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CUBA en la memoria

~ por Derubín Jácome

CUBA en la memoria

Archivos de etiqueta: mestizaje

CUBA – LAS CASTAS

24 jueves Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

En Cuba, durante la colonia, había dos categorías de españoles: los que habían nacido en España, a los que se llamaba «peninsulares», y los que habían nacido en la Isla, es decir, los «criollos».

Aunque ante la ley los criollos eran considerados españoles, en la práctica no se les consideraba iguales. Desde el inicio de la colonia hubo tensiones entre criollos y peninsulares. Los segundos decían que las condiciones climáticas de América degeneraban el cerebro y mente de los europeos y por eso los criollos no eran tan capaces como ellos. Los criollos, sin embargo, insistían en que eran iguales y tan leales a la Corona como cualquier español.

Al principio de la Colonia, a los “mestizos” no se les reconocía como tales. O se les tomaba por españoles o por indígenas, sin ser aceptados totalmente dentro de ningún grupo. Por eso, muchos padres de mestizos pagaban para que en el acta de nacimiento de sus hijos se les calificara de «español». Algunos mestizos fueron educados como caballeros y damas españoles, porque la Corona consideraba humillante que un hijo de español fuera educado entre los naturales de la Isla.

La mayoría de los mestizos era considerada «gente vil» y se les negaba el derecho de ocupar cargos reales, eclesiásticos o municipales. Por ello, el papel de los mestizos en la Colonia fue desde un principio un factor de inestabilidad, pues no tenía un lugar definido en la sociedad de su tiempo.

En Cuba también los esclavos se les “clasificaba” y no precisamente por su origen, lo que pienso que hubiera complicado aún más este asunto, ya que llegaron Mandingas, Yolofes y Fulaces; Gangaes, Congos, Lucumíes, Carabalíes, Longobáes, Maní, Quisí, Minas, Suamos, Bibí, Brícamos, Motembos, Musundis, Mombasas, Sacuaes y de otras comarcas.

Simplemente se les llamaban “bozales” o “de nación” a los nacidos en África, que no hablaban español, pero si además se les consideraban muy torpes, entonces les decían “bozalones”. Cuando aprendían la lengua de sus amos se les daba otro nombre: “ladinos” y eran más valorados pues tenían la capacidad de entender las órdenes de su dueño. A los niños en su adolescencia se les llamaba “muleques” y cuando dejaba de ser adolescentes, pasaban a ser “mulecones”. Los hijos de esclavos, nacidos en Cuba, recibían el nombre de “criollos” y a sus nietos se les nombraba “rellollos”.

“Coartado” era el esclavo que poseía libertad parcial, y así se llamaba hasta que con sus ahorros pagara la libertad a su dueño, y “emancipado” era el negro que era capturado por un barco inglés autorizado a entrar en Cuba, siendo puesto bajo la protección del capitán general hasta que fuera declarado libre, no sin antes realizar trabajo forzado durante varios años.

Por si todo esto fuera poco, a las personas que racialmente fueron el resultado de mezclas de distintas razas se les denominó «castas». Este heterogéneo grupo tuvo el mismo problema social que los mestizos. Si no se les podía ubicar claramente dentro de algún grupo racial, eran negados y discriminados por unos y otros.

CUBA – LAS CASTAS
Es fácil imaginar la confusión que traería el encuentro de culturas en nuestro continente y la inevitable mezcla y remezcla entre todas ellas. Producto de ello, resulta interesante ver que desde principios del siglo XVIII aparece en el arte la «pintura de castas». Es decir, pinturas e ilustraciones que representan a personas de acuerdo a su clasificación racial.

En La Habana el 14 de noviembre de 1842, aparece publicado lo siguiente:

“…Del encuentro de tres razas en este mundo nuestro, salieron las castas, que las preocupaciones sociales clasificaron minuciosamente, de las cuales se ocupó más de una vez el legislador…”.
He aquí, una de estas antiguas clasificaciones:

De Español con india, sale MESTIZO
De Mestizo con española, sale CASTIZO
De Castizo con española, sale ESPAÑOL
De Español con negra, sale MULATO
De Mulato con española, sale MORISCO
De Morisco con española, sale CHINO
De Chino con india sale SALTA ATRÁS
De Salta atrás con mulato sale LOBO
De Salta atrás con india, sale CHINO
De Chino con mulata, sale LOBO
De Lobo con mulata, sale JÍBARO
De Jíbaro con india, sale ALBARRAZADO
De Cambujo con india, sale ZAMBAIGO
De Zambaigo con mulata, sale CALPÁN MULATO
De Calpán mulato con Zambaigo, sale TENTE EN EL AIRE
De Tente en el aire con mulata, sale NO TE ENTIENDO
No Te entiendo con india, sale TORNA ATRÁS
De Indígena con negra sale ZAMBO
De Negro con zamba sale ZAMBO PRIETO
De Español con morisca sale ALBINO
De Albino con blanca sale SALTA ATRÁS O SALTAPATRÁS
De Indígena con mestizo sale COYOTE O CHOLO
De Mulato con indígena sale CHINO
De Español con coyote sale HARNIZO
De Coyote con indígena sale CHAMIZO
De Chino con indígena sale CAMBUJO
De Lobo con china sale JÍVARO
De Jívaro con mulata sale ALBARAZADO
De Albarazado con negra sale CAMBUJO
De Cambujo con indígena sale SAMBAIGO
De Sambaigo con loba sale CAMPAMULATO
De Calpán mulato con cambuja sale TENTE EN EL AIRE

Como podrán observar, hay algunas castas que podían ser resultado de mezclas diferentes, por ejemplo se le llamaba CAMBUJO, tanto si se era hijo de chino con indígena o de albarrazado con negra. O ser un SALTA ATRÁS si tus progenitores fueran un albino con una blanca o un chino con una india… Estoy seguro que toda esta clasificación debió desaparecer cuando tuvieron que hacer un censo… ¿Se imaginan?
Al menos en el “Diccionario provincial casi razonado de voces Cubanas” de Esteban Pichardo, publicado en 1849, ya no aparecen ni siquiera la mayoría de estos términos.

Pero de lo que no tengo duda es que de todas estas mezclas ha surgido una “raza” indiscutible: la cubana. De la que nunca se dejará de hablar…

José Martí, en el artículo “Mi raza” publicado en el periódico “Patria” del 16 de abril de 1893, escribiría:

“….Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro… Los hombre verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos…”

CUBA EN LA MEMORIA 24/03/2016

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EL ZAPATEO – ILUSTRACIONES

23 miércoles Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

En la publicación anterior sobre el “zapateo cubano” les cité algunas referencias aparecidas en artículos de prensa de mediados del siglo XIX, sobre este baile que ya para entonces era popular en nuestra Isla. Ahora les publico algunas imágenes de ilustraciones inspiradas en dicho baile y algunas anécdotas relacionadas con las mismas.

La primera y más antigua de estas ilustraciones es “El zapateado”, ilustración de 1840 realizada por Federico Mialhe para su colección “Viaje pintoresco alrededor de la Isla de Cuba”, que consta de 21 litografías, y que el autor dedica al Intendente y Gobernador de la Isla, Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva.

Sobre esta ilustración, a partir de la sexta entrega de la colección, se hizo pública una polémica entre los redactores de dos periódicos “rivales” de esa época; El “Diario de la Marina” y “El Faro Industrial”. En un artículo del 26 de mayo de 1849, el redactor del primer diario citado, sin dejar de hacer pública su admiración por la belleza de las imáges, señala dos aspectos que considera desacertados, exponiendo que no se justifica la utilización del término «alrededor», en su título, ya que también aparecen imágenes que corresponden al interior de la Isla, por lo que debería haberse utilizado la preposición “en”.

Su otra objeción está relacionada con el título dado a la ilustración “El zapateado”, lo que considera erróneo ya que en la Isla este baile se le conocía como “zapateo”, exponiendo que el término “zapateado” responde a un baile provincial de Cádiz, en España y “zapateo”, al de Cuba. No obstante este periodista justifica al Sr. Mialhe: “…sabemos que es extranjero y esta circunstancia le excusa de la falta de conocimientos de nuestros campos…»

En una segunda nota de prensa, vuelve a insistir sobre sus objeciones, incluyendo nuevos detalles relacionados con el vestir campesino. Afirma que los “guajiros” no usan sombreros de copa chata y de ala ancha, ni botines y que no suelen llevar pañuelo en la cabeza, ni se atan los pies con cintas. De igual modo ironiza sobre el que se encuentra recostado, con blusa, considerando que su apariencia es más francesa que de campesino cubano. Sobre las campesinas, argumenta que ellas no se sujetan las sayas de esa manera.

Otra de las imágenes de esa época relacionadas con el zapateo, la encontramos en el “Album pintoresco de la Isla de Cuba”, editado en 1853 en Berlin, por “Storch & Kramer” y “Bernardo May y Cia”. Las imágenes que aparecen en este obra, están basadas en las originales ilustraciones basadas en impresiones de Cuba, que tuvo su litógrafo original: Federico Mialhe. Fue tal su promoción a lo largo de América y Europa, que algunos autores consideran que la imagen que el público ilustrado, del siglo XIX, tuvo de Cuba fue el transmitido por este grabador.

EL ZAPATEO – ILUSTRACIONES
Estos mapas-litografía coloreadas, que incluyen un recuadro que traza las distancias entre ciudades de Cuba, está además enmarcados por un borde pictórico de diez y seis viñetas que reflejan estampas de mediados del siglo XIX cubano. lustraciones sobre escenas de la vida cotidiana, acontecimientos históricos y lugares importantes.

Representan una muestra de las ciudades, puertos, ferrocarriles y carreteras de nuestro país en esa época, también del cultivo de tabaco, una danza formal, una vista de la ciudad desde el puerto, una pelea de gallos, la toma de el Morro por las fuerzas británicas en 1762, la ciudad y el santuario del Cobre, el huracán de 1846 y una escena de baile “el zapateo”, tema de esta publicación.

Esta obra tampoco estuvo exenta de problemas. Las ilustraciones originales de Mialhe,que bordean este mapa, estuvieron involucradas en un escandaloso caso de la piratería de derechos de autor.

Bernardo May, un comerciante de La Habana, envió los grabados originales de Mialhe a Alemania, para ser reproducidos, sin la autorización de su autor. De regreso a Cuba, las copias serían vendidas a menos de la mitad del precio del establecido para los originales, lo que sin dudas, afectaba las ganancias de su autor original.

Mialhe demandó a de Bernardo May amparado bajo las leyes de “Derecho de Autor” que estaban recién promulgadas. Ante tal situación, Bernardo May negó el plagio, sosteniendo que «… después de todo, damas en carros, vendedores ambulantes, iglesias, monumentos y paisajes eran todo lo que hay a la vista de “cualquier” artista que quisiera pintarlos…»

Con este sencillo argumento, el caso fue resuelto a favor de Bernardo May, debido a un tecnicismo. Tampoco habían respetados los derechos de autor al utilizarse, sin su aprobación, el mapa que ocupaba la parte principal y central de las ilustraciones. El mapa también fue pirateado de otra fuente, ya que este mapa de 1848, había sido realizado por José M. de la Torre.

Sin embargo, se consideró que la composición del mapa, con la tabla de distancias y las ilustraciones de Mialhe, era una obra del todo «original» de Bernardo May.

Pierre-Toussaint-Frédéric Mialhe (1810 – 1868) fue un pintor francés que fuera reconocido internacionalmente por las ilustraciones sobre Cuba que realizara durante su larga residencia en la isla, desde 1838 a 1854. Con gran técnica y talento artístico, se supo capturar la vitalidad tropical de Cuba en sus ricamente coloridas pinturas. Muchas de sus obras fueron litografiadas, convirtiéndose en las primeras imágenes de nuestro país que fueran conocidas en el mundo.

Bajo el título “Viaje Pintoresco al rededor de la Isla de Cuba “, publicado Louis Marquier, 1847-8, realiza la carpeta que contenía sus 25 vistas litográficas a color y 2 mapas, en edición original de la que existen pocos ejemplares. Posteriormente sería pirateada en dos ocasiones. En ambas, lo haría el citado editor Bernardo Mayo, que la reimprimió en Berlín por la firma de “Storch & Kramer”, en 1853 y 1855, con el título del “Álbum Pintoresco de la Isla de Cuba”.

CUBA EN LA MEMORIA 23/02/2016

EL ZAPATEO CUBANO

22 martes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba, tradiciones

Publicado por Derubín Jácome

En más de una ocasión he comentado sobre la bien merecida fama de bailadores que tenemos los cubanos, de los muchos sitios en que se podía ir a bailar e incluso sobre ritmos, canciones, intérpretes y músicos cubanos, y como llevo tiempo sin que dedique una publicación a este tema, hoy les comento sobre el zapateo.

El “zapateo cubano”, según muchos autores, es un baile cubano de origen español y se afirma que surgió en las zonas rurales, por lo que es lógico se considere música “campesina”. De hecho, en Cuba, recuerdo que solo se interpretaba en algunos programas de este género, como el clásico “Palmas y Cañas”. Y sin pretender hacer una tesis sobre este baile, pues no quiero aburrirles, les comento sobre el mismo.

Se cree que desde 1550, los primeros colonizadores empezaron a desarrollar en la Isla una afición por bailes que tenían como principal atractivo el arrastrado de los pies o zapateado. De posible procedencia andaluza, se asegura provenía de algunas danzas de influencia celta en Europa. Otros historiadores e investigadores le atribuyen una raíz canaria.

Alejo Carpentier en su libro “La música en Cuba”, considera que los primeros indicios de la aparición del zapateo en la Isla, datan de principios del siglo XVIII, aunque no fuera hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando alcanza su mayor auge. También afirma que no se convierte en un baile representativo de la cultura cubana, hasta las primeras dos décadas del siglo XX.

En un artículo de la revista “La Charanga” Tomo 2, Núm. 21-25 publicada en La Habana en Octubre de 1858, encuentro:
“…al oírlo se entusiasman y alegran de tal manera que olvidando una sus desventuras y el otro su elevada posición social, se ponen, sin dárseles un bledo por el qué dirán, a bailar el zapateo, entonces, todo el mundo se arrebata…”

En cuanto a considerar su surgimiento en las zonas campesinas, el musicólogo cubano Rolando Antonio Pérez expone que durante los siglos XVI, XVII y XVIII se manifestó en Cuba una tendencia hacia el poblamiento de las zonas interiores y hacia la ruralización de rasgos hispánicos… “que antes tuvieron por sede las ciudades”.

Es decir, que el proceso de evolución del zapateo comienza en los medios urbanos, y es después que se expande hacia las zonas rurales, como proceso natural de poblamiento de la Isla. Es cierto que no estuvo limitado al paisaje urbano, pues entre los campesinos también existió una danza, con particularidades que la diferencia del estilo común a más de una región de América: el zapateo cubano.

Otro investigador e historiador cubano, José María de la Torre, parte de su experiencia personal para afirmar que el origen del zapateo criollo parecía venir de la región española de Castilla la Nueva “… pues al escuchar alguna tonada en La Mancha, creía estar oyendo el lastimero ¡ay! de nuestros campesinos…” Esta afirmación no creo que resulte muy convincente.

La procedencia canaria del zapateo es una creencia arraigada en el pueblo cubano. Parece lógico si consideramos el significativo asentamiento de inmigrantes canarios en los campos de Cuba, donde más se desarrolló este género. Pero este argumento queda descartado porque en la historia de las Islas Canarias no existen referencias a ningún género basado en la improvisación poético musical que pudiera haber servido como punto de partida para el desarrollo posterior de este baile.

Quizás el más sólido argumento en contra de la hipótesis del origen canario del punto sea precisamente que en las Islas Canarias se le llama a este género “punto cubano”, en evidente reconocimiento de su procedencia de nuestro país.

En el libro “Música e historia del Zapateado” del español Guillermo Castro Buendía, aparecen muchas notas bibliográficas de la prensa hispana que no dudan en confirmar la nacionalidad cubana de nuestro zapateo:

Mayo de 1842, “El último adiós”.
…”Con este título hemos visto anunciado en el diario de ayer la última función de la sublime hija del Rhin, que se verificará el domingo próximo. En ella bailará la hechicera
Hada, el “Zapateado Buscapié cubano” que ha aprendido en esta semana …”

Agosto de 1844, “Las bocas de la Isla”
…”Canción nueva con letra muy chistosa que cantará con toda la sandunga gaditana el joven Don Víctor Valencia… Se presentará Dª María Arroyo, con la disposición que le es
natural, bailará el verdadero “zapateado cubano”, que le acompañarán con arpa, tiple, guitarra y güiro.

Sin embargo, no hay dudas de que el taconeo, la gestualidad y, en general, el ritmo asumido recuerda a la intencionalidad “coreográfica andaluza”, según escribió el compositor cubano Sánchez de Fuente.

Existen muchas referencias que, ya consolidada la dominación española sobre sus colonias, empiezan a regresar a España muchos españoles, acompañados de sus esclavos negros, que traían costumbres ya mestizas creadas en el Caribe, sobre todo en la música y la danza. De Cuba les llegarán instrumentos diversos, y algunos se adaptaron a su cultura, como el güiro, calabazo, y la quijada de burro.

El simple instrumento musical cubano llamado “güiro”, no es más que la fruta del árbol que llamamos güira. El fruto tiene forma de calabaza alargada, el que una vez secado, se le hacen varias rayas paralelas consecutivas por uno de los lados y que al frotarse con unas varillas produce el consabido y rítmico sonido que acompaña a la música cubana de todos los tiempos.

El zapateo es un baile de pareja suelta, y su característica más notable es el juego de los pies, alternando la punta y el tacón, paso básico que le da nombre al baile, sin dejar de marcar el ritmo de la música en compás de seis por ocho, con el canto y el palmeo de los participantes.

La mujer, erguida, sostiene su delantal o falda con ambas manos, mientras el hombre se inclina ligeramente hacia delante con los brazos cruzados por detrás a la altura de las caderas, simulando perseguir el cuerpo de la compañera con su cabeza, como hace el gallo con la gallina durante el cortejo de apareamiento. Incluso hay referencias de que los bailadores más experimentados se colocaban cuchillos en los zapatos, imitando espuelas de gallo y haciendo peligrosos pasillos.

El hombre gira alrededor de la mujer, quien trata de no darle las espaldas, por lo que ella va girando sobre su propio eje, acentuando el galanteo masculino y la coquetería femenina. Los dibujos coreográficos son libres y espontáneos, y se presentan otros pasos conocidos como “escobillado” y “floreo”, los cuales puede realizarse con rapidez o lentamente. Ella lo provoca y él culmina el baile colocándole su sombrero en la cabeza o su pañuelo sobre los hombros.

EL ZAPATEO CUBANO
En la revista “Sport”, Año 3, Num. 14-16, Enero de 1888, se comenta:
“…En las razas superiores el primitivo objeto de los bailes fué el amor. Amor delicado, que aún suele elevarse dulcemente de los bailarines, moverse con ellos y embriagarlos con plácido calor, en tanto que los arrullan las notas de una música deliciosa. ¡El Zapateo cubano, la Tarantella napolitana, el Frascone toscano, el Walz alemán, la Mazurka polaca, la Rómeka y la Arnauta griega, que son sino bailes de amor?…”

Considerado como “baile de guajiros” cayó en descrédito y lamentablemente fue marginado. Y aunque no considero que deba actualizarse o hacerse popular como un baile de salón, tampoco debemos olvidarlo, porque es cubano y forma parte de nuestra cultura y de nuestras raíces. Y, sin dudas, está olvidado, como tantas otras cosas…

CUBA EN LA MEMORIA 22/03/2016

JAPONESES EN CUBA

13 domingo Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, inmigración en Cuba, mestizaje, población cubana

Publicado por Derubín Jácome

Aunque solo fuera de paso, el primer grupo de japoneses que llegó a nuestra Isla lo hizo a mediados del siglo XVII. Consta que el 23 de Julio de 1614, Hasekura Tsunenaga con un grupo de 180 japoneses desembarcaron en la bahía de Carenas, hoy Bahía de La Habana. Bajo órdenes del señorío de Sendai, Masamune Date, con el samurái Hasekura encabezando la tripulación y como embajador, navegaron en el barco japonés “San Juan Bautista”, desde el puerto de Tsukinoura.

El principal propósito de la misión era el establecimiento de un comercio directo entre Japón y México y conseguir permiso para propagar el cristianismo en el territorio de Sendai. La Misión Hasekura se dirigia hacia Sevilla, España, con el objetivo de obtener el consentimiento del Rey Felipe III de España y el Sumo Pontífice Paulo V, haciendo en su recorrido esta escala en la Villa de San Cristóbal de La Habana.

En el registro migratorio del “Diario de la Marina” está registrada, en 1898, la llegada de Y. Osuna, el primer japonés que emigró a Cuba, llegando a bordo del vapor “Orizawa”, desde México.

La llegada a la Isla de la Juventud del primer emigrante japonés fue en 1908. Era un okinawés, llamado Misaro Miyaki, que llegó desde de La Habana, a la que había llegado desde México en 1907. Ya para 1914, el número de inmigrantes japoneses se acercaba a las 130 personas. Se establecieron por toda la isla, pero principalmente en la Isla de Pinos.

Recordemos que aunque desde 1874 Isla de Pinos era considerada como término Municipal del Departamento Occidental y a partir de la división político administrativa de 1878 como municipio de la provincia de La Habana, después de terminada la Guerra, el gobierno interventor se propone convertir a Isla de Pinos en una colonia norteamericana. Ya la isla había sido cedida por España a Estados Unidos en virtud del “Tratado de París” y así queda establecido en el artículo 6 de la Enmienda Platt: «Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por tratado la propiedad de la misma.»

Aunque en 1904 es firmado el “Tratado Hay-Quesada” en el cual se reconoce la pertenencia de la isla al Archipiélago cubano, el gobierno de los Estados Unidos no lo reconoce hasta el 13 de marzo de 1925. Por esta razón, y ante la posibilidad de gozar de las mismas ventajas que los americanos residentes en el territorio cuando se redefiniera de una vez la jurisdicción estadounidense sobre el mismo, muchos extranjeros se asentaron, como tránsito, en sus tierras.

Emigrados de Antigua y Barbuda, Caimán y otras islas caribeñas, pero también alemanes, italianos, húngaros y europeos quienes solían hacerse llamar americanos y se mezclaron con los norteamericanos hasta llegar a confundirse popularmente como tales. El cosmopolitismo cobró impulsos en la Isla desde que las miras estadounidenses se dirigieron a hacia ese territorio situado al sur de la provincia habanera.

Se afirma que la etapa de mayor número de inmigrantes japoneses a Cuba sucedió entre 1924 y 1926, época en que una compañía de viajes titulada “Oversea” se encargó de facilitar el tránsito hacia la mayor de las Antillas.

La emigración japonesa a Cuba estaba compuesta básicamente por hombres, por lo algunos formaron familia con cubanas y se adaptaron a la comida local, ya que muchos ingredientes de la cocina japonesa resultaban imposibles de conseguir en la isla. En ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e introdujeron el uso del abono químico.

Aunque el asentamiento japonés más conocido es el de Isla de Pinos, debido a la sobretodo a la popularidad del agricultor Mosaku Harada y su familia, llegado en 1924 acompañado de un total de 36 hombres y mujeres, no solo allí hubo comunidades japonesas. Los japoneses no se limitaron a permanecer en una zona determinada, sino que se asentaron por toda la Isla, hasta llegar a estar presentes en 46 sitios de las seis provincias cubanas trabajando fundamentalmente en tareas como la agricultura, las minas, la industria azucarera, la pesca, la mecánica, la electricidad y los servicios.

Además del agricultor Harada, otro japonés que alcanzó popularidad en Cuba fue el horticultor Kenji Takeuchi, quien por encargo desarrolló el “Orquideario de Soroa”, en la provincia de Pinar del Río, donde cultivó más de 700 especies de estas flores.

En Minas de Matahambre su presencia data de 1913. Coincidiendo con la apertura de la mina, llegó a Cuba el japonés Takizo Uratsuka Uratsuka. Según datos históricos puede ser el primer japonés que llegó a la zona más occidental, procedente de Panamá en un buque pesquero como cocinero. Sin ningún conocimiento del oficio, fue el carpintero que fabricó, de forma manual, el primer concentrador para la naciente mina de cobre. Este concentrador es patrimonio industrial por su inestimable valor histórico.

Entre otras referencias, en 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero “Constancia”, en provincia de Cienfuegos.
También existían trabajadores japoneses en todo el territorio de la provincia de Camagüey y se puede afirmar que llegaron por lo menos hasta Holguín, porque hay descendientes en esas tierras. Consta que otro grupo llegó directamente para trabajar como cortadores de caña en la finca Mayaguara, cerca del pueblo de Condado, en la región central del país, cuyos terrenos y siembras pertenecían al ingenio Trinidad.

JAPONESES EN CUBA

En 1927 se fundó la primera Colonia de Japoneses de Cuba y en 1933 se fundó la Cooperativa Agrícola de Japoneses de la Isla de Pinos. Estos tenían un contrato de muy buenos términos mediante el cual exportaban la mayor parte de los productos cosechados a los Estados Unidos.

La creciente comunidad japonesa tuvo sus peores años en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, cuando la emigración japonesa fue paralizada y los radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en La Isla de Pinos y en La Habana desde el año 1942 hasta 1945.

Según censo de su agrupación, la actual colonia japonesa en Cuba es de poco más de 1.000 personas. De esas personas, sólo 25 son de primera generación, es decir inmigrantes, 15 de los cuales llegaron antes de 1959 y tienen entre 85 y 95 años de edad.

De Hasekura Tsunenaga, primer japonés que pisó nuestra tierra en 1898, existe un monumento en La Habana que conmemora este hecho. La escultura lo representa ataviado con ornamentos propios de un caballero medieval nipón, incluidas sus armas tradicionales.

Y como curiosidad, el primer jardín japonés que tuvo Cuba fue diseñado en la casa del Carlos Miguel T. de Céspedes Ortiz, abogado y político cubano que ocupó diversos cargos, entre ellos el de Secretario de Obras Públicas durante el Gobierno de Machado.

Su residencia, llamada “Villa Miramar”, estába situada junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares. Y es lo que actualmente conocemos como el «Restaurant 1830».

¿Recuerdan sus jardínes?

CUBA EN LA MEMORIA 13/03/2016

GITANOS EN CUBA

07 lunes Mar 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Costumbres, Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

El etnólogo Fernando Ortiz realizó notables aportes relacionados con las fuentes de la cultura cubana, afirmando que Cuba era un ajiaco por la diversidad de razas y culturas que influyeron en la formación de su nacionalidad. Y es indiscutible que la nacionalidad cubana se ha nutrido de casi todo tipo de inmigraciones. En “Cuba en la Memoria” ya hemos comentado sobre algunas y hoy lo haré sobre los gitanos.

Aunque no existen investigaciones profundas sobre la entrada de gitanos a Cuba, hay autores que consideran que los primeros llegaron junto con los colonizadores, pues era frecuente que se utilizara a los gitanos presos para conformar las tripulaciones de los barcos que se lanzaban al Nuevo Mundo. Pero aunque su presencia en Cuba se remonte a los tiempos de la colonia, se afirma que la mayor oleada llegó a raíz de la II Guerra Mundial, cuando los nazis exterminaron en los campos de concentración a medio millón de seres, pertenecientes a esa etnia, en Europa Central.

Todo parece indicar que las migraciones sucedieron al comienzo del siglo XX, cuando varias familias o tribus gitanas llegaron junto a las oleadas de inmigrantes españoles que vinieron a probar fortuna, pero no fueron muchos los inmigrantes de esa procedencia los que arribaron a nuestro país.

En Cuba, si bien los gitanos fueron menos discriminados que en otros lugares, también sufrieron lo suyo en este período. Hasta una ley, dictada en 1936, prohibió su ingreso a la Isla, algo que constituía un verdadero crimen, toda vez que en esos momentos muchos de ellos huían de España, donde fueron duramente perseguidos por el franquismo durante la Guerra Civil Española.

Referencias del tema en nuestra literatura las encontramos en libros como “La cubanita que nació con el siglo” donde nuestra escritora Reneé Méndez Capote les dedica un espacio; y también en la prensa, como en uno de los números de la revista “Carteles”, fechado en 1940, donde se publicó un reportaje que reseña cómo se refugiaron en los arrabales de la Habana de intramuros. Una de las fotos muestra sus carpas, las bellas mujeres ataviadas con vestidos típicos y los tocadores de guitarra española. Los habaneros los recibieron con una naturalidad no exenta de cierta curiosidad.

Muchos de ellos llegaron a Cuba para utilizarla como punto de partida para viajar a otros países, pero algunos se quedaron, integrándose, y sus descendientes encontraron en la isla, como ellos mismos expresan, un país donde podían vivir tranquilos.

GITANOS EN CUBA
Los gitanos o romanís, según algunos estudiosos del tema, son un pueblo que procede originalmente de la India, donde los expertos calculan que existen 17 millones. No hay datos de lo que han emigrado hacia Asia, África, América y mayoritariamente a Europa.

De los países europeos, la tierra española fue una de las que mejor se ajustó a los intereses de los gitanos, al igual que Hungría, Rumania y Bohemia. Conservan su propia lengua, pero generalmente hablan más de un idioma como resultado de su vida nómada. Sus hijos son inscritos en el país que nacen con nombres de esa lengua, aunque tienen además su patronímico propio gitano. Por encima de todo aman la libertad, respetan y son fieles hasta morir al jefe de su tribu. Son extremadamente supersticiosos.

Aunque por su condición de nómadas se podían encontrar en cualquier lugar de la isla participando como artistas en el circo, como vendedores en ferias y parrandas, o improvisando chinchales y timbiriches para la venta de mercancías elaboradas incluso por ellos mismos, existen referencias documentadas que los ubican, en otros tiempos, en algunos centrales azucareros como el Chaparra y otras regiones del oriente cubano. También en la provincia de Las Villas era frecuente ver sus campamentos, como por ejemplo, a las afueras de Camajuaní.

Pero los gitanos no solo se han dedicado a la lectura de la fortuna, el comercio, el servicio o el nomadismo. También existen entre ellos intelectuales, políticos y personajes de la farándula, algunos tan conocidos como Charles Chaplin, la actriz Rita Hayworth, el teólogo Frei Betto y hasta el mismo ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton. Quizás existan también en nuestro país figuras destacadas…

En Cuba dejaron la huella de muchas de sus costumbres. Difundieron las ferias, los carnavales y el circo ambulante, del que llegaron a existir 42. Hay palabras de su lengua incorporadas a la jerga de los compositores del feeling de la década de 1940 y de la actual música bailable salsera… y hasta en los dulces: el brazo gitano.

En las artes plásticas de este período (1925-1940) sin dudas Víctor Manuel García Valdez (1897-1969) con su “”Gitana Tropical”, pequeña pintura (46 x 38 cm) pintada sobre madera y premiada en el Salón de Pintores y Escultores de 1929, al igual que en otras obras, nos representa a una muchacha mestiza, más cercana al tipo “gitana” que a la cubana. De ahí su título.

La presencia de numerosos “gitanismos” en el español de Cuba no puede atribuirse a la inmigración de gitanos, que fue escasa, sino al lenguaje coloquial de los españoles. Recordemos que Andalucía, fue la zona de mayor asentamiento y arraigo de los gitanos en España, y precisamente allí fue donde se propició la asimilación de numerosas voces del caló al idioma español. Y como desde Andalucía se organizaron todas las empresas de conquista de Canarias y de gran parte de las de América, no es de extrañar que andaluces y canarios fueran los que esparcieran por el Nuevo Mundo los gitanismos. Por lo que en el habla coloquial popular de nuestro país son numerosos los gitanismos

Como ejemplo de ello, a continuación relacionamos los siguientes: acurdar (emborrachar) , andoba (fulano), barín (bueno), berro (cólera, disgusto), birlar (robar), bisnar (vender), de buten (de maravilla, de primera), chiva (soplón, delator), chola (cabeza), chota (soplón), chusma (muchedumbre vulgar), coba (halago, adulación), cúmbila (compañero, amigo), curda (embriaguez, borrachera), furnia (cueva), garito (casa de juego), guillarse (hacerse pasar por algo distinto de lo que se es, hacerse el tonto), jamar (comer), jarana (broma), jeta (cara), jiña (excremento), jiñar (defecar), jiribilla (salero, gracia), mangar (engañar), menda (yo), pargo (homosexual), pirabear (fornicar), pirar (marcharse, irse), puro,ra (padre, madre), sandunga (donaire, garbo), sornar (dormir)…

En la actualidad existe en Camagüey la “Agrupación Flamenca Sangre Gitana” integrada por unas 130 niñas y adolescentes de dicha ciudad y dirigidas por su fundadora, Yaineris Torres Pérez, que desarrolla una interesante labor con amorosa pasión por ese tipo de expresión cultural.

Al menos yo, “menda”, así lo considero…

CUBA EN LA MEMORIA 07/03/2016

PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIX

27 sábado Feb 2016

Posted by dianafernandezgonzalez in Cultura cubana, Sociedad

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Cuba, mestizaje, migraciones en Cuba

Publicado por Derubín Jácome

A mediados del siglo XIX, no obstante prevalecer en Cuba un régimen esclavista, ya existían en la Isla un grupo de criollos que formaban parte de la llamada “pequeña burguesía negra”, compuesta por los llamados “pardos” y “morenos”.

A los que habían comprado su libertad se les llamaba “coartados”, y “libertos” los que por diferentes motivos habían sido liberados por sus dueños. A los nacidos de madres que ya eran libres, se les llamaban “ingenuos”. No dispongo de información que justifique la razón de estos términos, pero así constan en los diferentes documentos o publicaciones en que se les referencia. Para los de origen extranjero, ya llegados libres a la Isla, no existía una terminología específica para designarlos.

Se conoce que la mayoría de ellos se desempeñaron como artesanos, oficio que al parecer controlaban. Refiriéndose a éstos en 1830, José Antonio Saco escribía “… así fue que todas las artes vinieron a ser patrimonio exclusivo de la gente de color…”

Pero los criollos de origen africano ejercían diferentes ocupaciones, entre las más comunes las de zapateros, sastres, peineteros, funerarios y capataces. Sastres había muchos y de algunos tenemos referencia por la literatura. De la novela “Cecilia Valdés” conocemos a Uribe. Francisco de Paula Uribe fue uno de los más famosos sastres que tuvo La Habana y contaba en su clientela con los más importantes y ricos personajes de la capital. Y aunque parezca increíble, era considerado uno de los más grandes dueños de esclavos, entre los de su clase.

Si Villaverde ubica en la novela a Uribe y a otros destacados negros y mulatos de la época, es evidente que lo hace para conseguir un efecto de verosimilitud en su historia, mezclando la presencia de estos personajes, muy conocidos de la sociedad habanera de principios del XIX, junto a sus personajes de ficción.

El moreno José Agustín Ceballos dirigía la mayor cuadrilla del Muelle de la Contaduría con 160 jornaleros. Ser capataz de muelle era una posición privilegiada que producía ingresos elevados que le permitían comprar casas y esclavos. Llevaba una vida de ostentación, con esposa y varias “amantes”. Llegó a poseer seis casas, un capital de 25,000 pesos y…7 esclavos. Otro moreno libre, Juan Bertaut, considerado el negro más rico de Cuba, poseía 140 casas y un capital de 175,000 pesos.

Una de las mejores agencias funerarias, que contaba con dos locales en la ciudad, era propiedad de un pardo, Félix Barbosa. Sus servicios eran utilizados por toda las capas de la población habanera, incluyendo militares y eclesiásticos, ya que su negocio era considerado “de primera clase”, teniendo inclusive la exclusividad de un modelo de sarcófago de patente norteamericana, para difuntos también de “primera clase”.

Ejemplo del poder económico de esta naciente burguesía negra es el entierro, realizado por Barbosa, para una morena libre, María Josefa Fiera de nación carabalí, la que tuvo un sepelio de “primera clase” acompañado por ocho lacayos. Barbosa era propietario de dieciséis casas y esclavos, valorados en 45,000 pesos. En extramuros, y de no menos importancia, se encontraba otra funeraria, la de Francisco Barroso.

Pero también se destacaron en la literatura, como Juan Francisco Manzano, quien inició su obra aún siendo esclavo; o Gabriel de la Concepción Valdés “Plácido”, del que ya publicamos y que comenté que era de origen humilde y expósito de la casa cuna.

En la pintura encontramos otros ejemplos destacados de la presencia de personas de origen africano: Vicente Escobar y Flores llegó a ser incluso Director de la Academia de Dibujo de San Alejandro. Su familia llegó a acumular una gran fortuna y prestigio por sus acciones en la Milicias Habaneras. Incluso fue nombrado “Pintor de Cámara” por María Cristina, la Reina Regente y se le otorgó el título de alumno de la “Real Academia de Bellas Artes” de Madrid.

En la música destacaron varios compositores e intérpretes, algunos como Tomás Vueltas y Flores que compuso piezas de baile muy populares y otros que con éxito hicieron música de salón y tocaban y componían las mal llamadas “piezas de blancos”. Vueltas destacó por componer contradanzas en el mejor estilo.

Destaca el violinista, compositor y director de orquesta negro Ulpiano Estrada, director de una famosa orquesta de la capital que tocaba magistralmente el “minuet de corte”, aunque ya no estuviese de moda. La cantante negra María Gamboa, actuaba en 1851 en Madrid, París y Londres, donde fue muy aplaudida y elogiada. Se le conocía como la “Malibrán Negra”y estaba casada con un oficial, Mariano Martínez, de Sevilla.

Claudio Brindis de Salas (padre) , autodidacta, era ejecutante de contrabajo y violín, dirigía el conjunto “La Concha de Oro” y además impartía clases de baile en la sociedad habanera. Poseía además una hermosa voz de barítono, lo que hizo que en alguna ocasión su timbre perfecto fuera elogiado por el propio Marqués de Someruelos. Este dato nos confirma que su entorno social no se limitaba solo a los sitios frecuentados por los negros libres. Su hijo, Claudio José, conocido como “el “Paganini de Ébano”, le superó con creces y triunfó en escenarios de Turín, Milán, Florencia, Berlín, San Petersburgo y Londres, aunque falleció en la pobreza en Buenos Aires.

También en “Cecilia Valdés” encontramos el siguiente comentario: “…Uno tras otro, cuantos hombres de cierto viso llenaban el baile aquella noche, … vinieron a saludarla y rendirla homenaje, cual saben rendirlo los negros criollos de Cuba que han recibido alguna educación y se precian de finos y atentos con las damas…”.

Muchos criollos pardos y morenos se destacaron en las milicias, incluso llegando a ser oficiales. José Herrera “Tondá”, protegido por del Gobernador Vives, fue Teniente de Batallón de “Milicias de Morenos Leales de La Habana”.”Tondá” se ocupaba de los problemas de justicia de los “delincuentes “de color”, predominante en algunos barrios de la ciudad. Consecuencia de ello, murió asesinado durante el desempeño de esta labor. Otro pardo, Lorenzo Meléndez, Teniente de Granaderos, llegó a tener ciento veinte alumnos en su Escuela, de los cuales solo la tercera parte eran blancos.

En profesiones como dentistas, flebotomianos y parteras, llegaron a ser numerosos e incluso mayoría. Entre los dentistas podemos destacar, por su éxito y clientela, a Charles Blackely, de origen estadounidense y graduado en Londres, que ejercía en La Habana y Matanzas. En esta última, también con buena clientela, los dentistas Andrés Dodge y Tomás Vargas.

PEQUEÑA BURGUESÍA NEGRA EN EL SIGLO XIXEn La Habana había doce parteras y siete de ellas eran de origen africano. En la Academia de Parteras, donde se cursaban estudios por dos años para la obtención del título, existía un numeroso alumnado “de color”, el cual recibía sus clases los sábados, a diferencia de las de raza blanca que asistían los miércoles. También hubo maestras, como Juana Pastor, parda libre a la que se le autorizó licencia para establecer una Escuela “de su clase y sexo”.

Fueron comunes los enlaces matrimoniales entre familias de “clases de color” con propiedades y un mayor nivel económico. Poseedores de casas, esclavos, dueños de negocios y rangos militares, se unían en matrimonio con quienes favorecían el aumento de sus capitales. Seguían las pautas trazadas por la burguesía colonial para constituir una clase favorecida dentro de su propio grupo. El barrio de Jesús María, donde vivían muchas familias acomodadas de color, se destacó por la celebración de matrimonios y “por ser favorable a los nacimientos legítimos...”

También los hubo herederos de fortunas. Santiago Pimienta, hijo del sacerdote Nicolás González Chávez, heredó, entre otras haciendas, el potrero “La Paciencia” en el hato Canímar. Aún más destacable la actitud del hacendado español Esteban Santa Cruz, que a sus hijos, tenidos con esclavas, los envió a estudiar a los Estados Unidos, acompañados por secretarios para su mejor desenvolvimiento en ese país.

Caso destacado es la negra Rosario Neyra, que en 1762 ya era dueña de un Ingenio, heredado de su padre Juan Gregorio Neyra, considerado como el “moreno” más rico en la primera mitad del siglo XVIII. Una descendiente de esta familia fue una de las primeras parteras graduadas que ejerciera en la ciudad.

La presencia de un gran número de individuos “de color”, en situación económica ascendente, cuya permanencia y crecimiento era cada vez mayor, fue motivo de preocupación para el régimen esclavista. Con la llegada del general O’Donell y su nombramiento como Capitán general y Gobernador de la Isla, todo cambió. Su gobierno, respondiendo a las presiones de terratenientes, traficantes de esclavos y militares, comienza en 1844 una represión sangrienta contra la población “de color”.

Hechos como la “Conspiración de la Escalera” donde murieron más de trescientas personas, encarceladas más de seiscientas y expulsadas de la Isla otras cuatrocientas, demostraba su interés por la continuidad de la trata de esclavos y su actitud respecto a la naciente pequeña burguesía libre de origen africano, la que constituía “un mal ejemplo para los esclavos”. Entre los fusilados estaban el poeta Gabriel de la Concepción Valdés, el dentista Andrés Dodge, el rico propietario Santiago Pimienta y el violinista y Director de orquesta José Miguel Román…

Posteriormente la división entre criollos y peninsulares se hizo más fuerte y prueba de ello es el siguiente texto de un visitante a la Isla: ..”los españoles peninsulares envidiosos de los criollos siempre están burlándose de ellos, principalmente de los nobles a los que llaman aristócratas del azúcar”…

Como dijera Jacinto Benavente…”Es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de justicia…”

CUBA EN LA MEMORIA 27/02/2016

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