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Publicado por Derubín Jácome
El Cerro, fundado en el año 1803, surge como un barrio extramural. Comenzó siendo una estancia, luego un ingenio hidráulico azucarero, y más tarde una capitanía de partido que devino barrio de la ciudad. Su fundación data hacia 1840, cuando se traza la Calzada del Cerro y con el florecimiento de sus palacetes y quintas alrededor de la Calzada, ya comienza considerarse como parte de la Habana.
El Cerro es la zona urbana de La Habana que ha tenido más variaciones en sus límites. Se le atribuyó a El Cerro desde la Avenida de Santa Catalina hasta la Calzada de Palatino, continuando a Agua Dulce a Infanta, Carlos III y Rancho Boyeros de vuelta hasta la Avenida de Santa Catalina. El Gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín extendió sus límites hasta la Calzada de Puentes Grandes, incluyendo el área hasta las avenidas de Manglar y Cristina. Comprendía las zonas urbanas de Palatino, Las Cañas, Ayestarán y Buenos Aires. Desconozco actualmente cuáles son sus límites.
Pero su historia se inicia con la presencia aborigen, pues existieron comunidades de tradición mesolítica, asentadas en el entorno del Río Almendares, cuyo nombre de “Casiguaya” respondía al de una mujer de esa comunidad que prefirió en acto de rebeldía, suicidarse con los hijos en el río, antes que someterse al conquistador.
El 8 de mayo de 1589, Hernán Manrique de Rojas solicita al cabildo de La Habana establecer una estancia y así se convierte en la primera unidad territorial que tuvo el nombre de “El Cerro”. Entre los siglos XVI al XIX, se construyen los acueductos abastecedores de la ciudad: la Zanja Real (1592), Fernando VII (1835) y Albear (1893). La Zanja Real, permitió el surgimiento de las primeras prensas o ingenios de azúcar, los molinos de rapé y otras ramas de la incipiente economía.
En 1754 era un paraje semiurbano con una mayoría de casas de paja. A finales de ese siglo se mejoró el camino que conducía de la “Puerta de Tierra” hacia la esquina de Tejas y de allí hacia el oeste a Marianao y Vuelta Abajo, lo que facilitó las comunicaciones a esta zona.
En torno a esas nuevas vías de acceso a la ciudad, comenzarán a poblarse las zonas exteriores a la muralla surgiendo nuevos poblados en esta zona, que ya para entonces era conocida como El Cerro. Surgen los barrios de Jesús del Monte, Jesús María, Guadalupe, etc. El Cerro fue la primera opción de escapar de la congestionada y ruidosa ciudad intramuros.
Esto propició que dos acaudalados propietarios que poseían grandes extensiones de terreno, José María Rodríguez y Francisco Betancourt, decidieran construir sus casas, en el año 1803, y fomentar un reparto residencial. La finca fue dividida en lotes y vendidas en poco tiempo por la belleza del entorno. No tardaron en aparecer las residencias veraniegas.
Pronto se llenó de de suntuosos palacios rodeados de jardines y casas quintas que hicieron fuera el barrio residencial de moda del siglo XlX habanero. Allí construyeron sus casas aisladas, rodeadas de jardines y precedidas por amplios portales de columnas, verdaderos palacetes al estilo neoclásico. Para edificarlos utilizaron materiales de gran riqueza ornamental, maderas preciosas, mármoles policromados, bronces, vidrios de colores y rejas, que todavía hoy deslumbran por su originalidad.
En su conjunto arquitectónico podemos destacar: La casa quinta del Marqués de San Miguel de Carvajal, la del Conde de Fernandina, conde de Santovenia, Marqués de Pinar del Río y la de Doña Leonor de Herrera. La barriada residencial que surge a lo largo de La Calzada del Cerro, alcanzó relevancia nacional por sus valores artísticos y arquitectónicos.
Según las estadísticas, para 1810 ya El Cerro contaba con 2000 habitantes, siendo el 54% de la raza blanca y el resto negros o mulatos, tanto libres como esclavos.
Ya desde 1807 estaba lo suficientemente habitado para que se construyera una pequeña iglesia, de tablas y guano, en Santo Tomás entre Peñón y Arzobispo. En 1843 es reemplazada por otra, de una sola nave, a la que se le dio el nombre de “San Salvador del Cerro”, en honor del Capitán General Don Salvador del Muro y Salazar, Marqués de Someruelos, quien no solo ayudó económicamente a la construcción de la iglesia, sino también favoreció el fomento urbano de la barriada.
Como dato curioso, en esta pequeña parroquia, a mediados de los años 40, del siglo XX, el astro del cine mexicano, Jorge Negrete, concurrió como padrino en un bautizo, lo que provocó un gran revuelo entre los habitantes del barrio.
A partir del Siglo XIX aparecen las primeras fábricas de fósforos y posteriormente las “grandes” del jabón y perfumería: Sabatés y Crusellas. Poco después se constituye la compañía “Nueva Fábrica de Hielo” que produjo las marcas de cerveza “Tívoli” y “La Tropical”, de lo que ya he comentado.
Durante el Siglo XX el Cerro se convierte en una de las principales zonas de la industria habanera. Crece la industria del calzado, se establecen, entre otras, fábricas de refrescos y bebidas. El Cerro concentró en su territorio la mayor cantidad de fábricas de fósforos del país. Atendiendo al peligro de los incendios para las comunidades del territorio, entre otras razones, actualmente ya sólo queda una, la “Unión de Empresas Productoras de Fósforo”.
También destacable la cantidad de centros médicos, “quintas” como se les decía, que surgieron en este municipio. En la “Dependientes” (hoy, hospital Diez de Octubre), en 1907, se realizó por primera vez en Cuba y por segunda vez en América una sutura de corazón. El doctor Bernardo Moas, primer cirujano de la clínica, la practicó a un paciente que aunque solo sobrevivió 18 días tras la operación.
Se consideró todo un éxito dado el desarrollo de la medicina en esa época y los recursos de que disponía el centro. Fueron muy elogiados por los doctores Joaquín Albarrán y Carlos J. Finlay, quien tenía un laboratorio en la calle Tulipán. Fue también en este centro donde funcionó, en 1958, el primer servicio de parto sin dolor que existió en Cuba.
Imposible no mencionar en este resumen al “coloso del Cerro”, el más grande estadio de béisbol de Cuba. Inicialmente se le llamó “Gran Stadium de La Habana” o “Estadio del Cerro” (hoy Latinoamericano”). Su construcción se desarrolló en 1946 y fue inaugurado el 26 de octubre, de ese mismo año, ante una multitud de 31 000 aficionados. Con su inauguración desplazó al de “La Tropical”, anteriormente el mejor estadio de La Habana.
Por solo mencionar algunos personajes destacados nacidos en este municipio, recordemos a nuestro primer campeón mundial de Boxeo, Eligio Sardiñas «Kid Chocolate», y a René Portocarrero, una de las más destacadas figuras de la plástica cubana y uno de nuestros principales artistas del siglo XX .
Y, para concluir, la ya famosa la frase «El Cerro tiene la llave«, hecha popular por una contagiosa melodía de la Orquesta “Van Van”, de Juan Formell, tiene vínculos con un hecho real. Era en el Cerro donde estaba ubicada la entrada de agua a la ciudad y la sede del acueducto que aún existe hasta nuestros días. Se encuentra en El Cerro el Canal de entrada de La Zanja Real, primer acueducto habanero, que llevó el agua a la ciudad desde 1592 hasta el siglo XIX.
Por tanto, es cierto, el Cerro tiene la llave…
CUBA EN LA MEMORIA 02/03/2016