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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Archivos de etiqueta: comida cubana

RECETAS AJIACO 1857 – 1914

29 Lunes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, Gastronomía

Publicado por Derubín Jácome

Algunos lectores han preguntado por la receta del “ajiaco” y como las publicaciones de esta página intentan siempre rebuscar en nuestra historia la información necesaria para que los temas sean más atractivos e interesantes, pues en esta ocasión no lo haré diferente y les voy a dar recetas de ajiaco que tienen más de un siglo.

El primer libro de recetas “cubano” que conozco es el “Nuevo Manual del Cocinero Cubano y Español” de J. P. Legrán, publicado en 1857 en la imprenta “La Intrpida” (así aparece escrito, desconozco si es una errata) que estaba en Teniente Rey nº 29, en La Habana y se vendía en la Papelería “La Cruz Verde” sita en la calle Mercaderes Nº 29.

En este manual ya aparecen tres recetas del ajiaco, pero he preferido tomar las de otra edición de 1914, de José E. Triay, editada por la imprenta de “La Moderna Poesía”, no solo porque en ella aparecen cinco recetas, que son las que incluyo en la imagen de esta publicación, sino porque también dichas recetas están menos relacionadas con el “cocido español”, como sucede en la de 1857, aunque digan “al estilo cubano”.
RECETAS AJIACO 1857 – 1914
Este “Nuevo manual del cocinero criollo” de José E. Triay, contiene unas mil recetas de todos los platos de la cocina criolla, además de otras de las cocinas española, francesa, italiana, alemana e inglesa, que según su autor se acostumbraban a servir en las mesas de Cuba. Además contiene un interesante prólogo del Dr. Gonzalo Aróstegui y del Castillo.

Según aparece en dicho prólogo “…este libro del Sr. Triay viene, pues, en buena hora para la renovación del gusto de la comida, que va siendo cada vez más exigente, por los viajes, la frecuentación de extranjeros y los nuevos hoteles…” “…Se advierte hoy mas lujo y propiedad en las comidas. Este refinamiento, ya alcanzado en Cuba, ha sido obra de siglos en otros países, donde se ha necesitado mucho para cambiar la tosca satisfacción de una necesidad en un placer fino y delicado…”.

Triay, quien llegó a Cuba en 1852 con ocho años, comenzó su vida en el periodismo en 1863, como cajista de la Imprenta “La Aurora de Matanzas”. Como periodista escribió versos, crónicas, cuentos, artículos literarios, políticos y religiosos, llegando a ser Redactor Jefe de una de las publicaciones más leídas en su época: el “Diario de la Marina”.

Del conocimiento de nuestro país y sus habitantes publicó:
“…que en Cuba el sentimiento de amor a la patria, de satisfacción por sus alegrías, de pena por sus desgracias, vive ingénito en los pechos de sus leales habitantes y hace explosión cuantas veces siente la patria júbilos y dolores…”

De sus experiencias “gastronómicas”, que le sirven de base a su manual, baste solo citar que se sentó en las mejores mesas y asistió a los más suntuosos banquetes de su tiempo, alguno de los cuales dirigió personalmente. En una de sus anécdotas comenta las experiencias vividas al sentarse, en varias ocasiones, a la mesa del “Conde de Casa Moré” y que ningún día bajaron de veinticinco platos los que le sirvieron, lo que Triay consideraba excesivo.

Sé que podrán encontrar otras recetas mas actualizadas del ajiaco, del que según muchos autores consideran que su nombre viene dado por el uso del ají en su elaboración, pero al menos las que les publico son, cuando menos, curiosas. ¿Se atreven con alguna? Si lo hacen, pueden estar seguros que así era el sabor del ajiaco hace más de 100 años..

CUBA EN LA MEMORIA 29/12/2014

¿CALDOSA O AJIACO?

27 Sábado Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Es lógico que algunos lectores, como Marco Antonio Hernández, asocien este plato con el ajiaco cubano, porque tienen ciertas similitudes, ya que también se elabora a base de viandas, carnes, especias y gran diversidad de vegetales, pero cada uno tiene sus particularidades.

Desde su origen, pudiéramos considerar que la caldosa es un plato menos “riguroso” en cuanto a su receta, ya que generalmente se ha elaborado con los ingredientes que se disponen en el momento en que se realiza. Digamos que es una especie de ajiaco hecho en circunstancias adversas.

Existen referencias, que podemos relacionar con la caldosa, desde nuestras guerras de independencia, plato al que llamaban “sancocho” y con el que fueron alimentadas las tropas mambisas. Las encontramos en los diarios de campaña del General Máximo Gómez, y en el de otros generales mambises que vivieron en Santo Domingo, como Antonio Maceo, con lo que puede comprobarse que eran platos comunes a los pueblos de la región.

Podemos suponer que dadas las características itinerantes y limitadas de una cocina en campaña, este “sancocho” fuera realizado con los ingredientes que se dispusieran en cada zona en que acamparan y no se detuvieran ante la ausencia de cualquiera de ellos. En estado de guerra no hay receta que valga y lo importante es alimentar a la tropa, así que imagino pondrían agua a hervir y le echarían lo que encontraran a mano y en cantidades variables, según fuera el caso.

De la calidad del “sancocho”, creo que nos dice mucho como ha quedado registrado y se define en los Diccionarios: Despectivo y coloquial; “Cuba. Comida mal preparada, insulsa, pobre en ingredientes.” O aún peor; “Cuba. Resto de comida que se utiliza como alimento para los cerdos.” De la “caldosa” solo se refieren al “alimento que tiene mucho caldo”… nada más.

Si queremos establecer los antecedentes propios de la “caldosa”, nos tenemos que situar que dicho plato nació con ese nombre, en la región oriental, el 27 de septiembre de 1979 en la Calle Lora número 64 A entre Julián Santana y Ramón Ortuño, en Tunas, surgida a la llegada de Luis Enrique Pérez Zaldívar, hijo de Kike y Marina, a su regreso de la antigua Unión Soviética, donde cursaba estudios.

A partir de ese momento, en Cuba se suele usar más frecuentemente el término “caldosa”, pues fue popularizado en los años 80, gracias a la letra de un grupo de música tradicional cubana que se refería a la “Caldosa de Kike y Marina”. Desde ese momento, la caldosa pasó a ser un plato presente en festejos familiares y de barrios.

Con la depresión económica ocurrida en los años 90, en que se manifestó aún más la aguda carencia de suministros básicos, la caldosa pasó a tener una presencia muy frecuente en la mesa del cubano ya que, como les comenté anteriormente, su “versatilidad” daba la posibilidad de incluir en ella “un poco de todo” de los alimentos disponibles. Por esta razón, se le aportaron ingredientes tales como el fideo, chícharo, arroz y con escasa presencia de especias y cárnicos.

Desde sus inicios se diferenció del ajiaco también en el paso final de su elaboración, pues al final de su cocción se batían y licuaban todos sus ingredientes, hasta lograr un puré muy espeso que podía ser ingerido lo mismo con cuchara que bebiéndolo directamente de un vaso o jarro, modo de servirla por ser el más práctico.

De cierta manera, aunque no existe una “teoría” que diferencie una caldosa de un ajiaco, en la práctica la población suele diferenciarlos según predomine la parte sólida o la densidad del caldo. Si el caldo es muy condimentado y fluido y las viandas y carnes están enteras se le llama “ajiaco”, pero si al menos una parte de la vianda se desbarató y redujo a líquido espeso, se le llama “caldosa”.

Se afirma que la caldosa se elabora solo con carne de gallina, según la receta de “Kike y Marina”, pero es bien sabido que se utiliza cualquier tipo de carne, de cualquier animal, es decir, que este plato ha devenido en una variante del “original”.

CALDOSA O AJIACO

Hoy en día la caldosa se conoce en todas las partes del país, aunque parece que en algunos medios rurales continúan llamándole ajiaco, aunque no hay duda que la caldosa es una variante menos completa que el ajiaco.

Si intentáramos dar una receta para la caldosa, pudiéramos definirla como:

Como carne principal, casi siempre el cerdo, por ser la de más frecuente disponibilidad en Cuba. Una parte, preferentemente los huesos, se cocina junto con las viandas desde el inicio y la otra se cocina independiente junto con todas las especias. Cuando está blanda, una parte se desmenuza y la otra se deja entera. Ambas se colocan en el recipiente junto con las viandas a mediados de la cocción. Es posible que el anfitrión no desmenuce toda la carne, con la intención de dejar porciones enteras para cada comensal, pero cuando resultan insuficientes se le llama “suerte” a los que logran obtener su caldosa “mejorada” con un trozo de carne.

Con una paleta de madera se agita regularmente el contenido del recipiente, generalmente un caldero, mediano o grande según la cantidad de comensales, procurando reducir a puré una parte de ellos. Si algún vegetal no se desbarata, lo sacamos y se aplasta según la proporción que se desee de sólidos y puré.

Se suele dejar enteros los trozos de mazorca de maíz y una parte de cada tipo de las viandas que se utilizan, pero siempre cuidando que predomine el puré líquido. Aunque se cree que esta proporción ha sido dominada por criterios prácticos, ya que sobre todo en las fiestas populares, donde si era común, es más cómodo y práctico disponer solo de jarros y no necesitar cucharas para su consumo.

En algunos artículos, que he encontrado, se comenta que en el período alimenticio más crítico de nuestro país existió una especie de “cocina popular” donde se elaboraba una caldosa colectiva para todos los vecinos y allí acudían en busca de su ración para subsistir. Esto no es cierto, y aceptarlo sería dudar de la capacidad de nuestros compatriotas para “inventarse” en casa su comida diaria, por muy crítica que sea la situación. Así es como somos.

CUBA EN LA MEMORIA 27/12/2014

EL AJIACO CUBANO

26 Viernes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

En estos días de fiestas por el fin de año, son muy frecuentes las reuniones y cenas con nuestros familiares y amigos. Además de divertirnos y pasarla bien, son momentos inevitablemente ligados con cierta añoranza a los recuerdos, entre los que de seguro también están presentes los relacionados con los platos más tradicionales de nuestro país. Y no tenemos dudas incluso en asegurar que el sabor de los de “allá” eran mejores… Ya les he comentado sobre algunos, pero creo que el ajiaco también se merece una publicación.

Ajiaco es el nombre dado a un tipo de sopas típicas de la Hispanoamérica intertropical. Consiste usualmente en una sopa o guiso a base de diversos ingredientes sólidos como legumbres o tubérculos picados en trozos, y trozos pequeños de diversas carnes.

La palabra ajiaco se supone que es de origen indígena y que con alguna palabra similar ellos llamaban al agua saturada de ají picante donde mojaban el casabe para después comerlo, pero como sea, el vocablo ha pasado a nombrar uno de los platos más sabrosos de la gastronomía cubana.

En Cuba se le llama ajiaco criollo a la sopa preparada con carne de res y de cerdo, a la que se le agregan maíz, malanga blanca, malanga amarilla, ñame, plátanos verdes y maduros, yuca y boniato. Se aliña con ají, cebolla, ajo, sal y limón. Según una tradición oral, se dice que este caldo se confeccionaba en los barrios cubanos la noche del 24 de junio, para comenzar las fiestas del San Juan, aunque ya es frecuente que se consuma en cualquier época del año.

Dice Esteban Pichardo, en su diccionario de voces cubanas, que ajiaco es, “cualquier cosa revuelta de muchas diferencias confundidas”. Buena definición para un plato en que carnes secas y frescas se mezclan con hortalizas y viandas, que es como llamamos en Cuba a un grupo de frutos y raíces de huerto, ricos en carbohidratos. Este autor asegura que ajiaco es voz indígena. Fernando Ortiz, en su Nuevo catauro de cubanismos, solo la recoge como voz cubana. La Real Academia de la Lengua también la incluye en su diccionario. Pichardo, cuyo diccionario se publicó por primera vez en 1836 y que en vida del autor tuvo su cuarta edición en 1875, dice que “su consumo es generalizado en tierra adentro, aunque se excusa en algunas mesas de etiqueta”.

El ajiaco llegó a gozar de tal popularidad en el siglo XIX que fue adoptado sin reservas por los grandes señores. El riquísimo Miguel Aldama, constructor de uno de los más hermosos palacios habaneros y una de las mayores y prestigiosas fortunas de la isla, lo sirvió en vajilla de plata en el banquete que ofreció para homenajear a José Antonio Saco. La única condición que ponían era que no hubiese invitados extranjeros en la mesa. Si los había, entonces servían refinados platillos franceses. Había que cuidar las apariencias…

En la literatura encontramos algunos referentes:
La cubana María de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo, Condesa de Merlin, escritora radicada en París, tenía el ajiaco en alto aprecio. En su libro “Viaje a La Habana”, (1844), recuerda que en el primer día de su estancia en Cuba y sentada ante la mesa familiar, quisieron servirle uno de los platos mejores de la cocina francesa y ella, desdeñosa, lo rechazó a cambio de un “simple ajiaco”. Acotaba: “No he venido aquí sino para comer platos criollos”. Sobre sus preferencias por nuestra comida, ya les he comentado en varias ocasiones.

EL AJIACO CUBANO


La escritora norteamericana Julia Howe, que estuvo en Cuba en 1859, lo menciona en su libro como un plato campesino. Al año siguiente de su visita, publicó su libro, “A trip of Cuba” y narra que durante una estancia en la provincia de Matanzas, a unos cien kilómetros al este de La Habana encontró “la novedad de un plato de la campiña cubana, una suerte de guiso compuesto de jamón, carne de res, carnero, papas, boniato y ñame. Esto se llama ajiaco y es un plato característico como la sopa de anguilas en Hamburgo o el bacalao salado en Boston”.

Un personaje de una novela de Leonardo Padura asegura que el ajiaco cubano, en cualquiera de sus versiones, “le saca ventaja a la olla podrida, al potpourri francés, al minestrone italiano, a la cazuela chilena, al sancocho dominicano y, por supuesto, al borsch eslavo, que casi no cuenta en esta competencia de sabores latinos”.

Aseguraba Nitza Villapol, en su programa de televisión “Cocina al Minuto”, aseguraba que la cocina comenzó a ser cubana cuando al ajiaco se le suprimieron los garbanzos. Y aunque se desconoce cuando esto sucedió, si se puede asegurar que el ajiaco era ya en el siglo XVI un plato muy popular en Cuba. El ajiaco en sus comienzos no fue más que el “cocido español” en su encuentro con las viandas nuestras. Todavía en el siglo XIX, la olla cubana o ajiaco incluía el garbanzo en su elaboración, como se observa en recetarios de la época.

La cubana doña Dolores Gómez de Dumois, primera mujer en Hispanoamérica en cocinar frente a las cámaras de televisión, en el programa “Cocina Frigidaire” que CMQ comenzó a transmitir en julio de 1951, asegura que entre los ingredientes principales de esta sabrosa comida se encontraban la yuca, los plátanos verdes y pintones, cebolla, ajíes, ajos, tomates, comino, sal, limón, ñame, malanga blanca y amarilla, boniato, calabaza, maíz tierno y, lo fundamental, las tres clases de carne: tasajo, falda de res y costillitas de cerdo. Es posible que las transformaciones sufridas por el ajiaco desde su aparición en la isla de deban a que no siempre los cocineros tenían a su alcance los ingredientes provenientes de la cocina española, y les resultara necesario introducir ciertos arreglos en la receta primigenia.

El ajiaco es diferente según las regiones en que se cocine. No es lo mismo el “ajiaco habanero” que el “oriental”. Hay asimismo un “ajiaco marinero”, que nos confirma una vez más que solo existen dos grandes cocinas, la del campesino y la del pescador, de las que se derivan todas las demás. Tenemos el “ajiaco de monte”, que contaba con las tres clases de carnes y como en la época en que fue creado no existían aún los frigoríficos, se usaban para su confección tasajo de carne de res bien desalado, tasajo de cerdo ahumado y pollo o gallina frescos, además de los ingredientes de la receta conocida de Doña Dolores también incluye chayote. El ajiaco bayamés, el de Cárdenas y el ajiaco de Puerto Príncipe, con algunas variantes en la condimentación ya sea por el uso del perejil o el culantro.

Según el afamado antropólogo cubano don Fernando Ortiz, todos deben cocinarse en cazuela sin tapar, fuego de llama ardiente, y fuego lento, para dividir en dos la cocedura… Con los aportes de los “blancos” de Europa también llegaron los de los “negros” de África y éstos nos aportaron guineos, plátanos, ñames y su técnica cocinera. Después nos llegaron los asiáticos, con sus misteriosas especies de Oriente… Con todo ello se ha hecho nuestro ajiaco… Mestizaje de cocinas, mestizaje de razas, mestizaje de culturas.

Y como unas amigas generosamente me han traído desde Cuba unas malangas criollas… de seguro que este fin de semana, mezcladas con ingredientes españoles, comeremos ajiaco, ideal para estos días de invierno.

CUBA EN LA MEMORIA 26/12/2014

EL CONGRÍ…

25 Jueves Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Gastronomía

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comida cubana, congri, Cuba, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Muchos de ustedes me han recordado algunos alimentos o bebidas, que también forman parte las tradicionales cenas de Navidad, y no estaban incluidos en la publicación; pero una lectora, Karina Torres, me recordó el congrí y pienso que no es tarde para comentarles sobre este delicioso y muy cubano plato.

Ya en el siglo diecinueve, la Condesa de Merlín, quien vivió más tiempo en Francia que en Cuba, su tierra natal, escribió en sus crónicas Viaje a La Habana (1840), elogios al ajiaco, comida cubana que prefería sobre las europeas. En París ella había degustado deliciosos platos de la cocina francesa e inglesa, pero sus preferidos, que con frecuencia estaban presentes en su mesa, resultaban ser los cubanos. Así que cuando venía a la Isla a pasar temporadas con su aristocrática y distinguida familia del Conde de Jaruco, solía dar riendas sueltas al placer de degustar el menú típico de la Isla. Es decir, que de seguro el congrí también fue servido sobre platos de finas porcelanas francesas, alemanas o inglesas… como merece.

En la Revista “El curioso Americano”, Año 2, Nº3, publicada en La Habana, en Diciembre de 1894, aparece la siguiente definición de Congrí:
“…Llaman así en la Vuelta Arriba a la mezcla de arroz y frijoles negros, que en La Habana decimos moros y cristianos. ¿De dónde procede esta voz? Es africana o tiene alguna significación referente a lo que designa con ella…” (S. de A)

Los del “Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española” se complican menos y definen el término solo con tres palabras: Cuba. Arroz con frijoles. El “Diccionario Oxford”, en español, al menos amplía algo más: Cuba, Arroz preparado con frijoles negros o colorados.

EL CONGRÍ…
Aunque en ambos países evidentemente saben poco del congrí, en lo que si no tienen dudas, es en la nacionalidad e identidad gastronómica cubana del congrí, o los moros y cristianos, es decir, las mezclas de arroz blanco con frijoles colorados o negros.

Según Nitza Villapol, quien fuera conductora por 44 años consecutivos del programa “Cocina al Minuto” en la televisión cubana, refiriendo se al congrí comentaba: “…es una joya gastronómica esta insuperable mezcla de arroz con frijoles, saboreada por viajeros de todos los rincones del mundo y unas cuantas generaciones de cubanos, que sabiamente combinan dos proteínas de origen vegetal…”

No hay duda de que todos los cubanos sabemos muy bien lo que es un congrí, y también que si a la hora de servirlo, lo acompañamos con yuca hervida, con el mojo obtenido de la mezcla del jugo de la naranja agria y los ajos, y además le añadimos unas lascas de cerdo asado…entonces los comensales habrán participado en la conjura de la más divina comida criolla.

El “congrí” no es lo mismo que los “moros y cristianos”, que es el plato resultado de cocinar el arroz blanco con los frijoles negros. Conociendo esto, entonces no es necesario decir “congrí de frijoles colorados”, porque ese es el verdadero frijol que lleva. Aunque a mucho nos da igual esa terminología cuando nos sentamos a la mesa. En mi casa siempre se hacía el “congrí” con los frijoles negros, lo que es un error. Pero frijol por frijol, nos daba igual a todos si era negro que colorado.

La palabra “congrí” procede de la cocina afrocubana y su nombre está en correspondencia con ese origen. “Congrí” es vocablo venido de Haití, donde a los frijoles colorados se les dice “congó” y al arroz “riz”, como en francés. El célebre etnólogo cubano Fernando Ortiz, decía: “Congrí es voz creole haitiana que significa ‘congos con arroz’” Es decir: frijoles colorados con arroz, y se le echa trocitos de carne de puerco y chicharrones, un plato que en la región oriental cubana se adueñó de la mesa criolla desde principios del siglo XIX, luego de la gran emigración haitiana y francesa.

Don Fernando Ortiz describe el guiso como de posible, pero no probado, origen africano en un ensayo sobre la cocina afrocubana publicado por primera vez en la Revista Bimestre Cubana en 1923. Y también nos comenta que en la década de 1868-1878 algunos, en vez de decir un plato de congrí, decían un plato de ‘voluntarios y bomberos’, aludiendo a que los voluntarios eran blancos y los bomberos todos eran negros.

Según los estudiosos de estos temas, los “moros y cristianos” llevan los frijoles negros, porque aluden simplemente a la etapa de la dominación árabe en España, es decir, a los moros (negros o árabes) y los cristianos (blancos ). En este plato juntos y revueltos…

Lo que no queda duda es que el congrí es una joya gastronómica en nuestra mesa. Esta insuperable mezcla de arroz con frijoles, saboreada por muchas generaciones de cubanos, y que combina dos proteínas de origen vegetal, nos acompañará siempre donde quiera que estemos y nos hará sentir cubanos…y estoy seguro que por un rato todas las preocupaciones se van con el olor que sale del plato.

Y la vida, a veces es tan sencilla, que completamos nuestra felicidad cuando lo acompañamos aunque solo sea con plátano maduro frito… ¿O no?

CUBA EN LA MEMORIA 25/12/2014

LA NOCHEBUENA

23 Martes Dic 2014

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Gastronomía, Religión

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comida cubana, Cuba, evento, Religión, tradición culinaria

Publicado por Derubín Jácome

Poco después de la llegada de los españoles a Cuba, ya las tradiciones navideñas integraron nuestro patrimonio religioso y cultural. Estas tradiciones responden a una cultura heredada, pero muy pronto adaptada a las condiciones propias de nuestro país.

Fueron los colonizadores españoles los que introdujeron la cría del cerdo en Cuba y el cerdo, puerco o macho, asado, como quiera que se le llame, se conviirtió en el protagonista de la Navidad cubana. En las ciudades se utilizan generalmente las piernas o las paletas, pero donde las condiciones son más propicias se le cría, o compra, para sacrificarle en tal importante celebración.

En Cuba, después de la cena, muchos concurrían a la “Misa de Gallo”. Pero a partir de 1969 las fiestas fueron eliminadas oficialmente y no fue hasta la visita del Papa Juan Pablo II, que en diciembre de 1997 se volvió a declarar el 25 de diciembre como día feriado no laborable. No obstante durante esos 28 años en muchos hogares cristianos se adoraba en la intimidad el nacimiento del Niño Jesús, y se recordaban a los Reyes Magos del Oriente.

Pero como la comida es una parte importante de la tradición navideña cubana, lo que si nunca dejó de celebrarse, de una u otra forma, fue la “cena de Nochebuena”. Y los cubanos de la Isla, con esfuerzo, esa noche siempre ponen en su mesa todo lo mejor que pueden conseguir….que para eso estaba el mercado negro. Por suerte ahora ya existen los mercados, los “agro”, y aunque los productos les resulten demasiado caros, no sé como lo hacen, pero los compran.

La comida tradicional de nuestras mesas el 24 de diciembre es el lechón asado, arroz congrí o arroz y frijoles, viandas (yuca, malanga, boniato) con mojo criollo a base de naranja agria, grasa de puerco y mucho ajo. También acompañan ensaladas o plátanos fritos maduros o verdes en versión de mariquitas o tostones.

Los dulces no faltan en la mesa navideña. Según el gusto, o las posibilidades, se comen turrones de yema, alicante, jijona, frutas u otros o de producción casera como el dulce de coco, los cascos de guayaba o naranja, el boniatillo, la calabacita china.

Lo más tradicional, que no podía faltar, eran los buñuelos. En forma de ocho, eran confeccionados a partir de una base hecha de viandas y harina, después fritos y servidos en almíbar o acompañado por algunos de los otros postres caseros antes mencionados. Al servirlos se bañaban con un almíbar de azúcar y anís. Los postres, que con tanto esmero hacían nuestras abuelas, han pasado de generación en generación y también forman parte de la tradición en las celebraciones navideñas cubanas.

Con frecuencia, la fiesta comenzaba desde la noche del 23, cuando las madres adobaban el lechón y ponían en remojo los frijoles negros. En la mañana del 24, muy temprano, en el campo, o en casas con patio, se preparaban las condiciones para asarlo. Se preparaba el “horno” en la tierra y se procedía al asado, ya fuese “al pincho” o sobre un bastidor de metal improvisado. El puerco se colocaba sobre una camada de hojas de guayaba, labor casi siempre a cargo del hombre de la casa y de los hijos varones. Y por supuesto, acompañada esta labor por abundante cerveza, los sabrosos “chicharrones” y las tan exquisitas “masitas fritas”.

El lechón era el anfitrión de la comida y cocinarlo era todo un ritual. Se asaba la pieza o el animal entero según eran las posibilidades económicas. Mientras se asaba, se untaba con mojo para que adquiriese ese sabor que cuesta olvidar. Ese adobo que permite el sabor y olor tan característico de la Nochebuena cubana. Y aunque cada familia poseía su “mojo especial”, era común la naranja agria, especias y sal. Al menos yo no conozco mejor aliño que la tradicional mezcla de ajo y sal en el mortero, para tener al final esa pasta media blanca-amarillenta, y entonces sumarlo al jugo de la naranja agria con algo de pimienta negra molida y hojas de laurel…

En la parte occidental de la Isla, existía una variante: “la caja cubana” , que es una de las pocas formas de asado en que el carbón o braza va encima y no debajo de la carne; y ambos cerrados casi herméticos y mejor aun enterrados. Es, según dicen, como mejor queda la piel del lechón y es algo para chuparse los dedos, por lo crujiente y suave de la piel al terminar.

También podía llevarse el lechón a las panaderías, donde por un mínimo precio, lograban en sus hornos una cocción perfecta. Aunque realmente el placer era hacerlo en casa y eso formaba parte de la tradición y la fiesta…

LA NOCHEBUENA

Las tradiciones Navideñas, parte del patrimonio religioso y cultural de nuestro pueblo, están arraigadas en su memoria histórica. Fue y es la temporada festiva más esperada por los cubanos. Por su aceptación casi universal, la Navidad es la única celebración que impone normas similares a gentes de diversas culturas, idiomas y razas.

A pesar de la influencia norteamericana, en Cuba la Navidad se celebraba a la española por herencia de nuestros antepasados. Desde los días previos a la Nochebuena hasta Reyes eran días mágicos de planeamiento, de compras de víveres, regalos y envío de tarjetas postales. Se decoraban los hogares, las tiendas, calles y ciudades, rebosantes de luces y colores.

La cena de Nochebuena era una de las fiestas familiares más importante del año, y ya fuera una cena íntima entre pocas personas, o una enorme fiesta familiar, era la ocasión para reunir la familia, sentarnos juntos, conversar, vernos. Y esos recuerdos son imposibles de olvidar…

Hoy reunir toda la familia es casi imposible, pero estemos donde estemos, celebramos la Nochebuena y de seguro que nuestros seres queridos están con nosotros, al menos en nuestros recuerdos y nuestros corazones.

¡ Tengan una feliz Nochebuena ¡

CUBA EN LA MEMORIA 23.12.2014

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