incluso del vencido, lo que queda demostrado en una anécdota recogida de lo acontecido con la viuda del Gobernador de Campeche, Doña Isabel de Caraveo:
Después de haber saqueado aquella villa y para evitar los ultrajes comunes a que estaba expuesta la dama española por los demás piratas, Diego le colocó una guardia personal con un cuidado especial y la puso en tierra sana y salva, cerca de Campeche. La propia Doña Isabel es la que dejó constancia del hecho, lo que confirma que, al parecer, era todo un caballero con las damas. No sé si además le estaría agradecida de alguna otra atención «especial» que tuviese con ella en el trayecto hacia Campeche…

Según otra anécdota recogida de esta citada famosa batalla, donde junto a «Pata de Palo» atacarían la plaza con diez navíos y 500 ingleses, franceses y portugueses, se relata que al finalizar la misma y al pasar entre un impresionante número de cadáveres encontrara por casualidad el de su padrino. Según testimonios de la época, Diego mostró gran sentimiento por el cuerpo de aquel que lo había sostenido en la pila bautismal.

Entre otros saqueos que realizó el más mítico de nuestros piratas cubanos, se conocen los acontecidos en Veracruz, Cartagena y sus habituales asedios a La Habana. Aunque cada vez que la asaltaba aprovechaba para visitar y besar a su anciana madre, que ya era negra liberta… y también acariciar algún amor no olvidado.

Actualmente de este personaje y su historia, solo nos queda la existencia de un “Cayo de Diego» en la costa septentrional de Pinar del Río, que nos recuerda su temible presencia durante muchos años por esas tierras y un establecimiento nocturno en Cayo Largo del Sur que lleva su nombre.

Como dato curioso, la bandera que identifica a un barco pirata, la que se conoce como bandera de “Jack el Calicó”, fue creada por el pirata Jack Rackham, conocido por ese nombre por el colorido de sus ropajes. El “calicó” es un tejido de algodón, de aspecto rústico generalmente estampado por una cara con colores vivos. Sus estampados brillantes y coloridos se popularizaron en Europa en los siglos XVII y XVIII.

Este pirata inglés también fue famoso por llevar en su navío a dos mujeres: Anne Bonny y Mary Read. Fue ahorcado en 1720.

CUBA EN LA MEMORIA 17/03/2016

ABRE QUE AHÍ VIENE EL COCUYÉ…

15 martes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Curiosidades, Sociedad

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carnaval Santiago, Cuba, música cubana, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

Con este popular estribillo dan comienzo las congas en Santiago de Cuba y, sin dudas, esta melodía arrastra a los santiagueros desde la calle Trocha hasta finalizar en la calle Enramada. El “Cocuyé” es propio de los carnavales santiagueros, al igual que lo son la corneta china y los bocúes que se afinan con fuego. Sin ellos y sin los legendarios cabildos Carabalí Izuama y Olugo, las fiestas no serían lo mismo.

El bocú es un instrumento de percusión, un tipo de tambor típico en los carnavales de las provincias orientales y aunque podemos encontrarlo en conjuntos instrumentales de son, rumba y bembé, es por excelencia un instrumento de las agrupaciones de conga y comparsa. No se concibe un conjunto de este tipo sin bocú y es en estos géneros que ha alcanzado su máximo desarrollo.

Es posible que algunos no conozcan que fueron los franceses emigrados que escapan de la revolución contra el sistema esclavista instaurado en la colonia francesa de Saint-Domingue (actualmente Haití y República Dominicana), los que en sus embarcaciones traen, a la zona oriental de nuestro país, el cantar del cocoyé.

Esta canción de los esclavos domésticos que les acompañaban, se fue imponiendo y evolucionando con variaciones en su melodía. Incluso hasta en su nombre, pues debido a la pronunciación de los negros y pardos de Santiago, se cambia la última vocal y se transforma en Cocuyé.

Una de las referencias más antiguas que se tiene sobre este canto en nuestro país, la encontramos en el libro “La música en Cuba” de Alejo Carpentier, donde el autor nos relata una anécdota acontecida en 1836 y cuyo protagonista es Juan Casamitjana, músico catalán establecido en la Isla:“…Cierta noche de 1836, hallándose en el Café La Venus…asistió al paso de una ruidosa comparsa, llevada por las mulatas Maria de la Luz y María de la O, que iba cantando el Cocuyé”.. Deslumbrado ante tal revelación, anotó las coplas y los ritmos y escribió una partitura para la banda del Regimiento de Cataluña, resultando su estreno un escándalo para la “gente distinguida”, pero un aplauso unánime de aprobación del público popular.

Juan Casamitjana, flautista, profesor, compositor y director de banda y orquesta, se establece en Santiago de Cuba en 1832 , donde fundará una escuela de música y agrupaciones instrumentales en las que introduce formas propias del folklore santiaguero. Según Carpentier, es Casamitjana el primero en comprender el valor rítmico y melódico de la música negra elaborada en las Antillas.

Considero necesaria la aclaración de que además de que las formas actuales de tango, desarrolladas en Argentina y Uruguay a partir de mediados del siglo XIX, ya existen registros de estilos de “tango” desde principios de ese siglo, registradas en Cuba e incluso en España, donde encontramos un baile “tango flamenco” que puede compartir un ancestro común en un minué al estilo de la danza europea.

En todas las fuentes relacionadas con ese género, se hace hincapié en la influencia de las comunidades africanas y sus ritmos, siendo los instrumentos y las técnicas traídas a América, por los inmigrantes europeos, los que inciden en la definición final del tango que ahora conocemos.

Este popular “tango cocuyé” recorrió Cuba integrado en popurrís donde encontramos, en sus primeras referencias como “marcha de carnaval”, que en algunas de sus versiones presenta un figurado musical que después será el llamado clave o “cinquillo cubano”, que dominará el discurso métrico en géneros como el danzón y el bolero tradicional del oriente cubano. Se asegura que a los extranjeros les es difícil tocar un danzón por causa del cinquillo, figura musical que abarca tres corcheas y dos semicorcheas.

Según Fernando Ortiz, el cinquillo es un tema de difícil comprensión para los estudiosos de la música afrocubana: “…El cinquillo genera el ritmo del danzón. Debe acentuarse bien sus dos primeras notas y la última, cosa que no hacen quienes no sienten el ritmo cubano, porque ignoran la existencia de esta prosodia especial del referido ritmo…”.

A partir de mediados del XIX ya encontramos, con una frecuencia mayor, referencias a este canto. En un artículo referente al Cocuyé, aparecido en La Habana en 1856, se relata de que manera pudo escuchar el compositor español Francisco Asenjo Barbieri la canción que posteriormente le inspiraría el “tanguito” de su zarzuela “El Relámpago”.

…¡Ay que gusto y que plasé!
¡Que cosa rica!
Ver bailar el cocoyé
Con la sopimpa….

En una crónica de este mismo año se hace referencia a una coreografía de 16 individuos bailando el cocoyé, lo que podríamos relacionar con las contradanzas antiguas que se bailaban con numerosas figuras que iban haciendo las parejas. Es decir, 8 parejas con una coreografía determinada, pero a ritmo del tango Cocoyé, lo que será una premonición de lo que más tarde será el danzón.

Algunos lo considerarán como…” baile de negros que tiene un ritmo muy marcado y fuertemente acentuado…” pero aún así, continuará imponiéndose a pesar incluso de las restricciones dictadas, llegando a ser suprimido en Santiago de Cuba, por el jefe de la policía, el 27 de abril de 1878…” porque promueven gran algazara y contienda…”

Pocos años después, en 1882, encuentro otra referencia en la obra bufa “El proceso del oso”, de Ramón A. Morales, donde un personaje, Tepsícore, invita a los bailes residentes o “aplatanados” en la isla: el minué, la caringa y el cocoyé.

Será el compositor y pianista estadounidense Louis Moreau Gottschalk quien lo llevará a una danza: “El Cocoyé”, (Grand Caprice Cubain di bravura for piano, Op. 80, D. 35). Moreau es el primer pianista norteamericano en conseguir reconocimiento internacional y el primer compositor estadounidense en emplear ritmos y temáticas latinoamericanas y criollas, casi seguro estimulado por su amistad con Manuel Saumell.

ABRE QUE AHÍ VIENE EL COCUYÉ…

Pero será José Manuel Jiménez Berroa, virtuoso pianista, concertista y eminente compositor cubano y universal, quien a partir de 1886, con dicha partitura de “El Cocoyé”, el que llevará su sonoridad hasta las capitales europeas.

A partir de esa fecha muchos otros compositores harán sus versiones, incluidos dos de nuestros grandes músicos: Amadeo Roldán y Gonzalo Roig. Este último, en 1953 graba el disco de larga duración “In a Cuban Garden”, editado en 1957, con su obra «Fantasía sobre dos temas del baile típico de El Cocuyé». Hasta nueve compositores tomaran este canto en sus composiciones, una cifra no superada por ninguna otra pieza popular.

En Santiago de Cuba, los festejos de carnaval se celebran con la fecha del San Juan y finalmente en las fiestas dedicadas a la Santa Ana, con las comparsas de “Los Hoyos”, la “Carabalí Orúe”, “El cabildo Lucumí”, “Los Muñequitos”, “Izuama” y la legendaria “Tumba Francesa”, conformada por la comunidad haitiana. Entre ellas destaca “El Cocuyé”.

La próxima ocasión en que escuche su música, al menos ya conocerá un poco de su interesante historia. Pero no piense en ello y…disfrútela!

CUBA EN LA MEMORIA 15/03/2016

JAPONESES EN CUBA

13 domingo Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, inmigración en Cuba, mestizaje, población cubana

Publicado por Derubín Jácome

Aunque solo fuera de paso, el primer grupo de japoneses que llegó a nuestra Isla lo hizo a mediados del siglo XVII. Consta que el 23 de Julio de 1614, Hasekura Tsunenaga con un grupo de 180 japoneses desembarcaron en la bahía de Carenas, hoy Bahía de La Habana. Bajo órdenes del señorío de Sendai, Masamune Date, con el samurái Hasekura encabezando la tripulación y como embajador, navegaron en el barco japonés “San Juan Bautista”, desde el puerto de Tsukinoura.

El principal propósito de la misión era el establecimiento de un comercio directo entre Japón y México y conseguir permiso para propagar el cristianismo en el territorio de Sendai. La Misión Hasekura se dirigia hacia Sevilla, España, con el objetivo de obtener el consentimiento del Rey Felipe III de España y el Sumo Pontífice Paulo V, haciendo en su recorrido esta escala en la Villa de San Cristóbal de La Habana.

En el registro migratorio del “Diario de la Marina” está registrada, en 1898, la llegada de Y. Osuna, el primer japonés que emigró a Cuba, llegando a bordo del vapor “Orizawa”, desde México.

La llegada a la Isla de la Juventud del primer emigrante japonés fue en 1908. Era un okinawés, llamado Misaro Miyaki, que llegó desde de La Habana, a la que había llegado desde México en 1907. Ya para 1914, el número de inmigrantes japoneses se acercaba a las 130 personas. Se establecieron por toda la isla, pero principalmente en la Isla de Pinos.

Recordemos que aunque desde 1874 Isla de Pinos era considerada como término Municipal del Departamento Occidental y a partir de la división político administrativa de 1878 como municipio de la provincia de La Habana, después de terminada la Guerra, el gobierno interventor se propone convertir a Isla de Pinos en una colonia norteamericana. Ya la isla había sido cedida por España a Estados Unidos en virtud del “Tratado de París” y así queda establecido en el artículo 6 de la Enmienda Platt: «Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por tratado la propiedad de la misma.»

Aunque en 1904 es firmado el “Tratado Hay-Quesada” en el cual se reconoce la pertenencia de la isla al Archipiélago cubano, el gobierno de los Estados Unidos no lo reconoce hasta el 13 de marzo de 1925. Por esta razón, y ante la posibilidad de gozar de las mismas ventajas que los americanos residentes en el territorio cuando se redefiniera de una vez la jurisdicción estadounidense sobre el mismo, muchos extranjeros se asentaron, como tránsito, en sus tierras.

Emigrados de Antigua y Barbuda, Caimán y otras islas caribeñas, pero también alemanes, italianos, húngaros y europeos quienes solían hacerse llamar americanos y se mezclaron con los norteamericanos hasta llegar a confundirse popularmente como tales. El cosmopolitismo cobró impulsos en la Isla desde que las miras estadounidenses se dirigieron a hacia ese territorio situado al sur de la provincia habanera.

Se afirma que la etapa de mayor número de inmigrantes japoneses a Cuba sucedió entre 1924 y 1926, época en que una compañía de viajes titulada “Oversea” se encargó de facilitar el tránsito hacia la mayor de las Antillas.

La emigración japonesa a Cuba estaba compuesta básicamente por hombres, por lo algunos formaron familia con cubanas y se adaptaron a la comida local, ya que muchos ingredientes de la cocina japonesa resultaban imposibles de conseguir en la isla. En ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e introdujeron el uso del abono químico.

Aunque el asentamiento japonés más conocido es el de Isla de Pinos, debido a la sobretodo a la popularidad del agricultor Mosaku Harada y su familia, llegado en 1924 acompañado de un total de 36 hombres y mujeres, no solo allí hubo comunidades japonesas. Los japoneses no se limitaron a permanecer en una zona determinada, sino que se asentaron por toda la Isla, hasta llegar a estar presentes en 46 sitios de las seis provincias cubanas trabajando fundamentalmente en tareas como la agricultura, las minas, la industria azucarera, la pesca, la mecánica, la electricidad y los servicios.

Además del agricultor Harada, otro japonés que alcanzó popularidad en Cuba fue el horticultor Kenji Takeuchi, quien por encargo desarrolló el “Orquideario de Soroa”, en la provincia de Pinar del Río, donde cultivó más de 700 especies de estas flores.

En Minas de Matahambre su presencia data de 1913. Coincidiendo con la apertura de la mina, llegó a Cuba el japonés Takizo Uratsuka Uratsuka. Según datos históricos puede ser el primer japonés que llegó a la zona más occidental, procedente de Panamá en un buque pesquero como cocinero. Sin ningún conocimiento del oficio, fue el carpintero que fabricó, de forma manual, el primer concentrador para la naciente mina de cobre. Este concentrador es patrimonio industrial por su inestimable valor histórico.

Entre otras referencias, en 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero “Constancia”, en provincia de Cienfuegos.
También existían trabajadores japoneses en todo el territorio de la provincia de Camagüey y se puede afirmar que llegaron por lo menos hasta Holguín, porque hay descendientes en esas tierras. Consta que otro grupo llegó directamente para trabajar como cortadores de caña en la finca Mayaguara, cerca del pueblo de Condado, en la región central del país, cuyos terrenos y siembras pertenecían al ingenio Trinidad.

JAPONESES EN CUBA

En 1927 se fundó la primera Colonia de Japoneses de Cuba y en 1933 se fundó la Cooperativa Agrícola de Japoneses de la Isla de Pinos. Estos tenían un contrato de muy buenos términos mediante el cual exportaban la mayor parte de los productos cosechados a los Estados Unidos.

La creciente comunidad japonesa tuvo sus peores años en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, cuando la emigración japonesa fue paralizada y los radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en La Isla de Pinos y en La Habana desde el año 1942 hasta 1945.

Según censo de su agrupación, la actual colonia japonesa en Cuba es de poco más de 1.000 personas. De esas personas, sólo 25 son de primera generación, es decir inmigrantes, 15 de los cuales llegaron antes de 1959 y tienen entre 85 y 95 años de edad.

De Hasekura Tsunenaga, primer japonés que pisó nuestra tierra en 1898, existe un monumento en La Habana que conmemora este hecho. La escultura lo representa ataviado con ornamentos propios de un caballero medieval nipón, incluidas sus armas tradicionales.

Y como curiosidad, el primer jardín japonés que tuvo Cuba fue diseñado en la casa del Carlos Miguel T. de Céspedes Ortiz, abogado y político cubano que ocupó diversos cargos, entre ellos el de Secretario de Obras Públicas durante el Gobierno de Machado.

Su residencia, llamada “Villa Miramar”, estába situada junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares. Y es lo que actualmente conocemos como el «Restaurant 1830».

¿Recuerdan sus jardínes?

CUBA EN LA MEMORIA 13/03/2016

LA MASONERIA – CUBA

09 miércoles Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Religión, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, Masonería en Cuba, Religión

Publicado por Derubín Jácome

No hay dudas de que la masonería en Cuba está vinculada a nuestra historia. Se afirma que la independencia del colonialismo español en 1898 fue obra de masones. Cada símbolo nacional: himno, bandera y escudo, fueron concebidos por sus hijos. Masones fueron Carlos Manuel de Céspedes, considerado el “Padre de la Patria”, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí y la inmensa mayoría de los gestores de la república.

“Logia”, proviene del griego “logos”, es decir, defensa, argumentación, verbo, palabra, ya que para los masones en estos lugares de reunión se habla o se transmite enseñanza a través de la palabra. Las primeras concepciones masónicas arribaron a La Habana con las corrientes de “la Ilustración”, posterior a la Revolución Francesa de 1789, y en la primera mitad del siglo XIX ya fueron organizados como clubes y organizaciones secretas.

Investigadores defienden la posibilidad de que existieran mucho antes, considerando las evidencias simbólicas masónicas grabadas en piedra de cantería en las Muralla que rodeaba La Habana, cuya construcción es del siglo XVI.

Pero sin duda, la primera evidencia de la masonería en Cuba data de 1763, cuando se constituye el primer cuerpo masónico que realizó funciones en Cuba y del que se tiene el primer documento oficial que lo atestigua: Un certificado del grado de “Maestro”, extendido a nombre de Alexander Cockburn, fechado el 3 de mayo de 1763 durante la ocupación militar de la Habana por los Ingleses y expedido por la Logia Militar Inglesa número 218 del Registro de Irlanda, adscrita al Regimiento 48 de dicho ejército. Esta logia trabajaría en Cuba durante toda la permanencia del ejército de ocupación, es decir, hasta el 6 de Julio de 1763.

Cuando la “Gran Logia de Francia”, precursora del “Gran Oriente”, fundó la Masonería en Haití, logró transmitir tanto amor y entusiasmo por esta Institución, que cuando en 1793, como consecuencia de la Revolución los franceses tuvieron que emigrar, lo hicieron llevando consigo no sólo parte de sus bienes, sino también sus logias masónicas. De este modo llegaron a Santiago de Cuba la “Perseverance” y la “Concorde”, y a la Habana la “Amitié” y la “Benefique Concorde”, en los años 1802 y 1803.

La primera de las instituciones cubanas comenzó a sesionar con regularidad el 17 de diciembre de 1804, en La Habana, en el “Templo de las Virtudes Teologales”.

En 1809, Joaquín Infante elaboró un primer proyecto de constitución para Cuba y su conspiración independentista fue abortada por la delación de un sacerdote que violó el secreto de confesión de una de las esposas de los conspiradores.

El consejo de Regencia de España declaró ilegitima la masonería en 1812. Pero dos años después ya se funda la “Gran Logia Española del Rito York” con 5 logias y posteriormente una “Gran Logia Soberana” que contó con unas 66 logias simbólicas. Todo esto da paso a la unificación del sistema de grados del Rito Escocés y se fusionan el “Gran Consistorio” y el “Gran Oriente Simbólico de la Isla de Cuba” y da paso a la “Gran Oriente Territorial Español Americano”.

No es hasta después de 1818 que se crea en Cuba el primer cuerpo de Altos Grados, el Consistorio del grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado con una patente francesa que fue aportada por Luis Juan Lorenzo de Clouet d’Obernay y que reunió tres logias simbólicas que comenzaron a trabajar bajo el rito escocés.

Las conspiraciones libertadoras nacen dentro de la fraternidad masónica, como la “Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar”(1823), con una marcada influencia de los hombres de la Escuadra y el Compás. Posteriormente surgirán otras, entre las cuales destaca la “Conspiración de la Escalera”(1844). En 1834, debido a su vínculo con las conspiraciones libertadoras, vuelven a declararse ilegales las logias y aunque continúan trabajando, su influencia pública no se deja notar en varios años.

Por Real Decreto de Fernando VII, emitido el 11 de marzo de 1824, fueron suprimidas las actividades masónicas en todo el imperio español y eso motiva que se disuelva la “Gran Logia del Rito de York”, aunque solo sería como un golpe de efecto para evadir las consecuencias de dicho Decreto, ya que las logias continuarían reuniéndose, aunque implicara peligro para sus miembros. El temor a represalias haría que los talleres fueran dejando de trabajar, quedando sólo dos logias de las antiguas, en Santiago de Cuba, las que logran con discreción resistir y permanecen hasta 1858.

Hasta 1857 no se crea el Consejo de Caballeros Kadosh que da origen a la fundación de la “Logia Fraternidad No. 1”, “Prudencia No. 2” y “San Andres No. 3”, dando paso, en 1859, a la fundación de la “Gran Logia de Colón”, todas ellas bajo la tutela de Andrés Cassard, cubano, de origen francés considerado el “padre de la masoneria cubana”.

En 1862 el doctor Vicente Antonio de Castro funda el “Gran Oriente de Cuba y las Antillas”. Castro provee una organización secreta que es la base de la nueva insurrección mambisa de 1868. Se hacia una advertencia a los nuevos masones: «…podría muy bien suceder que os encontréis en la ocasión de tener que pelear con las armas en la mano para defender la virtud, la inocencia o la patria, entonces será preciso no retroceder ni temblar…».

Desde 1864 Antonio Maceo se incorpora, al igual que Ignacio Agramonte, en la “Logia Tinima No. 16”. En Bayamo, en la “Estrella Tropical No. 19” se agrupan patriotas como Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y Carlos Manuel de Céspedes. Con la gesta del 68 se recrudece la hostilidad española contra la masonería y son apresados y fusilados una gran cantidad de masones. A pesar de ello, los mambises fundan una serie de Logias militantes.
LA MASONERIA – CUBA

En la Convención Masónica de Lausana en 1875 se reconoce la regularidad del “Supremo Consejo de Colón” y la “Gran Logia Simbólica de Colón” y con ello Cuba forma parte de la comunidad masónica. El 1 de Agosto de 1876, Aurelio Almeida y González re funda la “Gran Logia de la Isla de Cuba”. En 1878 los integrantes de la Gran Logia son acusados de ser desafectos al régimen español.

Durante el Pacto del Zanjón Ia masonería regular debía respetar al gobierno de la nación, sin embargo en este periodo se fundó, con elementos ferroviarios, la “Logia Obreros de la Luz”, la cual colaboró con la preparación de Ia Guerra Chiquita y más tarde proporcionó ayuda a Calixto García para su salida del país. También se crearon las logias” Plus Ultra” y “Evolución”, aglutinadora de muchos de los inquietos jóvenes de la Acera del Louvre.

Es en esta época cuando se reestructura la masonería simbólica, pues tras sucesivas fusiones entre las Grandes Logias, en 1891 surge la “Gran Logia de la lsla de Cuba” como único y soberano organismo simbólico. Al año siguiente se logra también la integración de un único Supremo Consejo para regir la masonería de Altos Grados.

En el siglo XX, con el inicio de la república, ya no contaban con la relevancia que tuvieron en el siglo XIX, pero no obstante incrementaron sus recursos económicos con los que fundan varias publicaciones y se incrementa la edificación de sus locales y otras de sus instituciones. El más relevante es la “Gran Logia de la Isla de Cuba”, la cual costeó con sus fondos la construcción de su sede en 1955, en un gran edificio situado en la avenida de Carlos III y Belascoaín, una de las zonas más céntricas de La Habana.

Al parecer, en la actualidad no hay “altos grados”. Solo hay hermanos y hermanas que han escogido cómo vivir la masonería, sin egoísmo ni integrismo, aceptando el equilibrio entre iniciación y un compromiso cívico. Permanecen en igualdad y se reconocen por la palabra, el signo y el toque.

CUBA EN LA MEMORIA 09/02/2016

LA MUJER EN CUBA

08 martes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Fechas históricas, Sociedad

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Cuba, evento, mujer cubana, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

Hoy es el “Día Internacional de la Mujer” y buscar información sobre la mujer cubana para redactar esta publicación resulta complejo, pues no solo significa investigar, seleccionar y escribir lo que podamos considerar más importante, sino que implicaría también indagar en la subjetividad femenina según cada período histórico en que han acontecido los hechos. Esto no es tarea fácil y mucho menos tratar de resumirla en un par de páginas.

Es por esa razón que solo me limitaré a exponerles una reducida y elemental panorámica de la presencia de nuestra mujer cubana en algunas actividades donde pudo destacar, inclusive en muchos casos siendo un área prácticamente reservada a los hombres.

Consultando publicaciones del siglo XIX cubano, es evidente que en la conformación del idealismo nacionalista, se ha subestimado el discurso femenino que estuvo presente en más de una veintena de publicaciones periódicas a partir de 1860. Ya en el período 1860-1899 aparecen publicaciones femeninas como el “Álbum Cubano de lo Bueno y de lo Bello”, el “Álbum de las Damas”, “Las Hijas de Eva”, “La Mulata”, “Minerva”, etc. También existen en esta misma época alrededor de 40 mujeres colaboradoras con publicaciones oficiales, como el “Diario de la Marina”, “El Fígaro”, y con publicaciones independentistas como “El Cubano Libre y Patria”.

Desde el inicio de las guerras de independencia, en 1868, encontramos también la participación de la mujer. Entre muchas otras, podemos mencionar a mujeres como Mariana Grajales o Amalia Simoni.

Después de finalizada la primera etapa de la Guerra de Independencia (1868-1878), ya muchos de los arquetipos construidos para la mujer perdieron sentido. La violencia, el hambre, la emigración, hacen que cambie la imagen romántica de muchas de las poetisas de las décadas del 50 y 60, donde sobresalió Gertrudis Gómez de Avellaneda, iniciadora de la vanguardia liberal femenina.

En 1870, las ideas de una educación especial para la mujer permitieron una asimilación mucho más rápida de las nociones feministas. Los colegios para “señoritas” -como se les denominaron- permitieron que pedagogas, como María Luisa Dolz, ganaran en prestigio, al incluir en dichos centros los estudios de Segunda Enseñanza, requisito obligatorio para la entrada de mujeres cubanas a la Universidad.

En el campo de las Ciencias, una mujer a destacar es Laura Martínez de Carvajal, quien en 1888 se gradúa en la carrera de Físico–Matemática, y un año después, con 19 años, termina la de Medicina, ambas con notas sobresalientes.

Otro aspecto que influyó en la asimilación del feminismo fue la emigración de miles de mujeres cubanas a los Estados Unidos y las repúblicas latinoamericanas, donde tuvieron que asumir la doble jornada, en su trabajo y en el hogar. Por eso no fue sorpresivo encontrar obras poéticas como “El Burgués de la Casa”, de Luz Herrera.

El surgimiento de más de 100 clubes femeninos que simpatizaron con las ideas separatistas de los independentistas cubanos, permitió que las mujeres estuvieran presentes en espacios públicos donde se debatió el futuro de la Isla. El hecho de que las cubanas pudieran presidir un club y realizar actividades en apoyo a la futura república independiente, creó en ellas una nueva visión de su género.

El siglo XIX marcó el surgimiento de las primeras ideas feministas en Cuba, sobre todo en la década de 1890, la ya citada María Luisa Dolz, autora del discurso femenino más polémico de la década, “Feminismo injusticia de los códigos”, el cual se reflejó en una veintena de publicaciones que incluía los rotativos de mayor difusión del país.

La construcción de un ideario nacionalista cubano a través de la instrucción pública, utilizó a la fuerza femenina como futura portadora de la pedagogía de su ideal. Esta cuestión se fomentó durante la primera intervención norteamericana en la Isla (1898) y la promoción de “ideas modernas para la mujer”, incluyó cursos de superación de miles de maestras en la “Universidad de Harvard” y contactos con el “Woman Club de Boston”. Esos encuentros de algún modo marcaron el ulterior surgimiento de organizaciones feministas en el país.

El 21 de febrero de 1901, se aprobó una Constitución que dejó a las mujeres sin derecho al voto. Mal comienzo para una república por la cual también habían luchado las mujeres, quienes no conformes con la visión de sus primeros mandatarios, hicieron reclamos de puestos públicos, sufragio, indemnizaciones y otros tipos de demandas.

Durante los primeros quince años del siglo XX existen estadísticas sobre la progresiva incorporación de mujeres a los recintos universitarios. En esta etapa 75 mujeres aprobaron los exámenes de oposición a la Universidad y 189 se graduaron de doctoras en diferentes especialidades. De igual forma el magisterio aumentó al número de 4 244, siendo las mujeres el 82% del total de maestros de Cuba.

Las primeras organizaciones del sufragio se fundaron en este mismo período, con un por ciento elevado de maestras y la figura de Amalia Mallén de Oztolaza en la presidencia de las tres primeras: Partido Nacional Feminista (1912), Partido Sufragista (1913), y Partido Nacional Sufragista (1913), agrupaciones que tuvieron el voto como reclamo fundamental. Ya desde el siglo XIX, el club revolucionario “Esperanza del Valle”, de Cienfuegos, fundado en 1896 y presidido por Edelmira Guerra, realizó el primer pedido de sufragio del que se tiene referencia.

La década del 1910 fue decisiva en los cambios de los arquetipos para la mujer. Por un lado la I Guerra Mundial y su cuestionada “promoción del sector femenino”, y por otro la influencia norteamericana en costumbres, crearon un espectro más amplio para las cubanas, donde los roles domésticos y maritales pudieron empezar a ser variados.

La creación el 3 de julio de 1918 de la organización “Club Femenino de Cuba” fue un paso significativo en las aspiraciones de crear otro tipo de asociación involucrada con otras de iguales fines en el mundo. El feminismo, independiente de cualquier tendencia en otras latitudes, en Cuba permitió la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, como la Ley de la Patria Potestad (1917), la Ley del Divorcio (1918) y del Sufragio Femenino (1934).

La obtención de la “Ley de la Patria Potestad” y la “Ley del Divorcio”, definieron una etapa de auge del feminismo liberal en Cuba que se hará más notorio con la creación del Club Femenino (1918), asociación que nucleó a una parte de las protagonistas del debate feminista de la década del 20.

En 1921 se crean las “Asociaciones Femeninas de Cuba” convocando al Primer Congreso Nacional de Mujeres en 1923, el primero en Hispanoamérica, que incluyó aspectos tan polémicos como la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos, la necesidad de lograr una igualdad entre el hombre y la mujer en la legislación sobre el adulterio y el inevitable tema del sufragio femenino.

LA MUJER EN CUBA
Al margen de estos acontecimientos surgieron otros tipos de organizaciones femeninas, como el “Lyceum de La Habana”, con fines culturales y de instrucción; de trabajo como la “Unión Laborista de Mujeres”, y políticas, con posiciones opuestas, como la “Unión Radical de Mujeres” y la tristemente célebre “Porra Femenina”.

Para 1930 el país tenía la cifra de 320 asociaciones femeninas registradas de forma legal. Durante el período de transición del presidente Ramón Grau San Martín, en enero de 1934, fue aprobado el artículo 39 sobre el sufragio femenino. Después del movimiento revolucionario de 1933, se ve reflejado en la celebración en abril de 1939 del “Tercer Congreso Nacional de Mujeres”, donde por primera vez tendrán una amplia representación.

Este evento femenino tuvo repercusión en muchos de los derechos que obtuvo la mujer en la avanzada “Constitución de 1940”. En el título cuarto, se establece la igualdad independiente de la raza, clase o sexo, y en el título quinto, referente a la familia. En el artículo 43 se otorgó el derecho de la mujer casada a la vida civil sin que necesitase la licencia o autorización marital para regir sus bienes, ejercer libremente el comercio, la industria, profesión o arte y disponer del producto de su trabajo. En el título sexto se planteó que la ley regulaba la protección de la maternidad obrera.

Ya desde 1936 las mujeres participaban en su doble condición de electoras y elegibles. Entre 1936 y 1944, tuvimos 3 Alcaldesas, 15 Representantes, 2 Concejales y 2 Senadoras.

Finalizada la década del 40 y comenzando los años 50, el feminismo en Cuba y en muchos lugares del mundo dejó de ser un suceso para convertirse en una realidad inmersa en muchas otras madejas. La II Guerra Mundial había finalizado y con ella la “vuelta a casa para la mujer”. Y las más de 800 asociaciones feministas y femeninas del país se habían ramificado hacia objetivos diferentes.

Solo son algunos datos, faltaría mucho por comentar, pero aún así nos confirman el destacado papel que ha tenido la mujer cubana, sin abandonar su papel de madre, luchando por lograr sus derechos y ganarse un merecido lugar en cada momento de nuestra historia. De ellas escribió nuestro apóstol José Martí:

«Las campañas de los pueblos solo son débiles, cuando en ella no se alista el corazón de la mujer; pero cuando se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible»

Felicitaciones para todas, las de antes y las de ahora. En especial hoy, oficialmente el “Día Internacional de la mujer”, aunque cada día del año deberían tener un merecido homenaje.

CUBA EN LA MEMORIA 08/03/2016

GITANOS EN CUBA

07 lunes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

El etnólogo Fernando Ortiz realizó notables aportes relacionados con las fuentes de la cultura cubana, afirmando que Cuba era un ajiaco por la diversidad de razas y culturas que influyeron en la formación de su nacionalidad. Y es indiscutible que la nacionalidad cubana se ha nutrido de casi todo tipo de inmigraciones. En “Cuba en la Memoria” ya hemos comentado sobre algunas y hoy lo haré sobre los gitanos.

Aunque no existen investigaciones profundas sobre la entrada de gitanos a Cuba, hay autores que consideran que los primeros llegaron junto con los colonizadores, pues era frecuente que se utilizara a los gitanos presos para conformar las tripulaciones de los barcos que se lanzaban al Nuevo Mundo. Pero aunque su presencia en Cuba se remonte a los tiempos de la colonia, se afirma que la mayor oleada llegó a raíz de la II Guerra Mundial, cuando los nazis exterminaron en los campos de concentración a medio millón de seres, pertenecientes a esa etnia, en Europa Central.

Todo parece indicar que las migraciones sucedieron al comienzo del siglo XX, cuando varias familias o tribus gitanas llegaron junto a las oleadas de inmigrantes españoles que vinieron a probar fortuna, pero no fueron muchos los inmigrantes de esa procedencia los que arribaron a nuestro país.

En Cuba, si bien los gitanos fueron menos discriminados que en otros lugares, también sufrieron lo suyo en este período. Hasta una ley, dictada en 1936, prohibió su ingreso a la Isla, algo que constituía un verdadero crimen, toda vez que en esos momentos muchos de ellos huían de España, donde fueron duramente perseguidos por el franquismo durante la Guerra Civil Española.

Referencias del tema en nuestra literatura las encontramos en libros como “La cubanita que nació con el siglo” donde nuestra escritora Reneé Méndez Capote les dedica un espacio; y también en la prensa, como en uno de los números de la revista “Carteles”, fechado en 1940, donde se publicó un reportaje que reseña cómo se refugiaron en los arrabales de la Habana de intramuros. Una de las fotos muestra sus carpas, las bellas mujeres ataviadas con vestidos típicos y los tocadores de guitarra española. Los habaneros los recibieron con una naturalidad no exenta de cierta curiosidad.

Muchos de ellos llegaron a Cuba para utilizarla como punto de partida para viajar a otros países, pero algunos se quedaron, integrándose, y sus descendientes encontraron en la isla, como ellos mismos expresan, un país donde podían vivir tranquilos.

GITANOS EN CUBA
Los gitanos o romanís, según algunos estudiosos del tema, son un pueblo que procede originalmente de la India, donde los expertos calculan que existen 17 millones. No hay datos de lo que han emigrado hacia Asia, África, América y mayoritariamente a Europa.

De los países europeos, la tierra española fue una de las que mejor se ajustó a los intereses de los gitanos, al igual que Hungría, Rumania y Bohemia. Conservan su propia lengua, pero generalmente hablan más de un idioma como resultado de su vida nómada. Sus hijos son inscritos en el país que nacen con nombres de esa lengua, aunque tienen además su patronímico propio gitano. Por encima de todo aman la libertad, respetan y son fieles hasta morir al jefe de su tribu. Son extremadamente supersticiosos.

Aunque por su condición de nómadas se podían encontrar en cualquier lugar de la isla participando como artistas en el circo, como vendedores en ferias y parrandas, o improvisando chinchales y timbiriches para la venta de mercancías elaboradas incluso por ellos mismos, existen referencias documentadas que los ubican, en otros tiempos, en algunos centrales azucareros como el Chaparra y otras regiones del oriente cubano. También en la provincia de Las Villas era frecuente ver sus campamentos, como por ejemplo, a las afueras de Camajuaní.

Pero los gitanos no solo se han dedicado a la lectura de la fortuna, el comercio, el servicio o el nomadismo. También existen entre ellos intelectuales, políticos y personajes de la farándula, algunos tan conocidos como Charles Chaplin, la actriz Rita Hayworth, el teólogo Frei Betto y hasta el mismo ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Quizás existan también en nuestro país figuras destacadas…

En Cuba dejaron la huella de muchas de sus costumbres. Difundieron las ferias, los carnavales y el circo ambulante, del que llegaron a existir 42. Hay palabras de su lengua incorporadas a la jerga de los compositores del feeling de la década de 1940 y de la actual música bailable salsera… y hasta en los dulces: el brazo gitano.

En las artes plásticas de este período (1925-1940) sin dudas Víctor Manuel García Valdez (1897-1969) con su “”Gitana Tropical”, pequeña pintura (46 x 38 cm) pintada sobre madera y premiada en el Salón de Pintores y Escultores de 1929, al igual que en otras obras, nos representa a una muchacha mestiza, más cercana al tipo “gitana” que a la cubana. De ahí su título.

La presencia de numerosos “gitanismos” en el español de Cuba no puede atribuirse a la inmigración de gitanos, que fue escasa, sino al lenguaje coloquial de los españoles. Recordemos que Andalucía, fue la zona de mayor asentamiento y arraigo de los gitanos en España, y precisamente allí fue donde se propició la asimilación de numerosas voces del caló al idioma español. Y como desde Andalucía se organizaron todas las empresas de conquista de Canarias y de gran parte de las de América, no es de extrañar que andaluces y canarios fueran los que esparcieran por el Nuevo Mundo los gitanismos. Por lo que en el habla coloquial popular de nuestro país son numerosos los gitanismos

Como ejemplo de ello, a continuación relacionamos los siguientes: acurdar (emborrachar) , andoba (fulano), barín (bueno), berro (cólera, disgusto), birlar (robar), bisnar (vender), de buten (de maravilla, de primera), chiva (soplón, delator), chola (cabeza), chota (soplón), chusma (muchedumbre vulgar), coba (halago, adulación), cúmbila (compañero, amigo), curda (embriaguez, borrachera), furnia (cueva), garito (casa de juego), guillarse (hacerse pasar por algo distinto de lo que se es, hacerse el tonto), jamar (comer), jarana (broma), jeta (cara), jiña (excremento), jiñar (defecar), jiribilla (salero, gracia), mangar (engañar), menda (yo), pargo (homosexual), pirabear (fornicar), pirar (marcharse, irse), puro,ra (padre, madre), sandunga (donaire, garbo), sornar (dormir)…

En la actualidad existe en Camagüey la “Agrupación Flamenca Sangre Gitana” integrada por unas 130 niñas y adolescentes de dicha ciudad y dirigidas por su fundadora, Yaineris Torres Pérez, que desarrolla una interesante labor con amorosa pasión por ese tipo de expresión cultural.

Al menos yo, “menda”, así lo considero…

CUBA EN LA MEMORIA 07/03/2016

DROGUERIA SARRÁ

04 viernes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in CUBA EN LA MEMORIA, Personajes, Sociedad, Urbanismo y Arquitectura

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Cuba, edificios, habana, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

Los catalanes José Sarrá y su tío Valentín Catalá, boticarios, llegaron a Cuba a mediados del siglo XIX para hacer carrera y probar fortuna en los negocios. Pero lograron mucho más, porque los Sarrá conquistaron La Habana y aunque en 1885 existían más de 65 farmacias que vendían tanto patentes nacionales como extranjeras, poco después, la fundada por ellos será la más importante.

Estos catalanes crean la “Sociedad Catalá, Sarrá y Co.”, y fundan en 1853, en una pequeña casa de la calle de Teniente Rey, la farmacia “La Reunión”, con la estrategia de proveer no solo productos farmacéuticos de alta calidad, sino hacerlo a precios razonables. Para ello invierten 50.000 pesos en la fundación de esta farmacia y droguería, en La Habana Vieja, junto a un pozo de agua pura, que resultaba idónea para la elaboración de sus medicamentos.

El establecimiento, orientado a la venta al por mayor, se llamó “La Reunión” ya que unificaba las farmacias tradicional y homeopática. La primera quedaría a cargo de José y la segunda por su tío, quien también asumiría la contabilidad. Montaron un laboratorio que poco tiempo después ya surtía de ungüentos, sales, jarabes, extractos y otros productos a farmacéuticos y hospitales de toda Cuba.

En 1858 se incorpora a la empresa otro familiar, el también científico y negociante José Sarrá y Valldejulí, sobrino del cofundador. Siete años después, Valentín les venderá su parte para establecerse por su cuenta en Barcelona. La antigua Sociedad es disuelta y se constituye la “Sarrá y Co.”

Sarrá Valldejulí, el nuevo socio, realizaría grandes cambios en la empresa, comprando algunas propiedades en la manzana donde se encontraba la farmacia y mejorando la botica, a la que le agregó oficinas, almacén y un laboratorio aún mayor, adquiriendo nuevos equipos, como una máquina de vapor para hacer pulverizaciones o presas para extraer aceite de ricino. Sacaría al mercado nuevos productos propios de gran éxito, como la “Magnesia Sarrá”. También destaca la formación de más de cien farmacéuticos en estos laboratorios.

Fue tal la importancia de esta droguería, que en el año 1881 su Majestad Alfonso XII de España le concedió al Dr. José Sarrá el título honorífico de «Farmacéutico y Droguero de la Real Casa» y otorgándole el uso del Escudo de Armas Reales en las muestras, facturas y etiquetas de sus productos. Para 1883 se instalará la Droguería y Farmacia «La Reunión» en su edificio de Teniente Rey y Compostela.

En el nuevo edificio, la importancia del negocio crecerá en proporción a su amplitud, manteniendo el primer lugar entre las de su clase. En 1898 muere su dueño fundador y la dirección de la casa pasa a ser propiedad de la firma “Viuda de José Sarrá e Hijo”, conformada por la señora Doña Celia Hernández y Buchó, viuda de Sarrá y su hijo Ernesto, que aunque solo contaba con 19 años, ya se distinguía en sus estudios de la carrera de Farmacia. En manos de ambos la casa mantuvo siempre su lugar prominente, hasta quedar finalmente como único propietario su hijo.

Es precisamente esta tercera generación de propietarios, con Ernesto Sarrá Hernández a la cabeza, la que en las primeras décadas del siglo XX transforma el prestigioso negocio en uno de los emporios más importantes de Cuba.

En 1912 será Ernesto quien adquiere varias casas en la esquina de Teniente Rey, Habana y Compostela, que unido a los anteriores edificios forma un conjunto de 18 nuevos inmuebles con una superficie de 13,000 m2. El prestigioso negocio se transforma en uno de los emporios más importantes de Cuba, con 46 edificios, 600 empleados y más de 500 productos, llegando a ocupar más de 45 edificios con 40,000 metros cuadrados de área.

Para tener una idea del crecimiento del negocio, se adquieren las casas de la calle Compostela nº 87, 89, 91, 93, 95, 97, 99, 101, 103 y 105; en Teniente Rey la nº 35, 39, 52, 54, 56, 58 y 60 y en la calle Habana las nº 126, 128, 130, 132, 134 y 136. Ocupando casi completamente los tres frentes de una manzana, lo que le permitía tener 33 vidrieras de exposición hacia la calle. En la calle Buenos Aires nº 21 se encontraban los garajes para guardar los camiones que hacían el servicio de la casa.

DROGUERIA SARRÁ
La Droguería llegó a ser más que una farmacia y un laboratorio de especialidades farmacéutica, biológicas y opoterápicas, sino también una Tienda por departamentos, una fábrica de jabón, de perfumes, insecticidas y desinfectantes, locería, cristalería, juguetería y un almacén de suministros para lecherías de materias primas para dulcerías y panaderías.

También introdujo técnicas de marketing moderno, como regalar perfumes e invitar a merendar a los mejores compradores en la tienda de la droguería, sección “Atracciones Sarrá”. La “Droguería Sarrá” no solo llegó a ser la droguería más grande de Cuba y de Latinoamérica, sino incluso la segunda del mundo tras la norteamericana “Johnson”.

Por su excelencia y méritos alcanzados, en 1934 el “Congreso de la República de Cuba” le concede a la “Droguería Sarrá” el uso del Escudo de la República para que apareciera también en las muestras, facturas y etiquetas. En la Universidad de la Habana y la Universidad de Villanueva se establece el “Premio Sarrá”, que se otorgaba anualmente a los mejores estudiantes de farmacia.

El imperio Sarrá tuvo un largo siglo de vida en Cuba y además del prestigio alcanzado en sus negocios, como evidencia del esplendor alcanzado por esta familia, puedo citarles las residencias de dos miembros de esta familia:

La de su fundador, ocupada actualmente por el Ministerio de Cultura, es la espectacular mansión enclavada en la calle 2 esquina a 13 en el Vedado y la de una de sus hermanas es el llamado “Palacete Velasco Sarrá”, erigido en 1912 en el destacado emplazamiento de La Habana Vieja, que actualmente ocupa la sede de la “Embajada de España” en Cuba, que recibe el edificio en 1984, después de muchos años de abandono tras su expropiación a la familia a comienzos de la década del 60.

En 1999, un grupo de nietos y de bisnietos del Dr. Ernesto José Sarrá establecieron en el Estado de la Florida la corporación “Sarra Natural Products”, para ofrecerle al público la misma calidad, confianza y excelencia que prestigia el nombre Sarrá. Los Productos Naturales Sarrá se venden en farmacias y droguerías en la Florida, New York y New Jersey.

El edificio principal de la “Droguería Sarrá” está considerado como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Actualmente es Museo de Farmacia.

CUBA EN LA MEMORIA 04/02/2016

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