CUBA – LAS CASTAS

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Publicado por Derubín Jácome

En Cuba, durante la colonia, había dos categorías de españoles: los que habían nacido en España, a los que se llamaba «peninsulares», y los que habían nacido en la Isla, es decir, los «criollos».

Aunque ante la ley los criollos eran considerados españoles, en la práctica no se les consideraba iguales. Desde el inicio de la colonia hubo tensiones entre criollos y peninsulares. Los segundos decían que las condiciones climáticas de América degeneraban el cerebro y mente de los europeos y por eso los criollos no eran tan capaces como ellos. Los criollos, sin embargo, insistían en que eran iguales y tan leales a la Corona como cualquier español.

Al principio de la Colonia, a los “mestizos” no se les reconocía como tales. O se les tomaba por españoles o por indígenas, sin ser aceptados totalmente dentro de ningún grupo. Por eso, muchos padres de mestizos pagaban para que en el acta de nacimiento de sus hijos se les calificara de «español». Algunos mestizos fueron educados como caballeros y damas españoles, porque la Corona consideraba humillante que un hijo de español fuera educado entre los naturales de la Isla.

La mayoría de los mestizos era considerada «gente vil» y se les negaba el derecho de ocupar cargos reales, eclesiásticos o municipales. Por ello, el papel de los mestizos en la Colonia fue desde un principio un factor de inestabilidad, pues no tenía un lugar definido en la sociedad de su tiempo.

En Cuba también los esclavos se les “clasificaba” y no precisamente por su origen, lo que pienso que hubiera complicado aún más este asunto, ya que llegaron Mandingas, Yolofes y Fulaces; Gangaes, Congos, Lucumíes, Carabalíes, Longobáes, Maní, Quisí, Minas, Suamos, Bibí, Brícamos, Motembos, Musundis, Mombasas, Sacuaes y de otras comarcas.

Simplemente se les llamaban “bozales” o “de nación” a los nacidos en África, que no hablaban español, pero si además se les consideraban muy torpes, entonces les decían “bozalones”. Cuando aprendían la lengua de sus amos se les daba otro nombre: “ladinos” y eran más valorados pues tenían la capacidad de entender las órdenes de su dueño. A los niños en su adolescencia se les llamaba “muleques” y cuando dejaba de ser adolescentes, pasaban a ser “mulecones”. Los hijos de esclavos, nacidos en Cuba, recibían el nombre de “criollos” y a sus nietos se les nombraba “rellollos”.

“Coartado” era el esclavo que poseía libertad parcial, y así se llamaba hasta que con sus ahorros pagara la libertad a su dueño, y “emancipado” era el negro que era capturado por un barco inglés autorizado a entrar en Cuba, siendo puesto bajo la protección del capitán general hasta que fuera declarado libre, no sin antes realizar trabajo forzado durante varios años.

Por si todo esto fuera poco, a las personas que racialmente fueron el resultado de mezclas de distintas razas se les denominó «castas». Este heterogéneo grupo tuvo el mismo problema social que los mestizos. Si no se les podía ubicar claramente dentro de algún grupo racial, eran negados y discriminados por unos y otros.

CUBA – LAS CASTAS
Es fácil imaginar la confusión que traería el encuentro de culturas en nuestro continente y la inevitable mezcla y remezcla entre todas ellas. Producto de ello, resulta interesante ver que desde principios del siglo XVIII aparece en el arte la «pintura de castas». Es decir, pinturas e ilustraciones que representan a personas de acuerdo a su clasificación racial.

En La Habana el 14 de noviembre de 1842, aparece publicado lo siguiente:

“…Del encuentro de tres razas en este mundo nuestro, salieron las castas, que las preocupaciones sociales clasificaron minuciosamente, de las cuales se ocupó más de una vez el legislador…”.
He aquí, una de estas antiguas clasificaciones:

De Español con india, sale MESTIZO
De Mestizo con española, sale CASTIZO
De Castizo con española, sale ESPAÑOL
De Español con negra, sale MULATO
De Mulato con española, sale MORISCO
De Morisco con española, sale CHINO
De Chino con india sale SALTA ATRÁS
De Salta atrás con mulato sale LOBO
De Salta atrás con india, sale CHINO
De Chino con mulata, sale LOBO
De Lobo con mulata, sale JÍBARO
De Jíbaro con india, sale ALBARRAZADO
De Cambujo con india, sale ZAMBAIGO
De Zambaigo con mulata, sale CALPÁN MULATO
De Calpán mulato con Zambaigo, sale TENTE EN EL AIRE
De Tente en el aire con mulata, sale NO TE ENTIENDO
No Te entiendo con india, sale TORNA ATRÁS
De Indígena con negra sale ZAMBO
De Negro con zamba sale ZAMBO PRIETO
De Español con morisca sale ALBINO
De Albino con blanca sale SALTA ATRÁS O SALTAPATRÁS
De Indígena con mestizo sale COYOTE O CHOLO
De Mulato con indígena sale CHINO
De Español con coyote sale HARNIZO
De Coyote con indígena sale CHAMIZO
De Chino con indígena sale CAMBUJO
De Lobo con china sale JÍVARO
De Jívaro con mulata sale ALBARAZADO
De Albarazado con negra sale CAMBUJO
De Cambujo con indígena sale SAMBAIGO
De Sambaigo con loba sale CAMPAMULATO
De Calpán mulato con cambuja sale TENTE EN EL AIRE

Como podrán observar, hay algunas castas que podían ser resultado de mezclas diferentes, por ejemplo se le llamaba CAMBUJO, tanto si se era hijo de chino con indígena o de albarrazado con negra. O ser un SALTA ATRÁS si tus progenitores fueran un albino con una blanca o un chino con una india… Estoy seguro que toda esta clasificación debió desaparecer cuando tuvieron que hacer un censo… ¿Se imaginan?
Al menos en el “Diccionario provincial casi razonado de voces Cubanas” de Esteban Pichardo, publicado en 1849, ya no aparecen ni siquiera la mayoría de estos términos.

Pero de lo que no tengo duda es que de todas estas mezclas ha surgido una “raza” indiscutible: la cubana. De la que nunca se dejará de hablar…

José Martí, en el artículo “Mi raza” publicado en el periódico “Patria” del 16 de abril de 1893, escribiría:

“….Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro… Los hombre verdaderos, negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito y el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos…

CUBA EN LA MEMORIA 24/03/2016

EL ZAPATEO – ILUSTRACIONES

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Publicado por Derubín Jácome

En la publicación anterior sobre el “zapateo cubano” les cité algunas referencias aparecidas en artículos de prensa de mediados del siglo XIX, sobre este baile que ya para entonces era popular en nuestra Isla. Ahora les publico algunas imágenes de ilustraciones inspiradas en dicho baile y algunas anécdotas relacionadas con las mismas.

La primera y más antigua de estas ilustraciones es “El zapateado”, ilustración de 1840 realizada por Federico Mialhe para su colección “Viaje pintoresco alrededor de la Isla de Cuba”, que consta de 21 litografías, y que el autor dedica al Intendente y Gobernador de la Isla, Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva.

Sobre esta ilustración, a partir de la sexta entrega de la colección, se hizo pública una polémica entre los redactores de dos periódicos “rivales” de esa época; El “Diario de la Marina” y “El Faro Industrial”. En un artículo del 26 de mayo de 1849, el redactor del primer diario citado, sin dejar de hacer pública su admiración por la belleza de las imáges, señala dos aspectos que considera desacertados, exponiendo que no se justifica la utilización del término «alrededor», en su título, ya que también aparecen imágenes que corresponden al interior de la Isla, por lo que debería haberse utilizado la preposición “en”.

Su otra objeción está relacionada con el título dado a la ilustración “El zapateado”, lo que considera erróneo ya que en la Isla este baile se le conocía como “zapateo”, exponiendo que el término “zapateado” responde a un baile provincial de Cádiz, en España y “zapateo”, al de Cuba. No obstante este periodista justifica al Sr. Mialhe: “…sabemos que es extranjero y esta circunstancia le excusa de la falta de conocimientos de nuestros campos…»

En una segunda nota de prensa, vuelve a insistir sobre sus objeciones, incluyendo nuevos detalles relacionados con el vestir campesino. Afirma que los “guajiros” no usan sombreros de copa chata y de ala ancha, ni botines y que no suelen llevar pañuelo en la cabeza, ni se atan los pies con cintas. De igual modo ironiza sobre el que se encuentra recostado, con blusa, considerando que su apariencia es más francesa que de campesino cubano. Sobre las campesinas, argumenta que ellas no se sujetan las sayas de esa manera.

Otra de las imágenes de esa época relacionadas con el zapateo, la encontramos en el “Album pintoresco de la Isla de Cuba”, editado en 1853 en Berlin, por “Storch & Kramer” y “Bernardo May y Cia”. Las imágenes que aparecen en este obra, están basadas en las originales ilustraciones basadas en impresiones de Cuba, que tuvo su litógrafo original: Federico Mialhe. Fue tal su promoción a lo largo de América y Europa, que algunos autores consideran que la imagen que el público ilustrado, del siglo XIX, tuvo de Cuba fue el transmitido por este grabador.

EL ZAPATEO – ILUSTRACIONES
Estos mapas-litografía coloreadas, que incluyen un recuadro que traza las distancias entre ciudades de Cuba, está además enmarcados por un borde pictórico de diez y seis viñetas que reflejan estampas de mediados del siglo XIX cubano. lustraciones sobre escenas de la vida cotidiana, acontecimientos históricos y lugares importantes.

Representan una muestra de las ciudades, puertos, ferrocarriles y carreteras de nuestro país en esa época, también del cultivo de tabaco, una danza formal, una vista de la ciudad desde el puerto, una pelea de gallos, la toma de el Morro por las fuerzas británicas en 1762, la ciudad y el santuario del Cobre, el huracán de 1846 y una escena de baile “el zapateo”, tema de esta publicación.

Esta obra tampoco estuvo exenta de problemas. Las ilustraciones originales de Mialhe,que bordean este mapa, estuvieron involucradas en un escandaloso caso de la piratería de derechos de autor.

Bernardo May, un comerciante de La Habana, envió los grabados originales de Mialhe a Alemania, para ser reproducidos, sin la autorización de su autor. De regreso a Cuba, las copias serían vendidas a menos de la mitad del precio del establecido para los originales, lo que sin dudas, afectaba las ganancias de su autor original.

Mialhe demandó a de Bernardo May amparado bajo las leyes de “Derecho de Autor” que estaban recién promulgadas. Ante tal situación, Bernardo May negó el plagio, sosteniendo que «… después de todo, damas en carros, vendedores ambulantes, iglesias, monumentos y paisajes eran todo lo que hay a la vista de “cualquier” artista que quisiera pintarlos…»

Con este sencillo argumento, el caso fue resuelto a favor de Bernardo May, debido a un tecnicismo. Tampoco habían respetados los derechos de autor al utilizarse, sin su aprobación, el mapa que ocupaba la parte principal y central de las ilustraciones. El mapa también fue pirateado de otra fuente, ya que este mapa de 1848, había sido realizado por José M. de la Torre.

Sin embargo, se consideró que la composición del mapa, con la tabla de distancias y las ilustraciones de Mialhe, era una obra del todo «original» de Bernardo May.

Pierre-Toussaint-Frédéric Mialhe (1810 – 1868) fue un pintor francés que fuera reconocido internacionalmente por las ilustraciones sobre Cuba que realizara durante su larga residencia en la isla, desde 1838 a 1854. Con gran técnica y talento artístico, se supo capturar la vitalidad tropical de Cuba en sus ricamente coloridas pinturas. Muchas de sus obras fueron litografiadas, convirtiéndose en las primeras imágenes de nuestro país que fueran conocidas en el mundo.

Bajo el título “Viaje Pintoresco al rededor de la Isla de Cuba “, publicado Louis Marquier, 1847-8, realiza la carpeta que contenía sus 25 vistas litográficas a color y 2 mapas, en edición original de la que existen pocos ejemplares. Posteriormente sería pirateada en dos ocasiones. En ambas, lo haría el citado editor Bernardo Mayo, que la reimprimió en Berlín por la firma de “Storch & Kramer”, en 1853 y 1855, con el título del “Álbum Pintoresco de la Isla de Cuba”.

CUBA EN LA MEMORIA 23/02/2016

EL ZAPATEO CUBANO

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Publicado por Derubín Jácome

En más de una ocasión he comentado sobre la bien merecida fama de bailadores que tenemos los cubanos, de los muchos sitios en que se podía ir a bailar e incluso sobre ritmos, canciones, intérpretes y músicos cubanos, y como llevo tiempo sin que dedique una publicación a este tema, hoy les comento sobre el zapateo.

El “zapateo cubano”, según muchos autores, es un baile cubano de origen español y se afirma que surgió en las zonas rurales, por lo que es lógico se considere música “campesina”. De hecho, en Cuba, recuerdo que solo se interpretaba en algunos programas de este género, como el clásico “Palmas y Cañas”. Y sin pretender hacer una tesis sobre este baile, pues no quiero aburrirles, les comento sobre el mismo.

Se cree que desde 1550, los primeros colonizadores empezaron a desarrollar en la Isla una afición por bailes que tenían como principal atractivo el arrastrado de los pies o zapateado. De posible procedencia andaluza, se asegura provenía de algunas danzas de influencia celta en Europa. Otros historiadores e investigadores le atribuyen una raíz canaria.

Alejo Carpentier en su libro “La música en Cuba”, considera que los primeros indicios de la aparición del zapateo en la Isla, datan de principios del siglo XVIII, aunque no fuera hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando alcanza su mayor auge. También afirma que no se convierte en un baile representativo de la cultura cubana, hasta las primeras dos décadas del siglo XX.

En un artículo de la revista “La Charanga” Tomo 2, Núm. 21-25 publicada en La Habana en Octubre de 1858, encuentro:
“…al oírlo se entusiasman y alegran de tal manera que olvidando una sus desventuras y el otro su elevada posición social, se ponen, sin dárseles un bledo por el qué dirán, a bailar el zapateo, entonces, todo el mundo se arrebata…”

En cuanto a considerar su surgimiento en las zonas campesinas, el musicólogo cubano Rolando Antonio Pérez expone que durante los siglos XVI, XVII y XVIII se manifestó en Cuba una tendencia hacia el poblamiento de las zonas interiores y hacia la ruralización de rasgos hispánicos… “que antes tuvieron por sede las ciudades”.

Es decir, que el proceso de evolución del zapateo comienza en los medios urbanos, y es después que se expande hacia las zonas rurales, como proceso natural de poblamiento de la Isla. Es cierto que no estuvo limitado al paisaje urbano, pues entre los campesinos también existió una danza, con particularidades que la diferencia del estilo común a más de una región de América: el zapateo cubano.

Otro investigador e historiador cubano, José María de la Torre, parte de su experiencia personal para afirmar que el origen del zapateo criollo parecía venir de la región española de Castilla la Nueva “… pues al escuchar alguna tonada en La Mancha, creía estar oyendo el lastimero ¡ay! de nuestros campesinos…” Esta afirmación no creo que resulte muy convincente.

La procedencia canaria del zapateo es una creencia arraigada en el pueblo cubano. Parece lógico si consideramos el significativo asentamiento de inmigrantes canarios en los campos de Cuba, donde más se desarrolló este género. Pero este argumento queda descartado porque en la historia de las Islas Canarias no existen referencias a ningún género basado en la improvisación poético musical que pudiera haber servido como punto de partida para el desarrollo posterior de este baile.

Quizás el más sólido argumento en contra de la hipótesis del origen canario del punto sea precisamente que en las Islas Canarias se le llama a este género “punto cubano”, en evidente reconocimiento de su procedencia de nuestro país.

En el libro “Música e historia del Zapateado” del español Guillermo Castro Buendía, aparecen muchas notas bibliográficas de la prensa hispana que no dudan en confirmar la nacionalidad cubana de nuestro zapateo:

Mayo de 1842, “El último adiós”.
…”Con este título hemos visto anunciado en el diario de ayer la última función de la sublime hija del Rhin, que se verificará el domingo próximo. En ella bailará la hechicera
Hada, el “Zapateado Buscapié cubano” que ha aprendido en esta semana …”

Agosto de 1844, “Las bocas de la Isla”
…”Canción nueva con letra muy chistosa que cantará con toda la sandunga gaditana el joven Don Víctor Valencia… Se presentará Dª María Arroyo, con la disposición que le es
natural, bailará el verdadero “zapateado cubano”, que le acompañarán con arpa, tiple, guitarra y güiro.

Sin embargo, no hay dudas de que el taconeo, la gestualidad y, en general, el ritmo asumido recuerda a la intencionalidad “coreográfica andaluza”, según escribió el compositor cubano Sánchez de Fuente.

Existen muchas referencias que, ya consolidada la dominación española sobre sus colonias, empiezan a regresar a España muchos españoles, acompañados de sus esclavos negros, que traían costumbres ya mestizas creadas en el Caribe, sobre todo en la música y la danza. De Cuba les llegarán instrumentos diversos, y algunos se adaptaron a su cultura, como el güiro, calabazo, y la quijada de burro.

El simple instrumento musical cubano llamado “güiro”, no es más que la fruta del árbol que llamamos güira. El fruto tiene forma de calabaza alargada, el que una vez secado, se le hacen varias rayas paralelas consecutivas por uno de los lados y que al frotarse con unas varillas produce el consabido y rítmico sonido que acompaña a la música cubana de todos los tiempos.

El zapateo es un baile de pareja suelta, y su característica más notable es el juego de los pies, alternando la punta y el tacón, paso básico que le da nombre al baile, sin dejar de marcar el ritmo de la música en compás de seis por ocho, con el canto y el palmeo de los participantes.

La mujer, erguida, sostiene su delantal o falda con ambas manos, mientras el hombre se inclina ligeramente hacia delante con los brazos cruzados por detrás a la altura de las caderas, simulando perseguir el cuerpo de la compañera con su cabeza, como hace el gallo con la gallina durante el cortejo de apareamiento. Incluso hay referencias de que los bailadores más experimentados se colocaban cuchillos en los zapatos, imitando espuelas de gallo y haciendo peligrosos pasillos.

El hombre gira alrededor de la mujer, quien trata de no darle las espaldas, por lo que ella va girando sobre su propio eje, acentuando el galanteo masculino y la coquetería femenina. Los dibujos coreográficos son libres y espontáneos, y se presentan otros pasos conocidos como “escobillado” y “floreo”, los cuales puede realizarse con rapidez o lentamente. Ella lo provoca y él culmina el baile colocándole su sombrero en la cabeza o su pañuelo sobre los hombros.

EL ZAPATEO CUBANO
En la revista “Sport”, Año 3, Num. 14-16, Enero de 1888, se comenta:
“…En las razas superiores el primitivo objeto de los bailes fué el amor. Amor delicado, que aún suele elevarse dulcemente de los bailarines, moverse con ellos y embriagarlos con plácido calor, en tanto que los arrullan las notas de una música deliciosa. ¡El Zapateo cubano, la Tarantella napolitana, el Frascone toscano, el Walz alemán, la Mazurka polaca, la Rómeka y la Arnauta griega, que son sino bailes de amor?…”

Considerado como “baile de guajiros” cayó en descrédito y lamentablemente fue marginado. Y aunque no considero que deba actualizarse o hacerse popular como un baile de salón, tampoco debemos olvidarlo, porque es cubano y forma parte de nuestra cultura y de nuestras raíces. Y, sin dudas, está olvidado, como tantas otras cosas…

CUBA EN LA MEMORIA 22/03/2016

DIA DE LOS PADRES

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Publicado por Derubín Jácome

El “Día de los Padres o Día del Padre” es una celebración dedicada a los padres de familia, en que celebramos la paternidad y la influencia del hombre en la vida de sus hijos. Aunque las fechas de su celebración no es la misma en todos los países del mundo, la tradición católica europea lo conmemora el 19 de marzo, día de “San José”, padre putativo de Jesús.

Putativo, según el Diccionario de la Real Academia Española es quien es tenido como padre, hermano, etc., sin serlo, como es el caso de José, que es padre putativo de Jesús. En textos religiosos la abreviatura de padre putativo es P.P., por lo que a los que nos llamamos José, nos dicen Pepe… ¿curioso verdad?

DIA DE LOS PADRES

Sin embargo, la mayoría de países latinoamericanos festejan el Día del Padre el tercer domingo de junio, y dejan para el 19 de marzo la celebración del “Día del Hombre”.

En Cuba, el primer “Día de los Padres” se celebró el 19 de junio de 1938. Fue la escritora y artista Dulce María Borrero quien defendió y apoyó la celebración en la Isla de este día como homenaje a los padres. Si las madres ya tenían su día el segundo domingo de mayo, mes de las flores, resultaba una justa propuesta que los padres tuvieran también lo tuvieran.

Como antecedente, ya se había conmemorado en los Estados Unidos la primera celebración del Día del Padre el 19 de Junio de 1910, tras la gestiones de la norteamericana Sonora Smart-Dold, artífice de esta festividad. Ella consideraba que, si de honores se trataba, su padre, William Smart, veterano de la guerra civil, era tan importante como su madre, pues cuando su esposa murió, durante el parto de su sexto hijo, a partir de ese momento se hizo cargo de criarlos y educarlos cumpliendo su rol de padre y tratando de cumplir el de madre, sin recibir ningún tipo de ayuda.

Ya adulta, asistiendo a una misa con motivo del “Día de la Madre”, que apenas llevaba dos años celebrándose, y agradecida por la fortaleza y la consagración de su padre en su crianza y la de su familia, concibió la idea de celebrar también un Día de los Padres.

Originalmente pensó en celebrarlo el 5 de junio, día del cumpleaños de su padre, pero teniendo poco tiempo para los preparativos, decidió cambiar la fecha para dos semanas después. Sonora hizo una intensa propaganda a su iniciativa, y aunque con escaso éxito, se celebraron misas en muchas ciudades. Es así como el primer día del padre tiene lugar en Washington, el 19 de junio de 1910.

En 1915, Harris C. Meek, presidente del “Club de Leones” de Chicago, retomó la idea y el proyecto contó con mejores auspicios. Progresivamente la festividad alcanzó tal popularidad que, en 1924, el Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, convirtiría el “Día del Padre” en una celebración nacional.

En 1956, incluso una Resolución del Congreso de Estados Unidos reconoce, como un deber, homenajear a los padres mediante este día en su honor y diez años más tarde, el presidente Lyndon Johnson proclama oficialmente el “Día de los Padres” como una Fiesta Nacional. Es Richard Nixon quien, en 1972, firma la Ley que establece el “Día de los Padres” el tercer domingo de junio.

Al igual que había ocurrido con el “Día de las Madres”, los comerciantes lo acogen con beneplácito pues esto podría reportarles buenos dividendos, por lo que cada año lo promueven, mejorando su gestión de venta para obtener más ganancias con la venta de regalos para los padres.

Afortunadamente, el “Día de los Padres”, para la mayoría de los cubanos, no ha perdido el origen de su concepción, y aunque es habitual obsequiarles algún detalle, lo fundamental continúa siendo las muestras de cariño y admiración hacia nuestros progenitores, que se suceden en todo hogar cubano cada tercer domingo de junio, un día sagrado dedicado a enaltecer a los hombres que han cumplido la obra de la vida, junto a su compañera, en la educación y crianza de sus hijos.

Como muchos cubanos nos encontramos dispersos por todo el mundo, no quise esperar al tercer domingo de Junio para comentarles sobre este día y que cada cual, esté donde esté, lo celebre según las costumbres del lugar donde resida. Pero ante todo debemos tener presente que la labor de nuestros hijos no es reconfortarnos o hacernos regalos este día, lo fundamental es que crezcan con la libertad de pensar y poder expresar lo que piensan, con respeto y consideración.

En 1920, aún siendo vicepresidente de nuestra República, Alfredo Zayas en un discurso alertaba a los padres sobre la importancia de que este concepto fuera el fundamento principal en la educación de sus hijos…

…a fin de que pueda decir el viajero que divise nuestras costas en porvenir no lejano: “Allá hay una isla bendita por el cielo, que sobre la esmeralda de su suelo y el zafiro ondulante de sus mares, sostiene a un pueblo libre, de hermanos laboriosos y virtuosos, que harán que se perpetúe en la historia el nombre de una raza y con él los sentimientos y los ideales que alentaron nuestros padres, que recogimos de sus labios y de su ejemplo, y que queremos trasmitir a nuestros hijos…

Así sea.

CUBA EN LA MEMORIA 19/03/2016

PARQUE CENTRAL – ACERA DE NEPTUNO

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Publicado por Derubín Jácome

Un lector me pide comente sobre los edificios que se encontraban en esta acera del parque Central antes de existir el nuevo hotel “Parque Central”, la de la calle Neptuno entre el Paseo del Prado y la calle Zulueta. Las fotos corresponden a varias épocas, ya que en esa acera existieron diferentes negocios y sobre ello les comentaré en esta publicación.

Al parecer el primer uso destacado que ocupó esta área, que ya antes había sido una estancia o finca extramuros, fue un taller, el Taller de José Albazzi, donde se fabricaban estatuas con la suficiente calidad como para participar en la “Exposición Universal de 1887”, celebrada en París. Albazzi fue uno de los seleccionados para representar a las “provincias de ultramar” en dicha exposición, por ser el inventor un procedimiento artístico industrial que le permitía hacer esculturas con granito artificial de todos los colores.

Técnica que es seguro que influyera en que aún hoy día tengamos, en casi perfecto estado de conservación, esos impresionantes suelos multicolores de granito con sus logos, o distintivos, a la entrada de hoteles, bancos, centros comerciales, etc., tema al que uno de nuestros lectores, Gonzalo Moran, le dedica una página que les recomiendo.

En el Catálogo general de la sección española, para la citada exposición editado por la Imprenta General de Ch. Lahure, París, 1867, aparece:
JOSE ALVAZZI; Habana.


“…Objetos de piedra artificial. El expositor, dueño del Museo estatuario situado en la calle del Prado, núm. 25, en la Habana, es inventor de un procedimiento artístico industrial para hacer objetos de escultura con granito artificial de todos colores. Al presentar en la Exposición el método de que se sirve para realizar su invento, el Sr. Alvazzi expone como muestras: un jarrón grande, dos bustos pequeños, dos repisas y en un cuadrito dorado la vista fotográfica de su museo estatuario…”

Los inicios del Parque Central de La Habana comienzan más de 200 años después de fundada la ciudad y originalmente estaba situado fuera del recinto que encerraron las Murallas que se encargaban de asegurar la ciudad del ataque de los piratas y corsarios que frecuentaban la época.

Durante la época colonial, los parques y plazas fueron una constante en nuestra Isla al iniciar la urbanización de ciudades y pueblos. Casi es posible asegurar que no existe alguno fundado que no cuente con un parque y una iglesia, que no marque además el centro de la localidad. En La Habana, principal ciudad de la isla, no ocurrió de otra manera, aunque este parque no fue el primero en construirse, ni tampoco marcó en el momento de su surgimiento, el punto más céntrico de la ciudad.

El Parque Central marcaba el inicio del paseo de extramuros, construido en 1772 bajo el gobierno colonial del Marqués de la Torre, Capitán General de la Isla, siendo su primer nombre el de “Alameda de Extramuros o de Isabel II”. Después del cese del régimen colonial se le dio el nombre de “Paseo de Martí” en homenaje a nuestro apóstol, aunque todos lo conocemos como “Paseo del Prado”.

Con el crecimiento de la ciudad, para la segunda mitad del siguiente siglo, el Prado comenzó a flanquearse de elegantes mansiones y grandes edificios de sociedades. La demolición de las murallas, en 1863, había dejado una gran faja de terreno que pronto fue urbanizada según el trazado del arquitecto Juan Bautista Orduña. En su proyecto destaca la propuesta de construir una gran plazoleta que reuniera las tres plazoletas menores existentes y conformar lo que es hoy el Parque Central de La Habana.

A partir de entonces comenzaron a erigirse obras de importancia en aquellos terrenos. Bajo el Gobierno de Miguel Tacón (1834-38) se inauguró el “Teatro Tacón”. El “Hotel Telégrafo” se inaugura entre 1858 y 1863, siendo uno de los más lujosos de Cuba y América durante el siglo XIX. En 1843 aparece el conocido por “Café y Salón Escauriza”, rebautizado “Le Louvre”, que le da nombre a toda la acera y que será antecedente de del “Hotel Inglaterra”.

En 1850 frente al Teatro Tacón, en una las plazoletas antes citadas, se coloca la primera estatua de Isabel II. En 1870 se inaugura el “Teatro Albisu”, que será sede de la zarzuela hasta su desaparición en 1918 para levantar el “Centro Asturiano”. En 1877 abre sus puertas del Teatro Payret y a finales de este siglo se construye el edificio de viviendas de la familia Pedroso, que posteriormente fue utilizado por las oficinas del “Diario de la Marina” y finalmente como “Hotel Plaza”…

PARQUE CENTRAL - ACERA DE NEPTUNO

Pero resulta Imposible resumir, en el breve espacio de una publicación, toda la evolución y el desarrollo de este importante emplazamiento. Ya con lo que les he comentado creo pueden hacerse una idea de esta progresión que lo convierten en el centro de la ciudad.

No es hasta 1877 que se terminan los trabajos de construcción del parque y es dotado de un “moderno” equipamiento de farolas, bancos y otros elementos para su embellecimiento. El nuevo siglo XX comienza con un “Parque Central” ya delimitado por edificaciones unificadas por una arquitectura que tiene como base el patrón clásico criollo de hermosas arcadas de columnas solidas a nivel de la calle, con diferentes detalles que les diferencian de los de los edificios aledaños, pero respetando el patrón cubano de ventanales y columnas detalladas..

Como lugar de encuentro y reunión y como lugar de paseo, el Parque Central quitó protagonismo a la Alameda de Paula y a la Plaza de Armas, que habían sido de la preferencia de los habaneros manteniendo esa primacía durante las últimas décadas de la colonia y las primeras de la República, lo que sin dudas hace que sean construidos en esta zona más sitios de esparcimiento y encuentro de los pobladores de la ciudad.

Es en este período al que corresponde el edificio del Café y Billares “El Central” de la foto al centro de la publicación. Por ser quizás un edificio de menor importancia no tengo referencias exactas de su construcción, pero si puedo comentarles que en las estadísticas de la Isla de Cuba en 1862, se refleja la existencia, en ese año, de ciento ochenta y ocho billares, que contabilizaban más de dos millones de pesos en rentas.

Incluso mucho antes, en 1805, ya existía una contribución sobre el juego de Billar que se utilizaba para la manutención de presos. En 1814, había cuatro billares en La Habana, veinte y seis en 1827 ¡y doscientos cuarenta en 1899! El de la foto era de los más importantes y frecuentados.

Posteriormente el edificio sufrirá algunas remodelaciones y cambios para ser ocupado por diferentes propietarios que instalarán múltiples servicios comerciales como bares, cafeterías, reposterías y venta de tabacos, revistas, helados, etc. Con el tiempo, y por falta de cuidado y mantenimiento, el edificio se fue destruyendo, incluso derrumbando, hasta llegar a un estado ruinoso.

El hotel “Parque Central” se inaugura en mayo de 1999, conservando de algún modo en su fachada el aspecto de las antiguas construcciones de principios de siglo. No obstante, es una pena que el edificio original se haya perdido.

CUBA EN LA MEMORIA 18/03/2016

UN PIRATA CUBANO -DIEGO GRILLO

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Publicado por Derubín Jácome

Conocemos de la presencia de piratas en nuestros mares y que desde el siglo XVI se establecen filibusteros franceses en los cayos e islotes de las Antillas, para desde allí saquear nuestras villas y ciudades. El más conocido de esa época, Jacques de Sores. Después aparecerían los piratas ingleses, como el famoso Sir Frances Drake, del que ya les comentaré por su relación con nuestro pirata cubano.

Para el siglo XVII serán desplazados por holandeses, que mantendrían largo tiempo en jaque a las flotas españolas que retornaban a Sevilla cargadas con las riquezas saqueadas en América. El puerto de La Habana era el punto intermedio de la travesía y también de las que venían a América con sus bodegas cargadas de mercancías para sus colonos. Entre los holandeses, imposible no mencionar a Cornelius Jol, el temible Pata de Palo.

A finales del siglo ya surcarían nuestros mares naves piratas con banderas de muchas naciones, con el célebre Henry Morgan, el Lorencillo o Bartolomé el Portugués… Los habitantes de la Isla ya no tendrían ni un momento de descanso seguro.

Piratas muchos, pero quizás algunos no conozcan que también hubo un pirata cubano que se codeó con los grandes de esa actividad. Diego Grillo, el primer pirata cubano, conocido en su época como el «pirata negro».

Para hablarles de este personaje, debemos remontarnos al último cuarto del siglo XVI, cuando un conquistador español que se dirigía a “Tierra Firme”, hoy Venezuela, a su paso por La Habana conoce a una bella esclava africana. De esta unión nace un niño llamado Diego Grillo, nacido alrededor de 1558, en La Habana, donde es bautizado, siendo su padrino el capitán español Domingo Galván Romero.

Nace esclavo y es criado en un entorno muy hostil, lo que hizo que con solo trece años escapara de su destino y huyera del cautiverio. De carácter fuerte y decidido, se une a unos bucaneros españoles que comerciaban en el litoral antillano, con los que adquiere grandes habilidades como marinero. Pero, en 1572, su vida da un giro inesperado cuando es capturado en Isla de Pinos por el pirata Francis Drake, que se percata de las habilidades del joven, con gran carisma, audacia, valentía y espíritu aventurero.

En compañía de Drake el joven habanero se transformará en un experimentado aventurero del mar, aprendiendo perfectamente el inglés y continuando sus andanzas en la nave de este pirata. Drake decide tomarlo bajo su tutela y lo lleva consigo a Inglaterra. Una vez allí, es reclutado por los ingleses, y con solo 22 años se convierte en un ilustre marinero de los Reyes de Inglaterra, los cuales le honraban por la contribución a sus intereses.

Unos años después, en 1595, vuelve a las aguas del Caribe como segundo al mando de una expedición capitaneada por Drake. Más tarde, después que Drake fuera nombrado «Almirante de Inglaterra», Diego se dispone a tener su barco propio, con una tripulación compuesta por franceses, ingleses y holandeses, convirtiéndose en el azote de las naves de la metrópoli que navegaban en los mares cubanos, hecho conocido por la constancia histórica de la campaña para capturarlo que realizara el Gobernador de Cuba, Don Juan de Maldonado Barnuevo.

Tras esta expedición, abandona temporalmente sus aventuras por el océano, de las que obtuvo no solamente mucho oro, sino también fama. Después de un breve descanso, su personalidad y ambición le llevan, en 1603, a regresar a sus andanzas por las Antillas, acompañado en esta ocasión por uno de los más grandes y conocidos piratas de la historia, Cornelio Jols, el terrible «Pata de Palo».

Juntos comenzarán una sangrienta etapa en la que atacan a navíos españoles, sin interés alguno de hacer esclavos, ya que asesinaban a todos sus tripulantes. Llegan incluso a capturar un convoy con once naves, lo que sin dudas para otro pirata hubiese sido motivo de retiro para entregarse al disfrute de las inmensas riquezas del botín… pero no ocurrió así.

En 1619 planifica y lleva a cabo una acción en la bahía de Nuevitas, lugar donde encontraban refugio los barcos cargados de oro que se dirigían a España. Con una cuidadosa preparación de la acción, Grillo sorprende a la caravana en la boca de la bahía, saliendo airoso y aún más rico de la contienda. Según las investigaciones y regerencias de este tema, es su última acción conocida.

UN PIRATA CUBANO -DIEGO GRILLO
Después de aquel acontecimiento, nunca se supo más de de su vida, pero al parecer el botín fue de tan grandes magnitudes que el pirata negro decidió desaparecer del mapa y dejar, tras él, el sello que lo identifica como uno de los más grandes piratas que existió. Quizás disfrutó en las tabernas inglesas de su incontable fortuna.

A pesar de ser terriblemente sanguinario, esto no afectaba su trato como todo un caballero con las mujeres, incluso del vencido, lo que queda demostrado en una anécdota recogida de lo acontecido con la viuda del Gobernador de Campeche, Doña Isabel de Caraveo:
Después de haber saqueado aquella villa y para evitar los ultrajes comunes a que estaba expuesta la dama española por los demás piratas, Diego le colocó una guardia personal con un cuidado especial y la puso en tierra sana y salva, cerca de Campeche. La propia Doña Isabel es la que dejó constancia del hecho, lo que confirma que, al parecer, era todo un caballero con las damas. No sé si además le estaría agradecida de alguna otra atención «especial» que tuviese con ella en el trayecto hacia Campeche…

Según otra anécdota recogida de esta citada famosa batalla, donde junto a «Pata de Palo» atacarían la plaza con diez navíos y 500 ingleses, franceses y portugueses, se relata que al finalizar la misma y al pasar entre un impresionante número de cadáveres encontrara por casualidad el de su padrino. Según testimonios de la época, Diego mostró gran sentimiento por el cuerpo de aquel que lo había sostenido en la pila bautismal.

Entre otros saqueos que realizó el más mítico de nuestros piratas cubanos, se conocen los acontecidos en Veracruz, Cartagena y sus habituales asedios a La Habana. Aunque cada vez que la asaltaba aprovechaba para visitar y besar a su anciana madre, que ya era negra liberta… y también acariciar algún amor no olvidado.

Actualmente de este personaje y su historia, solo nos queda la existencia de un “Cayo de Diego» en la costa septentrional de Pinar del Río, que nos recuerda su temible presencia durante muchos años por esas tierras y un establecimiento nocturno en Cayo Largo del Sur que lleva su nombre.

Como dato curioso, la bandera que identifica a un barco pirata, la que se conoce como bandera de “Jack el Calicó”, fue creada por el pirata Jack Rackham, conocido por ese nombre por el colorido de sus ropajes. El “calicó” es un tejido de algodón, de aspecto rústico generalmente estampado por una cara con colores vivos. Sus estampados brillantes y coloridos se popularizaron en Europa en los siglos XVII y XVIII.

Este pirata inglés también fue famoso por llevar en su navío a dos mujeres: Anne Bonny y Mary Read. Fue ahorcado en 1720.

CUBA EN LA MEMORIA 17/03/2016

ABRE QUE AHÍ VIENE EL COCUYÉ…

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Publicado por Derubín Jácome

Con este popular estribillo dan comienzo las congas en Santiago de Cuba y, sin dudas, esta melodía arrastra a los santiagueros desde la calle Trocha hasta finalizar en la calle Enramada. El “Cocuyé” es propio de los carnavales santiagueros, al igual que lo son la corneta china y los bocúes que se afinan con fuego. Sin ellos y sin los legendarios cabildos Carabalí Izuama y Olugo, las fiestas no serían lo mismo.

El bocú es un instrumento de percusión, un tipo de tambor típico en los carnavales de las provincias orientales y aunque podemos encontrarlo en conjuntos instrumentales de son, rumba y bembé, es por excelencia un instrumento de las agrupaciones de conga y comparsa. No se concibe un conjunto de este tipo sin bocú y es en estos géneros que ha alcanzado su máximo desarrollo.

Es posible que algunos no conozcan que fueron los franceses emigrados que escapan de la revolución contra el sistema esclavista instaurado en la colonia francesa de Saint-Domingue (actualmente Haití y República Dominicana), los que en sus embarcaciones traen, a la zona oriental de nuestro país, el cantar del cocoyé.

Esta canción de los esclavos domésticos que les acompañaban, se fue imponiendo y evolucionando con variaciones en su melodía. Incluso hasta en su nombre, pues debido a la pronunciación de los negros y pardos de Santiago, se cambia la última vocal y se transforma en Cocuyé.

Una de las referencias más antiguas que se tiene sobre este canto en nuestro país, la encontramos en el libro “La música en Cuba” de Alejo Carpentier, donde el autor nos relata una anécdota acontecida en 1836 y cuyo protagonista es Juan Casamitjana, músico catalán establecido en la Isla:“…Cierta noche de 1836, hallándose en el Café La Venus…asistió al paso de una ruidosa comparsa, llevada por las mulatas Maria de la Luz y María de la O, que iba cantando el Cocuyé”.. Deslumbrado ante tal revelación, anotó las coplas y los ritmos y escribió una partitura para la banda del Regimiento de Cataluña, resultando su estreno un escándalo para la “gente distinguida”, pero un aplauso unánime de aprobación del público popular.

Juan Casamitjana, flautista, profesor, compositor y director de banda y orquesta, se establece en Santiago de Cuba en 1832 , donde fundará una escuela de música y agrupaciones instrumentales en las que introduce formas propias del folklore santiaguero. Según Carpentier, es Casamitjana el primero en comprender el valor rítmico y melódico de la música negra elaborada en las Antillas.

Considero necesaria la aclaración de que además de que las formas actuales de tango, desarrolladas en Argentina y Uruguay a partir de mediados del siglo XIX, ya existen registros de estilos de “tango” desde principios de ese siglo, registradas en Cuba e incluso en España, donde encontramos un baile “tango flamenco” que puede compartir un ancestro común en un minué al estilo de la danza europea.

En todas las fuentes relacionadas con ese género, se hace hincapié en la influencia de las comunidades africanas y sus ritmos, siendo los instrumentos y las técnicas traídas a América, por los inmigrantes europeos, los que inciden en la definición final del tango que ahora conocemos.

Este popular “tango cocuyé” recorrió Cuba integrado en popurrís donde encontramos, en sus primeras referencias como “marcha de carnaval”, que en algunas de sus versiones presenta un figurado musical que después será el llamado clave o “cinquillo cubano”, que dominará el discurso métrico en géneros como el danzón y el bolero tradicional del oriente cubano. Se asegura que a los extranjeros les es difícil tocar un danzón por causa del cinquillo, figura musical que abarca tres corcheas y dos semicorcheas.

Según Fernando Ortiz, el cinquillo es un tema de difícil comprensión para los estudiosos de la música afrocubana: “…El cinquillo genera el ritmo del danzón. Debe acentuarse bien sus dos primeras notas y la última, cosa que no hacen quienes no sienten el ritmo cubano, porque ignoran la existencia de esta prosodia especial del referido ritmo…”.

A partir de mediados del XIX ya encontramos, con una frecuencia mayor, referencias a este canto. En un artículo referente al Cocuyé, aparecido en La Habana en 1856, se relata de que manera pudo escuchar el compositor español Francisco Asenjo Barbieri la canción que posteriormente le inspiraría el “tanguito” de su zarzuela “El Relámpago”.

…¡Ay que gusto y que plasé!
¡Que cosa rica!
Ver bailar el cocoyé
Con la sopimpa….

En una crónica de este mismo año se hace referencia a una coreografía de 16 individuos bailando el cocoyé, lo que podríamos relacionar con las contradanzas antiguas que se bailaban con numerosas figuras que iban haciendo las parejas. Es decir, 8 parejas con una coreografía determinada, pero a ritmo del tango Cocoyé, lo que será una premonición de lo que más tarde será el danzón.

Algunos lo considerarán como…” baile de negros que tiene un ritmo muy marcado y fuertemente acentuado…” pero aún así, continuará imponiéndose a pesar incluso de las restricciones dictadas, llegando a ser suprimido en Santiago de Cuba, por el jefe de la policía, el 27 de abril de 1878…” porque promueven gran algazara y contienda…”

Pocos años después, en 1882, encuentro otra referencia en la obra bufa “El proceso del oso”, de Ramón A. Morales, donde un personaje, Tepsícore, invita a los bailes residentes o “aplatanados” en la isla: el minué, la caringa y el cocoyé.

Será el compositor y pianista estadounidense Louis Moreau Gottschalk quien lo llevará a una danza: “El Cocoyé”, (Grand Caprice Cubain di bravura for piano, Op. 80, D. 35). Moreau es el primer pianista norteamericano en conseguir reconocimiento internacional y el primer compositor estadounidense en emplear ritmos y temáticas latinoamericanas y criollas, casi seguro estimulado por su amistad con Manuel Saumell.

ABRE QUE AHÍ VIENE EL COCUYÉ…

Pero será José Manuel Jiménez Berroa, virtuoso pianista, concertista y eminente compositor cubano y universal, quien a partir de 1886, con dicha partitura de “El Cocoyé”, el que llevará su sonoridad hasta las capitales europeas.

A partir de esa fecha muchos otros compositores harán sus versiones, incluidos dos de nuestros grandes músicos: Amadeo Roldán y Gonzalo Roig. Este último, en 1953 graba el disco de larga duración “In a Cuban Garden”, editado en 1957, con su obra «Fantasía sobre dos temas del baile típico de El Cocuyé». Hasta nueve compositores tomaran este canto en sus composiciones, una cifra no superada por ninguna otra pieza popular.

En Santiago de Cuba, los festejos de carnaval se celebran con la fecha del San Juan y finalmente en las fiestas dedicadas a la Santa Ana, con las comparsas de “Los Hoyos”, la “Carabalí Orúe”, “El cabildo Lucumí”, “Los Muñequitos”, “Izuama” y la legendaria “Tumba Francesa”, conformada por la comunidad haitiana. Entre ellas destaca “El Cocuyé”.

La próxima ocasión en que escuche su música, al menos ya conocerá un poco de su interesante historia. Pero no piense en ello y…disfrútela!

CUBA EN LA MEMORIA 15/03/2016

JAPONESES EN CUBA

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Publicado por Derubín Jácome

Aunque solo fuera de paso, el primer grupo de japoneses que llegó a nuestra Isla lo hizo a mediados del siglo XVII. Consta que el 23 de Julio de 1614, Hasekura Tsunenaga con un grupo de 180 japoneses desembarcaron en la bahía de Carenas, hoy Bahía de La Habana. Bajo órdenes del señorío de Sendai, Masamune Date, con el samurái Hasekura encabezando la tripulación y como embajador, navegaron en el barco japonés “San Juan Bautista”, desde el puerto de Tsukinoura.

El principal propósito de la misión era el establecimiento de un comercio directo entre Japón y México y conseguir permiso para propagar el cristianismo en el territorio de Sendai. La Misión Hasekura se dirigia hacia Sevilla, España, con el objetivo de obtener el consentimiento del Rey Felipe III de España y el Sumo Pontífice Paulo V, haciendo en su recorrido esta escala en la Villa de San Cristóbal de La Habana.

En el registro migratorio del “Diario de la Marina” está registrada, en 1898, la llegada de Y. Osuna, el primer japonés que emigró a Cuba, llegando a bordo del vapor “Orizawa”, desde México.

La llegada a la Isla de la Juventud del primer emigrante japonés fue en 1908. Era un okinawés, llamado Misaro Miyaki, que llegó desde de La Habana, a la que había llegado desde México en 1907. Ya para 1914, el número de inmigrantes japoneses se acercaba a las 130 personas. Se establecieron por toda la isla, pero principalmente en la Isla de Pinos.

Recordemos que aunque desde 1874 Isla de Pinos era considerada como término Municipal del Departamento Occidental y a partir de la división político administrativa de 1878 como municipio de la provincia de La Habana, después de terminada la Guerra, el gobierno interventor se propone convertir a Isla de Pinos en una colonia norteamericana. Ya la isla había sido cedida por España a Estados Unidos en virtud del “Tratado de París” y así queda establecido en el artículo 6 de la Enmienda Platt: «Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por tratado la propiedad de la misma.»

Aunque en 1904 es firmado el “Tratado Hay-Quesada” en el cual se reconoce la pertenencia de la isla al Archipiélago cubano, el gobierno de los Estados Unidos no lo reconoce hasta el 13 de marzo de 1925. Por esta razón, y ante la posibilidad de gozar de las mismas ventajas que los americanos residentes en el territorio cuando se redefiniera de una vez la jurisdicción estadounidense sobre el mismo, muchos extranjeros se asentaron, como tránsito, en sus tierras.

Emigrados de Antigua y Barbuda, Caimán y otras islas caribeñas, pero también alemanes, italianos, húngaros y europeos quienes solían hacerse llamar americanos y se mezclaron con los norteamericanos hasta llegar a confundirse popularmente como tales. El cosmopolitismo cobró impulsos en la Isla desde que las miras estadounidenses se dirigieron a hacia ese territorio situado al sur de la provincia habanera.

Se afirma que la etapa de mayor número de inmigrantes japoneses a Cuba sucedió entre 1924 y 1926, época en que una compañía de viajes titulada “Oversea” se encargó de facilitar el tránsito hacia la mayor de las Antillas.

La emigración japonesa a Cuba estaba compuesta básicamente por hombres, por lo algunos formaron familia con cubanas y se adaptaron a la comida local, ya que muchos ingredientes de la cocina japonesa resultaban imposibles de conseguir en la isla. En ella los japoneses formaron las primeras cooperativas de producción agrícola de que se tenga noticia en Cuba, e introdujeron el uso del abono químico.

Aunque el asentamiento japonés más conocido es el de Isla de Pinos, debido a la sobretodo a la popularidad del agricultor Mosaku Harada y su familia, llegado en 1924 acompañado de un total de 36 hombres y mujeres, no solo allí hubo comunidades japonesas. Los japoneses no se limitaron a permanecer en una zona determinada, sino que se asentaron por toda la Isla, hasta llegar a estar presentes en 46 sitios de las seis provincias cubanas trabajando fundamentalmente en tareas como la agricultura, las minas, la industria azucarera, la pesca, la mecánica, la electricidad y los servicios.

Además del agricultor Harada, otro japonés que alcanzó popularidad en Cuba fue el horticultor Kenji Takeuchi, quien por encargo desarrolló el “Orquideario de Soroa”, en la provincia de Pinar del Río, donde cultivó más de 700 especies de estas flores.

En Minas de Matahambre su presencia data de 1913. Coincidiendo con la apertura de la mina, llegó a Cuba el japonés Takizo Uratsuka Uratsuka. Según datos históricos puede ser el primer japonés que llegó a la zona más occidental, procedente de Panamá en un buque pesquero como cocinero. Sin ningún conocimiento del oficio, fue el carpintero que fabricó, de forma manual, el primer concentrador para la naciente mina de cobre. Este concentrador es patrimonio industrial por su inestimable valor histórico.

Entre otras referencias, en 1914, Kogawa Fujishiro formó una Asociación de Productores en tierras del central azucarero “Constancia”, en provincia de Cienfuegos.
También existían trabajadores japoneses en todo el territorio de la provincia de Camagüey y se puede afirmar que llegaron por lo menos hasta Holguín, porque hay descendientes en esas tierras. Consta que otro grupo llegó directamente para trabajar como cortadores de caña en la finca Mayaguara, cerca del pueblo de Condado, en la región central del país, cuyos terrenos y siembras pertenecían al ingenio Trinidad.

JAPONESES EN CUBA

En 1927 se fundó la primera Colonia de Japoneses de Cuba y en 1933 se fundó la Cooperativa Agrícola de Japoneses de la Isla de Pinos. Estos tenían un contrato de muy buenos términos mediante el cual exportaban la mayor parte de los productos cosechados a los Estados Unidos.

La creciente comunidad japonesa tuvo sus peores años en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, cuando la emigración japonesa fue paralizada y los radicados en Cuba fueron detenidos en campos de concentración en La Isla de Pinos y en La Habana desde el año 1942 hasta 1945.

Según censo de su agrupación, la actual colonia japonesa en Cuba es de poco más de 1.000 personas. De esas personas, sólo 25 son de primera generación, es decir inmigrantes, 15 de los cuales llegaron antes de 1959 y tienen entre 85 y 95 años de edad.

De Hasekura Tsunenaga, primer japonés que pisó nuestra tierra en 1898, existe un monumento en La Habana que conmemora este hecho. La escultura lo representa ataviado con ornamentos propios de un caballero medieval nipón, incluidas sus armas tradicionales.

Y como curiosidad, el primer jardín japonés que tuvo Cuba fue diseñado en la casa del Carlos Miguel T. de Céspedes Ortiz, abogado y político cubano que ocupó diversos cargos, entre ellos el de Secretario de Obras Públicas durante el Gobierno de Machado.

Su residencia, llamada “Villa Miramar”, estába situada junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares. Y es lo que actualmente conocemos como el «Restaurant 1830».

¿Recuerdan sus jardínes?

CUBA EN LA MEMORIA 13/03/2016

FRONTONES DE CUBA

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Publicado por Derubín Jácome

La pelota vasca (en euskera: pilota) fue llevada a Cuba por los vascos en el año 1898. Comenzó a jugarse en La Habana y se le atribuye a Tomás Mazzantini el proyecto de establecerla en Cuba. Sin olvidar la importancia de Rufino Osoro, que sería quien solicitara el permiso para oficializarla en la isla, ni a Basilio Zarrasqueta, que sustituyó a Rufino Osoro y fue el promotor más entusiasta de este deporte en nuestra isla .

A estos tres hombres, debemos el conocimiento de este deporte, perfeccionado en las provincias vascongadas, pero cuya historia y nombre data desde épocas muy remotas.
Ellos, no sin esfuerzo, consiguen la concesión de la manzana de terreno comprendida entre las calles de Concordia, Lucena, Virtudes y Marqués González, propiedad del Municipio que tenía destinada a depósito de materiales. La obra que se proponían requería para su construcción de un presupuesto muy alto, pero con sus esfuerzos lograron que muchos le dieran apoyo.

Entre ellos, D. Ignacio Nazábal, D. Segundo Méndez, D. Augusto Lezama y D. Juan Francisco Uribarri, que unidos a Zarrasqueta lograron que pocos meses después, el 7 de mayo de 1901, naciera el primer templo de pelota vasca destinado al juego, a la usanza vasca, de cesta a punta: el “Frontón Jai-Alai de la Habana”. En su inauguración se escuchó, por vez primera en la isla, las notas del himno inmortal de José María Iparraguirre “Gernikako arbola”, junto a las de nuestro Himno Nacional. La obra no tardó mucho tiempo en ganarse el nombre de »El Palacio de los Gritos».

La primera directiva del Fronton Jai Alai fue seleccionada entre representantes de la banca y el comercio. El primer cuadro de pelotaris que inauguró la cancha del “Frontón Jai-Alai de la Habana” fué contratado por el señor Rufino Osoro. Por primera vez pisaron la cancha habanera los delanteros y “zagueros” San Juan, Lavaca, Juan Rincón (Navarrete), Oyarzun y Elícegui. Zagueros son los jugadores que se colocan detrás.

En Cuba este deporte se arraigó con firmeza, aunque tuvo momentos de alza y de bajas. En 1912 vence el plazo concedido por el Municipio de la Habana a la “Empresa Frontón Jai-Alai” y el edificio de Concordia y Lucena enmudeció por largos años, aunque durante ese tiempo no faltaron gestiones y muchos esfuerzos porque abriera nuevamente sus puertas.

El semanario «La Cancha Habanera» fue la primera revista que se publicó en defensa del deporte vasco. Su primer número vio la luz el domingo 16 de noviembre de 1902. Fundada por los señores Domingo Asencio y Mirelles y Manuel Roces. Muy poco después surgieron otras revistas sobre pelota vasca, tales como «El Beti-Jai», «El Pelotari», «La Pelota de la Habana» y «Fiesta Alegre», estas últimas de los periodistas Atanasio Rivero, Eulogio Diaz Miranda y Fernando Rivero.

A los asistentes a los juegos, en aquella época, le llamaban la atención no solo los pelotaris con su indumentaria compuesta por boina roja, saco blanco y pantalón negro, sino también los “corredores” de apuestas que se destacaban con sus movimientos en la contracancha, por su ir y venir, por su vocear continuo y por su agilidad y mente despejada en hacer las apuestas cruzadas. Los corredores eran necesarios para la defensa del dinero público, pues ellos representan las garantías por respaldados por las empresas que los había nombrado. En una época en que el transporte público era aún tirado por caballos, La Habana comenzó a ser el centro de un deporte cada vez más lucrativo, gracias a las crecientes apuestas.

Finalmente el día 12 de Agosto de 1919, se aprueba la llamada “Ley del Fomento del Turismo”, votada por el Congreso y firmada por el entonces Presidente de la República, el Mayor General Mario G. Menocal. Gracias al amparo de esta ley, Elicio Arguelles vuelve a establecer el juego vasco de pelota en Cuba.

Por tal motivo se erigen dos nuevos frontones. Uno en Cienfuegos, el 13 de noviembre de 1920, también con el nombre de “Jai-alai”, que significa “fiesta alegre”, y otro en la Habana con el nombre de «Frontón Nuevo», inaugurado el 28 de enero de 1921. Basilio Zarrasqueta es nombrado administrador de la “Empresa Frontón Jai-Alai”.

En la noche del sábado 11 de Mayo quedó inaugurada la primera temporada del deporte vasco en su segunda etapa en La Habana. Esa noche jugaron el primer partido Higinio y Egozcue. El segundo partido, Eguiluz y Altamira teniendo de contrarios a Cazali mayor y Arnedillo. Eguiluz, cubano de nacimiento, era la estrella, que en la nueva constelación deportiva, se presentaba al público habanero.

FRONTONES DE CUBA
En poco tiempo, por el Palacio de los Gritos comenzaron a desfilar jugadores de fama mundial. Las temporadas comenzaban el primer domingo de octubre y terminaban el 20 de junio. Después de esa fecha todos los pelotaris, corredores de apuestas y catedráticos de tan fascinante juego, regresaban a la península con los bolsillos llenos de dinero.

Pero otro frontón fue considerado también como uno de los atractivos que contaba La Habana en aquella misma época: el Frontón «Habana-Madrid». Construido para el juego de otro deporte y además con la diferencia de que era practicado por mujeres perfectamente entrenadas, en el manejo de la raqueta.

La acertada iniciativa que dio lugar a implantar este nuevo deporte en Cuba, se debió en primer término al señor Panchito del Barrio, que en unión de los señores Aurelio Vázquez, Fernando Serafín y Ángel del Cerro obtuvieron la autorización correspondiente para su implantación y funcionamiento.

La inauguración del “Habana Madrid” tuvo lugar el 13 de Octubre de 1922, una vez concluida la construcción de un edificio apropiado, con armazón de acero y ladrillos, y con una cancha de treinta y cuatro metros de largo por nueve y medio de ancho.

En dicha inauguración figuraron diez y siete “señoritas pelotaris”, que…“viven dentro del mismo edificio bajo el cuidado de familiares de respetabilidad, y sólo salen de paseo o a diligencias acompañadas de señoras que están a su cuidado, evitándose de esta suerte se maleen con tratos que a su buen nombre y al de la empresa pudiesen ser perjudiciales”… Ante todo el honor y la moral.

Pero el Jai Alai, por su entorno marcado por las apuestas, fue eliminado después de 1959. Desapareció la tradición… y la mayoría de los pelotaris, corredores de apuestas y se trasladaron a la Florida para darle continuidad a una tradición que, sin dudas, había sido patrimonio de la República.

No quiero concluir sin nombrar al famoso cestapuntista cubano José Antonio Martínez Díaz (“Frias”). Nacido el 5 de noviembre de 1927 en La Habana y fallecido este mismo año. Jugó en los mejores frontones del mundo, y consiguió varios premios durante su larga trayectoria, como el del Torneo Diamond Doubles, con Isasa; el de World Doubles, con Careaga, Egurbide y Javier…

Sin dudas fue uno de los mejores pelotaris de su época y muchos aficionados del País Vasco aún recuerdan a «aquel cubano, alto y moreno que jugaba los grandes partidos de la época junto a Txutxo Larrañaga, Txurruka y todo el elenco de grandes puntistas de la época…»
En este deporte también tuvimos nuestras estrellas.

CUBA EN LA MEMORIA 10/03/2016

LA MASONERIA – CUBA

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Publicado por Derubín Jácome

No hay dudas de que la masonería en Cuba está vinculada a nuestra historia. Se afirma que la independencia del colonialismo español en 1898 fue obra de masones. Cada símbolo nacional: himno, bandera y escudo, fueron concebidos por sus hijos. Masones fueron Carlos Manuel de Céspedes, considerado el “Padre de la Patria”, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí y la inmensa mayoría de los gestores de la república.

“Logia”, proviene del griego “logos”, es decir, defensa, argumentación, verbo, palabra, ya que para los masones en estos lugares de reunión se habla o se transmite enseñanza a través de la palabra. Las primeras concepciones masónicas arribaron a La Habana con las corrientes de “la Ilustración”, posterior a la Revolución Francesa de 1789, y en la primera mitad del siglo XIX ya fueron organizados como clubes y organizaciones secretas.

Investigadores defienden la posibilidad de que existieran mucho antes, considerando las evidencias simbólicas masónicas grabadas en piedra de cantería en las Muralla que rodeaba La Habana, cuya construcción es del siglo XVI.

Pero sin duda, la primera evidencia de la masonería en Cuba data de 1763, cuando se constituye el primer cuerpo masónico que realizó funciones en Cuba y del que se tiene el primer documento oficial que lo atestigua: Un certificado del grado de “Maestro”, extendido a nombre de Alexander Cockburn, fechado el 3 de mayo de 1763 durante la ocupación militar de la Habana por los Ingleses y expedido por la Logia Militar Inglesa número 218 del Registro de Irlanda, adscrita al Regimiento 48 de dicho ejército. Esta logia trabajaría en Cuba durante toda la permanencia del ejército de ocupación, es decir, hasta el 6 de Julio de 1763.

Cuando la “Gran Logia de Francia”, precursora del “Gran Oriente”, fundó la Masonería en Haití, logró transmitir tanto amor y entusiasmo por esta Institución, que cuando en 1793, como consecuencia de la Revolución los franceses tuvieron que emigrar, lo hicieron llevando consigo no sólo parte de sus bienes, sino también sus logias masónicas. De este modo llegaron a Santiago de Cuba la “Perseverance” y la “Concorde”, y a la Habana la “Amitié” y la “Benefique Concorde”, en los años 1802 y 1803.

La primera de las instituciones cubanas comenzó a sesionar con regularidad el 17 de diciembre de 1804, en La Habana, en el “Templo de las Virtudes Teologales”.

En 1809, Joaquín Infante elaboró un primer proyecto de constitución para Cuba y su conspiración independentista fue abortada por la delación de un sacerdote que violó el secreto de confesión de una de las esposas de los conspiradores.

El consejo de Regencia de España declaró ilegitima la masonería en 1812. Pero dos años después ya se funda la “Gran Logia Española del Rito York” con 5 logias y posteriormente una “Gran Logia Soberana” que contó con unas 66 logias simbólicas. Todo esto da paso a la unificación del sistema de grados del Rito Escocés y se fusionan el “Gran Consistorio” y el “Gran Oriente Simbólico de la Isla de Cuba” y da paso a la “Gran Oriente Territorial Español Americano”.

No es hasta después de 1818 que se crea en Cuba el primer cuerpo de Altos Grados, el Consistorio del grado 32 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado con una patente francesa que fue aportada por Luis Juan Lorenzo de Clouet d’Obernay y que reunió tres logias simbólicas que comenzaron a trabajar bajo el rito escocés.

Las conspiraciones libertadoras nacen dentro de la fraternidad masónica, como la “Conspiración de los Rayos y Soles de Bolívar”(1823), con una marcada influencia de los hombres de la Escuadra y el Compás. Posteriormente surgirán otras, entre las cuales destaca la “Conspiración de la Escalera”(1844). En 1834, debido a su vínculo con las conspiraciones libertadoras, vuelven a declararse ilegales las logias y aunque continúan trabajando, su influencia pública no se deja notar en varios años.

Por Real Decreto de Fernando VII, emitido el 11 de marzo de 1824, fueron suprimidas las actividades masónicas en todo el imperio español y eso motiva que se disuelva la “Gran Logia del Rito de York”, aunque solo sería como un golpe de efecto para evadir las consecuencias de dicho Decreto, ya que las logias continuarían reuniéndose, aunque implicara peligro para sus miembros. El temor a represalias haría que los talleres fueran dejando de trabajar, quedando sólo dos logias de las antiguas, en Santiago de Cuba, las que logran con discreción resistir y permanecen hasta 1858.

Hasta 1857 no se crea el Consejo de Caballeros Kadosh que da origen a la fundación de la “Logia Fraternidad No. 1”, “Prudencia No. 2” y “San Andres No. 3”, dando paso, en 1859, a la fundación de la “Gran Logia de Colón”, todas ellas bajo la tutela de Andrés Cassard, cubano, de origen francés considerado el “padre de la masoneria cubana”.

En 1862 el doctor Vicente Antonio de Castro funda el “Gran Oriente de Cuba y las Antillas”. Castro provee una organización secreta que es la base de la nueva insurrección mambisa de 1868. Se hacia una advertencia a los nuevos masones: «…podría muy bien suceder que os encontréis en la ocasión de tener que pelear con las armas en la mano para defender la virtud, la inocencia o la patria, entonces será preciso no retroceder ni temblar…».

Desde 1864 Antonio Maceo se incorpora, al igual que Ignacio Agramonte, en la “Logia Tinima No. 16”. En Bayamo, en la “Estrella Tropical No. 19” se agrupan patriotas como Perucho Figueredo, Francisco Vicente Aguilera y Carlos Manuel de Céspedes. Con la gesta del 68 se recrudece la hostilidad española contra la masonería y son apresados y fusilados una gran cantidad de masones. A pesar de ello, los mambises fundan una serie de Logias militantes.
LA MASONERIA – CUBA

En la Convención Masónica de Lausana en 1875 se reconoce la regularidad del “Supremo Consejo de Colón” y la “Gran Logia Simbólica de Colón” y con ello Cuba forma parte de la comunidad masónica. El 1 de Agosto de 1876, Aurelio Almeida y González re funda la “Gran Logia de la Isla de Cuba”. En 1878 los integrantes de la Gran Logia son acusados de ser desafectos al régimen español.

Durante el Pacto del Zanjón Ia masonería regular debía respetar al gobierno de la nación, sin embargo en este periodo se fundó, con elementos ferroviarios, la “Logia Obreros de la Luz”, la cual colaboró con la preparación de Ia Guerra Chiquita y más tarde proporcionó ayuda a Calixto García para su salida del país. También se crearon las logias” Plus Ultra” y “Evolución”, aglutinadora de muchos de los inquietos jóvenes de la Acera del Louvre.

Es en esta época cuando se reestructura la masonería simbólica, pues tras sucesivas fusiones entre las Grandes Logias, en 1891 surge la “Gran Logia de la lsla de Cuba” como único y soberano organismo simbólico. Al año siguiente se logra también la integración de un único Supremo Consejo para regir la masonería de Altos Grados.

En el siglo XX, con el inicio de la república, ya no contaban con la relevancia que tuvieron en el siglo XIX, pero no obstante incrementaron sus recursos económicos con los que fundan varias publicaciones y se incrementa la edificación de sus locales y otras de sus instituciones. El más relevante es la “Gran Logia de la Isla de Cuba”, la cual costeó con sus fondos la construcción de su sede en 1955, en un gran edificio situado en la avenida de Carlos III y Belascoaín, una de las zonas más céntricas de La Habana.

Al parecer, en la actualidad no hay “altos grados”. Solo hay hermanos y hermanas que han escogido cómo vivir la masonería, sin egoísmo ni integrismo, aceptando el equilibrio entre iniciación y un compromiso cívico. Permanecen en igualdad y se reconocen por la palabra, el signo y el toque.

CUBA EN LA MEMORIA 09/02/2016